Este último tiempo se hizo más evidente que la política internacional, cada vez más, gira en torno a la disputa entre EE.UU. y China. La crisis capitalista mundial tiene mucho que ver con el agotamiento del país asiático como motor de la economía mundial y el inicio de una pelea potente con el país americano.
Esta cuestión política bajo el mandato de Trump estuvo más o menos oculta. Porque por mucho que uno dijera que Trump era fascista debe ser el único presidente norteamericano que no estuvo en guerra o que no decidió él mismo una guerra en varias décadas. El lema de “hacer grande a América” no fue de la mano de una política exterior agresiva. Por el contrario, Biden ha demostrado que tiene la misma agenda política que Obama (sí, ese que ganó el premio Nobel de la Paz sosteniendo ocho años de guerra continua…) y con una mayor agresividad todavía. Esto se refleja en lo que vamos viendo como el nuevo intento de recuperar esa estrategia de alianzas que había desarrollado Obama contra China.
Acá toda la cuestión es tratar de alinear al mundo contra China y utilizar la economía norteamericana como un imán de la economía mundial. Y por supuesto, emplear el la pandemia para eso. Esto último puede verse, por ejemplo, en la idea de “la diplomacia de la vacuna”. Es decir, hacer lo mismo que hacen China y Rusia con sus vacunas ahora que circula la idea de que EE.UU. ya vacunó a toda su población y le sobran dosis.
Pero volviendo al elemento más de fondo, es decir, a la idea de reestructurar un sistema de alianzas a nivel mundial, ya podemos detectar ciertos elementos que van en ese sentido. Veamos algunos casos. La India es un rival histórico de China por el dominio de la zona asiática. Su disputa ha ido creciendo a medida que este último país fue avanzando en su peso económico. Es obvio que una alianza EE.UU. – India y, a través de Inglaterra, con Australia (quien posee una posición dura contra China) va formando un círculo alrededor del gigante asiático y un intento por cortar ese gran proyecto chino de la ruta de la seda y de incorporar porciones enteras del mundo a su economía. Propósito que avanzó mucho en África y en América Latina. Por su parte, existe una tendencia de Europa a adoptar una posición similar a la de EE. UU. con una alianza para frenar a China.
Es decir, acá estamos viendo a las economías más débiles del mundo tratar de agruparse en torno a un polo que resiste el avance de la economía china. Y esta avanzada no es simplemente entre naciones sino dentro de los mismos países. En buena parte de los países afectados por el crecimiento de la economía china hay fracciones “pro chinas” y “anti chinas”. En el caso argentino esto es muy visible. El kirchnerismo va por la vía china mientras que el macrismo es bien pro yanqui.
Este escenario de gran disputa está fragmentando situaciones y poniéndole calor a cuestiones que ya estaban sobre la mesa y que vienen por otros caminos pero que empiezan a encontrarse simplemente porque se dan en forma simultánea y de alguna manera se afectan. En este sentido, el caso de la crisis europea es muy clara. La reciente elección en Reino Unido demuestra que si vacunaste bien tenés una chance porque te da un insumo electoral muy fuerte. Pero, al mismo tiempo que Boris Johnson se hace fuerte en Inglaterra gana la posición anti brexit en Escocia. Esto implica un paso más en la descomposición del imperio británico y su desmembramiento es un síntoma de este proceso por el cual emerge una potencia mundial y el escenario mundial quiebra. En el caso de Europa, emerge Alemania. No estamos en un mundo donde haya una hegemonía capitalista clara. Existe un elemento de crisis y de descomposición general que la clase obrera debe aprovechar para enmarcarse en un rumbo que bregue por una salida socialista.
