Ayer, jueves 1° de febrero, volvimos a movilizar al Congreso contra el DNU, el Protocolo de Bullrich y la Ley Ómnibus, que actualmente está siendo tratada por Diputados. Al igual que la tarde del miércoles, nos movilizamos para enfrentar la ofensiva del gobierno, y otra vez hubo represión, pero recargada. Ante un movimiento que ni siquiera llegaba a cubrir la mitad de la plaza, el gobierno nacional desplegó una enorme cantidad de efectivos de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, a los cuales se sumaron los cuadros de la Policía Metropolitana. Una respuesta completamente desmedida para la cantidad de personas que protestábamos en la plaza. Los gases lacrimógenos, las balas de goma y los garrotazos dejaron un tendal de manifestantes heridos, algunos con heridas graves en los ojos. Incluso la represión se descargó contra periodistas y reporteros gráficos que cubrían la manifestación. También hubo militantes detenidos, que se suman a los del resto del país como Mendoza y Rosario.
La excusa del gobierno para semejante operativo fue que la movilización interrumpía el tránsito y por lo tanto se aplicó el protocolo. Hasta ahora en ninguna manifestación donde se cortó la calle se había aplicado el protocolo porque se llegaba a un acuerdo con las autoridades de la Ciudad. Pero esta vez, Bullrich decidió avanzar no solo contra quienes cortaban la calle sino también contra quienes estaban en la vereda, demostrando que el problema no es la interrupción del tránsito. En primer lugar, porque el propio despliegue de efectivos bloqueaba parcial o totalmente el tránsito de algunas vías que no estaban cortadas por los manifestantes. En segundo término, la excusa de Bullrich es falsa porque gendarmes y policías también reprimieron a quienes se encontraban en la plaza, es decir, a quienes no estaban cortando la calle. De hecho, las motos de la policía también ingresaron a la plaza para golpear a los manifestantes y disolver la movilización. El objetivo era terminar con la protesta y amedrentar a los trabajadores que salen a luchar. Ello es así porque el brutal ajuste que impulsa Milei solo puede pasar con represión. Bullrich debería como mínimo ser sometida a un juicio político.
El gobierno dice que “no hay plata” para justificar el ajuste, pero realiza un enorme despliegue de policías y carros para barrer una movilización relativamente pequeña. En un escenario marcado por el crecimiento de la inseguridad y el avance del narcotráfico, Bullrich y Milei no tienen mejor idea que sacar los efectivos a la calle para aplastar a quienes rechazan el empobrecimiento y la degradación. Utilizan la fuerza para romper cualquier resistencia, y no para resolver algunos de los problemas que afecta cotidianamente a los trabajadores.
Frente a este cuadro, como era de esperar, el peronismo no hace nada. El miércoles, el primer día de protestas, brillaron por su ausencia. El jueves, unas pocas agrupaciones movilizaron parcialmente, ubicándose lejos de la principal columna y replegándose antes de que el conjunto de las organizaciones desconcentrara. La burocracia de la CGT directamente no fue, al igual que otros movimientos sociales peronistas. La maniobra está en sintonía con el silencio de Cristina, y el aval que le dieron a la Ley Ómnibus los diputados peronistas de Tucumán. La señal es clara: el peronismo no forma parte de la lucha. No podíamos esperar otra cosa de quienes callaron durante los últimos cuatro años, mientras la inflación se disparaba y nuestros salarios se licuaban. Por su parte, los radicales que comenzaron distanciándose de Milei y ahora están dándole los votos para aprobar la ley, tienen una crisis interna que se refleja en que sus bases fueron a protestar e incluso sus militantes fueron detenidas por sus aliados políticos.
Los trabajadores no podemos esperar más. Vamos a volver a salir a la calle las veces que sean necesarias. Es necesario organizarnos para frenar el ataque de Milei, quebrar el protocolo de Bullrich y echar a los gobiernos patronales. Tenemos que poner en pie una salida al ajuste interminable de los gobiernos patronales peronistas y liberales. Solo un programa socialista puede sacarnos de la crisis y el estancamiento.
Fuera Milei
Que se vayan todos
Por una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados
Por una salida socialista