Clásico piquetero: Las luchas obreras que antecedieron a la formación del Partido Comunista de Brasil – Astrojildo Pereira Duarte Silva

en El Aromo nº 73

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Las luchas obreras que antecedieron a la formación del Partido Comunista de Brasil [1] Astrojildo Pereira Duarte Silva [*] (1890-1965)

El Partido Comunista de Brasil nació de las luchas obreras que agitaron el país durante los años 1917 a 1920, y se formó sobre la influencia decisiva de la Revolución Socialista de Octubre. Lo que quiere decir que nació y se formó ya en una época de guerras imperialistas y de revoluciones proletrarias. Pero, para comprender mejor el proceso de su gestación y aparición en la arena política brasileña, como partido independiente de la clase obrera, se torna necesario proceder a una retrospectiva histórica del movimiento obrero brasileño, por lo menos, a partir de 1906. Este dato es muy importante, porque señala el inicio, entre nosotros, de una organización obrera de alcance nacional, como sería la Confederación Operaria Brasileira (COB), organizada en 1908 y cuyas bases habían sido lanzadas por el Congreso Obrero reunido en Río de Janeiro, en aquel año.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que el referido congreso señaló el comienzo de todo un período de predominio de la influencia anarco-sindicalista en el movimiento obrero brasileño.
Desde mucho antes, desde los primeros años de la República, se realizaron tentativas cuyo fin era la organización del naciente proletariado brasileño en un partido político del tipo socialdemócrata u obrerista, estructurado principalmente sobre la base de las asociaciones profesionales de beneficencia o de resistencia, que ya existían o comenzaban a existir. En este sentido, un congreso fue convocado y se reunió en 1892, en la capital del país. Pero de esa iniciativa quedó apenas una noticia en los periódicos de aquella época. Diez años más tarde, y ya con un carácter más diferenciadamente político, se reunió, en San Pablo, un congreso del Partido Socialista Brasileño, el cual aprobó un largo programa socialista de tipo reformista, pero también esa iniciativa, dentro de poco, se desharía en la nada.
Iniciativas semejantes se repitieron a lo largo del tiempo, antes y después de 1906, sobre todo en el plano estadual y municipal, para efectos casi siempre electorales. Sin producir, por eso mismo, resultados perdurables. Cabe observar que en el mismo Congreso Operario de 1906 (COB) se manifestó una fuerte corriente favorable a la formación de un partido político obrero, pero la corriente anarco-sindicalista predominó de manera irreductible, con su visceral preconcepto “anti político”. Nació, así, en vez de un partido, la COB, central sindical inspirada en la CGT francesa.
Lo cierto es que el anarquismo, sobre toda en su forma anarco-sindicalista, predominó en el movimiento obrero brasileño durante los años que van de 1906 a 1920. Esto no quiere decir que todo movimiento obrero y sindical estuviese bajo la influencia absoluta del anarquismo.
El congreso promovido por la Federación Obrera Regional de Río de Janeiro se reunió precisamente en los días de abril de aquel año, con la participación de los delegados de numerosos sindicatos de los estados, principalmente de San Pablo. Los delegados anarquistas, que no constituían la mayoría, se mostraron más combativos que los no anarquistas y, por eso mismo, dominaron el plenario, haciendo pasar todas o casi todas sus propuestas. Pero la tarea realmente importante llevada a efecto por el congreso de 1906, constituyó en haber lanzado las bases de la Confederación Obrera Brasileña, organización sindical en el ámbito nacional.
La COB se organizó, efectivamente, en 1908, integrada por cincuenta asociaciones sindicales de Río, San Pablo Bahía, Río Grande do Sul, Pernambuco, etc. Estructurada a la manera anarquista, esto es, sobre la baso poco sólida de un federativismo extremadamente laxo, la COB concentró sus actividades en demostraciones de protestas contra el fusilamiento de Francisco Ferrer, en España, en 1909, las cuales culminaron, en Río, con un desfile  por las calles del centro de la ciudad, calculándose la participación de unas 5.000 personas.
A esto siguió un período de reflujo, que duró hasta fines de 1912, cuando por iniciativa de la Federación Obrera de Río de Janeiro, se constituyó una comisión reorganizadora de la COB, con el mandato de convocar a un nuevo congreso sindical nacional. Como vehículo de propaganda y preparación del congreso, la comisión organizadora hizo reaparecer, el 1° de enero de 1913, el órgano de la COB, “La voz del trabajador”, que se publicó desde entonces quincenalmente, extendiendo su tirada hasta 4.000 ejemplares, cifra considerable para la época.
[…] Todo aquel período de 1917-1920 se caracterizó por una oleada irresistible de huelgas de masas, que en muchos lugares asumieron proporciones grandiosas. Ya antes, en julio de 1917, se había producido una huelga general en San Pablo, paralizando completamente, durante algunos días, la vida de la ciudad. En 1918, 1919 y 1920, en Río, de nuevo en San Pablo, en Santos, en Porto Alegre, en Bahía, en Pernambuco, en Juiz de Fora, en Petrópolis, en Niterói y en otras muchas ciudades, de norte a sur del país, las huelgas obreras asomaban con ímpetu avasallador. Eran movimientos por aumentos de salarios y mejora en las condiciones de trabajo, pero una cosa se mostraba evidente: la influencia de la Revolución de Octubre como estímulo a la combatividad de la clase obrera.
Entre las luchas más serias llevadas adelante por los trabajadores del Distrito Federal y ciudades vecinas de Río, hubo algunas que debemos destacar, por el significado que revistieron. En primer lugar, cronológicamente, la huelga del personal de Cantareira [compañía que aseguraba la navegación entre Río y Niteroi, N. del trad.], en Río y Niteroi. Fue un movimiento importante, desencadenado contra la poderosa empresa imperialista, a cuyo servicio se colocaron inmediatamente las fuerzas policiales, provocando graves conflictos. En uno de esos conflictos intervinieron soldados del ejército, acuartelados en la capital fluminense, tomando el partido de los huelguistas, y dos de ellos tomaron heroicamente las armas, al lado de los obreros. Esto pasó en agosto-septiembre de 1918.
Dos meses después, aproximadamente, se desarrolló el movimiento del 18 de noviembre, en que se vieron envueltos varios sindicatos, al frente de los cuales estaban los obreros textiles, abarcando igualmente fábricas vecinas, situadas en el Estado de Río. En muchas de esas fábricas, se sucedieron violentos conflictos provocados por la policía, con muertes de ambos bandos. Duras luchas de calles señalaron también el inicio del movimiento, la tarde de aquel día. El movimiento se malogró debido a las desastrosas fallas de organización, pero sirvió para poner a prueba el agudo espíritu de combatividad revolucionaria de la que se hallaban poseídos los trabajadores. Esto se evidenció en lo hecho en el proceso criminal promovido por la policía contra los cabecillas del movimiento: solo con la presión de la masa obrera, que manifestaba abiertamente sus solidaridades a sus compañeros incriminados, fueron estos absueltos, después de cerca de seis meses de prisión, a tiempo para participar de las manifestaciones del 1° de mayo de 1919.
Incluso en 1919, los tejedores volvieron a la carga con una nueva huelga de grandes proporciones. La huelga de Leopoldina, en 1920, abarcando el Distrito Federal y los estados de Río y de Minas, marcó una época en los anales de los movimientos huelguísticos del proletariado brasileño, por su tenacidad y la solidaridad que levantó en toda la masa trabajadora. La huelga de los marítimos, ya a fines de 1920, cuando la curva huelguística entraba en descenso, fracasó lamentablemente, pero a pesar de todo constituyó una indiscutible demostración de la combatividad por parte de la masa de trabajadores marítimos.
Especial registro merece, en ese período, la manera por la cual los obreros de la construcción civil conquistaron la jornada de 8 horas. Dióse el caso de que el sindicato de la construcción civil resolvió, después de numerosas y sucesivas asambleas, “decretar”, por cuenta propia, la jornada de 8 horas, en todas las obras vigentes en Río de Janeiro, lo que realmente se efectivizó a partir del 2 de mayo de 1919. Está claro que semejante “método “de lucha sólo produjo resultados porque se trataba de un sindicato poderoso y de un momento de impulso de todo el movimiento obrero.
No hay dudas que otras muchas reivindicaciones, por las cuales luchaban las masas trabajadoras, en esa época, fueron alcanzadas, total o parcialmente. Pero es un hecho que la naturaleza y el volumen de las victorias alcanzadas no guardaban proporción con la forma y la extensión del movimiento general. Incluso, las reivindicaciones formuladas por aumentos de salarios, por mejores condiciones de trabajo, etc. constituían un fin en sí mismo y no un punto de partida para reivindicaciones conscientes de un nivel superior. Es que, en realidad, se trataba de luchas más o menos espontáneas, aisladas unas de otras, sucediéndose por fuerza de un estado de espíritu extremadamente combativo que se generalizaba. Admirables ejemplos de firmeza, de bravura, de abnegación se verificaron por todas partes, durante las huelgas y demostraciones de masas, que se multiplicaron de manera contagiosa, en aquellos años. Faltaba, por lo tanto, un centro coordinador, un comando general a la altura de las circunstancias, en fin: una dirección política que sólo un partido independiente de clase podría imprimir a todo el movimiento. En tales condiciones, era inevitable que, al cabo de algún tiempo, disminuido el ímpetu combativo, la reacción patronal y gubernamental pudiese retomar la iniciativa y desencadenar un ciclo de terror en procura de liquidar el movimiento revolucionario. Las grandes huelgas y agitaciones de masas del período 1917-1920 mostraron la incapacidad teórica, política y orgánica del anarquismo para resolver los problemas de la dirección de un movimiento revolucionario de envergadura histórica, cuando la situación objetiva del país (en conexión con la situación mundial creada por la guerra imperialista de 1914-1918 y por la victoria de la revolución obrera y campesina de Rusia) abría perspectivas favorables al derrumbamiento del poder feudal-burgués dominante. En contraste con este hecho, resultante de un proceso espontáneo -o, mejor dicho, instintivo- de autocrítica, que se acentuó principalmente durante la segunda mitad de 1921, luego de acaloradas discusiones en los sindicatos, fue que se puso en pie la organización de los primeros grupos comunistas que se constituyeron como paso inicial para la fundación del Partido Comunista.

NOTAS
1 Tomado de http://goo.gl/2Csxe.
[*] Astrojildo Pereira Duarte Silva fue uno de los fundadores del PC en Brasil, en 1922, y su primer Secretario General. Lideró al partido hasta 1930, especialmente el período de “clase contra clase” y de la “proletarización”. Fue apartado antes de la creación de la Alianza Nacional.

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