Utopías urbanas:el caso Quiroule

en Revista RyR n˚ 6

El examen de la historia argentina revela, como toda historia, la existencia de otras historias, de otras posibilidades vitales. El análisis de Celia Guevara se centra en la historia del anarquismo y su imaginario, desmontando la producción de Pierre Quiroule y reivindicando la construcción de la utopía como forma de imaginar el futuro.

Por Celia Guevara (arquitecta y docente de la Universidad de Buenos Aires)

Pierre Quiroule, puede interpretarse como “piedra que rueda”(rolling stone), lo que me recuerda también unos versos de León Felipe:“Como tú, piedra pequeña, como tú, piedra viajera como tú, que no estás en los palacios, como tú, ni en las iglesias como tú”.

“Utopía existe y yo he estado en ella”, dice Rafael Hitlodao, el protagonista de la obra de Moro[1]. De esta manera, Hitlodao nos introduce en una doble utopía, puesto que él mismo sólo existe en la imaginación de su autor. A pesar de la doble utopía, no se puede dudar de la verdad de estos conceptos, puesto que muchos hemos conocido la Isla Paradisíaca donde la igualdad existía, la fraternidad era posible y el presente y el futuro se confundían en una realidad mejor. La utopía existe entonces y yo he estado en ella. Pero, ¿qué es entonces la utopía? ¿Es la utopía un sueño? ¿O un proyecto social? Trataré de analizar la utopía urbana desde este doble nivel, sueño y realidad de un proyecto social. Respecto al doble nivel, sueño y realidad del proyecto urbano, trataré de interpretar a Quiroule según dos grandes enfoques: el social y el estético.

El análisis social

Las corrientes ideológicas internacionales que influyeron en el pensamiento quirouliano.

            Dice Félix Weimberg[2]: “Existe en la Argentina una tradición utópica. Ella comienza con la generación de 1837, en cuya conformación ideológica gravitaron Saint Simon y los principales exponentes del romanticismo social; más adelante algunos seguidores de Fourier. Después de Caseros se reedita en Buenos Aires una obra de Cabet … el ciclo culmina al aparecer entre nosotros el socialismo cientíifico y el anarquismo.” De todos los utópicos, creo que el que más ha influido en nuestra historia ideológica es Saint Simon, espíritu por otra parte muy afín al de Sarmiento. Sarmiento, en su empeño de dotar a Buenos Aires de un puerto, llega a escribir a Fernando de Lesseps para su construcción (de Lesseps estuvo muy cerca de los discípulos de Saint Simon). El encuentro de Sarmiento, en cambio, con un discípulo de Fourier es relatado así en carta a Tejedor: “Después de leer estos extractos … creerá Ud. querido amigo, que se haya compuesto este sistema fuera de un hospital de locos?”[3]

            Más tarde aparecerá por nuestras tierras uno de los grandes utópicos: Garibaldi, discípulo convencido de Saint Simon y que tanta gravitación tuvo sobre nuestras corrientes liberales. Discípulo tambien de Mazzini, éste había influído en toda la generación del ‘37, especialmente en Echeverría y en las colectividades italianas en Argentina.[4]

            Quiroule nació en 1867[5] y llegó “a muy temprana edad”a un país liberal que comenzaba a dar su giro a la derecha. Muy joven se asoció a los grupos anarco-comunistas de inspiración kropotkiniana. En la historia del movimiento obrero argentino, se asocia al anarco comunismo con la figura de Malatesta, que llega a Buenos Aires en 1885 (Quiroule tenía 18 años) y deja el país en 1889. No se descuenta que Quiroule haya conocido a Malatesta, no obstante, no está presente su influencia en sus escritos. Quiroule comenzó desde muy joven a escribir en el periódico El Perseguido, periódico que fue el órgano del anarco-comunismo y que representaba al grupo de Los Desheredados, grupo proterrorista y antiorganizador que naturalmente debe haber encontrado profundas discrepancias con Malatesta. Malatesta representa una figura muy contradictoria: de origen anarco-comunista, discípulo de Kropotkin, anti-organizador por convicción, se muestra organizador en la acción y en la práctica es quien organiza los gremios de panaderos y zapateros en Buenos Aires. De cualquier manera, según Oved[6] Malatesta no llegó a relacionarse con el grupo de habla francesa. Dice: “La actividad de Malatesta se centraba principalmente entre anarquistas italianos y se sabe que lo acompañaban algunos anarquistas españoles. Es interesante señalar que no se sabe de cooperación por su parte con el grupo belga-francés, ligado a la Libreria Internacional de E. Piette.”[7] Según Oved, los franco-parlantes se reunían en torno a la librería de Piette, donde podían acceder a la prensa anarquista del exterior (tal el caso de La Révolte –kropotkiniana- y Pere Peinard).[8] Este grupo, responsable de la publicación de El Perseguido, decía en el manifiesto publicado en el periódico: “Nuestra divisa es la de los malhechores, nuestros medios los que la ley condena”. Cuando más tarde comenzaron a organizarse las llamadas Sociedades de Resistencia, El Perseguido rechazó constantemente la conveniencia de toda forma de organización.

            En 1893, comenzó a aparecer La Liberté[9], periódico en lengua francesa dirigido por Quiroule, de tendencia anti-organizativa pero además pro-terrorista. Tuvo entre sus redactores a un famoso anarquista francés, Vaillant (que hizo explotar una bomba en la Asamblea Nacional en París en 1893, a su regreso de la Argentina). Hasta aquí parece no haber duda de la adhesión de Quiroule al terrorismo, pero debe tenerse en cuenta que cuando se declara partidario del amor libre, por ejemplo, parece llevarlo hasta sus últimas consecuencias, mientras que su vida real se desliza al lado de su familia hasta la muerte de su mujer en 1925, a partir de lo cual comienza una etapa de soledad y aislamiento.[10] Es posible por lo tanto que su adhesión al terrorismo haya tenido las mismas características teóricas, dado que durante la publicación de La Liberté no se llevaron a cabo atentados conocidos. La impresión que se desprende de las páginas de La ciudad anarquista americana, en relación a la personalidad de Quiroule, no es la de un terrorista, sino la de un fantasioso, que buscaba el ideal en la libertad y la fraternidad. Dentro del plano teórico, no puede asimilársele a Malatesta, aunque éste también participa de una cierta simpatía por la violencia, llevada a cabo en forma discriminada. La característica personal de Malatesta, dentro de la vida errante y un poco aventurera que se veía obligado a llevar todo dirigente anarquista, parece haber sido el espíritu práctico y organizativo, mientras que Quiroule aparece como un intelectual y tal vez un soñador. Quiroule, junto con su grupo, estaba convencido de la eficacia de la propaganda (tanto escrita como en los hechos) y para ello contaba con la organización de grupos de “afinidad” (de ninguna manera con la creación de sindicatos). De todas maneras era contrario a toda especialización.

Otras influencias: las utopías urbanas nacionales de Molina y Vedia y Dittrich

            Julio Molina y Vedia, abuelo de Juan Molina y Vedia, fué un arquitecto nacido en 1873, es decir, coetáneo de Quiroule, que se dedicó también a la creación de utopías urbanas y perteneció a las corrientes anarquistas.[11] La forma de organización preferida por él era la organización de afinidades, en tríadas y con uno de los miembros llamado medianero que se encargaba de los contactos exteriores. A partir de estas tríadas se iban desarrollando estadios más importantes de organización que daban origen a las comunas, descritas en su libro La Nueva Argentina. Pertenecieron (según documentos de Juan Molina y Vedia) a estas organizaciones Leopoldo Lugones, Ernesto Palacios, Macedonio Fernández y otros.

            Entre 1910 y 1930, Molina planificó diversas comunas, una de ellas, llevada a la práctica en Paraguay con Macedonio Fernández. Fundada en 1910, tuvo corta duración. No se han encontrado los planos de la comuna, pero se conoce que se trataba de un plano geométrico formado por once lados. He podido estudiar las viviendas proyectadas por Molina creadas en 1913 para ser utilizadas en las comunas. Son modelos unifamiliares en forma de octaedros modulares, que se unen por las baterías de sanitarios (baño y cocina en unidades separadas, se unen al instalarse). Según sus palabras, no necesitaban cimientos, razón por la cual se abarataba el producto. No se explica la forma de anclaje que debía actuar contra el viento.

            Molina  y Quiroule parecen haber pertenecido a corrientes anarquistas diferentes. No hay en Molina afirmaciones a favor del terrorismo, por el contrario, aparecen documentos donde habla de una “evolución pacífica hacia nuevas formas sociales”. Participaba de la filosofía taoísta y creía en la unión del ser con la naturaleza en forma armónica. Parece casi imposible que Quiroule y Molina no se hayan conocido, dado que Buenos Aires era entonces una ciudad relativamente pequeña. Quiroule trabajó en el diario La Nación durante años (los Vedia están relacionados con este diario), los dos eran de la misma edad, los dos interesados en el anarquismo y en la creación de ciudades utópicas en nuestro territorio, etc.. En un primer momento me incliné a pensar en la existencia de alguna influencia directa a causa de las casas de vidrio (que aparecen en la ciudad anarquista) pero hay que recordar que el hermano de Quiroule[12] era ingeniero industrial, por un lado, y por otro que viviendas moldeadas de material plástico habian sido creadas ya hacia 1909. De cualquier manera, existen grandes coincidencias, como la existencia de locales precarios en medio del campo (en Quiroule refugios campestres) que en Molina se presentan como refugios armables en el momento y que alojan a una población de artesanos volantes, que van de pueblo en pueblo.

            Félix Weimberg[13] presenta en su libro dos utopías: una socialista, la otra anarquista. La socialista, Buenos Aires en 1950, de Julio O. Dittrich, fué escrita en 1908. Resulta notable en el libro de Julio Dittrich, el proyecto de cubrir la plaza Monserrat con un techo vidriado. Es, no cabe duda, una anticipación futurista de los shoppings.[14]

Otras influencias internacionales: Kropotkin y Nietzche

            En las Obras de Kropotkin[15], se destaca el capítulo “Sobre la utopía”: «En el fondo la palabra utopía, sólo debiera aplicarse a las concepciones de la sociedad basadas únicamente sobre lo que el escritor considera «deseable», desde el punto de vista teórico, nunca habría que aplicarla a las concepciones basadas sobre la observación de lo que ya se está desarrollando en la sociedad. En ese caso, salimos de la previsión utopista para entrar en la ciencia. En nuestro caso es todavía más falso hablar de utopía por cuanto las tendencias que señalamos ya han desempeñado un papel importante en la historia de la civilización, porque son ellas las que produjeron el derecho consuetudinario, derecho que dominó en Europa desde el siglo V hasta el XVI».

            Las influencias de Nietzche, son evidentes y declaradas en la obra de Quiroule. Pero aunque no fuera así, las encontraríamos en la búsqueda de una pureza perdida (especialmente recuperable a través de la naturaleza) que en Zaratustra[16] aparece reflejada en el bosque (donde van los sabios). “Nietzche ataca todas las costumbres, todas las religiones, todos los prejuicios que quieren dominar la conciencia”. Es, por otra parte, un entusiasta de la Grecia clásica y renacentista junto con las producciones del siglo XVIII.

            La influencia nietzcheana aparece en aquello que los críticos[17] señalan como: “Ese todo … ese todo o absoluto a la vez real o ideal…visible e invisible, eterno e histórico que es la comunidad humana”. Claramente se declara Nietzche antiestatalista: «Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal, en todo lo que dice miente y cuanto tiene lo ha robado». Y por supuesto, en su faz apocalíptica, cuando habla del mundo corrompido que es preciso destruir. Quiroule, a su vez, a través del Super, va a destruir a la burguesía con una máquina llamada “Vibra Liber”. Según Arthur Danto, Nietzche pensaba que “Si el mundo es nuestra creación y no hay otro mundo más que éste, podemos crear otro mundo y rehacernos a nosotros mismos con él”.[18]

Influencias urbanas directas: Moro

            Si bien Moro no es el primer utópico -recordando a los griegos- es tal vez el más perfecto. Hay en la ciudad americana una importante influencia moreana, que se trasparenta en la forma de narración, en los nombres, etc. (Utop es uno de sus personajes principales). Moro refiere en forma muy explícita los sufrimientos de los desposeídos en la Inglaterra de sus días, habla además de una oligolópolis y aunque no llega tan allá como Quiroule en sus críticas al régimen del momento, hay que recordar que sus convicciones le costaron la cabeza.

            Se ha señalado (Frank Manuel) una diferencia fundamental entre las utopías del Renacimiento y las del siglo XIX: el tiempo. Y esto es real. Moro no fija tiempo ninguno para su ciudad ideal de Amarouta. En realidad Quiroule (siglo XX) soslaya el problema del tiempo a la manera anarquista. Todo está sucediendo veinte años después de que se abandonara «Las Delicias», la orgullosa capital, y luego sobrevendrá una guerra internacional, con una especie de bloqueo capitalista hacia la nueva sociedad del sur, que recuerda intensamente la historia del socialismo cubano. Pero lo que no aparece es el tiempo de la ciudad, la escala de vida, el desarrollo de estos pueblos de 10.000 habitantes.

            Las desemejanzas mayores con la sociedad moreana expuesta por Hitlodao, se producen en cuanto a la forma coercitiva en la cual Moro maneja su ciudad y su justicia. Se trata además, de una escala diferente de ciudad. Mientras que Moro acababa de abandonar la Edad Media, entrando en pleno auge de la ciudad, Quiroule se encuentra en plena nostalgia de la época medieval. A pesar de que Amaurota es una ciudad de 100.000 habitantes y la de los Hijos del Sol, de 10.000, existe casi la misma distancia entre ciudad y ciudad (20 km o 24 millas en uno y otro caso).

            La semejanza es más formal que real. La ciudad de Moro[19] es cuadrada y dividida en cuatro partes, tal como la de Quiroule. En cada uno de los cuatro distritos hay un mercado público, donde afluyen los productos del trabajo. Estos productos se dejan en un primer momento en depósitos y son clasificados más tarde en almacenes especiales según los géneros. Quiroule[20]: “En los depósitos se guardaban los productos de la tierra y derivados: trigo, maiz, yerba, pastos, … en los garages las máquinas agrícolas … cada lado del cuadrado contenía igual cantidad de panaderías, almacenes, tiendas, farmacias, bodegas, etc. en número suficiente, de manera que resultaba sumamente cómodo para todos, puesto que tanto los que habitaban al norte de la ciudad, como los que vivían al sur o al oeste o al este tenían una distancia igual que recorrer para proveerse de cuanto les hacía falta” (pag. 63). En cuanto a los hospitales ver Moro[21]: “Hay en efecto en los alrededores de la ciudad, un poco apartados de las murallas, cuatro hospitales tan amplios que se dirían otras tantas pequeñas ciudades”. Quiroule[22]Cuatro casas de salud tenía la ciudad anarquista, una para cada barrio o sección comunista”. Pero mientras que Moro nos habla de ciudades-hospitales, Quiroule se refiere a que: “Estos que en un principio habían tenido dimensiones mucho más amplias que las actuales, cuando los individuos de temperamento enfermizo, resultado natural del duro régimen de explotación a que fueron sometidos y de las privaciones y miseria padecidas, y además muy ignorantes en ciencia médica, necesitaban con frecuencia del auxilio ajeno, para aliviar sus dolencias o restablecer su salud quebrantada, habíanse reducido poco a poco hasta no contar con más de cuatro pequeños pabellones, cada uno sólo ocupado parcialmente”. Parecidos conceptos aparecen en Julio Verne[23]: “Los hospitales son poco numerosos, dado que el sistema de la asistencia a domicilio es general…y están reservados para los extranjeros sin asilo y para algunos casos excepcionales…”. Es evidente una cierta fe en la ciencia como hacedora de milagros presente en ambos autores. Quiroule se refiere además, al vegetarianismo a lo largo de toda su obra (incluso se mata un animal para enterrarlo y no comerlo“como lo harían los burgueses”). Es decir, que se mezclan en Quiroule en un estilo totalizador, la política, la nueva moral, la higiene a la manera pitagórica.

            Creo que uno de los mayores atractivos de la obra de Moro consiste en su viabilidad, en el estudio minucioso del programa urbano. La organización por manzanas, por islas de 300 personas, la comida en común, la existencia de espacios que contienen estas premisas. Las formas son todavía medievales, y no difieren (en una arquitectura reconstruible) mucho del Londres de la época. Tal vez, esta coherencia en la totalidad sea la característica más difícil de obtener en una sociedad ideal y es un problema que fascina a los planificadores.

El anarquismo

            He retrocedido hasta Moro, especialmente a causa de las formas literarias de la utopía, las que encuentro semejantes; pero por supuesto, el plan de Quiroule encuentra sus raíces en diversos antecedentes del socialismo utópico. Lo que Quiroule nos propone como innovación, supone un trabajo sobre bases teóricas relacionadas directamente al anarquismo y por supuesto al movimiento obrero, si bien los comportamientos sociales idealizados dentro del funcionamiento de la comuna anarquista, tal vez no lo reflejen claramente (casas de vidrio, reuniones de estilo intelectual y otras formas y modos de vida más cercanos a la burguesía que al proletariado), mientras que las utopías sansimonianas o fourieristas (y sobre todo las howardianas) se dirigen a un habitante, miembro de la pequeña burguesía.[24]

            El espíritu de la comuna planteada por Quiroule, con su trabajo colectivo (al menos en la agricultura) una organización a la vez asceta y ecológica de la vida, unida a las concepciones individualistas (individualidad total, sin célula familiar, salvo excepciones, lo que lo hace aún más individual, con los niños educados en común) refleja plenamente la ideología libertaria como aspiración. La forma de vida individual, (célula individual) se encuentra ya en Morris como antecedente News from Nowhere, sin embargo Quiroule, propondrá viviendas ocupadas por dos individuos, dotadas de un salón común y piezas aisladas, una especie de familia no vincular. Estas unidades están separadas unas de otras y situadas en jardines paradisíacos. La influencia de Kropotkin es importante. Si bien éste último, fué decidido admirador de la Edad Media (en la cual prima la familia extendida) la supresión de la familia la separa abruptamente del sistema de linajes medieval y también de su concepto comunal; en la Edad media la vida se comparte a través de la familia extendida, incluso en las capas más altas de la sociedad, con una falta total de intimidad.[25]

            Hacia el siglo XIII aparecen las formas de vida monástica aislada, sistema que es comparable al propuesto por Quiroule. Los monjes cartujos, por ejemplo, ocupan departamentos separados en su monasterio. Hay ejemplos de vida monástica en que se ocupan celdas de a dos o tres personas o se comparten unidades aisladas como en los colegios ingleses universitarios medievales (2 ó 3 fellows). En cambio, las aldeas rurales, tanto en Francia como en Italia, presentan una apretada concentración urbana, sin jardín delantero (y medianería). El plan de Quiroule se relaciona así más con los elementos de la burguesía medievales, colegiales o monjes en una forma de vida semejante (provistos de uniformes, llevando una vida austera, etc.).

            A diferencia de Morris, Quiroule aceptará el gran desarrollo industrial (a la manera kropotkiniana, poniéndole límites), casas de vidrio, por ejemplo, con muebles de vidrio integrados. Si bien la casa integral (muebles incluídos en la arquitectura) encuentra su antecedente en Morris y también en la concepción medieval del edificio, como una totalidad, la forma en que es tratada en Quiroule, responde más bien al movimiento moderno y se separa del espíritu medievalista.

            La ciudad medieval presenta una forma de vida unitaria, con el taller anexado a la vivienda. La vivienda no productiva corrresponde a la de los monjes o la nobleza (aunque en ambas se desarrolla al mismo tiempo el trabajo doméstico productivo). En su relación al trabajo, también se plantean contradicciones. Su concepción de la casa prefabricada en vidrio corresponde a un adelanto industrial no alcanzado masivamente aún en nuestros días. Esto se separa completamente de la tradición medieval del cuidado de las Artes y Oficios, del respeto a los gremios, y a su sabiduría artesanal heredada, claramente defendida por Morris. Hay, sin embargo, algunas analogías con las utopías de Morris: la ciudad de Londres también desaparece como capital y en su lugar aparecerán pequeñas aldeas con viviendas aisladas en praderas y jardines. Los habitantes comparten tareas urbanas y rurales.

El crecimiento urbano

            Hay tambien cierta nostalgia medieval en el paso del tiempo, al menos el cotidiano, se suprime la locomoción rápida, cortas distancias al trabajo, autosuficiencia, aislacionismo y quietismo (este tratamiento del tiempo es característico de la literatura anarquista).[26] El crecimiento de las órdenes tiene también cierta analogía con la forma de crecimiento de la ciudad quirouliana y la moreana (hay que recordar que Moro vivió un tiempo con los monjes cartujos): su crecimiento es limitado, y al llegar al límite se crea una orden nueva (es necesario recordar asimismo que ésta fué la forma de crecimiento y desarrollo urbano en Grecia).

            No estoy muy convencida actualmente[27] de la influencia de Howard en el planteo quirouliano. Si bien se asimila a los conceptos de la ciudad jardín, se trata en el caso de Quiroule de una especie de comunión con la naturaleza, de la vida en el bosque etc., mientras que Howard se dirige a una clase media acomodada, excluye al proletariado y sus conceptos están más relacionados con la ciudad-jardín que con la vida bucólica. Roberto Segre[28] destaca que el proyecto de Howard constituye uno de los últimos intentos de la pequeña burguesía para resistir la muerte de sus propios grupos a punto de ser devorados por el gran capital. Quiroule toma tal vez del proyecto de Howard el rechazo a las metropólis (pero ésto es también común a los utopistas del XIX). Descarta al Estado como Howard, pero con signo ideológico distinto. Por otra parte, Quiroule (al revés de Howard) no define bien sus pautas económicas ni la relación entre ciudades y países, cosa que ha sido señalada por Abad de Santillán, quien considera que al proyecto le falta viabilidad por su desconexión con el mundo. Aunque Quiroule niega la necesidad de un desarrollo económico o una relación económica externa, se ocupa del desarrollo armamentista utópico y de las nuevas armas que cambiarán al mundo real. La coincidencia con Howard se limita pues, a la desurbanizacion, en lo que coincide también con la escuela anglo-sajona, antecesora y heredera de Howard a la vez.

La ciudad anarquista americana: formas sociales

 «Il faut regarder une ville comme une foret…Plus il y aura de choix, d’abondance, de contraste, de désordre meme dans cette composition, plus le parc aura de beautés piquantes et délicieuses».[29]

            Es necesario hacer referencia aquí a la forma de vida y a la organización social propuesta por Quiroule. La organización de la vida comunal es libre, sin horarios de trabajo, ni exigencias. Todos colaboran por turno en las labores de agricultura, pero ésto sucede por decisión común. Aparentemente no hay más gobierno que la Asamblea que reúne a los adultos (la ciudad tiene unos diez mil habitantes). Se reúnen en un Consejo, en su Sala, donde aparecen las diversas tareas a realizar en la comuna. Cada uno lleva a cabo lo que le parece (todos los comunistas son capaces de emprender casi todas las tareas de mantenimiento o de producción).

            La forma de vida no es familiar, los niños pequeños permanecen en sus nurseries, los mayores en la escuela. Sus padres no viven en pareja, sino solos o por pares del mismo sexo (a menos que así lo deseen): “En las comunas anarquistas la mujer no asociaba su existencia a la de ningún compañero, repudiando toda sujeción masculina, ella tenía «home» propio, en el que vivía sola, independiente, sin que ésto naturalmente implicara renunciar a los afectos del corazón.”[30] Sustraída así a la influencia y dominación egoísta del macho, liberada además de las miserables preocupaciones económicas y, por consiguiente, dueña de sí misma, era verdaderamente libre e igual al hombre.”[31] Y además:

            “Después de la cena, la morada de las mujeres comunistas, como la de los hombres convertíanse en animados y alegres centros de reunión. … ¿Porqué ocultarlo? Estas veladas interesantes que no se prolongaban nunca más allá de una hora discreta, ofrecían a los compañeros favorecidos la deseada ocasión de sitiar y conquistar el corazón de las simpáticas tertulianas… Pero por una delicadeza femenina exquisita … nadie sino los felices elegidos, sabían o conocían cuándo y dónde sonaba la hora del amoroso triunfo. ¿Allí mismo, en la morada encantada donde Ella vivía? ¿O bajo la bóveda celeste, la vegetación lujuriante y el embriagador perfume de las flores?”[32]

            Esta forma de organización del amor y la familia, con los adultos habitando de a dos por vivienda, con frecuentes reuniones que entre otros propósitos tenían el de dar lugar a encuentros galantes, recuerda el ambiente de los internados universitarios y nos habla de una eterna adolescencia.[33] Cuando Moro creaba para los amaurotanos, la comida en común, la comunidad de bienes, la vida dentro de una familia extendida, tal vez proponíase cambiar las formas sociales, desde la familia hacia algo más comunitario, pero sin afectar el núcleo. Quiroule, libra a la sociedad de la familia y aún de la responsabilidad de los afectos constantes. Relaciónase tal vez esta forma social con otros capítulos del texto en que se señalan la ausencia de enfermedades, la perenne juventud etc.. Se subrayan así las extremidades del tiempo también destacado por la perfección moreana. Dos Santos[34] comenta a Moro diciendo: “Su tiempo es siempre el tiempo convertido en eterno”. Aún cuando el concepto de amor libre aparece en Déjacques[35] y en la literatura anarquista de la época, aquí se expresa en concreto y es parte de la vida. Esta negación del compromiso afectivo, negación asimismo de lo romántico o de lo nostálgico recuerda tambien (así como en algunas características de la arquitectura) a los conceptos galantes del siglo XVIII (hay una sospecha de artificialidad, de aristocracia de carnaval, que recuerda a Rubén Darío y sus marquesas, por lo que puede aceptarse alguna influencia literaria rubendariana).[36] Es en los “palacetes” que tienen lugar las reuniones culturales y galantes a la manera de los salones dieciochescos. Quiroule no imagina la atracción entre los sexos en la pileta, la agricultura, el teatro.

            Todos estos conceptos trascienden un cierto espíritu de individualidad, de aislamiento y de “autonomía”, como dice Kaufman[37] al hablar de la Ilustración. Que este cierto cinismo amoroso supone sin embargo un profundo aunque racional amor a la naturaleza, y una reivindicación de sus prerrogativas, no hay duda. Es decir que se están reproduciendo contradicciones existentes en el pasado, un cierto romanticismo, en la valoración del paisaje y un cierto cinismo en relación al amor.

            Quiero destacar algo que encuentro muy importante: Quiroule, expresa explicitamente la voluntad de suprimir lugares comunes de comida(fondas)y restaurantes).[38] No se nombra a los cafés, pero parece implícito que éstos tambien desaparezcan. Se pierde así la base de la sociabilidad burguesay se pierde sobre todo el espacio semi-público, la graduación en espacios de reunión que da a la ciudad su colorido y su vida, la gradación de hechos sociales que van dando matices diferentes a los lugares de reunión. Creo que esto no es casual. Quiroule trata dentro de la planificación de suprimir todo que recuerde a la burguesía y el café representa el centro de la vida burguesa. Hay excepciones: los niños viven y comen juntos y los adultos en los casos en que comparten las tareas de la agricultura (comedores al aire libre, cada treinta personas). Me detengo en este problema puesto que desde el punto de vista antropológico, resultará el más destructor con respecto a la vida comunal. La partición de la comida, la comunión, parece resultar fundamental en toda sociedad. En los griegos constituía la base de su tradición dentro de la polis, el fuego sagrado, el banquete municipal. Quiroule no suprime completamente las reuniones, pero éstas (que se realizan privadamente, en cada vivienda) parecen no contemplar la comida en común.

            No cabe duda de que se trata de un disparo hacia la burguesía. El problema es: ¿se trata de una costumbre burguesa? o ¿exclusivamente burguesa?. La forma de vida, no familiar, dentro de la tradición utópica en la que Fourier llegó a constituir el paradigma, conserva sin embargo de la burguesía: (o al menos de sus gérmenes) la necesidad de la vivienda. Se diría que la vivienda no es más que la envoltura de una forma de vida. Si esta forma de vida no contempla la vida en común, ya sea grupal, colectiva, abierta o cerrada parecería normal que la vivienda reflejara esta situación. No lo hace.

            En cuanto a la cultura, existe un pequeño teatro que sirve de lugar de reunión, y además el gran Coliseo de escala gigantesca, porque recibe gentes de otras comunas atraídas a ésta. No se da a conocer la causa verdadera de esta diferencia y si las demás comunas poseen alguna réplica.

Análisis estético:

Forma y estilo de las viviendas

            Quiroule descarta desde un primer análisis las viviendas en altura. Es interesante señalar que una de las razones que aduce es la del peligro en los incendios, sin embargo no le preocupan los incendios de los bosques y la falta de transporte para abandonar la zona incendiada (o para llegar con camiones de agua).

            Las formas descritas (un núcleo central con galería sostenida por columnas de vidrio y un piso alto más reducido) traen a la imaginación, los edificios portuarios de fines de siglo, basados en los bungalows o, en general, la arquitectura de los países cálidos, transportada desde Inglaterra. La cúpula (Quiroule la llama bóveda, a veces pero parece ser una cúpula base cuadrada) ¿se asentaba sobre un cuadrado o sobre base circular?. Habla de galería circular. Sin embargo, podría representar simplemente la herencia criolla del rancho en la zona de Santa Fe, bajo el nombre de Santa Felicidad, que es donde sitúa la acción. Es difícil decirlo. Si la semejanza con el rancho santafesino existiera resultaría un modelo algo incongruente como alojamiento de una sociedad nueva, en la que la familia no existe y la vida comunal además está tan fragmentada.

            Quiroule encuentra, como muchos anarquistas, su fuente de inspiración en la Revolución Francesa, en este caso en sus producciones formales (mucho más cercanas para él, según me parece que las de l’Ecole des Beaux Arts). Tal vez la ciudad de Ledoux, con sus caminos trazados hacia el exterior (como en la ciudad de los Hijos del Sol) en la que las vías de acceso se vuelven trascendentes porque comunican con la región, la concentración de los talleres en la parte central y las viviendas periféricas, se repetirá en Quiroule. Existen también cuatro ámbitos diferenciados y centrales. Su arquitectura está sólo descrita, pero puede reconstruirse cuando dice en pág. 101: «Este Coliseo tenía la forma de las antiguas arenas romanas, a cielo abierto y se daban en su recinto toda clase de torneos, etc..” Y sigue, en pág. 103: “El Coliseo estaba decorado en sus cuatro puntos cardinales por grupos escultóricos colosales simbolizando la Poesía, la Música, la Comedia y el Canto. Estas obras proyectan sus magníficas siluetas en la parte alta del recinto, donde había una hermosa y espaciosa galería de mármol blanco de quince metros de ancho adornada a ambos lados con bellísimas balaustradas y desde la cual se dominaba la ciudad y la arena del Coliseo.” Todo esto recuerda la arquitectura de Boulleé[39] y los magníficos jarrones, unidos a los pedestales vecinos, son característicos del siglo XVIII (ver pág. 105). Los grupos escultóricos de raíz clásica podrían recordar a Valadier.

            Hay en la disposición de las viviendas un recuerdo del siglo XVIII, asimismo, no obstante se debe recordar que coincide con un revival del XVII común en su época y representado aquí por Benito Carrasco (ver cita 29). Existe una afinidad social entre los revolucionarios del XVIII y el anarquismo. Esto se hace aparente en una especie de revival que contempla no sólo las costumbres sino también algunos elementos formales como los nombres de las calles, los símbolos, etc..

Crítica a la viabilidad de la planificación

            Quiroule llama a su libro: “Una obra de construcción revolucionaria”. La característica más saliente en cuanto a los problemas de planificación de la ciudad, me parece centrarse en el problema de la escala. Empecemos por el sitio. Quiroule propone un bosque «inmenso», pero si partimos del conocimiento de que esta ciudad forma parte de una red de ciudades del mismo tamaño situadas cada 20 km, sería necesario encontrar un bosque ilimitado para albergarlas o bien plantar los árboles, o sea una serie de bosques de eucaliptus y otras especies, en la zona de Santa Fe, o del litoral argentino (donde parece ubicarse la ciudad). No nos informa sobre la manera en que la ciudad nace, pero es lógico suponer que tiene su origen a partir de un núcleo central donde se ubican las plantas de producción de las viviendas. Desde luego, es difícil resolver en 10 hs. plantas de producción para 5.000 viviendas, hangares para aeroplanos, talleres y almacenes. De cualquier manera, no es posible implementar esta forma de organización laboral en base a un pizarrón, donde constan las “faltas” del día. Esta escala de trabajo, corresponde a un movimiento político de unos cuantos cientos de individuos, a una organización barrial, pero no a una ciudad. Si la fábrica de viviendas funcionara razonablemente aún quedaría por resolver el transporte al sitio. Aparentemente se trata de una sola pieza ¿con columnas? Es técnicamente difícil. Si es una sola pieza: ¿como se transporta al lugar elegido? Cuando además no hay caminos para rodados dentro del bosque. Habría que implementar el transporte a base de grúas o helicópteros para evitar el daño ecológico (al cual Quiroule daba tanta importancia). Hay alguna incongruencia en el empleo de técnicas de punta, dentro de un bosque con molinos de viento. Aparece la separación automóvil-peatón, pero no está resuelta. No está resuelto el mantenimiento de las viviendas, la limpieza, el regado de los artísticos jardines. En fin, la trasparencia de las viviendas puede traer problemas, dado que además los dormitorios están en la planta baja y el lugar de estar en la alta. Quiroule, explica muy poco acerca de la infraestructura, sólo nos dice que existía una perforación cada seis viviendas. Pero, ¿cómo se mantenía, se cuidaba, etc.?

La imagen surrealista en Quiroule

            Desde la utopía moreana en adelante, toda utopía es en realidad un sueño, en el «país de ninguna parte» salvo aquellas que precisan espacio y tiempo. Las demás pertenecen a lo onírico y por lo tanto, en cierto modo al surrealismo. Desde luego, ésta no es más que una de las propuestas del surrealismo. Propone además, el surrealismo, la yuxtaposición de objetos disímiles en un contexto que no les pertenece, tal como sucede en los sueños. Según Max Ernst, se trata del «encuentro fortuito en un plano adecuado de dos realidades distintas”[40].

            Según estas definiciones, todas las producciones americanas se vuelven de hecho surrealistas. Los inmigrantes aportan objetos y valores culturales que al llegar a nuestras tierras han perdido suvalor de uso. No necesariamente se convierten en mercancías, pero sí al menos devienen bienes culturales desprendidos de su contexto. Si, por el contrario, al perder su valor de uso adquieren un nuevo valor de cambio, éste se convierte y convierte al objeto en un valor de cambio fetiche. De allí que la historia americana, la sociedad americana reconstruída por nuestros poetas, resulte en definitiva una historia de lo surreal. Constituye este concepto de lo surreal, un concepto diferenciado de lo llamado «real maravilloso». Supone un cierto grado de racionalización en su forma primitiva, forma que al perderse conserva una estructura racional.

            De nuestros tres utópicos (Sarmiento, Ditrich y Quiroule) Sarmiento es el mayor, el más poderoso, Quiroule el más cercano al movimiento surrealista (movimiento, por otra parte aún no formulado como tal en 1914, cuando Quiroule publica su obra). Como método de análisis para los aspectos estéticos de esta obra, voy a tomar como base la interpretación del surrealismo debida a Benjamin quien explica que “Los surrealistas comparten efectivamente con los románticos … una poética del sueño. Pero se diferencian radicalmente por la índole de los materiales con que elaboran sus formaciones oníricas … el sueño se ha vuelto gris. Los sueños se dirigen ahora hacia lo banal … hacia lo que vuelve el rostro la sustancia de los sueños es el “kitsch” (II,2,620). La relación que el surrealismo establece entre el sueño y el “kitsch” es la marca de su estética y de su radical modernidad … En el matorral de la protohistoria los surrealistas descubren el árbol totémico de los objetos (ibid 622).”[41]

            El otro nivel de análisis está relacionado con el montaje, según la conocida imagen de Lautréamont, se trata de yuxtaponer objetos provenientes de áreas y usos diferentes, tal como sucede en los sueños, sin ninguna lógica. Es en las viviendas de la ciudad anarquista americana donde encontramos el sueño surrealista:

            “Las moradas de la ciudad anarquista, eran elegantes chalets de vidrio de una sola pieza fundidos en moldes gigantescos por medio de la electricidad. Los había de diferentes dimensiones y colores, predominando el naranja, azul oscuro, granate y verde. El mayor número de estos palacetes tenía tres piezas: una alta. Los demás sólo tenían una. Estaban destinadas para aquellos que querían aislarse … aquellos que necesitaban compañía eran para dos personas, teniendo así cada uno su dormitorio y sirviendo la pieza restante a la vez de comedor y de salón (pag. 74). La arquitectura de estos chalets era una feliz combinación de estilos etrusco y japonés, tenían todos una baranda o galería circular, sostenida por columnas de vidrio de colores combinados de bonito efecto decorativo. La techumbre de estos pequeños castillos encantados, estaba dispuesta interiormente en forma de bóveda luminosa. De sus diminutas cúpulas transparentes caía de noche de focos eléctricos invisibles, dulce pero suficiente claridad. Grupos de chalets surgían de distancia en distancia por entre las siluetas de las palmeras gigantes que abrían sus soberbios parasoles sobre las finas flechas de los puntiagudos techos, que traspasaban la enmarañada frondosidad de los jazmines trepadores, en lucha rival con los espinosos rosales. Artísticos puentes aéreos, de cuyas balaustradas, los malvones hiedra colgaban en guirnaldas floridas, unían estas deliciosas moradas … formando verdaderas cascadas de flores que caían desde los balcones hasta el suelo (pág. 72).” [42]

            Frente al plano de la ciudad anarquista, la primera imagen que aparece en la mente es la de un juguete armable en forma de árbol de Navidad. Ramas de pinos en los cuatro costados de la pirámide, con luces de colores en pompas de cristal. Esta imagen refuerza la de un sueño adolescente o infantil, que de alguna manera se intuye en su organización social. El árbol de Navidad no forma parte de la tradición en la Argentina hasta mediados del siglo XX, de modo que se trata, probablemente, de recuerdos europeos. Dentro de la obra aparece el mismo Super, como representante de la influencia directa de Nietzche, y Zaratustra es discutido dentro del texto. Existe a mi parecer un nivel consciente y otro inconsciente de influencia nietzcheana, siendo el segundo mucho más profundo. Yo creo que algunas de estas imágenes se encuentran presentes en Nietzche dentro del Zaratustra[43]. Por ejemplo: “Y yo que me llevo bien con la vida, creo que nadie conoce mejor la felicidad que las mariposas y las pompas de jabón y lo que a ellas se asemeja en los hombres.” Nietzche está defendiendo aquí todo lo ligero, lo amable de la vida, frente a su pesadez. Y:“el amarillo intenso y el rojo ardiente, esto es lo que para mi gusto deseo, sangre en todos los colores: Más quien su casa blanquea me revela que es un alma blanqueada”. Y: “Soy feliz viendo las maravillas que engendra el ardiente sol, tigres y palmeras y serpientes de cascabel”. Véase el dibujo del plano de Quiroule (las palmeras aparecen en el relato), las serpientes y tigres se descubren dentro del dibujo coloreado.[44]

            Aquí se pone en juego un tercer nivel de análisis, la búsqueda de lo inconsciente en lo profundo de la psiquis humana. La lectura de Nieztche y su influencia, existen en Quiroule a nivel perfectamente consciente, pero existe además otro nivel, un nivel de influencia totalmente inconsciente, no reconocido tal vez nunca por él mismo y que se conecta con lo más profundo del ser. Allí es donde la influencia de Nietzche y su poética se hace fuerte en Quiroule. Y allí es donde, por lo tanto, Quiroule se muestra como un surrealista.

            Veamos lo que Breton (ibid Pág. 110) nos dice sobre las ciudades:“Ciudades también de talento en las que los edificios estaban coronados por estatuas animadas (recuérdese el Coliseo de Quiroule en la ciudad anarquista y el “kitsch” de las estatuas gauchescas), en la que todos los palacios, todas las fábricas tenían forma de flor”. Y recordemos el amor por la ruina, presente en lo surreal:“Llevadla al foso de aquel teatro, en donde latía con fuerza hace tres años, el corazón de una capital que ya he olvidado” (Breton, p. 74). Compárese con la olvidada y ruinosa capital de nuestras pampas, “Las Delicias”, descrita al finalizar la obra de Quiroule (ibid p. 269 y 272) donde hasta las imágenes resultan surreales. Deseos solidificados en Dalí y ríos inmovilizados en Quiroule,

            “Mucho tiempo había pasado desde aquella fecha memorable. Sobre “Las Delicias” abandonada pesaba ahora un silencio profundo e impresionante … barrios enteros habían sido literalmente invadidos por la vegetación de los antiguos parques y paseos públicos … las calles expuestas al sol … invadidas por el cardo gigante de hojas de un blanco mate parecían ríos de plata inmovilizados en su curso. Más lejos una alta chimenea de fábrica formada de azules campánulas, hasta la mitad de su altura …”

            Volviendo a la interpretación benjaminiana, nada más “kitsch” que todo esto. Las viviendas de cristal de colores, los “palacetes” encantados, así como la “feliz combinación de etrusco y japonés”, que componen su estilo. Y por otro lado aparecen los contrastes, viviendas prefabricadas en vidrio en medio de un bosque, los molinos de viento, todo ello al lado de casas futuristas. Todo ésto compone un cuadro de anticipación del surrealismo que no parece casual. No se trata sólo de una cierta ignorancia frente a los problemas del planeamiento o del estilo, sino de una decidida forma estética del “kitsch”, que no aparece por ejemplo en Dittrich y jamás hubiera aparecido en Sarmiento.

            Desde luego, la condición de utópico lo acerca sin duda al surrealismo, lo convierte sin quererlo en uno de sus antecedentes, pero creo que el caso de Quiroule es paradigmático. Hay algunos niveles de superposición en las formas de organización, las fábricas, los aviones, situados en un pueblo de escala diminuta, que resulta surrealista dentro del relato. Si el objeto surrealista ha perdido su valor de uso y se convierte en fetiche, el aeroplano resulta a su vez descontextualizado en un pueblo de 10.000 habitantes. La relación ideológica es inmediata entre el movimiento surrealista y el anarquismo quirouliano: “todo está aún por hacer: todos los medios son buenos para aniquilar las ideas de familia, patria y religión” (Breton, p. 168). Existen probablemente una cantidad de ejemplos paralelos a éste, uno de ellos es el de las grutas de la Recoleta, debidas al jardinero Courtois -estudiado por la Lic. Sonia Berjman, aunque en otro contexto[45]– también francés, lo que indicaría que la interrelación de los franceses con nuestro medio, es capaz de generar un estilo surrealista (o kitsch, en el sentido que le ha dado Benjamin).

            Creo que esta observación es menos banal de lo que parece a primera vista, puesto que la yuxtaposición de costumbres y de idiomas, de culturas deviene en surrealismo. En cierta manera se ha perdido el valor de uso de las formas importadas y sólo han quedado las apariencias externas en un contexto que les es ajeno, de allí la apariencia de sueño de estas producciones. Pero cuanto más articulado el pensamiento (por ejemplo, el francés), más posibilidades surreales aparecen al mezclarse con nuestro medio. Y de allí el carácter surreal de nuestra historia, surrealismo que deviene “kitsch”. Este empleo de la “rocaille” en la Recoleta proyectada por Courtois y encargada por Alvear, resulta a la vez “kitsch” y surrealista, en un contexto privado totalmente de piedras, como es la ciudad de Buenos Aires, pero por otra parte, la roca pertenece a la tradición “kistch” -Bomarzo- y a la surrealista -Magritte-, sobre todo cuando está utilizada fuera de su lugar natural. Por ejemplo: “Las rocas están en la sala. Las bellas rocas en las que el agua duerme, las rocas tienen una altura inmensa, las blancas águilas dejan plumas en ellas y cada pluma es un bosque” (Breton, op. cit. 133).

            Existen algunos ejemplos de “kitsch” en los salones de exposición de la época, en las construcciones de Parque Lezama y naturalmente en todo aquello que resulta efímero y banal, según las mismas definiciones aportadas por Aragon. “Entrad, que aquí se encuentra el reino de lo instantáneo”, dice en Los campesinos de París. La casa de cristal parece haber sido considerada por Breton como un símbolo del movimiento surrealista. Esta observación pertenece a la Lic. Silvia Valdés, quien conoció personalmente a algunos surrealistas. Véase por ejemplo Breton (op. cit. p. 39) donde dice:“…una frase harto rara que llegaba hasta mí… y la frase me pareció muy insistente, era una frase que casi me atrevería a decir: ‘estaba pegada al cristal’”. La forma usada por Breton revela su preferencia por lo acristalado. Presente, por otra parte, en otros fragmentos de sus obras.

            Creo que aquí se hace evidente la coincidencia y afinidad entre surrealistas y anarquistas. El cristal, ¿por qué estas viviendas acristaladas? Valdría la pena reflexionar sobre el material antes de analizar las formas. ¿Por qué vidrio? En parte naturalmente porque el vidrio parecía constituir el futuro de la arquitectura moderna. Yo, personalmente, no encuentro una relación directa con el Crystal Palace de Londres (mitad del XIX). Creo más bien que Quiroule conocía la importancia del vidrio en la arquitectura moderna futura, que ya se había expresado en algunos pabellones de exposición de la época. Epoca, sin duda de las más creativas dentro de los movimientos plásticos y literarios. Por otra parte, tal vez el vidrio tuviera alguna relación con lo comunal, como una especie de simbolismo de la trasparencia. Ya Moro decía: “Todos expuestos a la mirada de todos … se entregan al trabajo cotidiano o a un honesto esparcimiento”. Y Dos Santos dice respecto[46] a los amaurotanos:“Gustan de la idea de trasparencia, creen en los instrumentos del saber que permitirán eliminar laberintos, iluminar calles y callejones y ver lo que ocurre más allá de las paredes.”[47] El vidrio viene a cumplir un viejo ideal, la vida de cada uno está expuesta a la mirada del otro. 

            Nada se oculta tampoco en la ciudad anarquista, salvo el amor en lo profundo del bosque. Sin embargo, este sentido de trasparencia es dual en Quiroule (un individualista) y existe una fuerte contradicción entre el material trasparente de las viviendas y su situación dentro de islas de vegetación tortuosa, que, a la vez que exponen, ocultan a la mirada. Lleva impreso el simbolismo del conflicto constante entre individualismo y comunismo, que ha sido patrimonio de los pensadores anarquistas (recordemos a Kropotkin y su rechazo a la vida común, mientras que por otro lado adopta una actitud nostálgica frente a la forma comunal de trabajo medieval). De la misma manera, la construcción futurista a base de grandes moldes a electricidad anticipa la máquina de habitar, la vivienda automóvil, y se opone a la situación en el bosque, y a su desorden formal y nostálgico, a los molinos de viento, etc.. Recordemos que Molina y Vedia utiliza también el vidrio en su proyecto de ciudad anarquista en 1913 -un octaedro doble vidriado- pero su estética se emparenta ya decididamente con el movimiento moderno. Es evidente que el cristal no pertenece al surrealismo como exclusividad (por otra parte, los surrealistas como movimiento no fueron constructores del habitat surreal, sólo admiradores del cristal). En Viena, ciudad de vanguardia entonces, aparecieron al mismo tiempo las escuelas expresionistas y surrealistas, tal vez con más fuerza la primera. De cualquier manera, Quiroule participa también de ambos movimientos, el “kitsch” y modernismo -si tenemos en cuenta que la prefabricación y sobre todo, el tratamiento dado a los muebles revelan a un vanguardista.

            Pero el mayor acierto en la interpretación del uso del vidrio, se encuentra en Benjamin[48], en el capítulo “Habitando sin huellas” y en la cita sobre Brecht: “Borra las huellas”. Se trata aquí de borrar las huellas del espíritu burgués impresas en sus viviendas y se refleja con certeza la afinidad entre lo surreal y su preferencia por el vidrio, y lo político y su preferencia por lo despojado, lo austero, aquello que borre las huellas del espíritu burgués, en lo cual coinciden Quiroule y Benjamin a 30 años de distancia y en distintos continentes, lo que confirma la importancia de Quiroule como precursor.[49]

            Termino esta breve incursión por la estética surrealista con una cita de Dalí:“ningún esfuerzo colectivo ha conseguido crear un mundo de sueños tan puro y tan inquietante cual estas construcciones “modern style”, que constituyen al margen de la arquitectura, en sí mismas, verdaderas realizaciones de deseos solidificados, en la que el más violento y cruel automatismo revela dolorasamente el odio hacia la realidad y el deseo de hallar refugio en un mundo ideal, tal como ocurre en las neurosis infantiles”.[50]

La imagen de ciudad

            Joaquín Alejo Falconnet (Quiroule) nació en la ciudad de Lyon, en Francia en 1867. “Lyon precedió cronológicamente a la epidemia insurreccional de las ciudades de Francia. Allí fue la revolución de Septiembre la chispa que provocó el incendio, en ella se enarboló la bandera roja … Esta especie de Comuna Lyonesa, en la que Bakunin tuvo un papel poco definido, carecerá de perspectivas”. Después de abril: “prosiguió la represión y más de 140 personas fueron condenadas a prisión o deportadas”.[51] Puesto que Quiroule llegó a Buenos Aires “a edad muy temprana”, es bastante posible que su familia se contara entre los exiliados de la Comuna francesa de 1871. Quiroule escribió tres obras sobre la futura ciudad anarquista: la primera: Sobre la ruta de la anarquía (1909), la segunda, La ciudad anarquista americana (1914) y la última, En la soñada tierra del ideal (1920). Además de su militancia y colaboración en El Perseguido, La Protesta y La Liberté, escribió varias obras de teatro, obras de corte filosófico y científico, ensayos sobre el sexo, etc.. Al morir su mujer, abandonó la militancia y se recluyó en Misiones. Trabajó en La Nación y en otras editoriales como impresor. Murió en 1938 en Buenos Aires, sin haber regresado a su país. Fue autor de cuentos y novelas policiales y se lo considera un precursor del ecologismo. Esta fue su vida, pero, ¿la imagen de su ciudad ?

            Toda fantasía se origina en alguna realidad y la fantasía espacial y social que genera una imagen de ciudad, no puede más que heberse apoyado en aquella que fue la primera imagen sensorial del espacio vivido.[52] En el caso de Quiroule, se trata de una imagen doble, la de la ciudad de origen (Lyon) y la de su segundo país (Buenos Aires). Es la imagen del exiliado. La ciudad de Lyon era cabeza de una rica zona industrial, la de los tejedores de seda, que habitaban el barrio de “La Croix Rousse”, barrio de viviendas de varios pisos. “A pesar de sus grandes industrias, esta parte de Francia ha conservado su aspecto rural” (y sus talleres artesanales).[53] Sólo que Quiroule llegó a Buenos Aires “a edad muy temprana”, alrededor de los cuatro años, según se cree. ¿Conservaría algún recuerdo infantil de Lyon, como hecho sensorial? Creo que casi puede descartarse y que la imagen de ciudad que estructuró la sensibilidad de Quiroule, fue la nuestra y se formó dentro de nuestra cultura espacial. Sin embargo, la imagen social, la imagen (doble también) que se genera desde la ciudad y región de Lyon, a la vez fuertemente industrializada y sin embargo también rural y artesanal (imagen social transmitida probablemente por sus padres y el grupo francés) puede haber influído grandemente consolidando así los conceptos kropotkinianos que coincidían en esta doble imagen (medieval y futurista a la vez). Es posible que esta doble mirada o doble imagen se haya vuelto a desdoblar dentro de un país como el nuestro casi totalmente rural, pero con una ciudad como Buenos Aires en franco despegue hacia la industrialización, todo lo cual ha de haber contribuído a dar forma a su heterogeneidad y a su «heterotipia», como diría Foucault y, por lo tanto, a su aspecto surreal.

Como conclusión

            He tratado de penetrar en el mundo imaginativo de Quiroule, pero ésto no significa olvidar sus convicciones o su proyecto social, en todo caso él no lo olvida ni un momento dentro de su obra. En página 278 dice, cuando habla del capitalismo: “el trabajador debía habitar barrios determinados, llamados ‘barrios obreros’”, frase que resume la posición del anarquismo en relación a la vivienda obrera (dentro del capitalismo). El anarquismo se opuso siempre al confinamiento de la clase obrera en barrios especiales.

            En cuanto a ésto me parece interesante hacer referencia a un artículo de Catherine Cooke sobre la ciudad soviética: “el Dádá y el Socialismo se presentaron en algún momento como los aspectos DEconstructivo y REconstructivo del Modernismo. Tal vez pueda argumentarse más plausiblemente que el sueño de la vanguardia socialista en todas partes era que ese estado de máxima entropía … estuviera al alcance de todos.” Dice Cooke: “el equivalente político del Dádá, es el anarquismo”. Son palabras muy discutibles, dado que Cooke separa los movimientos culturales internos de la Unión Soviética en dos corrientes antagónicas, pero lo interesante es la reflexión siguiente: “tal nivel de espontaneidad en la experiencia personal, tal nivel de indefinición en el sistema de valores, representa un nivel de inseguridad psicológica demasiado alto para la mayoría de los seres humanos”. ¿Es esto cierto? Tal vez haya que reflexionar sobre los tiempos, los tiempos anarquistas y los socialistas: los anarquistas trataron de resolver todos los problemas al mismo tiempo, los socialistas fueron fragmentando los problemas en espacios temporales. La ciudad anarquista da la impresión de un escenario donde la vida cotidiana es paradisíaca, por eso mismo porque es ideal y no real, más interesante, más justa, más vital pero fuera de la realidad. Félix Weimberg dice: “Pero es terreno vedado discutir a los autores de las utopías acerca de la factibilidad y aún de la razonabilidad de los cambios sugeridos. Las obras de este género se juzgan por lo que dicen y no por lo que creemos que debieran decir”.[54]

            Como conclusión, quisiera agregar que encuentro que la vida de Quiroule, vida ejemplar y “singular”, ilumina de manera nueva la historia de nuestras utopías. Y que el descubrimiento de tales utopías es prueba de que, en nuestra identidad, nuestras aspiraciones y deseos, aún los más inconscientes y no analizados, ocupan, junto con nuestro pasado y nuestro presente, el lugar más central. Todo ésto nos conecta con nuestros sueños más profundos, con lo surreal de nuestra personalidad nacional.


Notas

[1]Moro, Tomás: Utopia, Alianza Editorial, Madrid, 1995.

[2]Weimberg, Felix: Dos utopías argentinas, Hyspamérica, 1986, p. 7.

[3]Cepeda, Alfredo: Los utopistas, Ed. Hemisferio, 1950, p. 50.

[4]Vanossi, Reinaldo: “La influencia de Mazzini en la Argentina”, en La Nación, 23 de abril de 1995.

[5]Vázquez, Silvia: “Pierre Quiroule, una existencia singular”, en: Gutiérrez Ramón y otros: La ciudad anarquista americana, Ed Tuero, 1991.

[6]Oved Jacob: El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina, Méjico, Siglo XXI, 1978, p. 37.

 [7]Ibid., p. 43. Dentro del grupo de El Perseguido militaban además Beltrán Cosini, Fortunato Serantoni, Ingla Lafargue, Cerambide, B. Salheens, M. Requena, S. Requena, J. Roux, Ragazini

 [8]Emile Pouget, fué redactor de Pere Peinard (1889-94) y más tarde utopista-sindical (citado en Esbozo de historia de las utopías, de Max Nettlau, Tuero, 1991.

 [9]Oved, Jacob,   op. cit.,  p. 47.

[10]Vázquez, Silvia: op. cit., p. 118.

[11]El arquitecto Julio Molina y Vedia, nació en Buenos Aires en 1873 y murió en 1973, un siglo después. Trabajó en Buenos Aires, construyendo varios edificios y en Bahía Blanca, donde fué Rector del Colegio Nacional. Debo agradecer a su nieto, el arquitecto Juan Molina y Vedia, todos los datos sobre su vida y obra.

[12]Vázquez, Silvia, op. cit., p .161.

[13]Weimberg Félix.  op. cit.

[14]Es interesante señalar la forma en que los socialistas de Dittrich pretenden resolver sus discrepancias con el anarquismo: todos los anarquistas del mundo deben ser llevados a Irlanda y los irlandeses a la Patagonia. Tiene su antecedente en The Island of Anarchy (1887), Cheswich Press, Londres, la deportación de los anarquistas a una isla donde todos se morían, quedando vivo Kropotkin. Citado por Max Nettlau: Esbozo de historia de las utopías, Tuero, 1996. Para Quiroule, sin embargo, en el momento en el cual deben unirse para la lucha, lo hacen “socialistas, sindicalistas y anarquistas”. En cuanto a la organización social, la forma universal de gobierno, la Gran Sociedad y el Gran Consejo, pueden resultar análogos a la posibilidad de gobierno universal que plantea Quiroule, si bien éste lo hace realidad desde un punto de partida bélico mientras en Dittrich todo sucede felizmente.

[15]Kropotkin, P.:  Obras, p. 7.

[16]Nietzche Federico: Así hablaba Zaratustra, Marymar, 1980.

[17]Ibid., p. X de la “Nota Preliminar”, de Percy Lemos.

[18]Danto, A.: “Nietzche”, en O’Connor: Historia crítica de la filosofía occidental, Paidós, 1983, p. 219.

[19] Moro Tomás:  op. cit., p.  119.

[20]Quiroule, Pierre: La ciudad anarquista americana, La Protesta, 1914, p.  62.

[21] Moro, Tomás,  op. cit.,  p. 131.

[22]Quiroule Pierre,  op. cit.,  p. 62.

[23]Verne, Julio: Los quinientos millones de la Begum, citado por M. Marta Lupano en: “Villa Flandria, un ejemplo de utopía Social-cristiana”,  Colección crítica del IAA, FADU-UBA, dic. de 1995.

[24]Nettlau Max: op. cit., p. 96. En esta misma página, Nettlau cita en un largo párrafo las tres obras utópicas de Quiroule. Existen por supuesto una gran cantidad de utopistas de tendencia libertaria, algunos como Rossi, creadores también de poblaciones concretas como la colonia “Cecilia” en Brasil, pero no han alcanzado la misma difusión que los utópicos clásicos. Max Nettlau cita una pieza teatral de Lucien Descaves (París, 1903) representando la vida cotidiana en una colonia, lo cual da pie a la creación de otras en las Ardenas y Chateau Thierry, en Provenza, en Túnez (1912), a las cuales se denominaba “medios libres”.

[25]Aries Philippe: Historia de la vida privada, Taurus, Madrid, 1989.

[26]Tovar Gomez, Luis: “Geografía de lo imaginario”, en: Gutierrez Ramón, op. cit..

[27]En un primer momento me pareció encontrar influencias de Buckingham (Victoria), y de Howard, en Quiroule (Guevara Celia: “La ciudad y el anarquismo”, en Colección crítica del IAA, FADU-UBA, dic. de 1992). En la actualidad no encuentro verdadera relación entre uno y otros autores.

[28]Segre, Roberto: Arquitectura y urbanismo modernos, Arte y Literatura. Habana. 1988.

[29]Laugier, M. A.: “Essai sur l’architecture”, citada por Sica, Paolo: La imagen de la ciudad, G. Gigli, Barcelona, 1977, p. 100. Incluyo esta cita puesto que se refiere al bosque -aldea del siglo XVIII- pero a través de una consulta con la Lic. Sonia Berjman, en la que le pregunté específicamente sobre la jardinería de la época de Quiroule (1914). Ella me informa de la presencia de Benito Carrasco en nuestros parques, el cual regresa hacia Le Notre y los paisajistas del XVII (menos geométricos que los anteriores), es decir, más libre y más cercano al espíritu dieciochesco. En cambio el paisajismo del siglo XIX aparece como mucho más rígido.

[30]Quiroule, Pierre, p. 75.

[31]Ibid., p. 47.

[32]Ibid., p. 184.

[33]Aunque he leído El nuevo mundo amoroso y encuentro algunas relaciones entre Quiroule y Fourier, este libro no fué editado hasta después de la segunda guerra, por lo cual debe descartarse una influencia directa.

[34]Dos Santos Ferreira, Carlos: “A cada forma de dominación, la utopía que se merece”, Summario, n° 100.

[35]Déjacques, Joseph: El Humanisferio, La Protesta, 1927, p. 80. Citado por García, Victor: Utopías y anarquismo, Colección Ciencias Sociales, Méjico, 1977.

[36]Rubén Darío utilizaba un lenguaje lleno de alusiones a la mitología y a los clásicos, pero decía: “Amo más la Grecia de Francia que la Grecia de los griegos” (“Divagación”, en Antología Poética, Losada, 1985) y su admiración por lo francés, puede haberle resultado cercano a Quiroule. Por otra parte, su “Era un aire suave”, dice: “La marquesa alegre llegará al boscaje, boscaje que cubre la amable glorieta donde han de estrecharla los brazos de un paje, que siendo su paje será su poeta” y: “Fue acaso en el tiempo del rey Luis de Francia … la regia y pomposa rosa Pompadour?”…

[37]Kaufman, Emil: La arquitectura de la Ilustración, G. Gigli, 1974.

[38]Quiroule, Pierre: op. cit.,  p. 137.

[39]Kaufman,  op. cit.,  Fig. 147.

[40]Paráfrasis de Lautréamont citado por André Breton: “Situación del objeto surrealista”, 1935, en: Manifiestos, Labor, 1985.

[41]Cita en  Ibarlucia: “Benjamin y el surrealismo”, en: Sobre Walter Benjamin, Alianza, Bs. As., 1993. p. 152.

[42]Quiroule Pierre:  op. cit.,  p. 74.

[43]Nietzche, Federico: Así hablaba Zaratustra, Marymar, 1988, p. 136

[44]Ibid., p. 135.

[45]Ver Colección Crítica del IAA, 1996, n° 66

[46]Moro, Tomás,  op. cit., p. 136.

[47]Dos Santos Ferreira, Carlos,  op. cit.,  p.  22.

[48] Benjamin, Walter: Discursos interrumpidos, Taurus, 1989, p. 154

[49]Dice Noé Jitrik: “Hay un ver bajo formas geométricas metálicas: cubos, rombos…cristales, metales…vidrio…Ante todo crea un clima de abstraccionismo y además remite a la literatura puesto que las tendencias geométricas-cubismo futurismo-gravitan en la configuración del ultraísmo argentino”. Citado por Beatriz Sarlo: Una modernidad periférica, Nueva Visión, 1988. Aunque el ultraísmo es posterior a Quiroule, considero que en la generalidad de su obra teórica se halla la intuición del futurismo.

[50]En Breton, ibid., p. 282

[51]Bourgin, Georges: La comuna, Eudeba, Bs. As., 1962, p.  127

[52]Guevara, Celia:  “Atenas ciudad, espacio y tiempo”. Colección crítica del IAA, n° 57,  junio de 1995.

[53]Kropotkin, Pedro: Campos y talleres,  Júcar 1978. Existe un antecedente muy interesante: alrededor del siglo XVI, en la región lyonesa de Bourbonnais, se formaron algunas comunidades como defensa frente a las guerras y el hambre. Tenían validez jurídica y su sistema, totalmente comunal, prohibía la propiedad privada. La Comuna se hacía cargo de la educación de los niños y todo se producía dentro de ella, menos la sal y el hierro. Las mujeres hilaban y cosían sus propios vestidos sobre un patrón común casi invariable. Muchas de estas comunas fueron disueltas alrededor del siglo XVIII, pero la más importante, llamada Pion de la Montagne, persistió hasta 1871. La coincidencia entre esta comuna y la ciudad anarquista es evidente. No se puede asegurar que Quiroule la haya visitado, pero de alguna manera, esta imagen perduró en el exilio a través del recuerdo. Además, aparece en el texto una forma de “comics” que recuerda la huella de los muñecos de Lyon (grandes muñecos que cuelgan de los huecos urbanos y representan distintos personajes).

[54]Weimberg, op. cit.,  p. 7.


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