Roberto Muñoz
TES-CEICS
¿Le sorprendió el asesinato de Imber Flores en Chaco? ¿Sabe cuántos casos similares hay? En este artículo, le contamos cómo se hace “desaparecer” a dirigentes molestos. Pero hay más: si usted creía que se trata de una lucha entre “blancos” contra “aborígenes”, aquí le mostramos que la división entre clases recorre a ambas comunidades.
El corrimiento de la frontera agropecuaria, en regiones extra pampeanas, sobre tierras que hasta hace poco eran consideradas marginales, agudizó los conflictos con sus antiguos pobladores. Para intentar frenar el avance del capital agrario, han surgido organizaciones que se reivindican campesinas y/o indígenas. En los últimos años, éstas debieron sufrir el asesinato de varios de sus miembros. Los casos más difundidos fueron los de Cristian Ferreyra y Miguel Galván, integrantes del Mocase-Vía Campesina, liquidados por encargo de empresarios que reclamaban la propiedad de los predios en la provincia de Santiago del Estero. También alcanzó resonancia nacional la represión policial a la comunidad qom La Primavera, en Formosa, que provocó la muerte de uno de sus dirigentes, Roberto López, en 2010. Más recientemente, en enero de este año, un niño qom de 12 años, hijo de un referente de una organización indígena, recibió una golpiza letal de un vecino “criollo” en Villa Río Bermejito, corazón del Impenetrable chaqueño.
A partir del conocimiento público del hecho, la comunidad de la zona denunció que este sería el séptimo caso similar de muerte de una persona qom. A lo que se agrega la elocuente sobrerrepresentación estadística de obreros rurales, miembros de alguna organización, que fallecen en supuestos “siniestros viales”. Enumeremos: al día siguiente de la represión sobre La Primavera, un oficial de policía atropella a un dirigente del Movimiento Campesino de Formosa, Mario López, provocando su deceso. En junio de 2011, muere en un confuso accidente con su moto Mártires López, máximo referente de la Unión Campesina del Chaco y dirigente del PCR. Meses después, en agosto, le tocó a Félix Díaz, cuando circulaba por una ruta, también en moto, y una camioneta se le fue encima. En este caso, Félix se salvó y sufrió sólo heridas. El 9 de diciembre de 2012, Ricardo Coyipé, su mujer y su nieta fueron atropellados por un gendarme. Él sobrevivió, pero las mujeres murieron en el acto. A principios de este año, a pocos días del asesinato del chico en Bermejito, murió el sobrino de Félix Díaz, Juan Daniel Asijak, de 16 años. La versión oficial dice que chocó con su moto. Los médicos que lo atendieron, en cambio, sostienen que tenía un golpe en la cabeza hecho con un fierro oxidado. Todos estos casos permanecen impunes.
Conflictos en el Interfluvio Teuco-Bermejito
La región chaqueña argentina, que abarca fundamentalmente las provincias de Formosa, Chaco, gran parte de Santiago del Estero, noroeste de Salta y norte de Santa Fe, concentra la mayoría de estas disputas territoriales. Según un relevamiento de la Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf), en esta zona, hasta agosto de 2011, se registraron 244 conflictos: 209 exclusivamente de disputas por tierras, 25 ambientales y 10 que combinaban ambas cuestiones. La superficie en disputa alcanzaría 11.4 millones de hectáreas. Además, el informe señala que el 89% de los casos relevados se iniciaron a partir del 2000. Se refieren a casos “donde intervienen, mediante una estrategia común, una o diversas familias campesinas en procesos disimétricos de disputa con otros sectores de la sociedad, por el acceso, uso y/o control de determinado territorio, en la región del Chaco Argentino” [1]. Ello incluye amenazas de desalojos, usurpaciones, problemas legales con títulos y escrituras, entre otros.
Aquí nos interesa analizar, brevemente, la situación en el área del Impenetrable chaqueño donde tuvo lugar el asesinato del niño Qom, Imber Flores, el último 4 de enero. Específicamente, nos referimos a la zona del Interfluvio Teuco-Bermejito, en donde se enfrentan “campesinos criollos”, por un lado, y la Asociación Comunitaria MEGUESOXOCHI [2], que reúne a quince comunidades aborígenes, por el otro. El área comprende 214 mil hectáreas en el departamento chaqueño de General Güemes y actualmente viven allí 4.175 personas: 2.105 de origen criollo y 2.670 aborígenes.
La historia se remonta a fines del siglo XIX, cuando comenzó la llegada de pobladores criollos al Interfluvio Teuco-Bermejito que, provenientes de Salta, se asentaron sobre las márgenes del río Bermejo para llevar a cabo actividades ganaderas. En la década del veinte, fruto de la disputa territorial entre éstos y los pobladores tobas, se produjeron enfrentamientos armados. En este contexto, en 1924 el presidente Alvear estableció el reconocimiento por parte del Estado Nacional de 150 mil has. para el establecimiento de “tribus de indios Tobas del Norte”. La medida resultaba funcional al desarrollo de la economía regional al habilitar la sedentarización y disciplinamiento de las comunidades aborígenes, en tanto fuerza de trabajo para las tareas en los ingenios, obrajes y cosecha del algodón. Sin embargo, a lo largo del siglo XX la cesión en propiedad no se hizo efectiva, manteniendo las comunidades una tenencia precaria de las mismas. Recién en 1999, el gobierno chaqueño protocolizó el acto de entrega mediante escritura comunitaria a favor de la Agrupación MEGUESOXOCHI. Desde entonces, la relación conflictiva entre aborígenes y “criollos” se exacerbó debido a que en el área en cuestión todavía residían 500 familias criollas que debían ser relocalizadas. Cuando se entregaron las tierras, se fijó un plazo de cinco años para reubicar a los criollos. No obstante, a la fecha esto no se ha realizado [3]. Es así que durante la segunda mitad del 2011 llevaron adelante cortes de ruta, reclamando el reconocimiento de sus predios como propietarios y denunciando la connivencia entre el gobierno provincial y la cúpula de la organización indígena para la explotación ilegal de madera [4].
Históricamente, la principal actividad económica de los llamados “criollos” fue la ganadería. No se trata de un grupo homogéneo: una considerable proporción suya se encuentra sumamente pauperizada y sus estrategias de vida se asemejan a las de la población “aborigen”. A medida que desciende el número de animales, cobra mayor importancia la venta de fuerza de trabajo y las actividades de subsistencia en el monte. Sólo pocos productores ocupan grandes extensiones y disponen de más de trescientas cabezas de ganado mayor, incorporando ocasionalmente fuerza de trabajo asalariada. Por su parte, muy pocas familias “aborígenes” poseen algunos caprinos y porcinos destinados al autoconsumo. Viven fundamentalmente de la asistencia estatal, de changas, de la producción de huertas más lo que provee el monte para autoconsumo y la venta de artesanías.
Para explicar la muerte de Imber, la prensa burguesa apeló a la “discriminación étnica” como causa fundamental. Este argumento fue el mismo que esgrimieron las organizaciones “indígenas” y “campesinas”, aunque denunciaron también al “modelo del agronegocio” como responsable de provocar un “etnocidio”. Estas organizaciones se dividen, salvo muy pocas excepciones (como la UCC del Chaco, que pertenece al PCR), entre aquellas afines al gobierno nacional y las más autonomistas (Mocase-Vía Campesina). Entre las primeras, el ejemplo más notorio quizá sea el del Movimiento Nacional Campesino Indígena, cuyo abogado y vocero, Ramiro Fresneda, es el flamante director de Tierras del Ministerio de Agricultura. Por último, la izquierda trotskista entiende el fenómeno en términos semejantes al de las organizaciones “campesinas” y llama a la unidad en la lucha de “obreros, campesinos y comunidades indígenas”. Planteadas así las cosas, no sorprende que se levante la consigna de la reforma agraria para combatir a “terratenientes” y agentes del “agronegocio”, fuentes de la “opresión campesina” [5].
El conflicto en el Interfluvio pone en cuestión la imagen idealizada que predomina sobre las comunidades llamadas “aborígenes” y “campesinas”. Lejos de la supuesta relación armónica entre ellas y la naturaleza, los problemas territoriales que disparó la cesión de tierras a los aborígenes hicieron visibles dos líneas de conflicto: entre estos últimos y la pequeña burguesía criolla –que atraviesa un marcado proceso de pauperización-, por un lado, y en el interior de las mismas comunidades aborígenes, por otro. Las diferencias a raíz de los negocios forestales con el gobierno provincial que existen entre la dirigencia de la Agrupación MEGUESOXOCHI y parte de los miembros que dicen representar, saca a la luz las fracturas de clase, que desmienten la homogeneidad que suele atribuirse a estos grupos. Por lo tanto, la organización revolucionaria, antes que agrupar a los compañeros por su origen (“aborígenes”), debería apelar a la condición obrera como factor de unificación de las luchas y exclusión de los verdaderos opresores.
NOTAS
1 http://goo.gl/dN0cp.
2 Véase Radovich, Juan Carlos y Balazote, Alejandro: “Multiculturalidad y economía: El caso del interfluvio Teuco-Bermejito”, enRUNA, n° 24, UBA, 2004
3 Véase Balazote, Alejandro: “Reasentamiento forzoso de población y regularización territorial en el Interfluvio Teuco-Bermejito (Provincia de Chaco)” en Cuadernos de Antropología Social nº 16. Buenos Aires, ago/dic. de 2002.
4 http://goo.gl/0NlV3.
5 http://goo.gl/VFLMN; http://goo.gl/RELuN; http://goo.gl/pojhJ; http://goo.gl/Zgclv.