Contenidos, pero no tanto – Por Tamara Seiffer

en El Aromo nº 78

tamara seiffer imageLos límites de la asistencia social K como complemento del salario en negro

¿Usted se preguntó por qué medidas como la Asignación Universal por Hijo no alcanzan para resolver la pobreza? Lea esta nota y entérese lo que se esconde bajo la alfombra de la asistencia
social

 Por Tamara Seiffer (OME-CEICS)

La Asignación Universal por Hijo se trata fundamentalmente de una política de complemento salarial. Esto podría llevarnos a la conclu­sión de que entonces la economía va viento en popa: si complementa salarios es gracias a que se generó empleo, a diferencia de momen­tos en donde lo que primaba era el desempleo generalizado, como en el 2001. Lejos de ello, lo que pone en evidencia es la miseria a la que es condenada gran parte de la po­blación, con un mercado de trabajo que solo funciona a costa de la pre­cariedad y los bajos salarios, condi­ción de existencia del “ciclo de bo­nanza”. Ante la profundización de la crisis y la caída en el nivel de em­pleo, se muestra de manera abierta el carácter de sobrante que esta po­blación sigue teniendo para el capi­tal y que el paliativo de la asistencia es francamente insuficiente. Ahora bien, si, como complemento del in­greso familiar, no saca al grueso de la población de la pobreza, imagi­nemos cuando el desempleo vuelva a crecer…

Bajo la alfombra

Las políticas de transferencia de ingresos se expandieron en la úl­tima década. En los ’90, aparecen sus primeras expresiones en nues­tro país con los famosos “Planes Trabajar”, alcanzando sin embar­go a una porción reducida de la población. En la actualidad, crisis de 2001-2002 y lucha piquetera mediante, alcanzan a más de 3 mi­llones y medio de personas. La más importante es la Asignación Uni­versal por Hijo (AUH) que, según el discurso de Cristina Fernández (del 1 de marzo de este año) alcan­za a 1.905.000 familias, casi el 16% de los hogares. Según un informe de la UCA, si tenemos en cuenta el conjunto de las políticas de asisten­cia por transferencia de ingresos, la cifra alcanzaría, en 2012, al 23,5% de los hogares.1

Datos oficiales plantean que el 43,6% de los beneficiarios de la AUH corresponde a población ocupada, el 50,5% a obreros inac­tivos y el 5,9% a desocupados.2 De los inactivos, el 87% son mujeres y, de ellas, solo el 21% es “jefe de hogar”. Estos números no llaman la atención si se tiene en cuenta, por una parte, que el mercado de tra­bajo ofrece peores condiciones para las obreras mujeres que para los varones y, por la otra, que muchas mujeres de la clase obrera deciden ser “amas de casa”, no porque no necesiten empleo, sino porque re­sulta más rentable ahorrarse el cos­to del cuidado de niños y ancianos. En cuanto a los desocupados que perciben AUH, el 8,9% es el prin­cipal aportante al hogar, aunque no necesariamente el único.

Como puede seguirse de los gua­rismos presentados, la AUH es antes que nada un complemento en el ingreso familiar. Aun cuando la mayoría de los beneficiarios sean mujeres inactivas, expresa que el sa­lario de su pareja no alcanza para sostener a toda la familia. No solo no es la única fuente de ingresos, sino que tampoco es la principal. Los ingresos laborales por adulto equivalente de los perceptores de AUH llegan a poco más del 74%. Que la AUH represente casi el 26% de los ingresos expresa, por un lado, lo bajo de su monto. En relación con este tema, es importante se­ñalar que, lejos de lo que muchos podrían pensar, la cantidad de ni­ños promedio por adulto titular de la AUH es menor a 2 y la ma­yoría tiene solo 1 hijo. El ingreso promedio mensual por tanto es de $742,3 representando el 42% de la canasta básica oficial de diciembre último y apenas el 11% de las ca­nastas construidas por organismos no oficiales.4 Por el otro, ese 26% en el total de los ingresos da cuenta de su importancia relativa, dados los bajos ingresos obtenidos por la vía laboral.

Se viene el estallido…

Con la implementación de la AUH, la burguesía argentina se ahorra el desembolso de una parte necesa­ria para la reproducción de la clase obrera, funcionando como un sub­sidio al salario (capital variable) y, por tanto, como ganancia específica al capital individual. Para el Esta­do, su financiamiento no representa un problema. Por un lado, porque se descarga sobre los hombros de la misma clase obrera. Por el otro, porque si bien el conjunto del gasto asistencial viene creciendo, su peso en el conjunto del gasto público sigue siendo bajo y la AUH repre­sentaría apenas el 3,5% del gasto total.5 Incluso, en el contexto de la crisis fiscal actual, si la situación política lo amerita, posiblemente encontremos organismos interna­cionales dispuestos a ofrecer crédi­tos blandos para este fin. Ya en el año 2011, cuando para Argentina parecía imposible endeudarse, el Banco Mundial aprobó un présta­mo de 480 millones de dólares para financiar la AUH.6

Para la clase obrera es un paliativo que, sin embargo, no va a poder evitar la crisis, pues aun suponien­do el mantenimiento en el nivel de ingreso de la AUH (desde su últi­ma actualización en mayo de 2013 perdió más del 20% de su poder de compra), sin ingresos complemen­tarios, sin empleo, aunque sea pre­cario, sin salario, aunque sea bajo, no hay forma de que estas familias logren reproducirse. Esto queda expresado entre otros elementos en los altos índices de pobreza de la población destinaria, que llegan al 70,4% promedio y se profundi­zan en regiones como el NOA y el NEA, con el 78% y 84% de des­tinatarios pobres. Una muestra de la impotencia de este plan. Y nada parece mostrar que haya posibilida­des de sostener el nivel de empleo alcanzado en la “década ganada”.

De hecho, la caída en el nivel de desempleo, observada en el último trimestre de 2013 (y festejada por el gobierno), no se basa en la creación de empleo, que se mantiene en caída desde el segundo trimestre de 2013, sino en la caída de la tasa de activi­dad. Es decir, que empieza o obser­varse el “efecto desaliento” presente en toda crisis por el cual la gente no busca trabajo. Asimismo se observa un aumento de las suspensiones, en especial en la industria automotriz (Volkswagen, IVECO, Renault), metalúrgica y electrónica. En rela­ción con esta última, constituye un caso paradigmático pues en Tierra del Fuego se suspendieron a tres mil trabajadores. Esta situación ha llevado a un aumento de conflictos laborales ligados a situaciones de crisis, en detrimento de los estric­tamente salariales. En esta línea, un informe del Observatorio de Derecho Social de la CTA señala que en el sector privado, en el año 2013, los conflictos por crisis repre­sentaron el 38,5% del total, obser­vando su crecimiento relativo desde el año 2008. Para lo que va de este año, además del caso de Tierra del Fuego mencionado, encontramos ejemplos concretos en Córdoba, donde en respuesta a los despidos fueron tomadas tres autopartistas. A esto se suman, casos extendidos de retiros voluntarios, jubilaciones anticipadas y amenazas de despido. Por ejemplo Volkswagen anunció recientemente su intención de jubi­lar anticipadamente a 300 trabaja­dores y suspender a 400.

Esta realidad posiblemente sea más cruda para las ramas que incorpo­ran mayormente fuerza de trabajo en negro y con bajos salarios, como son la construcción y el servicio doméstico, altamente sensibles a los contextos de crisis. En el caso de la construcción, de hecho, se observa una importante caída en la actividad desde noviembre de 2013, que el plan PROCREAR no logró revertir.7

Las potencialidades abiertas por la devaluación de 2002, el aumento de la tasa de explotación que significó, la puesta en marcha de la capacidad ociosa de una industria quebrada y un altamente favorable contexto internacional parecen estar llegan­do su fin.

Por ello, no se trata simplemente de defender las transferencias de los planes asistenciales (aunque haya que hacerlo), ni de luchar por aumentar su cobertura y sus mon­tos (aunque sea una necesidad), el problema es que estos subsidios no cambian el carácter de sobrante de la población a la que se dirigen, sino que sólo sirven para contener­las en forma parcial. Esta gente, tarde o temprano, tendrá que, otra vez, tomar las calles para reclamar lo propio.

Notas

1 Observatorio de la Deuda Social Argentina: “Estimación del impac­to de la AUH y las pensiones para madres con siete hijos sobre los in­gresos familiares, la indigencia y la pobreza urbana en la Argentina del Bicentenario”, Comunicado de prensa, UCA, mayo de 2013. Dis­ponible en http://goo.gl/8ptXYm.

2 Bustos, Juan Martín y Villafañe, Soledad: “Asignación Universal por Hijo. Evaluación del impacto en los ingresos de los hogares y el mercado de trabajo”, Dirección de Estudios y Coordinación Macro­económica, SSPTyEL. Disponible en http://goo.gl/5J4XFZ.

3 Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social: Boletín Estadís­tico de la Seguridad Social, Bue­nos Aires, Segundo Trimestre de 2012. Disponible en http://goo. gl/15TtiW.

4 Bermúdez, Ismael: “La cantidad de pobres creció medio millón en sólo 3 meses”, en Clarín, 13/1/14. Disponible en http://goo.gl/ SHqRMH.

5 ASAP: Informe sobre el presupuesto 2014. Disponible en http://www. asap.org.ar.

6 Banco Mundial: Comunicado de prensa Nº: 2011/362/LAC, 10/3/2011. Disponible en http:// goo.gl/IOBSKN.

7 INDEC: Datos de industria y construcción. Disponible en http:// www.indec.mecon.ar.

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