Las verdaderas cifras del desempleo en la provincia de Capitanich
Capitanich se jacta de que en Chaco hay pleno empleo. Pero, a partir de mediciones más realistas, no sólo encontramos que hay desocupación, sino que ésta supera el 20%. A la inconsistencia de las estadísticas se suma el relato K cuyo objetivo es sostener un régimen que nos lleva a la miseria.
Por Nicolás Villanova (OES-CEICS)
En la película La vida es bella el padre intenta ocultarle a su hijo lo que sucedía en los campos de concentración nazi y su inminente desenlace: la muerte. En un acto de amor desesperado pretende prolongar la inocencia del niño llevando al límite su creatividad. Algo parecido, solo que de manera perversa y para fines inversos, ocurre en Chaco: nos quieren hacer creer que la población chaqueña vive en el país de las maravillas mientras se desarrolla un verdadero genocidio silencioso. Sin embargo, la realidad siempre se impone por más que alguno tenga la ambiciosa pretensión de ocultarla. Aunque el INDEC intente esconder bajo categorías engañosas las verdaderas cifras del desempleo y la gobernación de la provincia haga lo suyo con los datos sobre desnutrición y pobreza, la cruda realidad desmiente estas trampas. Lejos de un acto de amor, la estrategia de Coqui (y del kirchnerismo) durante la última década ha sido enarbolar un relato sobre la base del trastocamiento e inconsistencia de las estadísticas a los efectos de perpetuarse en el poder. No es simplemente consecuencia de una voluntad individual o perversa. Se trata del intento por sostener el régimen político a toda costa, cuya consecuencia redunda en que unos pocos se enriquecen mucho y unos cuantos sucumben en la miseria. En este artículo analizamos la evolución del desempleo en Chaco e indagamos qué hay de cierto en esa idea según la cual, en la provincia más pobre del país, habría pleno empleo.
Pleno desempleo
Si uno visita la capital chaqueña lo primero que se encuentra al llegar a una plaza es a dos o tres personas con unas pecheras que ofician de semáforo humano. El INDEC registra a estos obreros como ocupados puesto que todo aquel que trabaja al menos una hora por semana y todo beneficiario de un plan de empleo no es considerado desocupado. Sin embargo, el sólo hecho de “mover los brazos” no implica estar ocupado para el capital en el sentido de las necesidades requeridas por éste para su reproducción. Dicho de otro modo, los criterios con los cuales el INDEC estima el desempleo son engañosos y encubren a una masa enorme de la población sin trabajo o con trabajo superfluo.
Son justamente estos criterios los que llevan al organismo oficial de estadísticas a suponer que durante el año 2014 el aglomerado del Gran Resistencia se hallaba con pleno empleo. Es decir, no habría una sola persona sin trabajo o que lo buscara activamente. Pero, al sumar a todos los jóvenes que no buscan ni tienen empleo (fuerza de trabajo en potencia pero en desuso) que residen en hogares cuyo jefe es un asalariado pobre, desocupado o desalentado, a la fuerza de trabajo subutilizada que se emplea en jornadas semanales menores a las 12 horas y que alterna momentos de desempleo pleno y a los beneficiarios de planes de empleo, la magnitud de la desocupación cambia sustantivamente.[i] Si bien merma de 2003 a 2008, y luego se estanca, la tasa de desempleo real para este último año fue del 22,4%, cifra que se asemeja a la media nacional (gráfico 1).
En la composición del desempleo real en Gran Resistencia los jóvenes sin trabajo ocupan una proporción elevada y en aumento. Son quienes mayores dificultades tienen para obtener un empleo. Mientras que durante los años 2003 y 2004 constituían el 27%, en los últimos tres años su porcentaje se incrementó a un 80% sobre el total de desocupados (gráfico 2). Incluso, durante el 2014, el 62,3% de los jóvenes sin empleo se hallaba por debajo de la línea de pobreza. No es casual entonces que esta fracción de obreros haya sido susceptible de un conjunto de programas y subsidios. Sólo en lo que va del año 2015 se contabilizaron cerca de 30 mil beneficiarios del Plan PROGRESAR (destinado a jóvenes de 18 a 24 años), cifra que representa el 5,2% del total del país.
Ni con el trabajo ni con los planes alcanza
Además del elevado desempleo, la provincia chaqueña se caracteriza por tener el menor porcentaje de la denominada “población económicamente activa” (PEA) del país, es decir, la suma entre ocupados y desocupados sobre el total de la población. Según las mediciones oficiales, la PEA del Gran Resistencia se estimó en un escueto 29,69% durante el año 2014. Al no registrar desempleo, esta cifra representa sólo a los ocupados sobre el total de la población. Sin embargo, al incorporar a una porción de desocupados que no son registrados como tales por el INDEC y que se incorporan en la población denominada “inactiva”, la PEA se incrementa a un 36,11%. De todos modos, resulta una cifra exigua.
Cabe destacar que, la categoría “PEA” resulta un tanto engañosa. No solo por la ausencia de registro de desocupados que aparecen incorrectamente bajo la categoría de “inactivos” (amas de casa obreras o jóvenes pobres que no buscan trabajo), sino porque a su vez incorpora como ocupados a los asalariados, cuentapropistas y patrones. En este sentido, no se mide la fuerza de trabajo como mercancía explotada por el capital sino a la población que “dice” al encuestador del INDEC que “trabaja” o que no lo hace pero que busca empleo. Un empresario, por más que asista a su establecimiento, no produce nada. Eventualmente, controla el proceso de trabajo. Es el obrero quien ejecuta las tareas y de quien se extrae un valor excedente del que se paga por su capacidad de trabajar.
Evidentemente, el trabajo que la escasa población ocupada aporta no alcanza para garantizar la reproducción normal del conjunto de la población obrera chaqueña. Muestra de ello es que sólo en 2014, el aglomerado del Gran Resistencia obtuvo el promedio de pobreza e indigencia más elevado del país (42% y 11% respectivamente), a pesar de toda la batería de subsidios que emite el Estado. En efecto, sólo en el Chaco se beneficiaron 142 mil niños con la Asignación Universal por Hijo en lo que va de este año, cifra que representa el 4,26% del total del país. A su vez, se otorgaron préstamos a casi 16 mil jubilados y pensionados chaqueños con la Tarjeta Argenta.[ii] Se trata de beneficios procedentes de la caja de ANSES que procuran subsidiar a un porcentaje elevado de la población “inactiva” que se reproduce de manera precaria.
Por su parte, en el año 2007 se estimaba la existencia de más de 70 mil beneficiarios de planes de empleo, entre ellos, 59.630 del programa Jefes y Jefas de Hogar, 9.666 del Emergencia Comunitaria y 1.174 del Plan Mayores. En 2012, el Plan Argentina Trabaja benefició a 4.020 chaqueños desocupados. Como vemos, buena parte de la población chaqueña se encuentra desocupada y al borde de sucumbir en la miseria absoluta. Con todos los planes y subsidios, la provincia tiene el mayor porcentaje de pobreza e indigencia.
Chaucha y palazos
Como hemos visto, Chaco se caracteriza por un enorme reservorio de desocupación y pauperismo consolidado. Ahora bien, ¿cómo sostiene el gobierno actual a una sociedad en estas condiciones? El escenario social de la provincia muestra dos situaciones. En primer lugar, la presencia de una capa de población sobrante extremadamente vulnerable y susceptible de ser seducida con migajas provenientes del gobierno de turno. En este sentido, la miseria que se vive en la provincia del norte del país se expresa por ejemplo en el pago de 100 a 500 pesos o la entrega de un bolsón de comida a cambio de un voto, como ocurrió en las pasadas elecciones de la gobernación. Para muchos, esa plata garantiza la comida de una o dos semanas. Al parecer, ganar una elección en Chaco (y sostener el régimen actual) resulta muy barato.
Sin embargo, no todo se resuelve con chauchas. Otra fracción de la sobrepoblación relativa, aunque minoritaria, se mantiene organizada y lucha por una mejora en sus condiciones de trabajo. En efecto, en los últimos dos años, la ciudad donde se sitúa el corazón del poder político chaqueño, Resistencia, fue el epicentro de manifestaciones (aunque aún son aisladas) en las que las fuerzas de seguridad apelaron a la represión directa para contener mayores desbordes. Los cortes y concentraciones fueron protagonizadas, por un lado, por los obreros estatales (UPCP y ATE) y docentes (ATECH y SITECH) quienes reclamaron aumento salarial por encima del techo fijado por el gobierno provincial; y, por otro lado, por organizaciones sociales de desocupados (MTD 12 de junio, MTD 17 de julio y CCC) y cooperativistas quienes exigieron un incremento de los montos del subsidio de los planes de empleo. Incluso, el 19 de octubre de este año falleció un dirigente del MTD que había sido golpeado por las fuerzas del orden chaqueño semanas antes, durante un corte de ruta en el que se exigía mayor presupuesto para la construcción de viviendas.
Estos gremios y organizaciones de desocupados se encuentran en su mayoría nucleados en una Multisectorial de la que participan algunos partidos de izquierda como el PO y PCR. Es decir, se trata de las mismas agrupaciones que nutrieron la vanguardia del Movimiento Piquetero en el 2001. Incluso, en los últimos meses se plegó a la lucha un sector de los obreros procedentes del sector privado, el gremio de los tanineros, con reclamos por aumento salarial y contra los despidos, quienes también sufrieron la represalia con balas de goma, gases lacrimógenos y detenciones.
A su vez, la elevada presencia de empleo estatal bajo todas sus formas, de planes de empleo y subsidios indican que buena parte de la población chaqueña se reproduce aunque de manera muy limitada sobre la base de las transferencias estatales. Esta situación crea las condiciones para acortar el camino de la impugnación al régimen político. No es casual que la represión se efectúe muchas veces en momentos en los cuales los manifestantes se aproximan a la Casa de Gobierno de la provincia de Chaco, es decir, aquello que simboliza el poder del Estado.
En estas condiciones, la clase obrera chaqueña, ocupada y desocupada, se sitúa en un contexto adecuado no solo para pertrecharse contra el ajuste que se viene (sobre todo en un momento de caída de los precios de la soja y los commodities) y organizarse políticamente, sí, pero también, para intervenir y ofrecer una salida socialista a la crisis. Se trata de explicar pacientemente que otro mundo es posible. De transformar una provincia en la que solo se divierte la burguesía por otra dirigida por los obreros.
[i]Para un mayor detalle sobre la metodología para la estimación del desempleo real, ver: Villanova, Nicolás: “¿Cuántos desocupados hay?”; en El Aromo, n°85, julio/agosto de 2015.
[ii]Datos extractados del Centro Mandela. Centro de Estudios e Investigación Social. Disponible en: www.centromandela.com/?p=13271. Publicado el 23/07/2015.