Contra el reformismo. Estado presente

en La Hoja Socialista 19/Novedades

Seguramente habrá escuchado decir, o quizás usted mismo lo ha pensado, que las cosas estarían mejor si tuviéramos un “Estado presente”. La idea es muy común y consiste básicamente en exigir la “intervención del Estado” en la economía y en la vida social. Si el Estado “interviene”, piensan quienes razonan así, se acomodan las variables y se ordena todo, se termina la pobreza y se resuelve la crisis. Claro, hablan de la crisis del capitalismo argentino, que es bastante recurrente. Así, suele oponerse el periodo de “intervención del Estado” con los periodos o ciclos “liberales”. Los peronistas suelen decir que su “intervencionismo” se opuso al liberalismo del ciclo anterior, del mismo modo que lo hacen los kirchneristas con los ’90. Y del mismo modo, hoy, nos dicen que más Estado, menos pobreza.

Hay que hacer un esfuerzo grande para encontrar algo de esta idea que resista la mínima prueba. Primero, porque la idea de que el Estado “no interviene” en algunos momentos es falsa. El Estado interviene siempre. Y sobre todo en países como Argentina. El capitalismo argentino no puede sobrevivir si no es con compensaciones del Estado, sea para pocos o muchos capitalistas. Desde una pyme negrera hasta Techint, todos reciben una catarata de recursos transferidos de una u otra manera, por la intervención del Estado. Las baterías de subsidios y créditos baratos es una muestra de eso. Las condonaciones de contribuciones, el blanqueo, la intervención en cada negociación salarial, en cada conflicto obrero, se ve la intervención del Estado.

Del mismo modo ocurre con la política monetaria: sostener un dólar a un precio determinado es intervención del Estado. Lo fue con Macri, lo fue con CFK y lo fue con Menem (recuerde el 1 a 1)… Esto es así, porque el Estado es garante del funcionamiento de las relaciones capitalistas. Son gestores que permiten el funcionamiento de esas relaciones. Por ende, no existe un Estado que “no interviene”. Incluso en periodos que se dicen liberales, el Estado actúa.

Pero además, en Argentina, hay otro aspecto a tener en cuenta: la crisis “salta” por otro lado. Hay un montón de población que “sobra”. No en términos absolutos, sino “relativos”. Es decir, sobran para las necesidades de una clase social. La burguesía deja afuera del circuito productivo a un montón de población que se ve estancada en la pobreza y que forma parte de un caldo de cultivo para cualquier estallido.

Por eso, en Argentina, el Estado interviene además conteniendo a esa población. La mayoría de las veces, lo hace con punteros, personajes de la política que contienen esos reclamos, e incluso creando empleos –siempre precarios– en los municipios. Esto es así, porque el Estado se ve obligado bajo ciertas condiciones a contener reclamos obreros, en estos casos, de subsistencia. Pero lo hará intentando cooptarlos políticamente. Eso es el Ministerio de “Desarrollo Social”. Ese tipo de operación otorga la posibilidad de controlar políticamente el Estado. Quien maneje y controle este mundo, maneja el Estado argentino.

Pero además, hay que decir que nos dirigimos a una economía donde el Estado tiene una participación central. Esto es así porque el Estado asume de forma creciente el dominio de la economía privada, para sostener el conjunto del capitalismo. En un escenario así, los “gestores” del Estado comienzan a ser directamente capitalistas hechos y derechos. Ocurre que el poder de estos “gestores” es tan grande que adoptan cierta independencia respecto del capital propiamente dicho. Y así el Estado adopta cierta “autonomía”, que muy probablemente la burguesía resiste. Ocurrió en Venezuela con la llamada “boliburguesía” o en Argentina, donde tenemos a muchachos de La Cámpora al frente de Aerolíneas. Pero el cambio de personajes no vuelve el asunto menos capitalista o más socialista. Con privados o con el Estado, esas empresas se sostienen sobre la explotación de trabajadores, sobre nuestras espaldas.

En definitiva, hay Estado y mucho. Con todos los gobiernos. Y como vemos, no se resuelve ni un poquito nuestras necesidades. Como mucho contienen algún reclamo urgente, no sea cosa que el asunto se le desmadre. No necesitamos “más Estado” para terminar con nuestros problemas, sino sacárselo a la burguesía para utilizarlo en provecho de los laburantes y construir el Socialismo.

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