Testimonio de un trabajador de Cliba (Santa Fe capital)

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El conflicto de Cliba Santa Fe se remonta a los meses de septiembre y noviembre de 2019, cuando la gerencia central, en Capital Federal, anunció el retiro de sus servicios de recolección de residuos y barrido de calles. El motivo: una deuda que el Municipio de Santa Fe se negaba a pagar y ascendía a la cifra de $ 300 millones de pesos. Según los patrones de Cliba, la facturación solo alcanzaba a cubrir combustibles y sueldos.Lo cierto es que las peleas entre la intendencia macrista y la empresa perteneciente al grupo Roggio, se descargaron sobre los trabajadores. Comenzaron por reducir a cero el turno tarde de barrido y levante de ramas y bolsas de barrido, disolviéndonos en distintos turnos y tareas. Algunos fuimos a cumplir trabajos de seguridad privada, porque Cliba dejó de pagarle a la firma que tercerizaba ese servicio (servicio que, aclaremos, es obligatorio para una empresa de este tipo). Otros la pasaron peor: fueron a hacer recolección de residuos corriendo, y faltos de estado físico, con obvias lesiones y pérdida de días de trabajo y dinero, porque el presentismo es una gran parte de nuestro sueldo. Todo esto, sin cobertura de ART, otro servicio tercerizado que la empresa dejó de pagar. También la empresa comenzó a tomar represalias con los trabajadores a través de suspensiones y cambios de horarios.¿Cuál fue la reacción de nuestro sindicato, camioneros? Nuestro sindicato, envuelto en conflictos internos, y con representantes de esas facciones en los distintos turnos de trabajo, no buscó defendernos. En noviembre nos prometían que la empresa se iba a ir y que todo iba a mejorar: promesas de una nueva empresa que nos incorpore manteniendo nuestra antigüedad e indemnizaciones para los trabajadores de más antigüedad. No obstante, el tiempo pasó y lo único que vimos es como nuestras condiciones de trabajo empeoraban. Aquellos delegados que veíamos todos los días, ya no estaban ni “en línea” en sus celulares.Y esta situación se potenció con la pandemia; ahora la intocable pasó a ser la empresa. Cliba Santa Fe no puede irse hasta que concluya el drama mundial del Covid-19. Y lo sigue haciendo a los ponchazos y sin ninguna inversión. Con camiones destruidos, el servicio se hace igual; con herramientas en mal estado, el servicio se hace igual; con compañeros lesionados, cambio de turnos y suspensiones a la orden del día, el servicio se hace igual. Mientras nuestros delegados brillan por su ausencia y abandono.

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