Sin timón en la tormenta. Alberto y la crisis de la pandemia

en Conti-Santoro/Novedades

En febrero, cuando se discutía el retorno a la presencialidad y medio planeta llamaba a “abrazarnos” con los pibes, nosotros anticipamos lo que iba a pasar. La Corriente Nacional Docente Conti-Santoro, a diferencia de lo planteado por el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y de la Ciudad, avalado por las burocracias sindicales, y en los hechos acompañado por la Lista Multicolor, sostuvimos que no era posible una “presencialidad cuidada”. No hay protocolos, ni contexto epidemiológico de casos cada 100 mil habitantes, que permitan el retorno a la presencialidad. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la presencialidad implica la puesta en movimiento de 20 millones de personas. Bajo la lógica de burbujas, significaba que semanalmente 10 millones de personas van a circular en horarios similares, en el transporte público, a ingresar en espacios chicos y cerrados como son las escuelas por muchas horas. Más aún cuando el grueso del ciclo escolar transcurre en épocas de bajas temperaturas que coinciden con la mayor circulación del virus.

Los resultados de esta política están a la vista. Más de 60 docentes y no docentes fallecidos gracias a la presencialidad y bordeando los 40.000 casos y 700 muertes diarias. El factor decisivo para esta situación fue el retorno a la presencialidad. Todos los gráficos muestran que, 15 días después del retorno a la presencialidad con burbujas, los casos en todo el país aumentaron un 242%. En la Provincia de Buenos Aires, los casos subieron 227%. En CABA un 200%. En Córdoba, un 269%. En Formosa, un 626%. En La Pampa, un 449%. En Mendoza, un 435%. En Neuquén 239% y en Río Negro un 225%. En Tierra del Fuego 123%. En Santa Fe 381%. En San Juan un 723%. en Salta, un 158%. ¿Hay que recordar que todavía no llegó el invierno y que el frío otoñal tardó mucho en aparecer?

Allá por febrero, mientras se hacía hincapié en que los niños y niñas no se contagiaban, pusimos sobre la mesa evidencia. Otra vez, la realidad, lamentablemente, nos dio la razón. Desde el retorno a la presencialidad, los casos entre niñas y niños de entre 6 y 18 años, crecieron 253% a nivel país. En Buenos Aires, 201%. En CABA, 312%. En Chaco, 240%. En Entre Ríos, 486%. En Formosa, 1254%. En La Pampa, 721%. En Córdoba, 307%. En Mendoza, 771%. En Neuquén, 283%. En Salta, 284%. En San Juan, 1925%. En San Luis, 6.767%. En Santa Fe, 294%. En Tierral Fuego, 486%.

Los casos se duplicaron también entre la población que va de 25 a 55 años, siendo hoy la franja etaria más afectada, a sabiendas de que junto a la población escolar probablemente transcurra la enfermedad de manera asintomática. 25 a 55 años es también la franja etaria que corresponde a las madres y padres de nuestros alumnos, es decir, quienes empezaron a movilizarse entre fines de febrero y principios de marzo. Es decir, los niños no solo se contagian, y mucho, sino que también transmiten el virus.

Ante este contexto, la presencialidad cuidada a la que se abrazó todo el arco político y sindical, puso esta segunda ola de contagios sobre la mesa. Medida en casos por millón de habitantes, estamos en cuarto lugar, detrás de los picos registrados por Reino Unido, Francia y Estados Unidos, superando los picos de Brasil, India e Italia. En relación a la cantidad de muertos por millón de habitantes, el pico de ahora se ubica detrás de los picos de fallecidos de Reino Unido, Brasil, y Francia. Podría decirse que, si la pandemia golpeó a países del primer mundo, por qué no podría hacerlo también con un país como la Argentina. La diferencia radica en que, mientras EE.UU. y los países europeos oscilan entre el 35 y el 60% de la vacunación y un ritmo diario que le permitirá vacunar al 70% de su población para el segundo semestre, la Argentina solo vacunó al 18% de su población, con una dosis, y un 5% con dos dosis, mostrando número similares al Brasil de Bolsonaro, y muy lejos de países con una economía similar a la de Argentina como Chile, Serbia o Hungría. Además, Brasil tiene vacunas en fases avanzadas, a diferencia de la Argentina, lo que le podría permitir tener una vacuna propia en algunos meses algo que en nuestro país hoy parece lejano. Es decir, sin vacunas, con solo 4 millones confirmadas que llegarían en estas semanas y que sumarían 15 millones con las ya aplicadas, solo 16% del total de lo necesario para vacunar a toda la población con dos dosis, y todo el invierno por delante. La Argentina probablemente termine en el top 3 de los países que peor manejaron la pandemia. De hecho, muchos especialistas ubican hoy a nuestro país como el peor del mundo para estar durante la pandemia.

Ante este contexto, ninguno de los gobiernos busca asumir la responsabilidad del fracaso al que nos llevaron y anunciar la decisión más acertada tanto desde lo sanitario como desde lo pedagógico: la suspensión de la presencialidad educativa, en todo el país, hasta la vacunación masiva de la población. El principal defensor de la presencialidad educativa hoy es el gobierno de la Ciudad quien dijo que suspende las clases los 3 días hábiles de la próxima semana para recuperar de manera presencial los días 20, 21, y 22 de diciembre. Para Larreta, al menos desde el discurso electoral es presencialidad o nada. Detrás de él, se encolumnan gobiernos como el de Córdoba, quien se resistió hasta lo último a sancionar restricciones, Jujuy, Salta, y Misiones, que decidieron mantener el nivel de apertura que vienen sosteniendo hasta ahora con algunos cierres en los departamentos en alerta. Sin embargo, la presencialidad también la defendió el gobierno nacional, quien fue su principal impulsor y sostenedor de la misma a partir de la figura de Trotta. Kicillof, si no fuese por la miseria que reina en la provincia bonaerense gobernada por el peronismo en 34 de los últimos 38 años que le generaría un estallido social en el conurbano, también apoyaría. De hecho, ya lo hizo a finales del año pasado con el programa ATR. O sea, todos se subieron al barco de la presencialidad y ahora se van bajando con un ojo mirando las camas en hospitales y con el otro los números de las encuestas. Lo concreto es que nadie asegura la continuidad o no de la suspensión de la presencialidad a partir del 30 de mayo. Acuña misma tiene dudas y así lo demostró entrevistada ayer por Clarín. Por lo cual, más allá de los 3 días hábiles de la semana que viene, el principal problema pasa por saber qué sucederá con posterioridad al 30 de mayo, algo que ni los propios gobernantes pueden responder, mostrando la gran dosis de improvisación y oportunismo con la que se manejan en plena pandemia. El escueto DNU del 21 de mayo, al decretar la prórroga del anterior, puede decirse que suspende la presencialidad hasta el 11 de junio. Una medida limitada temporalmente y espacialmente. Temporalmente, porque es un ciclo del virus. Espacialmente porque solo alcanza a las zonas de alerta. Hoy, según el Ministerio de Salud en alerta se encuentran: AMBA y en Chaco, San Fernando; en Córdoba, la Capital; en Neuquén, Confluencia; en Río Negro, Roca; en Santa Fe, Capital y Gran Rosario (Rosario y San Lorenzo); en Santiago del Estero, Gran Santiago (Santiago y Banda).

La necesidad de decretar ya mismo la suspensión de la presencialidad hasta la vacunación masiva, permitiría organizar desde ahora, un plan de educación virtual, repartiendo equipos; instalando conectividad, designando personal pedagógico, técnico, y asistencial; otorgando dispensas a las madres o padres a cuidado de nuestros alumnos; garantizando los ingresos equivalentes a dos canastas básicas para que ningún adolescente tenga que salir a trabajar y ningún miembro familiar tenga que exponerse a retirar las viandas en las escuelas. Esto permitiría tener una educación de un nivel mucho mejor al que tuvimos el año pasado, pero también al sistema presencial con burbujas, que están diezmadas semanalmente por detectarse contagios, casos sospechosos, o familias que no están dispuestas a exponerse y enviar a sus hijos a las escuelas y prefieren optar por una virtualidad que, sin recursos, queda supeditada al esfuerzo y el sacrificio personal de cada docente y familia. No hay que confundirse, el mismo gobierno nacional reconoce que la distribución de equipos (633.000 computadoras) para más de cuatro millones de alumnos es una gota en el desierto.

Por eso, como Corriente Nacional Docente Conti-Santoro, seguimos sosteniendo la necesidad de que se suspenda la presencialidad en todo el país y el consecuente pasaje a la virtualidad hasta la vacunación masiva de la población. Llamamos también a los gremios y corrientes sindicales y políticas docentes combativas, a convocar, allí donde son conducciones, o exigir a las direcciones, allí donde son minoría, a convocar a un paro por tiempo indeterminado hasta que se decrete la suspensión de la presencialidad hasta la vacunación masiva en todo el país.

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