BUENOS AIRES – ELECCIONES: LA BATALLA QUE SE VIENE

Por Cristian Lovotti

Las elecciones en el sindicato docente con mayor cantidad de afiliados en la provincia ya tienen fecha: 11 de mayo. Allí se va a jugar mucha más que la designación de las nuevas autoridades por los próximos cuatro años. De un lado, Baradel y la conducción celeste entregando a los docentes y haciendo pasar el ajuste de Kicillof y los Fernández, como muestra la nota de Nicolás Grimaldi en esta misma edición. Este sector se verá apoyado objetivamente por la Lista Azul y Blanca, hoy conducción del SUTEBA Quilmes, espacio que también privilegiará su orientación kirchnerista por sobre la de la docencia. Por el otro lado, se encuentra la Multicolor, frente clasista conformado por decenas de agrupaciones; frente que integramos como lista Esmeralda con compañeras y compañeros que serán candidatos en tres distritos. Más que nunca se vuelve necesario discutir el cuadro de situación y el programa necesario para las y los trabajadores, para la defensa de la educación de la clase obrera.

El “siga, siga” de Baradel

Desde la llegada al gobierno de la provincia de Buenos Aires del peronismo, en diciembre de 2019, Baradel no hizo más que entregar todas y cada una de las luchas de la docencia. En el plano salarial, allí donde un sindicato da su principal batalla, las y los trabajadores de la educación tenemos ingresos que nos ubican bajo la línea de pobreza. Efectivamente, si tomamos el 2021 por ejemplo, el cargo testigo (por cargo y sin antigüedad) cerró el año en 55 mil pesos. Menos de la mitad de la Canasta Básica Total medida por ATE-INDEC que, en diciembre, ya alcanzaba los 124 mil pesos. Como señala el organismo, no es una canasta óptima sino una medida mínima pese a que casi duplica el valor de la medición oficial. El año en curso, no pinta mucho mejor. Con un acuerdo paritario que alcanza el 41,8 % de aumento recién en septiembre, y dividido en tres tramos, en marzo el salario de referencia recién llegaría a los 65 mil pesos. Apenas un poco más de la mitad de la señalada canasta, que en enero ya trepaba a más de 128 mil pesos y la medición de febrero la ubicó en 136 mil pesos. Una burla que va a empujar a la docencia a trabajar entre dos y tres turnos o, alternativamente, complementar sus ingresos con trabajo precarizado, como los ATR+, u otras changas de ocasión. Mientras tanto, la celeste festeja el acuerdo haciéndolo pasar como un triunfo. Dicen que le estamos ganando a la inflación. No se nota.

En el manejo de la pandemia, Baradel también nos mandó al muere. Mientras se criticaba a Larreta por la apertura de las escuelas, se impulsaban las burbujas y la entrega de bolsones de este lado de la General Paz. Más de cien trabajadores de la educación muertos por la presencialidad criminal en la provincia. En este mismo sentido, y en medio de una pandemia mundial, que puso sobre la mesa la necesidad de acceder a un servicio médico de calidad, se vio el habitual abandono de los afiliados por parte de IOMA. Las y los docentes vimos cómo se le entregaron 400 millones de pesos mensuales de los fondos de la obra social a las clínicas privadas. En este mismo sentido, el Estado provincial estableció el uso discrecional de los fondos de IOMA mientras se extendiera la pandemia. La celeste dijo siga, siga porque integra sus directorios.

Esto tuvo como correlato, al mismo tiempo, la profundización del papel de la escuela como lugar de contención social, acentuando una tendencia que ya se observaba previamente. Los establecimientos educativos se convirtieron en lugares donde las pibas y pibes del conurbano desayunan, almuerzan y resuelven conflictos personales y familiares. Con este proceso en marcha, y como no podía ser de otra manera, la otra cara de la moneda fue la visibilización de la degradación de la educación. No es algo nuevo esto. Pero el descalabro pedagógico que se produjo durante el aislamiento, y que la celeste combatió únicamente entregando los cuadernillos que produjo la Dirección de Cultura y Educación, lo hizo indiscutible. Mientras cerca de 500 mil pibas y pibes de la provincia abandonaban la escuela en el bienio 2021-2022, cuando lo que se necesitaba eran recursos tecnológicos, conexión gratuita, designación de más docentes para realizar acompañamiento como parejas pedagógicas, desdoblamiento de cursos y equipos de orientación, la única respuesta del Estado fue el recorte de contenidos y la flexibilización de los requisitos promoción de la cursada. Ya no se trata solamente de qué enseña la escuela, sino de cada vez enseña menos.

En este contexto, se revela la función de la burocracia: reproducir los intereses de la burguesía en el seno de la clase obrera. Como toda burocracia, algo tiene que conseguir para legitimarse. Ahí lo tenemos a Baradel festejando el empleo por fuera del estatuto, sin paritarias, sin vacaciones y sin aguinaldo -ATR+, FORTE, etc.- o la entrega de bolsones ya mencionada. Estos son algunos, entre varios ejemplos, la de administración de la miseria que gestiona la burocracia celeste. Lo que deja pasar, este siga, siga, es el abandono del carácter científico de la educación y la transformación de la escuela en un espacio de contención social. El 11 de mayo tenemos una oportunidad para saldar cuentas con ellos.

Nuestra batalla

Con esta caracterización, no cabe duda de que la izquierda debe dar una importancia cardinal a estas elecciones. En primer lugar, porque el proceso electoral representa una ventana única para discutir nuestro programa con las y los trabajadores de la educación. En este sentido, frente a las claudicaciones de la celeste, aparece la posibilidad de presentar un conjunto de consignas que nos diferencien del reformismo. En segundo término y, vinculado a lo anterior, porque la conquista de la dirección del sindicato por la izquierda, permitirá dar un salto en la orientación clasista de las luchas docentes. Por eso, discutir con qué programa llegamos al 11 de mayo resulta determinante.

Como Corriente Nacional Docente Conti-Santoro, tenemos un diagnóstico histórico concreto de la situación de la educación en nuestro país. Efectivamente, al compás de un capitalismo argentino que se descompone desde mediados de la década del setenta, la educación se degrada. Es decir que, como la burguesía no tiene empleo de masas para ofrecer, tampoco necesita una clase obrera educada. En este sentido, una dirección clasista debe poner como norte la pelea contra la degradación. De allí que impulsemos una paritaria de contenidos, para poder discutir ideológicamente con la burguesía qué le enseñamos a las y los pibes. Las y los trabajadores de la educación debemos dar la disputa ideológica en el aula. Si de algo sirvió la pandemia es en la sensibilización de las familias y de nuestros propios estudiantes sobre este punto: no vamos a conformarnos con una escuela comedor. Queremos luchar por sus contenidos. Necesitamos tomar este punto de manera urgente en nuestra propia agenda.

Otra condición necesaria para revertir este proceso es la pelea por un salario igual a dos canastas básicas totales reales por turno. Efectivamente, acá no se trata de una consigna maximalista sin sustento; por el contrario, dicha premisa es la llave para que el docente, como intelectual, pueda intervenir en la dirección política de la sociedad, desplegando una educción socialista, científica, laica y feminista en el aula. En, efecto, solo un docente que disponga de tiempo y recursos podrá formarse y capacitarse para dicho objetivo.

Por último, un programa socialista para las y los trabajadores de la educación debe rechazar de plano los programas de terminalidad y fortalecimiento, con docentes precarizados y sin los derechos estatutarios. No podemos dejar que se creen docentes de primera y de segunda que introducen, objetivamente, una reforma laboral en el seno de la docencia. El desdoblamiento de cursos, la introducción de parejas pedagógicas formó parte de nuestra agenda desde inicios de la pandemia. Aquí nadie sobre: faltan docentes. Pero debemos denunciar la precarización que solo es funcional a la burguesía. No podemos permitir que la introduzcan entre nuestras filas.

Al mismo tiempo, debemos impulsar una escuela de adultos en el marco de la educación formal que no recorte contenidos. Además, si queremos sacar a la escuela y a esta sociedad del atolladero debemos pensar qué tipo de formación profesional necesitan nuestros estudiantes. Algo similar ocurre con la educación sentimental, y no nos referimos solo a la educación artística sino también al contenido que pelea por la equidad visibilizando a la mitad de la humanidad: una escuela feminista y abolicionista. Como Corriente Nacional Docente Conti-Santoro, Lista Esmeralda en la Multicolor, sostenemos que la educación socialista debe tener su propio programa, uno que oriente la política sindical. Tenemos que sacarnos el lastre de encima. Empecemos por la burocracia. sin ser el furgón de cola de la burguesía. El frente Multicolor es el único espacio donde puede discutirse y realizarse esta agenda. El 11 de mayo tenemos una oportunidad. Vamos a pelear por ella.