En estos días la disputa de la familia Etchevehere copó los diarios, programas de radio y TV. De un lado, “don” Luis dice que le sacaron lo que es suyo y que su problema particular en realidad es de todo el país porque “está en peligro la propiedad privada”. Del otro lado, “doña” Dolores reclama su herencia en tierras que, además, pretendía usar para beneficio de los “humildes”. Pero, detrás de todo esto, ¿qué hay realmente en juego? ¿Qué papel jugamos los laburantes en todo esto?
Expliquemos en detalle. Los Etchevehere son una familia de empresarios y políticos entrerrianos, con todos los vicios de la decadente burguesía argentina: estafas, acusaciones de trabajo “esclavo”, robo a las arcas públicas, quiebras fraudulentas, evasión impositiva, etc. El propio Luis fue Ministro de Agroindustria de Macri y titular de la Sociedad Rural Argentina. Lo que se está disputando dentro de la familia Etchevehere son 370 hectáreas de tierra cerca de la localidad entrerriana de Santa Elena.
¿De dónde salieron esas tierras? Es una cuestión interesante. El campo perteneció originalmente a la empresa Bovril, de capitales ingleses, que explotaba el frigorífico que le dio vida al pueblo de Santa Elena hasta la década del 70. Luego hubo un intento fracasado de manejo estatal y finalmente el frigorífico y sus propiedades fueron privatizadas.
En el 2004, los Etchevehere compraron tres porciones de tierra. Lo hicieron como lo hace esta gente. No endeudándose hasta la médula como lo hacemos los laburantes si tenemos la “suerte” de comprar un pedazo de suelo. Se pagó solo el 10% del valor. ¿Cómo consiguió este descuentito la familia? Por sus relaciones con el Estado. ¿No le hablamos ya de la burguesía planera?
Hoy en día, Luis y Dolores se pelean por la propiedad de esas tierras. La hermana Etchevehere decidió donarle el 40% de su herencia al piquetero del Papa, Grabois para que allí lleve adelante su Plan Artigas: la creación de una colonia agraria ecológica. En realidad, es una alianza: con el monaguillo como elemento de presión, ella puede aspirar al otro 60% de la propiedad. Está claro que a Dolores no le interesan los laburantes. Mucho menos, piensa renunciar a esa herencia que se consiguió con chanchullos.
Luis, por su parte, aprovechando la oleada de tomas de tierras a lo largo y ancho del país, producto de la crisis que se viene agravando por el ajuste de los Fernández, usa como elemento de presión justamente eso: le dice a toda la burguesía que la “propiedad privada está en peligro”. Así su problema personal aparece como de todos. A él tampoco le preocupan los laburantes, obviamente.
¿Y Grabois a que juega en todo esto? El dirigente de la CTEP aspira a meter cuchara en todo esto y quedarse algunos lotes para su Plan Artigas. ¿Qué es eso? Lo que ya explicamos hace un tiempo. Un proyecto que se presenta como “Reforma Agraria” y que defiende la pequeña propiedad agraria. Supuestamente, se van a asentar unas 150 familias. Pero esto, lejos de resolver el problema de los trabajadores, es un engaña pichanga. Es, de hecho, una estrategia de los patrones: te doy una porción de tierra, ármate una huertita y callate la boca.
Con planes como estos, lo que se garantiza es el hambre de toda la población. Los socialistas no queremos que la tierra sea del que la trabaja, queremos que sea de todos los laburantes, pero alcanzando una productividad que nos libere del trabajo. Queremos la colectivización. Ya lo sospecha. A Grabois tampoco le interesan los laburantes.
En tiempos en que la clase obrera busca una solución a la falta de vivienda, en Guernica y todo el conurbano bonaerense, en Jujuy y en el resto del país, no hay que comprar bombas de humo. El problema de los Etchevehere es un problema de herencia. Nada más. Nuestros verdaderos problemas no se resuelven con huertitas, se resuelven sacándonos de encima a los parásitos estos y a los políticos que los defienden, como Grabois. Es momento de tomarlos en nuestras manos.
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