Es una verdad evidente, para quien la quiera ver, que el FIT se encuentra completamente paralizado ante la crisis política. Y, como siempre, que frente a ella los tres partidos que componen el frente tienen posicionamientos divergentes, aunque coinciden todos en la inacción. Es necesario que el FIT despierte. De lo contrario, será aprovechada por alguna de las fuerzas que se disputan la dirección de la resolución capitalista de la crisis.
El PTS, como ya nos tiene acostumbrados, pretende surfear la crisis hasta las próximas elecciones y capitalizar allí el “desencanto” de la “militancia kirchnerista”. De allí, su propuesta de un acto en un estadio abierto y su llamado a Asamblea Constituyente. Es decir, un saludo a la bandera de cuño claramente electoralista. Ya hemos hablado de esto.
¿IS? Bien, gracias. Aunque se opuso a considerar a la destitución de Dilma como un golpe de Estado y coincide con nosotros en la necesidad de denunciar y potenciar un Lava Jato argentino, no tiene ningún interés en movilización alguna. Lo sabemos, porque se lo propusimos.
Por su parte, el Partido Obrero sacó un nuevo comunicado corrigiendo la línea anterior, que definía la crisis del sistema político producida por los cuadernos, como “cortina de humo”. Ahora, tal como lo propusimos reiteradamente, denuncia al kirchnerismo en su consigna principal. Ahora, también como pedíamos, convoca a una movilización en Plaza de Mayo. Se trata de un pequeño avance en la línea que implicaba un inmovilismo completo y un apoyo al kirchnerismo. Pero persiste el límite principal: la escasa vocación de intervenir políticamente en la crisis.
Las modificaciones a la línea principal recogen lo que nosotros señalábamos, que no es otra cosa que lo que indica la situación. Pero mantienen la tónica dominante. No se nombra expresamente a la dirección de todo el escándalo: Cristina Kirchner. Y no se pide lo que debería pedirse en este caso: la cárcel. A ella y todos los coimeros. El PO no pide cárcel YA para Cristina porque quiere dejar un resto de conciliación con el kirchnerismo. Por eso, la consigna es una simple pantomima. Lo que sus diputados deben exigir, incluso contra el macrismo que la está encubriendo, es la cárcel para ella, todos los líderes del gobierno pasado y todos los funcionarios del gobierno actual ligados a las empresas participantes de los hechos expuestos, lo que probablemente incluirá en breve al propio presidente.
Por el contrario, las consignas por las que se expresa son puramente abstractas y no se corresponden con la discusión en curso: asamblea constituyente, nacionalización de la banca y el largo etcétera al que la liturgia trotskista nos tiene acostumbrados… Nada sobre que vayan todos a la cárcel y se confisquen las empresas involucradas. Este ultimatismo no solo es abstracto, sino que ni siquiera menciona para qué se debe hacer todo ello, es decir, subsiste la incapacidad para plantear una salida SOCIALISTA a la crisis.
A este grado de abstracción con respecto a la realidad, se le agrega una falta absoluta de vocación como dirección. Primero, la propuesta de un “congreso de sindicatos y delegados de base” y la huelga de 36 horas son una respuesta puramente sindical a un problema político que involucra a los partidos del régimen y sus instituciones. Paradójicamente, el PO ya tiene eso. ¿O acaso el Plenario de Lanús no se supone que lo es? Por otra parte, cuando en dicho plenario y las reuniones subsiguientes, planteamos eso, es decir, pasar de consignas puramente sindicales a un planteamiento político, se nos dijo que era prematuro y que el Plenario debía desarrollar reuniones regionales. Es decir, pasar a cuarteles de invierno. La cuestión es, entonces, ¿a quién se le plantea “asamblea constituyente, nacionalización, etc., etc.”? A todos menos a los obreros organizados en lucha, parece. Debemos entender, entonces, que estos obreros tienen un nivel de conciencia menor que todos los que están fuera del Plenario, quienes serían los depositarios de las acciones políticas que se reclaman.
El síntoma más palpable del abandono de la lucha política es la convocatoria. Efectivamente, ante nuestra apelación por una marcha a Plaza de Mayo, el PO lo propone pocos días después (sin reconocer al autor, claro está). Pero para fines de septiembre… O sea, decide darle a la burguesía más de un mes para que procese la crisis. Y si no, charlemos… ¿Alguna semejanza con las agachadas de la CGT?
Por último, el sectarismo. La carta está dirigida solo a los integrantes del FIT, como si fuera del PTS e IS nadie luchara. Como si no existiesen agrupaciones de izquierda dispuestas a movilizarse. ¿No lo sabe el PO? Sí, pero está priorizando la movilización electoral. Es claro que esa convocatoria tiene por función esperar que pase la crisis (y rezar para que así sea), para empezar la campaña electoral sin los obstáculos tan molestos de la lucha de calles…
En fin, el PO nos da sindicalismo, cuando hace falta una salida política. Reformismo, cuando lo que se requiere es instalar la discusión por el socialismo. Sectarismo, cuando se requiere aglutinar a todos los luchadores y timidez cuando se requiere audacia. Y todo eso lo recubre con proclamas grandilocuentes y aplazamientos encubiertos.
La marcha del flan: otra oportunidad perdida…
En la noche del 21 de agosto, miles de personas se manifestaron contra los privilegios de Cristina y contra el régimen corrupto. Si bien los focos fueron hacia Cristina, la bronca fue generalizada con todo el sistema político, que incluye también al gobierno y a los jueces. Muy atento al clima general, la marcha fue convocada por el oficialismo, que supo medir el humor y cosechó un triunfo en medio de la debacle.
Graciela Ocaña, la cabeza de la difusión de la convocatoria, hizo lo que tendría que haber hecho la izquierda: canalizar la bronca en una manifestación. Obviamente, Ocaña lo hizo con las consignas propias de un político burgués oficialista, para canalizar la bronca solo en Cristina y que el enojo se contenga ahí. El resultado puede verse con solo consultar los portales de noticias.
Está bien no haber sido parte. Así como no vamos a manifestaciones kirchneristas, tampoco nos sometemos a la dirección macrista. Eso es claro. No obstante, ahí hay un potencial que no hay en las marchas K: el descontento generalizado. De esos elementos sale el “Que se vayan todos”. Eso puede ser canalizado hacia una política revolucionaria o hacia el orden, por la vía fascista. Eso es lo que expresa, por ejemplo, Alfredo Casero, el más aclamado de la marcha. El Mani Pulite terminó con los partidos tradicionales y devolvió un Berlusconi. En este momento, en ese mismo país, la crisis alumbró a Beppe Grillo, otro dirigente sin programa, que azuza contra la política. Un destinado a personal político fascista. Casero puede transformarse en el Beppe Grillo argentino. Así como el Lava Jato puede terminar en Bolsonaro, con la complicidad de la izquierda que se recuesta en Lula, aquí el derrumbe del gobierno más el escándalo de corrupción puede derivar en una alternativa fascistoide.
Pero el peligro tiene el tamaño de la oportunidad. La izquierda está a tiempo de abandonar la defensa de los ladrones e impresentables. Está a tiempo también de, con su inmovilismo, jugar a favor de Macri. Está a tiempo de ponerse a la cabeza del descontento popular. Volvemos a insistir, por tercera vez:
- Hay que convocar ya a una marcha contra todo el sistema corrupto de políticos, empresarios y jueces. Que se vayan todos. Por una salida socialista a la crisis. Por la profundización del Lava Jato argentino. Cárcel para Cristina, ya.
- Por la renuncia inmediata de todos los funcionarios implicados directa o indirectamente en el escándalo. Desde los imputados hasta todos los que fueron cómplices durante todos estos años. En particular, el macrismo, el massismo y el PJ ahora “no kirchnerista”.
- Comisión investigadora independiente del Club de la obra pública y otros negociados, formada por diputados de izquierda y otras fuerzas no manchadas por las denuncias de corrupción.
- Depuración de todo el Poder Judicial, que por impericia o complicidad mantuvo en el silencio el saqueo y los negocios sucios.
- Derogación de todos los fueros del poder político y judicial.
- Expropiación de todas las empresas involucradas y de toda empresa inútil que viva de la ayuda estatal. No tenemos por qué mantener las ganancias de parásitos económicos.
- Organización de un núcleo de producción nacional, en manos de los trabajadores, a partir de las empresas expropiadas.
- Basta de descargar el ajuste sobre los trabajadores: aumento inmediato de salarios y de las jubilaciones (dos canastas familiares).
Razón y Revolución