Brasil merece una salida obrera

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Una nueva vuelta de tuerca en la crisis política brasilera se produjo esta semana a raíz de la aparición de pruebas que demuestran que, al menos, tanto Michel Temer como Aecio Neves, recibieron sobornos de parte de la empresa frigorífica JBS. Joesley Batista, uno de los dueños de la empresa, participó del esquema de lavado de dinero a través de fondos de inversión, maniobra por la cual el ex presidente de la Cámara de diputados, Eduardo Cunha, se encuentra preso. El empresario, también participó del pago de sobornos para obtener la aprobación de la exportación de carnes de pobre calidad. A eso se suma la represión ante las movilizaciones y el intento de militarizar el país, sobre el que tuvo que retroceder.

El trasfondo de la crisis es la incapacidad de Temer de imponer las reformas que requiere el ajuste en Brasil. El principal obstáculo es la propia clase obrera que respondió con una gigantesca huelga el 28 de abril, con la participación de más de 40 millones de obreros, en todo el país, que terminó con protestas y represión por las calles de varias ciudades. Es decir, a Temer, como a Dilma, lo está echando la clase obrera. Estamos ante un proceso similar al del 2001 en Argentina.

Ante este panorama, sumamente fértil para la izquierda revolucionaria, los partidos que supuestamente deberían luchar por la toma del poder por parte de los trabajadores, aportan a la reconstrucción del régimen burgués.

En primer lugar, solo enarbolan el “Fuera Temer”, cuando en las calles se escucha el “Fora todos”. Concentrarse solamente en Temer es dar lugar a la vuelta de Lula y el PT, implicados también en el mismo escándalo. El PSOL propone, luego del “Fuera Temer”, elecciones directas. O sea, lo mismo que pide la burguesía y que le deja el camino allanado a Lula. El PSTU proclama “Fuera todos” y llama a una huelga general para echar a Temer (lo que ya se está haciendo), sin ofrecer una alternativa de gobierno.

Tanto el PO como el PTS han salido a proclamar la necesidad de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. Es decir, encausar dentro de las instituciones burguesas. Esto significa, llevar a las masas a los pies de Lula, hoy por hoy el candidato que mejor mide en Brasil. Por otra parte, proponen la exigencia a las centrales sindicales de una nueva huelga general para terminar de derribar a Temer. Es decir, así como la izquierda busca “heredar” al kirchnerismo, para la resolución de la crisis en Brasil, la izquierda propone “heredar” al PT yendo a la retranca de la lucha.

Cuando Temer asumió, la izquierda denunció un “golpe institucional” y la llegada de un gobierno fortalecido que impulsaría el ajuste en la región. En su momento, dijimos que no se trataba de un golpe, sino de un gobierno que se iba expulsado por las propias masas y que era necesario acompañar ese ascenso y dar lugar a una produndización de la crisis, porque el próximo era Temer. El tiempo nos dio la razón: solo unos meses después, quienes participaron del impeachment a Dilma ahora están cercados.

La crisis política, se está llevando puesta al conjunto del personal político burgués, teniendo su punto principal en el corazón del régimen. En este contexto, la izquierda no debe apelar a recomponer el régimen proponiendo salidas democráticas o reconstruir indirectamente al PT. Para capitalizar la crisis, hay que llamar a los trabajadores a organizar una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. De allí, debe votarse un plan de lucha y un programa, que desafíen al régimen y sus instituciones. La burguesía vino gobernando, llevando adelante el esquema de corrupción y de ajuste contra los trabajadores, tanto con Lula, Dilma, como con Temer. Por eso, deben irse todos ellos, para instaurar un gobierno socialista de los trabajadores.

 

Razón y Revolución

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