Ya llegan las fiestas de fin de año y las vacaciones. Dos días en los que nos damos el gusto de comer algo distinto y una o dos semanas (depende de que tan “afortunados” seamos en nuestro laburo) para descansar en casa, en la costa o en las sierras (de nuevo, siempre dependiendo de la suerte que nos toque). Y después, todo un año para volver a correr como hámster en la rueda. Sobre todo, estos días son días de balance. Al igual que el año que viene, año electoral, dónde volvemos a pensar dónde estamos y a dónde queremos ir. Por eso, bien vale hacer un balance en esos términos.
Este año vimos caer nuestros salarios en picada. La carrera contra la inflación, que siempre perdemos con paritarias de miseria, se sumó la devaluación que, una vez más, minó el poder de compra de nuestros ingresos. Pensemos que a comienzos del 2018 el dólar rondaba los $18 y ahora estamos cerrando el año con un dólar a $39. Un desastre. Pero, ¿esto es nuevo? Si leyó los números de este año de LHS sabe que no. Esta caída salarial comenzó en 2014, es decir, con Cristina. Y más a largo plazo, los sueldos vienen desplomándose desde 1974. Vamos barranca abajo.
Eso no es todo. Solo estamos hablando de los “afortunados” que tienen laburo, ya sea en blanco o en negro. Pero los números de la pobreza y el desempleo, bien medidos, son también alarmantes. Este año, el desempleo real promedia el 30% y la pobreza el 27%. Pero en los mejores años del kirchnerismo, el desempleo estuvo en el orden del 23%, mismo número que en pleno menemismo (1994), y la pobreza en el 25%, cuando el mismo Menem tuvo un promedio de toda su presidencia del 26%. Va quedando claro que son todo lo mismo…
¿Del otro lado? ¿Qué sucedió con los patrones? Es obvio que la crisis también los afecta a ellos. Algunos sufren dificultades, otros salen victoriosos, muchos quiebran. Mientras tanto se chupan nuestro dinero con subsidios. Pero en este punto, la novedad del año fue la Causa de los Cuadernos. Con ella, quedó al desnudo el carácter parasitario de la burguesía argentina. Las grandes empresas como Techint mostraron su verdadero rostro: son unos parásitos que viven del Estado. Es la burguesía planera al desnudo. Y también quedó claro que todos los políticos, de Cambiemos al kirchnerismo, de la presidencia a las intendencias, pasando por las gobernaciones, todos están implicados en estos escándalos de corrupción, porque así funciona la obra pública, uno de los principales rubros de la economía.
En materia represiva este año tuvimos el Decreto 683, que supuestamente habilitaba la injerencia de las FFAA en represión interna. Pero eso ya estaba garantizado por Néstor, con el decreto nº 1691/06, porque en realidad las FFAA estan habilitas a actuar en el orden interno desde las “leyes de la democracia”, en particular la Ley de Seguridad Interior. Luego vino el “Protocolo de Bullrich”, y el kirchnerismo se indignó. Pero lo cierto es que Néstor y Cristina tuvieron más de 3.000 casos de gatillo fácil y Mauricio unos 1.000. Desde el retorno de la democracia se acumulan ya cerca de 6.000 casos.
Podríamos seguir tomando diferentes variables y hechos para encontrarnos una y otra vez con la misma realidad: la misma clase social que gobierna hace 200 años nos está llevando cuesta abajo. Los verdugos de ayer no son mejores que los verdugos de hoy. Son todos fracasados que nos conducen a nuevos fracasos. Por eso, es momento ya de pensar en una salida con otro nombre y con otro capitán. Este 2019 es tiempo de pensar en el Socialismo y en el gobierno de la clase obrera.
No entiendo cómo la pobreza puede ser menor que el desempleo. Lo pienso entendiendo que todas las personas sin empleo y luego carentes de ingresos deberían considerarse pobres, y por otro lado, muchas personas con algún ingreso, por ser este muy bajo, tambien entrarian en la categoria de pobres.
Hola Anibal,
La diferencia de los porcentajes tiene que ver con que el desempleo se mide contra la población económicamente activa (pea) mientras que la pobreza se mida contra el total de la población. Efectivamente, como decís, hace rato que en la Argentina tener empleo no te ubica necesariamente por encima de la línea de pobreza.