Por Sebastián Cominiello – En diciembre de 2008, se publicaron las cifras sobre pobreza e indigencia correspondientes a la primera mitad del año pasado. Mientras el INDEC informa que un 17,6% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza, mediciones privadas calculan que estaría en un 31,5%.
En efecto, cada índice se muestra más alejado de la realidad. A dos años de la intervención del INDEC, nos entrevistamos con Liliana Gasco, trabajadora en el área del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Liliana forma parte de ATE que, mediante la junta interna del INDEC, dio a conocer un comunicado en febrero último donde se expresa la situación alarmante del Instituto y de sus mediciones. Al respecto Liliana nos muestra un panorama sobre el trabajo en el INDEC hoy día y sus resultados reflejados en los indicadores.
¿Cómo está la situación a nivel político en el INDEC en la actualidad?
La intervención que se inició hace dos años sigue y se trasladó a todos los sectores. Nosotros tenemos una situación laboral donde en algunos lugares se agudiza más, en otros es más leve. A su vez, se nos pone personal externo o se reacomoda personal interno. Pero siempre con el criterio de la lealtad política. Eso es lo que predomina y a partir de allí los criterios profesionales o técnicos o de la capacidad de las personas quedan subordinados. Por ejemplo, yo trabajo en el IPC, donde se perdieron los equipos técnicos. Éstos se reemplazaron y la intervención usa sobre su propia gente el juego de las lealtades. Están todo el tiempo a prueba, vigilados.
En el IPC sabemos que hay gente que por ahí no puede hablar con otra, los que estamos afiliados a ATE o son delegados como yo, tenemos una serie, no digo de persecuciones porque es parte de la tarea gremial, pero las condiciones de trabajo no son las mismas. La gente que adhiere o simpatiza o que a veces se solidariza con las cosas que vienen pasando también es sancionada. Y también se presiona a la gente de diversas formas para adherir a las tareas de la intervención y de UPCN.
El factor, quizá fundamental, que permitió la instalación de la intervención es el acuerdo del gremio oficialista UPCN con el Gobierno. Entonces, lo que nosotros percibimos diariamente es lo que se traslada a lo salarial, porque hay mucho dinero que sostiene la intervención y que se reparte a través sumas extras, como son horas extras, horas censales. El año pasado todo el presupuesto que venía para capacitación prácticamente se dilapidó en una suma que se llamaba “horas cátedra” y que se le pagaba a gente que no estaba dando cursos. Digamos que se degradó mucho, se destruyó no sólo los resultados. Porque a lo que se apunta, lo que públicamente sale, son los resultados. Pero para llegar a esos resultados fue preciso desmantelar la estructura del INDEC, las metodologías, los indicadores, y lo que se trajo fue prácticamente un ejército de 400 personas.
Ahora se publicaron los resultados sobre pobreza e indigencia que, según el INDEC, se encuentra en un 17%, pero según mediciones privadas se posiciona alrededor del 30%.
Eso viene a partir del IPC. Porque hay una Canasta Básica de Alimentos y una Canasta Básica Total, que se calcula con los precios que se relevan en el IPC.1 Entonces el IPC alterado se trasladó a la medición de pobrezaindigencia. La CBT y la CBA se hacen en base a un operativo que se llama Paridades de Poder de Compra del Consumidor (PPCC), que es un comparativo y se hace con las provincias para tener criterios comunes. Bueno eso no se hizo. La conformación de esa canasta tampoco se sabe cómo se hace, o se hace con una canasta de hace muchos años.
Te referís a la nueva metodología de medición del IPC, con una ponderación distinta de los bienes y servicios.
Durante el 2005 y el 2006 se realizó la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGH), que es a partir de la cual se reformulan las ponderaciones del IPC. Ésta es una de las tareas pendientes del 2007. La ENGH no se utilizó, es uno de los operativos que está congelado. Es un insumo que no utilizó el INDEC y que tendría que haber utilizado. Entonces aparece esta nueva canasta con nuevas ponderaciones, porque es cierto que durante la década de los noventa puede ser que pesaron más los gatos en los servicios que en los alimentos, pero tampoco es una diferencia tan importante como para que marcara este resultado, una tercera parte de lo que tendría que dar. Sabemos que con esta metodología de trabajo, dado los cambios que se están dando y la situación que se vive, es muy difícil que se pueda lograr un resultado acorde siquiera a las ponderaciones que dicen ellos.
¿Es decir que ni siquiera se utilizó la ENGH para la nueva medición del IPC?
Claro. Además los toques se hacen sobre los datos relevados. Hay gente que sale a buscar exclusivamente el pan de $2,50. Si el encuestado no lo trae, o trae otro precio, se lo saca, se lo modifica, o se manda a alguien con otras indicaciones a preguntar en la panadería por qué no tiene el pan barato. A la larga, de alguna forma se termina poniendo ese dato. También lo que vemos es que no existe una línea de trabajo, no se impuso una metodología nueva. De hecho en el INDEC cuando arrancó el año base, la prueba piloto del año base 1998, trabajamos en paralelo 2 años hasta que se empalmó. En este caso no hubo empalme, no hubo prueba piloto y no hubo capacitación. Van casi 2 años que no hay capacitación. O sea, que todo el personal que ingresó nuevo no tiene capacitación. No hay trabajo en equipo respecto a los cambios que se hacen. Y además, hay que sumarle este sistema de espionaje, de discriminación, de elección por la lealtad política. De esta manera se destruye lo que es el Instituto.
Con que se modifique sólo el IPC, ¿basta para que todos los indicadores resulten en función de los intereses del Gobierno? ¿Cómo se encuentran los demás indicadores?
Algunos sí, los que serían pobreza- indigencia. Aparte están los de variación salarial. En un momento se nos dijo que nosotros estábamos con los bonistas. Pero precisamente hay bonos que cotizan o se actualizan con los valores del INDEC. En el 2008, la intervención sirvió a los fines demostrar la exitosa campaña de precios y de crecimiento. Lo que vemos es que ahora es tan burdo que se contradice a sí mismo, como pasa con las medidas anti-crisis, donde el INDEC dice que no eran necesarias mientras el Gobierno está pensando cómo resuelve la crisis. El Censo Agropecuario no se terminó, los resultados no están. Se adelantó la fecha, se modificó el equipo y se largó en plena crisis con el campo. Entonces los resultados son los que están. Es muy poco lo que hay del Censo Agropecuario. En el caso de la EPH, el gabinete está frisado. Los datos del Aglomerado de GBA no se pasan al gabinete, lo mismo que los datos provinciales. Los informes no se publican. Lo demás lo maneja gente de la intervención, que tampoco es calificada. Por ejemplo, a la persona que está a cargo de la EPH no lo pueden nombrar director porque sólo tiene secundario. La Encuesta de grandes empresas es una de las encuestas que tiene más profesionales (contadores, matemáticos, gente con especialización en ciencias exactas) pero está a cargo de la mano derecha de Ibrahim y de Moreno. Es muy difícil pensar que sea confiable.
¿En estos momentos queda alguna medición sin alterar?
Prácticamente te diría que no. Hay un sistema en que todo se revisa en la dirección. Y si no satisface se producen sacudones, es donde empieza a haber cambios. Por ahí llegas un día y están reunidos en el segundo piso, con Ibrahim, la gente a cargo y después vienen y empiezan los cambios: sacan a uno, lo reemplazan o tu subordinado pasa a ser tu jefe. Ahora lo que se viene es el Censo de Población. Tenía una dirección con mayoría de sociólogos, gente de muchos años. Se fueron 20 personas o más sin que la intervención pudiera reemplazarlos. Ahí van a tener un problema porque las tareas pre-censales no se están haciendo. El Censo tiene una proyección de 10 años y cuesta mucho dinero. Es una partida que va a llegar y que no sé como la van a repartir. Además tiene que haber un trabajo con las provincias. La dirección prácticamente está devastada.
Notas
1La CBA mide la indigencia, mientras la CBT mide la pobreza.