En un mensaje en su página de Facebook, Lucas Poy, militante del Partido Obrero y miembro de la AGD de Filo, que encabeza la “Lista de izquierda” en graduados, acusa a Razón y Revolución de “pasarse” a la lista Historia en Acción que, según la misma fuente, tendría acuerdos con agrupaciones kirchneristas. El argumento es sencillo: el PO sería el único defensor de la “izquierda revolucionaria” en la instancia de la que hablamos. El asunto en sí no tiene ninguna importancia, salvo para clarificar el escenario político. En efecto: la idea de que en una pedestre elección de claustro de una carrera de un departamento de una universidad nacional se esté jugando alguna instancia que tenga que ver con la “revolución”, ya caracteriza el tenor del asunto… No obstante, el episodio tiene su importancia para entender qué se juega realmente en esta elección. Fijemos primero los hechos:
1) El PO nos acusa de compartir lista con grupos que supuestamente tienen alguna vinculación con agrupamientos kirchneristas en el claustro de alumnos. Se olvida de decir que:
- nuestros aliados niegan esa vinculación;
- el agrupamiento que mencionan ni siquiera va en nuestra lista;
- el PO cogobierna la FUBA desde hace seis años con ese mismo agrupamiento;
2) El PO fue invitado a participar de la lista de Historia en Acción en condiciones de igualdad con respecto al núcleo militante que la dirige, que aporta un volumen de votos tres veces mayor. Se le ofreció el segundo cargo en la lista y el primer puesto suplente, con el acuerdo de compartir en pie de igualdad los espacios conseguidos en caso de sacar solo minoría. De modo que, en cualquier situación, el PO se hubiera transformado en el agrupamiento político más importante de la Junta, contando los alumnos.
¿Por qué el PO rechazó una oferta tan generosa? Sus argumentos, tal cual nos los refirieron cuando nos propusieron reeditar la alianza que en la elección anterior formamos, eran los siguientes:
- Historia en Acción es una lista kirchnerista o con fuertes vínculos con el kirchnerismo;
- La lista oficialista va a ganar igual;
- La gestión de la Facultad se va a enojar con la AGD.
Como se ve, todos argumentos que implican una ausencia completa de preocupación por la política que lleva adelante el oficialismo del Departamento que el PO dice combatir. El primero de todos se cae simplemente al leer la declaración conjunta Historia en Acción-Razón y Revolución donde claramente se produce la tan mentada “delimitación” en relación al kirchnerismo que el PO reclamaba como condición para integrarse a la alianza.
Por otra parte, pretender proteger a la AGD portándose bien con los que aplican el ajuste en la Facultad es como mínimo una estrategia derrotista, por no decir cobarde e impropia de luchadores. Miembros de Razón y Revolución y del PO sostuvieron el sindicato casi en completa soledad durante los años ’90 y nunca se les ocurrió hacer genuflexiones silenciosas al poder de turno. Ni qué decir que no presentar la mejor opción en un enfrentamiento porque el oponente va “a ganar igual” es lo mismo que declararse derrotado de antemano.
¿Por qué el PO, entonces, rechaza una alianza que le otorga un lugar desmedido en nombre de argumentos falsos e inaceptables para un militante de izquierda? Incluso pensado en términos mezquinos, ¿el propio PO no tiene nada que perder si el oficialismo de la carrera se afianza en el poder? Uno diría que sí, en tanto tiene una cátedra paralela amenazada por la “gestión” y dirige un sindicato que indudablemente se va a debilitar si el ajuste se fortalece. ¿Los militantes del PO en AGD Filo y en Historia son tontos, no entienden la gravedad de la situación? Ni una cosa ni la otra: la explicación es bastante más materialista.
¿Por qué gobierna el Departamento la alianza kirchno-macrista?
El Departamento está gobernado hoy por un personal que proviene centralmente del viejo tronco romerista, renovado con aportes de kirchneristas cuyas primeras experiencias en la carrera se hicieron bajo al impronta del romerismo. De allí que todos los planes que llevan hoy adelante ya fueron combatidos en los años ’90. Esta alianza viene a “normalizar” la carrera tras la implosión del romerismo como consecuencia de la crisis del 2001, crisis que afectó a todas las conducciones universitarias a nivel nacional, con diferentes procesos en cada lugar y momento. ¿Qué fisonomía adoptó la carrera de Historia como consecuencia de esa crisis? El elemento más importante fue la ruptura del cerrado cenáculo romerista, que permitió que numerosos docentes se incorporaran a la carrera, en particular bajo la forma de “cátedras paralelas”. Se trató de una enorme oxigenación ideológica, temática, generacional, etc. Ahora, en consonancia con el ajuste macrista, se trata de poner límite a esa experiencia, expulsar a los docentes “sobrantes” y cerrar las cátedras paralelas. No se lo hace de modo abierto y claro, no. Se trata de un mecanismo más sutil: se llama a concurso a las cátedras originales dando por sentado que las paralelas no son cátedras distintas, con el agregado de que los cargos llamados son la mitad de los que debieran ser. Obviamente, todo se cubre con excusas reglamentarias, para no reconocer que la voluntad política coincide con esas argucias que, si tuvieran otra política, en lugar de acatar debieran combatir. Así, se va a someter a los opositores a la triquiñuela del “concurso”, entidad mercantil sacrosanta, que es la forma legal que asume la selección de los aliados y la expulsión de los enemigos: quien establece el modo en que se llama el “concurso” determina todo su recorrido; el que elige los jurados determina el ganador; el que tiene mayoría en el Consejo sanciona el resultado. Así asentó su dominio el romerismo entre 1984 y 2004: dos décadas de reglamentos manejados a discreción. Se trata, entonces, del retorno del romerismo y de los ’90. Los kirchneristas hoy en la alianza gobernante son los que se beneficiaron del ascenso de la lucha que no protagonizaron, y los que se disponen hoy a cerrar la puerta y dejar afuera a los que no transan.
El problema no es tan sencillo, sin embargo. Porque esto sería imposible sin un conjunto de profesores que se dicen marxistas o al menos de izquierda, que se beneficiaron del ascenso que prohijó el 2001, y que ahora, callada y silenciosamente, se pliegan al seudo “consenso dominante” y apoyan su política. Con sacar minoría en el claustro de docentes, sería suficiente para terminar con el ajuste kirchno-macrista. ¿Por qué esos profesores, que hasta ayer se comían cruda a toda la burguesía, hoy, sin dejar de hablar de clase obrera, de las luchas latinoamericanas contra el imperialismo, etc., etc., permiten que avance este ajuste? ¿Será porque ya se acomodaron al sistema? ¿Será porque ya “ganaron” sus concursos? ¿Será porque ya se pasaron de bando?
Ahora queda claro
Es cuestión de fijarse con quién se encuentran relacionados política y académicamente los que dirigen la AGD Filo, con qué profesores, para entender por qué el PO de Filo no teme que se le aplique el ajuste. Con eso basta también para entender por qué los representantes de la AGD de Filo solo saltaron por las cátedras paralelas cuando se los puso en la obligación. También alcanza para darse cuenta de por qué los representantes estudiantiles del PO votaron en la Junta los concursos del ajuste. No les da la cara para hacerlo abiertamente, pero forman parte del bloque dominante, al que ofrecen un apoyo pasivo. No se incorporan a sus listas. Eso los desprestigiaría demasiado. Hacen una tarea más productiva: dividen a la oposición de modo de allanar el triunfo de la “gestión”.
La lista Historia en Acción se ha pronunciado claramente en relación a la política nacional. Nosotros también necesitábamos ese giro político de estos compañeros. Una vez hecho, no hay excusas. ¿Entonces? Esa es la pregunta que el PO debiera responder. De lo contrario, la única explicación que queda para la actitud de compañeros a los que sabemos no tienen un pelo de tontos, es la que hemos esbozado aquí: el PO es la pata trotskista del ajuste kirchno-macrista en el Departamento de Historia de Filosofía y Letras. Tal vez la dirección del partido debiera tomar cartas en el asunto, todavía está a tiempo de enmendar una política nefasta. Nosotros nos quedamos con la lista que representa al graduado común, al que nunca convocan, el que se gana el mango laburando en el secundario, en Capital y Provincia. No nos fuimos con los privilegiados del sistema.
Llamamos a los compañeros del PO a demostrar que nos equivocamos y corregir el error cometido, levantando su lista y convocando a votar a la que se transformó en una alianza contra el ajuste kirchno-macrista.
Razón y Revolución