Un Bonapartismo de facto – Marina Kabat en «Peronismo» revista histórica Huellas de la Historia; Año 2, Octubre 2016, N15. ISSN 2524-9959

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peronUn Bonapartismo de facto

Marina Kabat – CONICET/INDEAL, miembro del CEICS, Razón y Revolución.

Un cuento que leo a mi hijo narra la historia de siete ratones ciegos que un día encuentran un Algo muy raro cerca de su laguna. Sucesivamente salen a explorar y cada uno de ellos tiene una idea de lo que el Algo muy raro es: un pilar, una culebra, una lanza, un acantilado, un abanico, una cuerda. Hasta que el último ratón, sin conformarse con su primera percepción,  recorre e investiga el Algo muy raro de punta a cabo y descubre que se trata de un elefante.1

La mayoría de los historiadores se comporta con el peronismo como los seis primeros ratones del cuento, pues pretenden definir a su objeto de estudio por una sola de sus partes. Como toda realidad social, el peronismo solo puede ser entendido si se lo estudia como una totalidad. Diseccionarlo y examinar sus componentes aislados solo brinda imágenes parciales y distorsionadas del fenómeno. No es posible entender el peronismo si separamos en compartimientos estancos sus elementos “positivos” y “negativos” y emitimos un juicio sobre unos al margen de otros, como si ambas facetas pudiesen escindirse, como si ambas no estuvieran relacionadas. Del mismo modo, no tenemos una visión acabada del fenómeno sino conocemos su historia.

Más allá del mito de origen 

El peronismo considera al 17 de octubre como su fecha de nacimiento. Si se hace referencia al golpe de junio de 1943 y al rol de Perón en el gobierno de facto, se presenta una visión distorsionada del mismo y se le atribuyen virtudes democráticas y sociales que no tenía. De este modo, el G.O.U., Grupo de Oficiales Unidos, que Perón integraba y que fue uno de los promotores del golpe es presentado como un núcleo de oficiales jóvenes disconformes con el fraude imperante y portadores de una visión nacional y social. Es decir, se lo retrata como un sector progresista marginal a las estructuras de poder. Pero ni Perón ni sus camaradas del GOU son novatos. La mayoría, incluyendo a Perón, ha participado en el golpe contra Yrigoyen o en las fallidas conspiraciones que le sucedieron.2 Además, el “Agente informes” del GOU, es el jefe de informaciones del ejército.3 Hacia 1943 la cúspide del ejército argentino se compone de solo 37 generales y 121 coroneles.4 Perón pertenecía a este segundo grupo. Por tanto, si bien el GOU no tiene incidencia en el generalato, no se trata de ningún modo de un grupo de “jóvenes” oficiales carente de peso dentro de la estructura castrense.

Tampoco se deciden a actuar para resolver cuestiones democráticas o sociales irresueltas. El detonante es la intención del Presidente Castillo de ser sucedido por Robustiano Patrón Costas, dueño de ingenios azucareros, líder conservador y simpatizante de la causa aliada. No es el fraude lo que preocupa –ya que los mismos militares pensaban mantenerse en el poder sin llamar a elecciones. Tampoco el aspecto social: el primer gobernador peronista en Salta es Lucio Cornejo, dueño del otro gran ingenio de la provincia, en nada diferente a  Patrón Costas. Por tanto, la motivación se restringe al alineamiento internacional del sucesor que Castillo quería imponer.

Por otra parte, ni Perón ni el GOU piensan en el movimiento de junio como un golpe correctivo que restituya la democracia. Por el contrario, el GOU expresaba un rechazo profundo a la posibilidad de un retorno al orden institucional: “el país no puede esperar solución alguna dentro de los recursos legales a su disposición. El resultado de las elecciones no será en caso alguno beneficioso para él.”5 La idea de que los militares no deben retirarse del poder sin antes regenerar por completo la vida política es una constante en las noticias del GOU, en los documentos secretos del Ministerio del Interior y es defendido públicamente por Perón. Como parte de la regeneración moral de la sociedad, el GOU aboga por el desplazamiento de los católicos moderados del ámbito educativo y el ascenso de los sectores más reaccionarios que impulsan una confesionalización integral de la educación (la sola enseñanza religiosa en escuelas públicas les parecía una medida tibia). Lo logran en octubre del 43, momento en que los miembros del GOU alcanzan posiciones de poder. La consecuencia es una ola de cesantías en colegios y universidades.6

En el momento, quienes denunciaban tendencias totalitarias y fascistoides del gobierno incluyendo a Perón no se equivocaban. De hecho, esas denuncias y su resistencia a los distintos actos represivos contribuyeron a la modificación de la política gubernamental. Que parte de los temores de la izquierda frente a Perón no se concretaran no quiere decir que estos fueran injustificados. Si no hubiera habido una fuerte reacción ante los encarcelamientos, las torturas y asesinatos de dirigentes o frente a los despidos de docentes opositores, ateos o  judíos ¿cuál podría haber sido el curso del gobierno? Muchas de las denuncias que hoy se consideran equivocadas respecto al fascismo de Perón y el gobierno militar de 1943-1945 fueron las que le pusieron un límite a los aspectos más reaccionarios de su política e impusieron, por ejemplo, la restitución en sus puestos de los docentes despedidos por opositores o judíos.7 De algún modo, todo el período de 1943-1945 puede leerse como una experiencia donde, mediante prueba y error, el núcleo castrense en el poder tantea los límites de su actuación a través de las reacciones que generaba. Esta resistencia motivó el desarrollo de formas represivas más sutiles y a una ampliación de la, al inicio, muy moderada política social. Cuando, a pesar de ello, la reacción amenaza por llevarse puesto al gobierno, este sacrifica a Perón.

La política obrera de Perón en su gestión de la Secretaria de Trabajo y Previsión (STyP) no es tan audaz para ser la responsable de la militante oposición burguesa que generó (las mejoras obreras más relevantes vendrían después). Perón, por ser vicepresidente y Ministro de Guerra mantenía una posición expectante en la línea sucesoria. La burguesía se opone a su ascenso porque solo sería capaz de consentir una experiencia fascista ante la evidencia de una descomposición social extrema, situación que no estaba dada en Argentina. Una experiencia de ese tipo implica una elevada autonomía relativa del Estado que, si bien no amenaza a la burguesía como clase, sí puede atentar contra burgueses individuales. Desplazado del poder por este motivo, Perón es rescatado a la vida política por el movimiento obrero que pretende transformarlo en la cabeza de un gobierno laborista. Esta ecuación da lugar a un tipo de experiencia política distinta a la proyectada por los dirigentes sindicales, pero también muy diferente a la imaginada inicialmente por Perón.

Dos caras de la misma moneda

Perón, pese a sus aspiraciones iniciales, desde el 17 de octubre dirige un régimen bonapartista: mediando aparentemente entre la burguesía y la clase obrera, en verdad contiene el avance político de esta última, resolviendo la situación a favor de la burguesía. No se trata de una experiencia reformista. El reformismo expresa un movimiento político cuyo objetivo es obtener intereses parciales de la clase obrera sin proponerse objetivos generales de la misma (no llega a plantear la revolución socialista y la abolición de la propiedad privada). Es decir, tiene intereses progresivos aunque limitados. Por el contrario, el bonapartismo tiene como objetivo contener el avance político de la clase obrera, aunque para ello deba hacerle concesiones importantes. Su dirección, que es altamente personalista, surge por fuera de los movimientos políticos de base obrera (en caso del peronismo, proviene de la corporación militar) y conciliando con ellos, los desarma. Todas las acciones –tanto aquellas que apuntan a crear consenso, como las más coercitivas– tienen la finalidad de desarticular el potencial revolucionario de la clase obrera. En la medida que el desarrollo de una fuerza revolucionaria es débil, tendremos un bonapartismo que se ocupa de reproducir la debilidad de esa fuerza. Será, por ello, al decir de Gramsci, un bonapartismo más policial que militar. En cambio, ante un mayor desarrollo de la fuerza social revolucionaria, la fuerza de la represión a desplegarse será aún mayor, como se ve de 1973 al golpe de 1976.

La imposibilidad de escindir dispositivos consensuales y coercitivos no es un prejuicio teórico. Ambos elementos están, de hecho, entrelazados en la acción real del peronismo. Ante focos de resistencia obrera  se toman en simultáneo ambos tipos de medidas. Por ejemplo, se abren simultáneamente en ciertas localidades una delegación de la Sección Especial de la Policía y una delegación de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Aunque hay otras combinaciones posibles, como en Comodoro Rivadavia donde la detención de comunistas y la clausura de sus locales sindicales generan fuerte repudio, lo que lo obliga a dar marcha atrás con estas medidas. Por ello, el gobernador considera necesario una acción más sutil, y propone crear una delegación local de la Secretaría de Trabajo y Previsión y, al mismo tiempo, colocar el territorio bajo jurisdicción militar.8

En Catamarca, se requiere la colaboración de la Secretaría de Trabajo y Previsión con la  sección especial de la Policía para elaborar un prontuario de comunistas y un registro de los extranjeros.9 En otros casos es la STyP la que requiere el accionar de la Policía. Por ejemplo, en el verano de 1947 ante distintos conflictos de obreros rurales en Córdoba, se proyecta que la STyP desplace a la dirección comunista si la Policía organiza un ‘paseo’ de los dirigentes rebeldes. Seis meses de esta gira serían suficientes para que la STyP lograra reorganizar los gremios con una nueva orientación.10 El trabajo conjunto de Policía y STyP para desactivar conflictos obreros era una constante.11 En zonas donde no actuaba en forma directa la STyP, la misma Policía cumplía la función de fiscalizar cumplimiento de leyes laborales, es decir, encarnaba ambas tareas y camuflaba una con la otra. Por ejemplo, en Río Negro llevaba un “registro especial reservado” con los obreros rurales transitorios en el cual se observaban hasta su vida privada. A los agentes que hacían esta tarea se les encargaba: “Por sobre todo es necesario dar la sensación de que la fiscalización de los grupos trabajadores por la policía no responde a otra finalidad que el protegerlos y garantizar la tranquilidad general en el desarrollo de las actividades”.12

Este mismo modus operandi, se verifica en otros aspectos del peronismo. Creer, como Pigna, que se puede evaluar por separado el accionar de Perón y su esposa es una gran falacia.13 Cuando el torturador Guillermo Solveyra Casares crea por orden de Perón la División Información Política, con el objetivo de reprimir el comunismo y mantener bajo control el movimiento sindical, dentro de su plan funcionarios gubernativos de jerarquía debían  mantener contacto directo con las fábricas “para neutralizar la acción disociadora del Partido Comunista”. Perón decidió encomendar esa tarea a su esposa.14 De nuevo, la faceta represiva y la consensual se unen al servicio de la misma tarea.

La caída 

La burguesía tolera a Perón mientras le sirve para contener y disciplinar el movimiento obrero (que en parte él mismo había alentado en su carrera al poder). Pero cuando esta tarea está realizada, sus intereses vuelven a chocar. Perón, que ha conseguido regimentar su movimiento, relanza durante su segundo gobierno iniciativas fascistoides. Pero, precisamente, gracias a esa regimentación que ha conseguido (importante, aunque no completa), él ya no resulta necesario a la burguesía, que en tal circunstancia no va a tolerar una exacerbación de las facetas más autoritarias del régimen y se lanza a derrocarlo.

El bonapartismo peronista cayó víctima de su propio éxito. Contenido el movimiento obrero, Perón ya no era necesario. Había logrado controlar sus bases, pero al costo de erosionar su apoyo. Podían votarlo, pero no iban a salir a la calle por él. Salvo en Rosario, no hay ninguna respuesta obrera al golpe. Los frustrados anhelos fascistas de Perón   tendrían que esperar tres lustros para volver a expresarse.

NOTAS

1Young, Ed.: Siete ratones ciegos, Ekare, Buenos aires, 2013.

2Potash, R.: El ejército y la política en la Argentina) (I) 1928-1945 de Yrigoyen a Perón., Buenos Aires, Hyspamérica, 1985, p.268.

3El documento “Nuevas bases” tiene un esquema con las funciones de los 19 miembros del GOU, identificados por número, cuya identidad figura en el “Reglamento interno”. Ver: Potash, Robert (comp.): Perón y el G.O.U.  Los documentos de una logia secreta, Sudamericana, Buenos Aires, 1984.

4Potash, R., El ejército y la política… op. cit., p. 291.

5“Situación interna”, en Potash, R. (comp.) op. cit., p. 201.

6Ver análisis más detenido de estos documentos en: “El peronismo, los orígenes de la SIDE y de la “maldita policía”, en Razón y Revolución, 29, 2016, disponible en: goo.gl/sbmyXM

7Ver: López, Gladys: “La revolución de 1943 en Entre Ríos: Un claro caso de discriminación y racismo. Intervención Zavalla» en Revista del Departamento de Investigación, ENSMM, Año II, Nº2, C. del Uruguay, 2000.

8AGN AI Fondo Min. del Interior. Exptes. Secretos, confidenciales y reservados, (en adelante MI. Exptes S.CyR) Nota reservada del Gobernador Gregorio Báez al Ministro del Interior, 18/8/1943, caja 9, expte. 372.

9Francisco Senesi, al Sr. Interventor  Depto. Nac. del Trabajo: Nota reservada n. 3, Catamarca, 12/8/1943. Expte. 475, AGN. AI. FMI, Exptes.  S.CyR, caja 50 fs. 536. Ver también Nota reservada n. 51, Catamarca, 30/12/44, em idem, fs. 367 y 368.

10Ministerio de Trabajo y Previsión. Delegación regional Villa María Córdoba, memorándum n. 4, p. 6, firmado por Turio, Fiscalía Nacional de Recuperación Patrimonial (FNRP), com. 21 caja 25, n. de archivo 77 “Antecedentes e informes de la comisión destacada en el sur de Córdoba con sede en Villa María”. Y Ministerio del Interior subsecretaría de informaciones. A Mano Turio 4. pp. 1 y 2 del documento, en ídem.

11AGN. AI, MI Exptes. S.C. y R, caja 69, expte. 160, Gobernación de Rio Negro, y caja 119, expediente 91, Gobernación de Santa Cruz.

12Jefatura de Policía: “Directivas especiales y reservadas para controlar las actividades de elementos comunistas en establecimientos frutícolas, centros urbanos, suburbanos y rurales, con motivo de las tareas de recolección de frutas en Río Negro”. Doc. adjunto a la circ. Res. n 7OSPG, 23/10/1947, AGN. AI Fondo: MI Exptes. S,CyR, caja 67, expte. 1114, fs. 2 y 3.

13«Evita era una revolucionaria, Perón no. Sin ella el peronismo hubiera sido un partido más de orden, de centro.» MDZ on line, 14/6/2013, en: goo.gl/ByDxUScontent_copy

14Testimonio de Guillermo Solveyra Casares, tomado el 24/1/56, en presidio Usuahia, FNRP, com 47, caja 3, expte. 22057, fs. 109.

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