Mariano Ferreyra, las patotas y el kirchnerismo asesino

en La Hoja Socialista 20/Novedades

Mariano Ferreyra fue un militante del Partido Obrero. El 20 de octubre del 2010 participaba en la protesta realizada por los trabajadores tercerizados del ferrocarril Roca, quienes reclamaban por el pase a planta permanente de todos los precarizados. Se propusieron cortar las vías del tren, pero fueron atacados por una patota de la Unión Ferroviaria (UF) quien contó con la complicidad de la Bonaerense.

La patota atacó con armas de fuego a los trabajadores movilizados asesinando a Mariano e hiriendo de gravedad a Elsa Rodríguez, militante del Polo Obrero. Como se supo luego en el juicio, Mariano murió gritando “Unidad de los trabajadores” a quienes lo agredían y el que disparó para asesinarlo lo hizo al grito de “Viva Perón”.

La patota estuvo conformada por barras de Racing Club y Defensa y Justicia. Christian Favale, quien disparó a Mariano ocasionando su muerte, dirigía una facción de la barra del club de Avellaneda que tenía estrechos vínculos con Héctor Alarcón, el capo de la barra del club de Florencio Varela, quien respondía directamente al legislador K Carlos Kunkel.

La UF no se quedaba atrás en sus “relaciones carnales” con el kirchnerismo: Pedraza, secretario general del gremio, se reconocía abiertamente como K y ostentaba vínculos estrechos con los funcionarios nacionales Schiavi, Jaime, Tomada y De Vido. La UF no solo poseía vínculos políticos con el kirchnerismo, sino también jugosos negociados; personajes como Matarazzo, Araya o el “Gallego” Fernández, que ocupaban cargos en el gremio, fueron designados por el gobierno en la Sociedad Operadora Ferroviaria (SOFSE), quien tenía la concesión del Roca. Está claro, entonces, quienes fueron los responsables materiales y políticos del asesinato de Mariano.

Ahora bien, ¿qué nos dice el caso de Mariano de la política burguesa argentina? Las relaciones de los dirigentes burgueses (políticos, sindicales, deportivos o todo a la vez) con el delito y los violentos, tiene como razón de ser el servicio que estos le prestan ante los justos cuestionamientos que pueden y deberían recibir. Las patotas una valiosa herramienta para sostenerse en el poder y acumularlo. Esto nos lleva a preguntarnos sobre qué son las patotas (esas que mataron a Mariano), cómo se forman y cuáles son sus funciones para el Estado.

En primer lugar, una patota es una organización para la producción de violencia, es decir, para repartir palos y, si es necesario, tiros. En segundo lugar, a esa violencia se la aplica de manera organizada, pero al margen de los mecanismos formales del Estado; es decir, es una acción ilegal. Eso sirve, además, para que los gobernantes puedan lavarse las manos, porque a diferencia de la Policía o las Fuerzas Armadas, formalmente no tienen vínculos con ellos.

En tercer lugar, las patotas se conforman para defender los intereses de los patrones: proteger la propiedad privada, evitar el desarrollo de partidos revolucionarios, bloquear la acción directa de los trabajadores, amedrentar a un dirigente o un grupo de militantes de izquierda y mantener posiciones de las burocracias sindicales frente a sectores más combativos.

Dicho de otra manera: estos grupos violentos operan con el Estado y no contra él, porque en todos los casos, su dirección recae en algún personal político patronal. Por lo tanto, si bien se trata de grupos que operan ilegalmente, no lo hacen por fuera del Estado, sino en su defensa. En síntesis: estamos frente a verdaderos grupos paraestatales. El kirchnerismo no los inventó, pero los potenció para su beneficio. Entre el 2000 y el 2016 hubo 563 acciones represivas de patotas, 434 corresponden a la “década ganada”. Cristina y Néstor asesinaron 46 compañeros.

Todo esto nos muestra cómo se manejan las decisiones importantes y cómo nos gobiernan. Nos hace entender que la verdadera política no está en nuestras manos; que hay un “Estado Negro”, al que no vemos, quien decide si vivimos o morimos. Este monstruo es inevitable en una sociedad donde nos gobierna una minoría para sus propios intereses. Quienes podemos terminar con toda esta barbarie somos sus principales víctimas, nosotros, los trabajadores, transformando la sociedad que produce toda esta descomposición y construyendo otra en la que vida valga la pena ser vivida: el Socialismo.

 Suscribite al WhatsApp de La Hoja Socialista y recibí todas las notas en tu celular.

Etiquetas:

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de La Hoja Socialista 20

Ir a Arriba