El 25 de febrero tuvo lugar el primer plenario provincial multicolor del año. Allí se debía discutir qué iba hacer el sindicalismo de izquierda frente a la vuelta a las aulas impuesta por el gobierno. No era una asamblea más. De ese debate debían salir consignas y un plan de lucha que no le permitiera al gobierno eludir la discusión del momento. Es decir, la vacunación masiva de la población. Las asambleas distritales que se desarrollaron previamente, ya anunciaban el ritmo que iba a marcar el desarrollo del encuentro. O sea, la crítica a la vuelta presencial sosteniendo la necesidad defender la implementación estricta del protocolo. Veamos qué ocurrió.
Los planteos de la mesa
En las intervenciones de la mesa del CES (Consejos Ejecutivos Seccionales de los sindicatos multicolor), ya se podía ver que iba a pasar lo que sabía cualquiera que hubiera seguido la línea de la multicolor provincial: la defensa de la presencialidad cuidada. Todas las intervenciones fueron en la línea de contarnos los problemas que tiene cada localidad con relación a infraestructura escolar, el enojo que hay por parte de los docentes, el malestar de la comunidad. También nos contaron de lo mala que es la burocracia, de lo fuerte que es la multicolor haciendo fuerza contra ella. Incluso Rapanelli, secretario general de Suteba Ensenada llegó a decir que la celeste había cambiado la fecha de su reunión de delegados por la presión del plenario multicolor. Algo muy lindo para creer, pero a todas luces una ilusión: Baradel venía acomodando su agenda en función de las reuniones paritarias de estos días con la intención de cerrar “consultando”. En fin, también hablaron de lo poco que cobramos, de lo malo que es el gobierno y de la desilusión que iban a tener las bases que lo votaron. En concreto, nada nuevo, nada que no sepamos, nada que no hayan dicho en otra oportunidad. Como es costumbre, el plenario pretendía ser la puesta en escena del “algo hay que hacer” de una conducción que o bien está desorientada o bien su nivel de resignación frente a la realidad la dejó inmóvil. En general la política de adaptación la disfrazan de basismo: “las bases no quieren parar”, “los docentes quieren volver a la escuela en condiciones seguras”, “las familias necesitan que las escuelas abran”. En realidad, se esconde la claudicación frente al gobierno.
Las intervenciones
El resultado de la votación de las mociones resume las tres posturas que, a grandes rasgos, se vieron. 340 votos recibió el pliego votado por la mesa bajo el cual se aliaron la mayor parte de las fuerzas. Básicamente, que Kicillof “no garantiza las condiciones edilicias, de provisión de elementos de limpieza, sanitización y protección personal para el regreso a las actividades presenciales”, por eso rechaza la “imposición de la presencialidad sin condiciones” y exige “condiciones sanitarias, edilicias y de insumos para un regreso seguro”. Critica más, crítica menos a esto se plegaron todas las fuerzas: Tribuna Docente (PO), La marrón (PTS), Alternativa Docente (MST), Docentes en Marcha (IS), la Lista Verde, la Lista Roja, entre otras. En nombre de la unidad y del consenso todas esas fuerzas avalaron que el gobierno nos mande enfermar o morir. La consigna más sincera hubiera sido, de hecho, “queremos condiciones para ir al matadero”. La medida para el pedido de más lavandina y mascarillas era un paro de 48hs.
61 votos recibió la segunda moción: En pandemia no volvemos, vacunación masiva de la población. Votada básicamente por varios compañeros independientes, por nosotros, la Corriente Nacional Docente Conti-Santoro y por Tribuna Docente Tendencia. La medida era también un paro de 48 horas y asamblea para ver cómo seguimos. En este punto hay que aclarar que si bien el mandato que llevamos de nuestras escuelas era por 72 horas y nueva asamblea en la tercera jornada para darle continuidad a la medida de lucha, nos plegamos a la moción para no dividirla y porque lo importante, además de la medida en sí, es el sentido de la consigna por la que se pelea. Somos claros desde el año pasado: nadie debe volver a las escuelas hasta que no haya pasado el peligro de pandemia. Por eso y por todo lo necesario para la educación virtual. Esa es la pelea hoy, batalla que obviamente va en paralelo al pliego histórico de reivindicaciones salariales, de infraestructura, por un plan de transporte, por la disputa del contenido de la educación. La pandemia y la iniciativa criminal del gobierno requiere un accionar y una determinación en este punto. Nuestra intervención no puede obviarlo, no puede vacilar en función de fantasmas “virtualizadores” futuros que nunca se cumplen. Hay una pandemia, la circulación de personas la agrava, existe un instrumento para frenarla: la vacuna. Ergo, la defensa de la vacunación masiva y de la virtualidad mientras se garantiza la vacunación son las medidas concretas que exige la etapa. No hay vueltas.
La tercera postura fua la del NMAS, que se abstuvo en las dos mociones anteriores. Su posición es que “hay que volver a las escuelas porque con la virtualidad los docentes estamos aislados, no nos comunicamos unos con otros, no podemos organizarnos”. Las abstenciones fueron 12. Pareciera que al grupo del NMAS, el avance de las fuerzas productivas no les llegó, y no notan el hecho de que los docentes estamos hiper comunicados por grupos de Whatsapp entre nosotros y con las familias también. Ni que hablar de la idealización de la tarea docente, que niega que la mayoría de nosotros seamos docentes taxi y corremos de acá para allá y lo que menos podemos tener es una asamblea en los recreos. Sin embargo, nobleza obliga, defienden la presencialidad a secas y esto es mejor que la alianza de la presencialidad con más lavandina.
Sobre burocrateadas y chiquitaje
Desde el principio el manejo de la lista de oradores fue una burocrateada. Ninguna novedad: nunca es transparente quién la maneja, ni los criterios para anotarse, ni los criterios para las intervenciones. Nunca la publican en el chat entonces uno no puede saber si lo anotaron, si lo van a dejar hablar o no, en qué orden está, etc. Siempre cierra una figurita de Matanza que tiene la posibilidad de anotarse último o última y cerrar celebrando vaya uno a saber qué. También pueden cerrar el plenario cuando aún la discusión no está saldada (como pasó en el último plenario del 2020). O a negarse a permitir que se vote en nombre de un consenso extraño.
En este clima, ayer a nuestra organización no le permitieron expresarse igual que al resto. Pusieron excusas falsas que fueron cambiando a medida que pedíamos explicaciones. Primero con la excusa de que era un solo militante por organización. Luego, como esto no era verdad (ya que habían tomado la palabra dos por organización) esgrimieron la excusa de que en el plenario anterior habían hablado cuatro compañeros de nuestra organización. Esto no solo es mentira, sino que además da cuenta de cómo cambian los criterios según les parezca. Igual nos honra que en la cabeza de Romina Del Plá estén esos detalles. Pero esta no fue la única burocrateada. Dos compañeras independientes tampoco tuvieron la palabra y en plenarios anteriores ocurrió lo mismo. Es probable que, después de escuchar nuestra primera intervención, no tuvieran más ganas de que se les diga en la cara, nuevamente, que se estaban jodiendo en vidas obreras enviándolas al matadero. Es probable también que les haya llegado nuestra postura respecto a lo que debía ser el accionar del sindicalismo de izquierda y tampoco les haya gustado. Esto es solo una nueva muestra de la degradación de una dirección que ya no solo puede mostrar poco de clasista e independiente, sino también poco de democrático y antiburocrático.
Lo que hubiera sido digno de una conducción de izquierda
No se trata de un año cualquiera. Este año los docentes tememos por nuestra salud y nuestra vida. Por la de nuestros alumnos y nuestras familias. Por eso este año se esperaba del sindicalismo de izquierda que tomara la posta y diera el salto que hace años no se anima a dar. Rechazar de cuajo cualquier tipo de presencialidad y exigir la vacunación masiva de la población era la tarea del momento por varios motivos A la fecha, el país cuenta con 2.098.728 casos positivos y 51.887 muertes en lo que va de la pandemia. Esto en un año sin la circulación que implican los 20 millones de personas que mueve la escolaridad en las aulas. Hay dos formas de resguardarse del virus: sin circulación de personas y con la vacuna. Las segundas las vienen prometiendo desde el año pasado y ya sabemos el desenlace: solo 35.000 docentes vacunados en la provincia y el vacunagate. Este último, amenaza con ser el “Lava Jato” de la política argentina. Es decir, de ser el elemento catalizador de una crisis política del conjunto del régimen. El rol de los partidos supuestamente revolucionarios que conducen los gremios clasistas, es profundizar esa crisis. En lugar de hacer esa tarea, se muestran como los honestos y consecuentes luchadores por el mismo programa del gobierno y la burocracia: garantizar la presencialidad con el protocolo lavandina. Lo que hay que hacer, es todo lo contrario. Defender lo más elemental, la vida, exigiendo la vacunación masiva de la población que ve como un régimen descompuesto se reparte vacunas entre sí.
Es necesario poner en pie un movimiento docente que no tiemble al enfrentarse al gobierno. Que pueda ofrecer algo más que “honestidad”. Es necesario construir un movimiento docente que ofrezca una salida a los problemas de fondo de la docencia, y que también contenga al conjunto de trabajadores y sus necesidades de clase. Ya hay fecha y lugar para poner en pie este movimiento. El 13 de marzo en Parque Lezama. Allí funcionará una Comisión de Educación en el marco de la Asamblea Nacional de Trabajadores, para salir a luchar por la vida que merecemos.
Corriente Nacional Docente Conti Santoro – Provincia de Buenos Aires