Debate: Distintos patrones, misma realidad – Por Juan Perrotat

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En general, está muy instalado en el sentido común la discusión: sistema Público vs. Privado. Esa polémica que enfatiza en las diferencias, olvida el fenómeno común que las une. Tanto la escuela pública como la privada se ordenan bajo el mismo fin: ser funcionales a las necesidades de la burguesía. Tanto la escuela pública como la privada se adaptan a lo que pide y precisan las necesidades de esa clase social y por ende la escuela asume siempre un contenido burgués. De ciertas cosas se habla, de otras no; ciertas pericias son necesarias y otras no. La degradación atraviesa al sistema educativo en general y no distingue si corresponde al ámbito de la gestión privada o pública.

Cierto es que existen diferencias materiales entre ambos circuitos y, en ocasiones, las condiciones de trabajo, en algunos casos, parecerían ser abismalmente opuestas entre los distintos institutos educativos: desde las condiciones edilicias, hasta las condiciones socioeconómicas del estudiantado y una larga lista intermedia entre uno y otro. No es lo mismo una escuela privada parroquial que una trilingüe donde la cuota mensual asciende por arriba de los $20.000. Pero tampoco son iguales las condiciones de enseñanza en una escuela pública de Palermo, o dependiente de la Universidad, que otra de Lugano. Sin embargo, es importante no perder de foco la totalidad del problema, y no quedarnos en las diferencias meramente materiales y/o contextuales. Por eso, si abordamos el proceso de degradación como lo que es: un fenómeno histórico que se da a nivel nacional y estructural; aunque el sentido común nos diga a simple vista que en un colegio privado éste no ocurre -o es de menor profundidad que la del colegio público- esto en la realidad, no es así.

En primer lugar, porque los contenidos planificados por las autoridades son los mismos sin distinción alguna (aunque se lleguen a enseñar o no, todos deben ser “adaptados”), por lo que el proceso de destrucción de la educación ocurre en los dos ámbitos por igual. Hay temas que son de hecho censurados en unas y otras.

Valga de ejemplo el largo debate en biología sobre la enseñanza de la evolución humana vs el predominio de las teorías creacionistas. En segundo lugar, porque la formación docente también se degrada, y por lo tanto afecta de la misma manera al docente que ejerce tanto en el colegio público como en el privado. En tercer lugar, porque muchos de los compañeros que ejercen la docencia se encuentran trabajando simultáneamente tanto en el ámbito privado como en el ámbito público, y por lo tanto, sufren condiciones de precarización no muy diferentes: tercerización, salarios insuficientes, largas jornadas de trabajo, problemas con medicina laboral, etc.

Cuando se habla de la crisis de infraestructura, inmediatamente la asociamos con el circuito estatal de educación. Sin embargo, ese discurso que sostiene que las condiciones de trabajo del ámbito educativo privado y estatal son diametralmente opuestas, no se condice con la realidad.

Una vez más, no negamos que existan escuelas privadas -en una ínfima cantidadpara los hijos de los gobernantes y de los patrones, donde las condiciones edilicias son superiores. Pero en la mayoría, esa regla no se cumple. Según estudios realizados por el Departamento de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo –CyMATde SADOP, los docentes del sector privado tienen un promedio de más de 30 estudiantes por curso, donde la cifra en CABA puede incluso ascender a más de 40; situación que los docentes entienden que se da por el afán mercantil del patrón. El estudio arrojaba que producto de esas condiciones, más del 35% de los docentes de ambos niveles educativos tuvo disfonías o afonías en el último año, mientras que el 65% de los docentes padecía estrés.

En otra encuesta realizada en La Matanza y en La Plata, se les preguntó a los docentes del sector privado por las condiciones de la infraestructura escolar. Cuando se les consultó acerca del estado de calefacción y/o refrigeración de las aulas, el 49%, casi la mitad respondió que la misma era “muy mala”, “mala” o “regular”. Todos estos datos contradicen la idea de que las condiciones de infraestructura en los colegios privados sean muy buenas, a diferencia de las condiciones de los colegios de gestión estatal. Producto de esto último, diversas encuestas muestran que el 67% de los docentes padeció fatiga, cansancio y desánimo sin causa “aparente” que lo justifique, un 64% tuvo dolores de cabeza, un 59% tuvo dolores musculares, de huesos y articulaciones, y un 56% padeció nerviosismo o mal humor. El 74,9% de los docentes que tuvieron dolores de cabeza lo vincularon directamente con su trabajo; reconocimiento que asciende al 78% para el caso de los que padecieron fatiga, cansancio y desánimo, y alcanza al 80,3% del colectivo para los casos en que sufrieron dolores musculares, huesos y articulares.

El stress laboral se agrava por las condiciones de contratación que rigen en el sector. Como paradoja, el sindicato de los docentes privados (SADOP) registró que la mayoría de los docentes evita faltar aun cuando no se sienten bien físicamente, por miedo a llamar la atención o a ser reemplazados. Es decir, por el peligro a perder su puesto de trabajo. Y es aquí donde se revela otro problema que atañe a los docentes privados y tiende a degradar sus condiciones de trabajo: la inestabilidad laboral. A diferencia del ámbito estatal, en el privado no se cuenta con la misma estabilidad laboral que un docente puede conseguir a largo plazo, quedando a merced de las decisiones del directivo a cargo. En consecuencia, los docentes privados no sólo se enferman por trabajar en muy malas condiciones, si no que se ven obligados a concurrir a su jornada laboral enfermos.

En síntesis, las condiciones laborales tanto para el docente de escuela pública como privada, se encuentran más que degradadas. Por lo tanto, la lucha debe ser en conjunto, y contra la degradación, no sólo de las condiciones laborales de todos los docentes, (sean del ámbito que sea) si no, del sistema educativo en conjunto, que implica tanto a estudiantes como a docentes y auxiliares.

Frente a esta realidad, la cual nos muestra que las condiciones de trabajo del docente privado y el docente estatal prácticamente son las mismas -inmersas en la degradación que cada vez avanza más- es necesario unir a los todos trabajadores docentes a lo largo y ancho del país, en un sindicato unificado a nivel nacional. Que los patrones sean distintos, no quiere decir que la educación no se degrade día a día, y contra eso tenemos que luchar en unidad de clase, como los trabajadores de la cultura y la educación que somos. Para eso, es necesario realizar un diagnóstico que comprenda al problema del sistema educativo argentino en su totalidad, no sólo para saber cómo intervenir, si no hacia dónde vamos, hacia qué educación apuntamos.

  • Por la unión de todos los docentes, tanto del ámbito privado como el público, en un sindicato nacional unificado.
  • Por una consecuente lucha contra la degradación educativa.
  • Por una educación nacional centralizada, científica, laica y socialista. Estructurada por y para los intereses de los trabajadores.

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