Hace mes y medio el gobierno nacional lanzó el programa “Egresar: proyectar tu futuro”. La propaganda oficial dice querer “garantizar el egreso efectivo de los y las jóvenes y facilitar la continuidad de estudios superiores”, mejorar la inclusión en el mundo del trabajo y construir una “ciudadanía plena de derecho.” EGRESAR tiene como objetivo a los estudiantes que terminaron la escuela secundaria orientada, entre 2016 y 2020, y que no egresaron por deber materias o trayectos formativos. Se busca que a través del nuevo programa rindan esos pendientes.
¿Qué “incentivo” ofrece el gobierno? Una beca de $ 5.000 por mes. Sí, así de miserable. ¿Por cuánto tiempo? Un cuatrimestre. En ese plazo se deben rendir 1 u 11 materias pendientes. Ah sí, es prorrogable cuatro meses más… Esta beca es el máximo esfuerzo que propone hacer el Estado porque el programa contempla trabajo virtual por parte del alumno. Ahora, en sintonía con la política del gobierno, no se garantiza ningún recurso para eso. De hecho, el Ministerio en su página dice que si no tenes dispositivo para conectarte, la escuela/sede te va a acompañar “para que puedas resolverlo de la mejor manera”. En criollo, arréglate.
Ahora, ¿qué propone el EGRESAR? Bueno, una vez más se habilita la cursada en sedes no escolares. El progresismo presupone que si alguien no va a la escuela no es porque, por ejemplo, tiene que trabajar sino porque no tiene una cerca. También, plantea que las clases presenciales de tutorías se reduzcan a una o dos veces a la semana, una o dos horas cada vez. Es decir, menos que el Fines que ya era poco.
Y podría preguntarse ¿por qué recortan el tiempo real de cursada? La respuesta es sencilla: porque recortan contenido. La apuesta es que se aprenda “lo mínimo de lo mínimo”. A ese proceso le corresponde, además, una evaluación “laxa” en donde se pretende que el proceso de aprendizaje y, también, el de evaluación sean “co-construidos” entre estudiantes y docentes.
Lo que está claro es que esta propuesta no tiene ninguna finalidad educativa más allá de la titulación y la mejora de las estadísticas. Esa es toda la preocupación de Alberto, Trotta y compañía. Porque frente a todos los problemas que tiene la educación, la respuesta es siempre la misma: la mugre bajo la alfombra.
Ante todo esto es necesario preguntarnos: ¿Qué busca el gobierno? Una buena imagen de cara a las elecciones con el famoso voto joven. Por otro lado, que en un contexto de pobreza y desempleo esta población no salga a buscar trabajo y no incremente las estadísticas de la desocupación oficial. Recordemos que, para el INDEC, un desocupado es aquella persona que no tiene trabajo, pero lo busca activamente. Mientras que estos jóvenes no busquen empleo seguirán conformando las filas de la “inactividad” y no serán registrados como desempleados.
Un análisis socialista de los problemas de la educación implica batallar por una educación científica y laica. Las y los docentes no podemos permitir que se degrade más la educación de toda la clase obrera. Hay que rechazar todos estos formatos degradantes. En defensa de nuestra educación sí, pero también para combatir las ideas burguesas que allí se enseñan. Como siempre el problema es político.