Trece Rosas es la agrupación feminista de Razón y Revolución. Razón y Revolución es un partido político que se define como socialista y revolucionario. Su objetivo es la eliminación del capitalismo y la construcción de una sociedad sin clases, es decir, sin explotación. Define a la Argentina como un país capitalista desarrollado que ha llegado al punto en el cual, o continúa desbarrancándose como consecuencia de la acción de las relaciones sociales que la dominan, o busca una salida fuera de ellas. Socialismo o descomposición, esa es la alternativa que enfrenta hoy la población a la que el capitalismo nacional y mundial someten todos los días en este territorio. RyR entiende, a su vez, que no puede existir la dominación capitalista si esta no se proyecta al conjunto de relaciones humanas y las subordina a su lógica. No puede, por lo tanto, establecer una verdadera igualdad de género, por la misma razón que no puede dar vida a una verdadera igualdad en general.
En el campo del género, las relaciones capitalistas se apoderan de y generan ideologías y estructuras sociales que provienen del nacimiento mismo de la sociedad de clases. En particular, el patriarcado es adoptado y adaptado a las necesidades de la dominación de clase. Esta estructura le permite dividir a la clase obrera y establecer mejores condiciones de explotación general sobre todo el proletariado y, en particular, sobre las mujeres obreras. Así, la opresión se suma, se mezcla, se imbrica y refuerza con y a la explotación, en un sistema único y solidario. No se puede luchar contra el capital y por el socialismo si no se lucha en el mismo nivel y simultáneamente contra el patriarcado. No hay socialismo sin feminismo, no hay verdadera revolución socialista que no sea feminista.
En el mismo sentido, todo feminismo que no ataca de raíz la base misma de la opresión de género, es decir, la sociedad de clases y la explotación social, se queda en la superficie del problema, acepta las componendas con las que la burguesía reacondiciona sus estructuras de dominación y, en el mejor de los casos, termina promoviendo ventajas de género a las mujeres de la clase dominante, que se “liberan” del patriarcado solo para utilizarlo como instrumento contra sus propias “congéneres”. En conclusión, el feminismo que no es socialista no es feminismo.
Trece Rosas se propone un combate frontal al patriarcado como sistema de género/clase, negándose a considerar como resultado “automático” tanto el triunfo del feminismo simplemente porque se ha iniciado una transformación socialista, como rechazando que el patriarcado sea un instrumento exclusivo de la burguesía. Del patriarcado se benefician todos los varones, lo sepan o no, lo utilicen o no. Por eso, no se puede esperar a la instalación de la “nueva sociedad” para desarrollar una cultura y una moral antipatriarcal. Esa tarea se hace de cara al conjunto de la sociedad, pero comienza en el interior del partido mismo. Los compañeros varones del partido revolucionario tienen la obligación de ser feministas y antipatriarcales, porque la lucha los incluye, no solo como aliados necesarios, sino como interesados directamente en ella.
Qué proponemos
Sororidad
Sororidad es el nombre de una ideología que busca imponerse en el conjunto del “colectivo” mujer. Alude a que las mujeres tendríamos, en tanto colectivo, una lucha común que nos hermana. Suena bien, pero hay que ponerse en guardia ante una ideología que pretende diluir las diferencias de intereses de clase que dividen al colectivo. Antes de aceptar la sororidad acríticamente debemos acordar cuáles son los términos de esa lucha y las estrategias para lograr lo que queremos. Sencillamente porque no todas buscamos lo mismo, porque no todas las mujeres tenemos los mismos intereses. La diferencia determinante entre los intereses de las mujeres está dada por la clase. Las mujeres de la clase dominante no tienen preocupación alguna por resolver para todas temas centrales de nuestra lucha, como la prostitución o el aborto, por dar un par de ejemplos. Si el género nos obliga a enfrentar la opresión junto con las mujeres de la burguesía, la diferencia de clase nos separa. Necesitamos construir una sororidad clasista, socialista, que se enfoque en destruir este sistema social y económico capitalista y patriarcal.
Prostitución
Enfrentamos por estos días una avanzada de sectores burgueses y pequeño-burgueses por la legalización y la reglamentación de la prostitución. Esta avanzada se esconde detrás de una organización que se pretende proletaria sin serlo, AMMAR, y que desarrolla un programa político burgués y proxenetista. Se coloca en papel de víctima y se queja del abolicionismo que domina, supuestamente, al Estado argentino. Como todas sabemos, el abolicionismo del Estado es completamente formal, es la cobertura para una densa trama de negocios y mafias que se extiende por todo el sistema político, judicial y policial. Se niega la prostitución bajo la forma de proxenetismo, pero no se hace nada real por erradicarla. En la práctica, la prostitución en Argentina está “legalizada” de hecho. Trece Rosas lucha por un abolicionismo real. Estamos en contra de la legalización formal, de la reglamentación del proxenetismo o de su forma encubierta como trabajo “autónomo”. La prostitución es parte del dispositivo patriarcal y constituye un obstáculo de la lucha feminista. Debemos incluso avanzar hacia la penalización del cliente y de todos los que faciliten la prostitución: sin cliente no hay prostitución, sin prostíbulo no hay prostitución, sin “privado” no hay prostitución, sin “zona roja” callejera, tampoco.
Femicidios
Todos los días nos levantamos con la noticia de una nueva muerte. Una mujer muere, por el solo hecho de serlo, cada 24 horas. Nos enteramos solo de los casos más escandalosos. También nos enteramos de un largo proceso que culmina en un femicidio, pero que está precedido de una etapa de violencia creciente, cuando ya no tiene remedio. La respuesta hasta ahora ha sido marcha tras marcha sin que cambie demasiado. Es necesario exigir una lucha sistemática contra la violencia de género, primero desde el conocimiento: nadie sabe cuántas son realmente. Exigimos una “CONADEP” para que estudie el fenómeno y pueda ofrecernos una idea de su magnitud real. Queremos educación contra el sexismo y la violencia de género desde la infancia. Queremos un fuero especial para la resolución rápida de los casos. Un sistema de alerta y búsqueda temprana de las mujeres desaparecidas y una policía especialmente dedicada al tema.
Aborto
Las muertes por abortos clandestinos son también femicidios. Este es un crimen social perpetrado cotidianamente por el Estado contra las mujeres obreras. Para un estado burgués no legalizar el aborto no significa que no se realice. Las que cuentan con los medios económicos lo llevan a cabo en condiciones médicas seguras. Las otras nos exponemos a morir. Por eso no alcanza con la legalización. Luchamos por el aborto libre y gratuito.
Alquiler de vientres / Ovodonación
Un nuevo lujo burgués se ha puesto de moda: el alquiler de vientres. No importa si se trata de homosexuales, travestis o modelos que no quieren perder su figura, el alquiler de vientres y la donación de óvulos supone un nuevo paso adelante en la mercantilización del cuerpo de la mujer obrera. Rechazamos esta nueva esclavitud y llamamos a luchar por una ley eficiente de adopción.
Muy Claro! y muy concreto
Una recomendación es buscar conexiones internacionales que coincidan con ustedes, les recomiendo Marina Pibernat Vila, este es su blog https://ladyaguafiestington.blogspot.com/
Gracias
Detesto la idea de competir por ser una víctima. Y no niego que la cultura ha explotado a las mujeres. Pero en vez de ver la cultura como un patriarcado — o sea, una conspiración de hombres para explotar a las mujeres — , pienso que es más acertado entender la cultura (p.ej., un país, una religión) como un sistema abstracto que compite con sistemas rivales; y que usa tanto a hombres como a mujeres, a menudo de maneras diferentes, para promover su causa.
Cuando digo que estoy investigando cómo la cultura explota a los hombres, la primera reacción normalmente es «¿Cómo puede decir que la cultura explota a los hombres, si los hombres lo controlan todo?». Es una objeción válida y ha de tenerse en cuenta seriamente. Invoca a la crítica feminista de la sociedad. Esta crítica empezó cuando algunas mujeres se fijaron sistemáticamente en la cúspide de la sociedad y vieron hombres por todas partes: la mayoría de los gobernantes, presidentes, primeros ministros, la mayoría de los miembros del Congreso y parlamentos, la mayoría de los directores ejecutivos de grandes empresas, etc. son hombres en su mayoría.
En vista de todo esto, las feministas pensaron, vaya, los hombres lo dominan todo, así que la sociedad está hecha para favorecer a los hombres. Debe de ser estupendo ser hombre.
El fallo de este punto de vista está en fijarse solo en la cúspide. Si por el contrario miramos hacia abajo, al fondo de la sociedad, vemos que ahí también hay sobre todo hombres. ¿Quién está en prisión, por todo el mundo, como criminales o prisioneros políticos? La población del Corredor de la Muerte nunca se ha acercado al 51% de mujeres. ¿Quién vive en la calle? De nuevo, sobre todo hombres. ¿A quién usa la sociedad para trabajos malos o peligrosos? Las estadísticas del Ministerio de Trabajo de los Estados Unidos [US Department of Labor] informan de que el 93% de las personas fallecidas trabajando son hombres. De manera similar, ¿quién muere en las batallas? Incluso en el ejército estadounidense actual, que ha hecho mucho por integrar los sexos y ha puesto a las mujeres en combate, los riesgos no son iguales. Este año sobrepasamos la marca de las 3.000 muertes en Irak, y de esas, 2.938 fueron hombres, 62 mujeres.