Editorial – Que empiece la batalla

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embudo1El 18 y 19 de octubre se realizó en todo el país el operativo Aprender 2016. De un lado quedaron el gobierno y los medios, defendiendo el operativo. Del otro, con argumentos no siempre distintos, los principales sindicatos celestes (CTERA, SUTEBA, UTE) y los sindicatos combativos. Si bien pueden compartir parte de los argumentos, el oportunismo político de la celeste debe denunciarse: quienes defendieron la LEN, la evaluación integral K y no alzaron la voz contra los operativos de evaluación anteriores (ONE, PISA, TERCE) parecen descubrir ahora que las pruebas estandarizadas son un error. En realidad, todos reclaman participar (léase rosquear) en la elaboración de la prueba y en el posible control de los resultados. Sin convocar a paro sino al boicot y al rechazo, UTE Capital salió a festejar que el Aprender fracasó en CABA. Quienes siguen defendiendo las políticas de degradación educativa (LEN, Fines, Jornada Extendida, promoción acompañada, etc) pretenden hoy ser los principales defensores de la educación pública.

Defienden un tipo de educación (la burguesa) ocultando su contenido. Peor es el espectáculo de quienes hasta ayer gestionaron el sistema educativo. Según Sileoni, «se está preparando un diagnóstico del horror para abrir las puertas a un ajuste en el sistema educativo». Como si el horror no surgiera de mirar los números propios: 1 de cada 3 estudiantes no comprende lo que lee. Adriana Puiggrós descubre que las pruebas estandarizadas son la pedagogía liberal que ve a la educación como un bien más del mercado pasible de ser transado. Al igual que la izquierda destaca el negociado de la empresa Pearson PLC responsable de las pruebas como nueva forma de privatización, ya no gestionando escuelas, sino introduciendo pingues negocios en la educación pública. Quien defiende a ultranza el plan FINES, que igualó escuela con casa de familia, cuando no con un árbol; se horroriza ahora del rol de las ONGs en educación.

La izquierda centró su campaña en el paro activo y el boicot, y en forma previa, en la denuncia del trasfondo del operativo. Privatizar el sistema a partir de la introducción de premios y castigos, introducir salarios por méritos avanzando sobre las conquistas de los docentes, ajustar aún más a la educación, generar nuevos negocios empresarios (como los de Pearson). Según sus dichos, en Capital, La Matanza y La Plata el operativo fracasó de forma rotunda. En las restantes provincias que convocaron a paro activo el impacto pareciera haber sido menor: en Tierra del Fuego el ausentismo fue del 35% promedio, en Santa Fe (si bien hubo tomas de algunas escuelas) donde no se realizó el operativo fue debido a inconvenientes climáticos; lo mismo que en Chaco y Misiones. En Entre Ríos, excepto escuelas puntuales, no hubo inconvenientes; lo mismo que en Santa Cruz. Según el gobierno, el 90% de los alumnos respondió el test.

Así las cosas, queda aún más claro que hay que organizar la batalla del día después. El gobierno hará uso de los resultados. No podemos permitirnos estar ausentes en la contienda. De las pruebas va a surgir un diagnóstico que tenemos que usar para clarificar y explicar, en nuestras propias filas, la naturaleza de esos resultados: las pruebas solo expresan la degradación educativa y el embrutecimiento al que nos empuja este sistema social. Las políticas educativas de las últimas décadas fueron diseñadas por todos los que nos gobernaron durante todos esos años (radicales, menemistas, kirchneristas, el Pro), con intereses que no son los nuestros (son los de los patrones), para adecuar el sistema escolar a dichos intereses. Cada escuela debe convertirse en una gran tribuna donde se discutan los verdaderos problemas que tenemos y las causas de la situación actual. Evaluemos a los evaluadores. La campaña empieza ahora. Organicemos a nuestros compañeros para la batalla.

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