Editorial: El cínico desprecio por la vida humana

en Aromo/El Aromo n° 116/Novedades

Los socialistas reconocemos que las ideas dominantes en el mundo son las ideas de la clase que domina el mundo, la burguesía. Esto significa que, más allá de la justicia del sentimiento, el temor virado a veces en terror, que asoló a nuestro planeta durante el año pasado fue, sobre todo, el terror de la burguesía ante una enfermedad que las condiciones de vida en todo el mundo hacían ingobernable .

El coronavirus es producto, como sus hermanos mayores SARS, MERS, N1H1, de la mezcla de la más desarrollada urbanización, medios de transporte y tecnología, con los más atrasados bolsones de pobreza rurales, y alimentación sin controles. Por eso no era posible hacerlo pasar por el tamiz de clase.  Se entiende qué nos referimos, para dar un ejemplo, a que ni siquiera la burguesía más rancia, ni siquiera ella, deja de tener contactos cotidianos con el servicio doméstico, el chofer, los maestros y profesores, los kinesiólogos o enfermeros, peluqueros o el personal trainer, el médico o el service del aire acondicionado, que podrían llevar el virus de los barrios más pobres a los lugares más acomodados. El capitalismo en su desarrollo también desarrolla esto, cuantas más tareas son realizadas por asalariados, más difícil es vivir al margen del contacto con la clase obrera. De manera que la gran preocupación no era por los trabajadores sino por sí mismos. Y en una proporción menor, por los propios asalariados, es decir aquellos que podían dejar de producir para ellos si eran afectados por una enfermedad. Hay que reconocer que la burguesía fue bastante explicita en esto, mientras los trabajadores dejábamos todos nuestros ahorros y la salud para derrotar la enfermedad la burguesía casi desde el primer momento reclamaba excepciones para sus propios explotados.

Visto desde hoy entendemos que la unidad nacional (por llamarlo de alguna manera) fraguada por el virus fue la unidad del temor común. Y también podemos entender que desde ese momento y hasta hoy, aunque la preocupación parecía común, las aspiraciones no lo eran. Para los trabajadores el objetivo era superar la enfermedad todos juntos, porque juntos vivimos y juntos trabajamos y sufrimos, y a todos nos afectaba. Para la burguesía el objetivo era, y es, evadir los golpes de la enfermedad ellos, y luego abocarse a la reconstrucción de las condiciones de acumulación. Salvar su pellejo y reclamar las condiciones para obtener ganancias.

Sólo así se puede entender que el resultado trágico de 50 mil muertes pretenda ser minimizado y naturalizado. Sólo así se puede entender los giros en la política de los dirigentes burgueses, extrañamente a contrapelo de la realidad sanitaria. Sólo así se puede entender que mientras por abajo los trabajadores enloquecemos tratando de resolver contradicciones en los que está en juego nuestra vida o la de nuestros seres queridos, por arriba nada de esto exista y solo veamos en televisión las feroces disputas alrededor de quien se apropia de las cajas estatales o semi estatales. Sólo así se entiende que lo único que les preocupa es quién va preso y quien consigue la impunidad. Sólo así se puede entender que mientras sufrimos por nuestra vida y salud, igual que un año atrás, otros están preocupados por las listas de la burguesía tanto para las vacunas vip como para los cargos electivos. Sólo así, entendiendo que vivimos en el mismo planeta, pero habitamos dos mundos distintos y contrapuestos, se puede entender lo que están haciendo los políticos de la burguesía.

Porque en estos días la política burguesa ha sido pródiga en acontecimientos teatrales, sin embargo, un trabajador no tiene tiempo para eso. Está pegado a una aplicación tratando de conseguir ser vacunado o, peor aún, tratando de conseguir que algún ser querido más expuesto sea vacunado. Está discutiendo con la patronal, privada o estatal da lo mismo, que no contempla que la reapertura parcial en los colegios le desarticula su vida y no tiene quién vaya a buscar al pibe en mitad del horario, o no quiere dejarlo con el abuelo porque ahora, con la presencialidad educativa, significa arriesgarlo al contagio después de haber sufrido todo un año para evitarlo. Está tratando de entender cómo se disuelven las pocas medidas de protección sin que haya llegado las vacunas que podrían reemplazarla.

Algo ajeno a los trabajadores disponen los burgueses porque el 31 de julio, con 5929 casos por día, 77 fallecidos y 3543 acumulados, se mantenía el aislamiento social preventivo obligatorio, y el 4 de marzo, con 7432 casos, 191 fallecidos y un acumulado de 52644 se dispone lo contrario. Es verdad que las vacunas no existían en aquel momento y si hay vacunas aprobadas ahora. Pero las vacunas, para que sean efectivas, no alcanza con que las apruebe ANMAT, tienen que ser aplicadas. Si fuera verdad que eso, la vacunación masiva, está en marcha, no habría ninguna necesidad de apresurar la apertura. El problema es que los burgueses ya saben que ellos si se están vacunando, y entonces se acabó el problema común.

En medio de tantas contradicciones y mentiras, los trabajadores estamos perplejos y tratamos de entender. Sólo eso explica que haya sido la propia ferocidad de la interna peronista la que haya hecho caer a un ministro que debía haber dejado su cargo hace meses por la gestión, empujado por el repudio de la población, los damnificados. Sólo así se explica que no haya caído por sus sucesivas mentiras que demolieron la confianza en el sistema de salud. Por haber dicho que íbamos a recibir vacunas por participar ensayos clínicos de una empresa de Estados Unidos, luego que íbamos a recibir vacunas porque se iba a realizar parte del proceso productivo en Argentina de una empresa de Gran Bretaña y que luego haya dicho ya provocando una desconfianza absoluta con sus veleidades, que íbamos a tener 10 millones de vacunados entre enero y febrero, de una empresa rusa. Y sólo hay vacunados 330 mil. Sólo la perplejidad de clase trabajadora explica que el ministro no haya caído por mentiroso, incapaz y corrupto, sino porque Cristina decidió que era el momento de avanzar sobre otros aportes de los trabajadores. Sólo la perplejidad de los trabajadores explica que el gobierno nacional, y los provinciales y de CABA, relancen actividades presenciales ya, sin esperar a cumplimentar las vacunaciones prometidas y esperadas. Sólo así se puede explicar el ritmo cansino de vacunación en todos los distritos, no sólo padecemos la corrupción de las vacunas afanadas para los propios, si no ese mecanismo que muchos conocemos y utilizamos para disimular la miseria, el mecanismo de estirar lo poco para que no se note.

Solo ese momento de perplejidad entre la desilusión y el enojo, permite entender que el gobernador de Buenos Aires vacune a un ritmo de 11 mil dosis por día desde que comenzó a hacerlo, en una provincia que tiene 2500 establecimientos de salud diseminados en todos los centros urbanos grandes y pequeños. Una provincia que con disponer UNA vacunadora en la CUARTA parte de esos establecimientos de salud, que aplicara CINCO dosis cada HORA durante 6 horas de trabajo elevaría esa tasa a más del triple, y terminaría el remanente actual en 10 días. Si se vacuna en cámara lenta, postergando los tiempos de inmunización de muchas personas, es para que tratar que se note menos que no previeron la compra de vacunas (ni el plan de vacunación que se podría haber organizado de manera centralizada, racional y transparente desde mitad de año)

A esta política contribuye la izquierda nucleada en el FITU mas interesada en demostrar que Cristina no es lo mismo que la derecha y protegerla judicialmente, que en denunciar que todos los burgueses de este país deberían ser acusados por las decenas de miles de muertos de los que son responsables. Pero el trotskismo prefiere la crítica cultural de las perfomances de la “derecha”. Ante esta situación, la perplejidad debe ser empujada a la acción, tenemos una tarea, y podemos poner en marcha una herramienta. ¡¡La tarea es exigir en las calles vacunación masiva YA!! Si se las arreglaron para conseguir vacunas para sus amigos que las consigan para todos o se vayan. Dirigir es prever y un gobierno que no dirige porque no prevé, no tiene que entorpecer la vida de la sociedad. Y es necesario construir una herramienta de debate y desarrollo de estas propuestas inmediatas y de la lucha por una nueva sociedad socialista, desprovista de estos parásitos. Para eso es que proponemos la reconstrucción de la Asamblea Nacional de Trabajadores, ocupados y desocupados, la ANT. Debatir en ella las soluciones necesarias para los trabajadores, y poner en pie ,as acciones que nos saquen de la perplejidad, y nos lleve a las calles.


2 Comentarios

  1. He si, podemos votar en la simulación, por Internet, un gobierno autónomo virtual, tal ves de buenos indicadores, y seguro evolucionara, no es la fantasía final, es probable que nos manejemos a través de las redes, y vuelva el debate internos a los que queremos explicitar para obtener soluciones en el plano de una mejor distribución, de lo que merecemos los trabajadores.

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