¿Dónde están los obreros? – Por Ianina Harari

en El Aromo n° 90

lego-trabajadoresComprender los cambios y conocer la fisonomía actual de la clase obrera resulta imprescindible para cualquier estrategia política. Uno de los mitos más presentes en la izquierda es que la vanguardia de la revolución van a ser los “grandes batallones” de la clase obrera nucleados en el sector industrial. Pero tal cosa ha dejado de existir.

Por Ianina Harari (TES-CEICS)

A lo largo de su historia, la clase obrera argentina ha atravesado cambios en su fisonomía. Su estructura no es la misma hoy que a comienzos del siglo XX o que en la década del 70. A medida que la acumulación capitalista fue avanzando, la estructura de la clase explotada sufrió modificaciones. Una de los elementos que motoriza este proceso es la expansión y profundización del régimen de gran industria, caracterizado por la mecanización del proceso de trabajo y la consecuente expulsión de fuerza de trabajo de aquellas ramas que han alcanzado ese estadio. A su vez, van surgiendo nuevas ramas que comienzan con un proceso de trabajo manufacturero, que implica mayor utilización de trabajo vivo. A ello se suman actividades en donde el proceso de subsunción del trabajo al capital no se había completado, la concentración no había avanzado, y por tanto podían ser ejercidas por la pequeña burguesía. A medida que estos procesos se desarrollan, sobreviene un proceso de proletarización. Todo esto, sumado a otros procesos económicos, como la expansión o contracción de la producción en ciertas ramas, o la necesidad de la burguesía de emplear trabajadores en el aparato estatal –sea porque se complejizan sus funciones o para absorber parte de sobrepoblación relativa-, va moldeando la estructura de la clase obrera. Comprender estos cambios y conocer la fisonomía actual de la clase resulta imprescindible para cualquier estrategia política.

Adiós a los grandes batallones industriales                                

Uno de los mitos más presentes en la izquierda es que la vanguardia de la revolución van a ser los “grandes batallones” de la clase obrera nucleados en el sector industrial. Pero hay una mala noticia: tal cosa ha dejado de existir. No solo una parte importante de la clase obrera carece hoy de trabajo, sino que el sector industrial nuclea una porción menos de los obreros ocupados. El grueso de la clase obrera argentina se ocupa en el sector “servicios” y no en aquel al que suele apelar la izquierda. El 67% de los ocupados se emplea allí y solo un 13,9% en el sector manufacturero. Fuera de ello, tenemos un 7,4% en construcción y un 1% en actividades primarias (agropecuarias y extractivas). Además, el 83% de los obreros ocupados se emplea en establecimientos de hasta 100 trabajadores, es decir que la concentración de obreros en grandes fábricas no es un fenómeno muy extendido. Por otro lado, un sector importante se encuentra empleado en el ámbito estatal: un 22%.[1]

Esta distribución de la fuerza de trabajo no guarda relación con la producción física o de valor de cada sector. Más bien podría relacionarse con el avance de la gran industria en las distintas ramas. Aquellas del sector servicios tienden a estar menos mecanizadas que el resto. Por el contrario, las actividades primarias, en especial la principal, la cerealera, y las industriales, tienden a presentar una mayor composición orgánica, por lo que el requerimiento de fuerza de trabajo es menor.

El peso de cada rama

Si se realiza un análisis por rama de actividad, se puede observar con mayor precisión el peso de cada fracción obrera. A primera vista los trabajadores de la industria manufacturera son mayoritarios (13,9%). Pero dado que allí se engloban una gran cantidad de ramas (40 en total), cada una resulta en una pequeña fracción: ninguna de ellas supera el 1,6% del total de trabajadores ocupados. Alimentación (1,6%) y metalúrgicos (1,5%) lideran el ranking. El resto no llega siquiera al 1% del total de los asalariados.

En promedio, el 50% de los trabajadores de la industria manufacturera se concentra en GBA. A su vez, en este aglomerado, el 18% del total de asalariados se ocupa en este sector. En Rosario se ubica el 6,29% como promedio de obreros de las ramas del sector. En esa ciudad se concentra una porción importante de los obreros ocupados en la fabricación de metales (siderurgia): un 30% de los obreros de la rama, por la presencia de Acindar, a lo que hay que sumar el 12% de productos de metal. Sin embargo, en el total del aglomerado estas ramas explican el 0,25% y 3,68% del empleo asalariado respectivamente. En promedio, en Córdoba se ubica el 5,4% de los obreros del sector manufacturero. Se destaca en la fabricación de vehículos (20,4% de los obreros de la rama, que solo explican el 3,36% del empleo allí), fabricación de aeronaves (29,87%; que explica el 0,13% del empleo). En Tierra del Fuego (Ushuaia-Río Grande) solo se concentra el 2,75% de los trabajadores del sector, pero la industria manufacturera explica el 27% del empleo de este aglomerado, relacionado con la presencia de la industria electrónica (el 87% de esta industria se encuentra en esa provincia). A su vez este sector representa el 14% del proletariado de Tierra del Fuego.

El sector que sigue en importancia, luego de la industria manufacturera en su conjunto, es el de comercio (12,9%). El problema es la dispersión en establecimientos chicos, lo cual dificulta su organización. En promedio de las actividades de la rama, el 51% de los trabajadores se emplea en establecimientos de hasta 10 obreros. También este sector se concentra en mayor proporción en GBA (38,79% para las ramas de comercio). Estas ramas constituyen, a su vez, el 14,3% del empleo asalariado de GBA. En CABA se encuentra el 10% de esta rama, y del total de empleo de la ciudad, constituyen el 11,5%.

En tercer lugar se ubican los trabajadores de la administración pública y defensa (11,9%). Aquí no se contabilizan los obreros estatales de otras ramas. El 22% de este sector se ubica en GBA y CABA. Córdoba concentra 5% y Rosario y Mendoza, alrededor del 3% cada una. Representa del total de trabajadores de cada aglomerado urbano (enumeramos los que tienen los porcentajes más importantes), el 36% en Río Gallegos; 33,5% en Viedma; 22% en Gran La Plata; 20% en Gran Paraná; 24% en Posadas; 19,5% en Gran Resistencia; 21% en Corrientes; 15,6% en Concordia; 22% en Formosa; 19% en Neuquén; 26% en Santiago del Estero; 25,7% en Jujuy; 26,6% en Gran Catamarca; 15,6% en Salta; 26,6% en La Rioja; 17% en San Luis; 25% en Santa Rosa; 19% en Ushuaia; 25% en Rawson; 13,6% en Gran San Juan; 12,3% en Gran Mendoza.

El sector de enseñanza, principalmente docentes, es el que sigue en importancia (9,9%). De ellos, tienen un gran peso los estatales (68%). El 33% del sector de enseñanza se encuentra en GBA y el 14,3% en CABA; Córdoba y Rosario tienen un 5% cada una y hay un 4% en Mendoza. El Gran Resistencia es el aglomerado donde hay un mayor porcentaje de docentes entre el proletariado: 15,9%. Le sigue Jujuy con un 15,2%, Concordia con un 13,8%, La Rioja con un 13% y San Luis 12,9%.

Casi en el mismo porcentaje, tenemos el empleo en hogares (9,7%), con un alto porcentaje de trabajo en negro (80%). Aquí se incluye al personal doméstico, un sector al que nadie organiza, y a los porteros de edificios. La mayor parte de estos trabajadores se ubican en GBA (45,3%).

Luego tenemos el sector de construcción (7,4%). Se trata también de un sector desconcentrado (59% en obras con menos de diez empleados), con una incidencia alta del trabajo en negro (68%). Si bien el trabajo directamente estatal es bajo, en muchos casos las obras privadas que contratan mayor cantidad de trabajadores resultan obras públicas licitadas por el Estado, pero ejecutadas por empresas privadas. GBA concentra la mayor cantidad de obreros de la construcción (37,5%), seguido de Córdoba (7,3%) y Gran Rosario (5,60%). A su vez los aglomerados donde hay una mayor proporción de obreros de la construcción en relación al total de los asalariados son Formosa (17,22%), Santiago del Estero (13,5%), Gran San Juan (13%) y Comodoro Rivadavia (11,3%).

Le sigue en importancia transporte (6,3%), donde se destaca el transporte automotor de pasajeros y de cargas. Es un sector con baja incidencia del trabajo en negro en relación al resto (21%) y con una alta concentración en empresas de más de 100 trabajadores (42%). El 47,6% de los trabajadores de esta rama se ubican en GBA y un 15% en CABA. El 17% de los trabajadores de depósito y almacenaje se encuentran en Mendoza (por el paso a Chile) y 57% en GBA. El 27,5% de los trabajadores de transporte por vía acuática se encuentran en el Gran Rosario (por el puerto) y el 40% en CABA. En ningún aglomerado parecen tener un peso importante dentro del proletariado local.

En igual porcentaje al anterior, tenemos el sector de salud (6,3%). En lo que refiere a la atención sanitaria estrictamente, los trabajadores se encuentran prácticamente divididos a la mitad entre estatales y privados. En GBA se concentra la mayor cantidad de obreros de este sector (promedio de 25,9% y se destaca 51,4% de Asistencia social relacionada con la atención a la salud). Sigue Ciudad de Buenos Aires  (promedio 10,9%). A su vez, este sector explica el 10,9% del empleo de Santa Rosa, el 9,4% de CABA y 9,6% en Corrientes.

El resto de las actividades contienen fracciones menores de obreros: Actividades Administrativas y Servicios de Apoyo (3,5%), Alojamiento y Servicios de Comidas (3,4%), Información y comunicación (2,4%), Actividades Financieras (2,4%) –con la presencia de bancarios (1,3%)-, Actividades profesionales, científicas y técnicas (2,3%), Arte, entretenimiento y recreación (1,5%), Suministro De Agua; Alcantarillado, Gestión de Desechos y Actividades de Saneamiento (0,6%), Suministro de Electricidad, Gas, Vapor y Aire Acondicionado (0,2%), Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y Pesca (0,6%) y Explotación de Minas y Canteras (0,5%).

Fragmentados

La fragmentación de la clase obrera no se da solo entre ocupados y desocupados, sino también por otras vías que utiliza la burguesía para aumentar la explotación. Una de ellas es la utilización de distintos tipos de contratos. El trabajo en negro aparece como el problema más grave: constituye un 32% del total. Pero otra vía de precarización es el contrato por tiempo determinado, que representa el 9% del total. En construcción y en cultivos agrícolas es donde mayor porcentaje hay de contratos por tiempo determinado (36%y 38% respectivamente), por las características de estas ramas.

Ahora bien, incluso entre los trabajadores en blanco, hay un gran porcentaje de trabajadores que no se encuentra comprendido dentro de los convenios colectivos: alrededor del 50%. Una parte de quienes están por fuera de la negociación colectiva corresponde a aquellas actividades que legalmente no están encuadrados en la Ley de Contrato de Trabajo.

Otro indicador de la fragmentación, esta vez en términos organizativos, es la caída de la tasa de afiliación. El último dato disponible es de 2008 y muestra que la cantidad de afiliados a sindicatos representa solo el 37,7% de los trabajadores.[2] Los sectores con mayor tasa de afiliación son transporte, almacenaje y comunicación, que pertenecen al gremio de camioneros, y construcción, con un 49,2% y 47,3% respectivamente. Los gremios industriales (45,2%), comercio y gastronomía siguen en importancia (42,3%). Con menor porcentaje se encuentran los servicios financieros (25,4%). Bastante por encima de todos ellos se encuentra la afiliación entre docentes: 55%.

Si se compara históricamente, la tasa de afiliación bajo el kirchnerismo se recuperó respecto a fines de los 90, pero no superó la existente hasta mediados de esa década. En el 2000 esta tasa era de 31,7%, pero en 1995, del 38,7% y, si nos vamos más atrás, en 1974, del 43%. Según distintas mediciones, durante el kirchnerismo nos encontraríamos en niveles históricos de sindicalización bajos, a pesar del discurso de la “revitalización sindical”.

El empleo en negro y el empleo en pymes explican parte del problema, pero la baja afiliación es registrada en las empresas más grandes, con mayor presencia del empleo registrado. A su vez, en el interior del país la tasa de afiliación tiende a ser mayor: 44% contra el 35,8% en GBA. Otro dato que muestra el bajo nivel de organización sindical, al menos en el sector privado, es la presencia de delegados: solo el 14,2% de las empresas cuenta con al menos un delegado gremial. Si se contabiliza la cantidad de obreros que se encuentran en empresas con representación gremial, se obtiene el 39%. Es decir que hay cierta correlación entre los obreros que se afilian y aquellos que tienen representación sindical en su lugar de trabajo.

Más allá de la burocracia

El escenario sindical hace décadas que está dominado por la burocracia sindical peronista. No solo son fuertes en gremios cuantitativamente importantes, sino en gremios claves de la estructura económica que le permiten tener fuerza de presión (como transporte). La izquierda viene ocupando espacios en algunos gremios de fracciones importantes como docentes y construcción (en menor medida) y en otros de menor relevancia (como gráficos, periodistas o neumáticos). En el resto de las ramas tiene una presencia marginal, con delegados dispersos aquí y allá.

En la izquierda, aun hoy persiste cierto fetichismo del overol, cuando el grueso de la clase obrera ya no lo utiliza. Tener en claro la composición del campo en el que se mueve y las tendencias que están operando es una condición necesaria para acertar en la organización de la clase. Los anarquistas ganaron fuerza en los sindicatos de oficio cuando el trabajo manual imperaba, los comunistas tuvieron éxito cuando reconocieron la desaparición de los oficios e impulsaron sindicatos por rama, el PRT creció cuando organizó obreros en las ciudades y no buscando campesinos inexistentes en el monte.

 

Notas

[1]Todos los datos fueron extraídos de la Encuesta Permanente de Hogares y el Censo Nacional de Población de 2010. Lamentablemente el CNP ha perdido su carácter censal para gran parte de los datos relevados y no se cuenta con un Censo Económico ni Agropecuario reciente gracias a la política de ocultamiento estadístico del kirchnerismo. Por este motivo, utilizaremos principalmente la EPH, a pesar de las deficiencias que puede presentar como fuente.

[2]Ministerio de Trabajo: Principales resultados del Módulo de Relaciones Laborales. Año 2008.

1 Comentario

  1. Si bien es innegable que la reestructuración productiva (sin olvidar que la cuestión es del capital financiero que da lugar a éste capitalismo impaciente), en el plano estricto de la producción de mercancías, la composición orgánica del capital (plusvalía relativa) ha desplazado a la generación y apropiación de la plusvalia absoluta, y ha profundizado la existencia de una gran masa de desempleados. Ahora bien, «esos desempleados» ¿son parte del ejercito natural de reserva ahora ampliado?. Ahí me parece que surge una cuestión novedosa. De ése ejercito, sólo algunos, lo constituyen en términos de que, para ser parte del ejercito de reserva se debe estar muy cerca de la frontera tecnológica que permita su rápida integración a al proceso de producción de mercancías.. ¿Que pasa con el resto -qué es la mayoría -? En Argentina parece haberse instalado un genocidio por cuenta gotas. Sin servicios públicos básicos (salud, educación, vivienda digna) van muriendo gota a gota, uno a uno, sin que ello conlleve, en caso alguno a generar una chispa.

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