En la noche de ayer, tras conocerse la noticia de que la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, se encontraba reunida con Cristina frente a la Gobernación en Río Gallegos, cientos de trabajadores se movilizaron para exigir el pago de salarios adeudados y la convocatoria a paritarias. La respuesta fue una feroz represión. Fuerzas especiales antidisturbios de la Policía, junto con refuerzos de Infantería y Gendarmería, atacaron con gases lacrimógenos y balas de goma a los manifestantes. El saldo, al menos tres heridos.
Hace rato que la provincia se encuentra convulsionada. La administración está quebrada, no solo ofrece aumentos salariales irrisorios (3% para los docentes) sino que paga en cuotas y con retrasos de casi un mes. La cobertura de la obra social provincial es cada vez más limitada. Por eso mismo, las movilizaciones de docentes, jubilados, estatales y judiciales son moneda corriente, y no es la primera vez que la gobernadora debe atrincherarse en un edificio para evitar el repudio generalizado de los trabajadores.
Estos hechos dejan en evidencia que el ajuste que descarga la burguesía sobre los trabajadores necesita la represión. Muestran además, por si no quedó claro en la última década, que el ajuste y la represión no son privativos de ningún signo político: kirchneristas y macristas por igual nos condenan a la miseria y a los palos.
Repudiamos enérgicamente la represión a los trabajadores santacruceños.
Por un congreso de militantes y activistas gremiales clasistas que resuelva un plan de lucha nacional y ponga un freno al ataque estamos sufriendo.
