El “problema negro” en Estados Unidos es un asunto de debate histórico en la izquierda norteamericana. Sin embargo, falta aún una respuesta socialista que encare el problema con una perspectiva de clase. La responsabilidad principal de esta debilidad reside en la misma izquierda que no esgrimió una respuesta a la altura de las circunstancias. Para comprenderlo, veamos, por ejemplo, qué ocurría en los años ’30, cuando trotskistas y stalinistas intervenían en el movimiento obrero y tomaba lugar, en la sociedad norteamericana, el planteo cívico de los obreros negros.
Para los años ’30, épocas de la Gran Depresión (la época de “Tomates Verdes Fritos”), la izquierda comunista se desarrollaba en el movimiento obrero. El Partido Comunista norteamericano daría lugar tanto a stalinistas como –luego de la expulsión- a trotskistas. Ambos con alguna presencia en los sindicatos e inserción en el movimiento obrero industrial. Los primeros más que los segundos. Como demuestran algunos estudios eran épocas donde la izquierda norteamericana “existía”. Hacía pie y protagonizaba huelgas. Varios grupos se replicaban en Estados Unidos al punto de publicar 700 periódicos en todo el país.
Mientras tanto, la “comunidad negra” norteamericana crecía en los polos industriales del Norte. Buena parte de ella había participado en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la política racista del Estado los había relegado a una “ciudadanía de segunda” que repercutía en las condiciones de vida. El estalinismo en los ’30 fue entonces la primera organización de izquierda norteamericana que agitó el programa de los “derechos civiles”, encontrando muy buena recepción e insertándose fuertemente en esa capa de la clase obrera. Al mismo tiempo, le abrió las puertas de los sindicatos, en particular, en el Congress of Indutrial Organization (CIO), federación que nucleaba a varios gremios industriales.
Sin embargo, el PC tomó consignas y orientaciones posteriores erróneas. Por ejemplo, planteó el “derecho de autodeterminación”, que hubiera significado un “derecho” nacional de los negros. Y ya en una segunda etapa, entregaría esa lucha a la estrategia del frente popular, es decir, el apoyo a Roosevelt, el presidente norteamericano del New Deal. Con todo, la prédica en torno a los derechos civiles permitió al PC crecer e incorporar numerosos obreros negros a las filas del partido.
Buena parte del trotskismo criticaría estos puntos del PC. Pero, ¿qué ocurría con los trotskistas en estos mismos años ’30, en particular cuando fueron excomulgados? Tenían una orientación: armar “frentes únicos” en los sindicatos, es decir, la unidad con buena parte de las organizaciones obreras. En particular, tras ganar una serie de huelgas en Minneapolis, entre camioneros y transportistas. Sin embargo, sus frentes “únicos” tenían una política equivocada, porque se limitaban al sindicalismo y maquillaban la condición de “roosveltianos” de varios de sus aliados. Así, por ejemplo, durante el periodo de gestación del CIO, el trotskismo encontró aliados en burócratas reaccionarios como Daniel Tobin –burócrata camionero– y Homer Martin –automotriz–. ¿Cuál era su enemigo principal? El propio estalinismo, al que acusaron de ser el “mayor enemigo”, por ser “extraño” al movimiento obrero. ¿El resultado? Cuando sobrevino la Segunda Guerra y el gobierno necesitaba un movimiento obrero dócil, el trotskismo fue “limpiado” con la colaboración de varios de sus aliados. Al mismo tiempo, en el partido se cocinaba una fracción antisoviética en 1938/39.
¿Qué hizo el trotskismo con los obreros negros? ¿Qué programa les ofreció? Básicamente, ninguno. Se trató de una fracción escasamente interpelada por los trotskistas, concentrados en una disputa con el estalinismo.
De ese modo, esta fracción de la clase obrera se vio limitada en su organización bajo el programa socialista. Son lecciones para tomar urgente, sobre todo hoy, que la clase obrera norteamericana se encuentra bajo una dirección programática que saluda la desintegración del sujeto de la revolución socialista, la clase obrera. Es necesario una izquierda que hable claro: queremos la organización de la clase obrera para luchar por el socialismo.
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Estaria bueno que tambien explicaran como luego J. Cannon toma el asunto, por que este seria una parte de historia.
Muy buenos los articulos que estan sacando ultimamente compañeros.