¿Qué está pasando en Conicet? – Debate sobre la política de Ciencia y Técnica

en El Aromo n° 90

20160406_152753En el marco de una charla organizada por los trabajadores del IdihCS, Gonzalo Sanz Cerbino debatió con el decano de la Facultad de Humanidades de la UNLP, Aníbal Viguera, y Norberto Manzanos, en representación del personal de apoyo, sobre las continuidades y rupturas en la política científica.

El pasado 6 de abril se llevó a cabo la 1ra. Jornada de Debate organizada por la Asamblea de Trabajadores del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS-UNLP-CONICET). Participaron del panel Aníbal Viguera –actual decano de la Facultad de Humanidades de la UNLP-, nuestro compañero Gonzalo Sanz Cerbino –miembro de la Comisión de ingresantes a carrera de Conicet- y Norberto Manzanos –personal de apoyo del IdIHCS. El eje del debate fue la situación actual de la ciencia y sus trabajadores. A continuación reproducimos los puntos salientes de las exposiciones.

Aníbal Viguera: Yo quería recuperar dos o tres dimensiones que creo que tenemos que tener en cuenta para pensar específicamente la cuestión de la ciencia y las ciencias sociales. Una es la dimensión del ajuste. Evidentemente, hay una política que involucra ajuste: ajuste en términos de política económica por un lado, pero también creo que hay una pretensión de recorte respecto al Estado más allá de lo que se requeriría en términos de ajuste. Una pretensión de recortar funciones del Estado que son consideras innecesarias o nocivas. Hay una ofensiva contra todas aquellas funciones que no signifiquen empoderar y darle más rentabilidad a las clases dominantes, y otras que casi diría que se potencian en ese sentido. Entonces no es que el Estado se reduce sino que se reduce un conjunto de funciones, entre las cuales algunas, muchas de ellas, tienen que ver con el ámbito en el que estamos todos nosotros. Todas estas dimensiones de la política actual se enmarcan en discursos que lamentablemente tienen bastante pregnancia en buena parte de la sociedad, que pueden ser discursos atractivos que hay que tener en cuenta para discutir. Discursos que desprestigian a los trabajadores estatales con esta figura de los ñoquis, hay todo un discurso montado en la necesidad de racionalidad, de eficiencia. Todo esto mezclado con la apropiación de las ideas del cambio y el supuesto pluralismo -que cada vez es más claro que no es tal-, de transparencia, etc. Estos son elemento discursivos, junto con otros que voy a mencionar después más ligados a las ciencia sociales que forman parte de este contexto. Qué implicancias tendría esto que acabo de sintetizar para la ciencia. Creo que desde una perspectiva acá compartida, la ciencia depende y debe depender de decisiones públicas, de financiamiento público, de orientaciones públicas y en este sentido todo ámbito de recorte es una amenaza concreta con respecto a las actividades de ciencia y técnica en general. Ya es difícil imaginar articulaciones productivas o favorables a la ciencia con el Estado bajo este gobierno o con un gobierno como este y acá la amenaza contra la actividad científica parece que está dada, por un lado, por los posibles recortes en general, recortes presupuestarios que se empiezan a manifestar de alguna manera en términos indirectos, porque los presupuestos ya aprobados en su momento han quedado desfasados por la inflación que en buena medida es producto, aunque no solamente, de las políticas que se adoptaron a partir de diciembre. La magnitud del eventual ajuste a ciencia y técnica todavía tiene alcances en principio inciertos, pero cabe pensar que es una amenaza en ciernes. Ahora bien, es un ajuste que vendría no solo por el lado del financiamiento sino también por el lado ideológico. Creo que en toda esta ofensiva vuelve a ponerse sobre la agenda un discurso que no es nuevo, que tuvo mucha vigencia en los 90 y que es esta oposición entre ciencia y política, el retorno a lo técnico, a la idea de que los problemas sociales se resuelven desde la técnica y que la política es un estorbo. Esto se lleva puesto en primer lugar a la militancia, pero también a la política en términos más generales. Ya hay muchas dependencias estatales que han sido liquidadas por distintos motivos, implícitos y explícitos, y que son lugares donde la ciencia y las ciencias sociales en particular tenían una inserción significativa y mucho para aportar en este sentido. Si se quiere plantear esto en términos de continuidad o ruptura, venimos de un contexto de expansión en todos estos aspectos. Expansión que no estuvo exenta de problemas, ni exenta de cuellos de botella, ni dificultades ni desafíos, pero ahí sí creo que hay una ruptura en este tipo de cuestiones que estuve planteando en términos generales.

¿Cómo va a impactar esta ofensiva sobre la ciencia y las ciencias sociales? Me parece que ahí los criterios supuestamente estratégicos, los criterios atravesados por la evaluación, por el rendimiento, por la productividad, por la idea de vinculación, por la idea de que la ciencia tienen que ser útil a la sociedad -algo que dicho así podríamos compartir todos, pero dicho en el contexto que acabo de señalar es peligrosísimo para nosotros-, viene por ahí una cuestión que, independientemente de la magnitud del ajuste, en cuanto política en ciencia y técnica y al discurso de cara a la sociedad, me parece que es un problema muy fuerte para nosotros porque “termas prioritarios”, “temas estratégicos”, “vinculación con la sociedad”, no son siempre cuestiones para rechazar per sé, depende del contexto. Yo adelanto, no quiero que quede ninguna duda, en un contexto como el del gobierno actual todas estas expresiones me parecen peligrosísimas y creo que por ahí va a venir la amenaza que ya se empieza a advertir en particular en las ciencias sociales.

Para terminar creo que todo este recorte y esta ofensiva que puede impactar de distintos modos a las ciencias y particularmente a las ciencias sociales. Seguramente va a agravar las tensiones ya existentes en relación con el tercero de los puntos que se plantea para la charla de hoy, en la medida en que los últimos años han visto una enorme expansión de oportunidades de trabajo en el sistema científico tanto para becarios como para investigadores. Y el primer riesgo es que ese contexto de expansión se corte, retroceda y entonces los cuellos de botella -que ya se venían dando porque evidentemente hay una tensión de la que venimos hace bastante- se profundicen. Qué pasa con los becarios que terminan sus becas, qué pasa con los que hoy no están entrando a carrera de investigador. Ahí hay un cuello de botella que creo se va a agravar.

Gonzalo Sanz Cerbino: Estamos presenciando la continuidad de un modelo, hasta ahora por lo menos, que tuvo como base tres ejes que están conectados entre sí: 1) Un crecimiento de la cantidad de científicos, que se dio sobre la base del empleo precario de los investigadores; 2) Una política que priorizó la titularización, que es un indicador muy bueno para las estadísticas, mientras ha pasado a un segundo plano la producción de conocimiento científico; y 3) La formación de RR.HH. destinados a subsidiar el capital privado.

Respecto al primer punto, este crecimiento, sobre todo en el CONICET, se ha dado multiplicando la cantidad de becarios, que son investigadores a los cuales el CONICET no considera trabajadores. Lo cual tiene un montón de implicancias en la precarización de nuestro trabajo. No tenemos los derechos básicos de un trabajador, no tenemos aportes jubilatorios, licencias médicas, no tenemos sueldo sino estipendio, no podemos acceder a créditos hipotecarios y así muchas cosas. No tenemos indemnización ni pre-aviso cuando nos echan y esto es un tema importante porque me parece que el elemento más grave de esta situación de precariedad es la inestabilidad. Los becarios tenemos dos concursos que definen nuestra continuidad en el organismo, dos concursos en los cuales no son públicos los criterios de evaluación que determinan que uno se quede o no se quede, y hasta hace poco no había ni derecho a apelar. A su vez, se evalúa en estos concursos con criterios que son discutibles, por ejemplo, vale más la publicación en tal o cual revista científica que un libro que tiene diez veces más extensión. Es en estos concursos poco transparentes que uno tiene que participar para seguir trabajando. El resultado es que en estas instancias -y no ahora sino que desde hace cuatro o cinco años-, uno de cada dos investigadores se va quedando fuera del sistema cada año. Lo cual tiene, por un lado, resultados muy perniciosos para quienes se van quedando afuera, pero más allá de eso hay que empezar a pensar también en los resultados para toda la sociedad. El Estado destinó recursos para la formación de un investigador durante siete o más años, que terminan, en el caso de las ciencias sociales, desperdiciados. ¿Por qué? Porque nos formamos como investigadores y terminamos recalando en el sistema educativo, como docentes, con una formación muy superior a la que se requiere para ser docente. Yo ya podía dar clases hace siete años, podía dar clases en universidades, en terciarios y en secundarios, el título de doctor no me da muchos más recursos para ser docente. Por lo cual es una formación que no sirve. Es más, durante ese tiempo en el que uno estuvo formándose como científico, dejó de formarse como docente. Quien siguió la carrera docente, hizo cursos de formación docente, adquirió experiencia, cuando se presenta en un concurso para docente, tiene más chances que alguien que estuvo los últimos siete años haciendo una tesis de doctorado.

En las ciencias naturales, el destino de esos investigadores es ir a sector privado. Retomo un concepto que se había mencionado que es el tema de la utilidad. Cuando hablamos de utilidad social muchas veces quienes nos evalúan en los organismos de ciencia y técnica consideran que utilidad es utilidad para el capital. Las investigaciones útiles son las investigaciones que tal o cual empresa necesita. Entonces aparecen becas cofinanciadas con tal o cual empresa, incluso CONICET tiene bolsa de trabajo para esos científicos que vienen de las ciencias naturales y que terminan trabajando para una empresa como recursos humanos formados por el Estado, que en vez de producir ciencia para la sociedad, produce ciencia para una empresa.

Ese modelo tiene dos problemas, la inestabilidad y la precariedad. En esas condiciones es muy difícil hacer ciencia. Porque buena parte de nuestro tiempo mientras somos becarios, lo tenemos que destinar a buscar otro trabajo en los momentos en que no sabemos si nos quedamos afuera o no, incluso a trabajar de otra cosa por las dudas de que nos quedemos afuera. Además, debería ponerse a discusión el tema de los “papers”. Se ha convertido el trabajo científico en la producción de pequeños fragmentos de investigaciones más grandes, repetitivos al infinito, que uno tiene que mandar a doscientos lugares, porque después esos papelitos son los que cuenta el CONICET para ver si te quedás o no. Con el agravante, que desalienta el desarrollo científico, de que los mecanismos de evaluación y de promoción en el CONICET están en manos de pequeños grupos con criterios no conocidos, que no son públicos. Esto fomenta mecanismos de reproducción del statu quo. Las jornadas se convierten en un ámbito donde muy poca gente va a discutir, la mayoría va a buscar su papelito y si no discutís, mejor, porque por ahí la persona con la que discutís es la que después te evalúa. Obviamente, hay muchos que intentamos escapar a esto y que parcialmente lo logramos, pero igual estamos metidos en este sistema y algunas de las reglas de este sistema tenemos que aceptarlas porque si no, nos quedamos afuera.

Estos mecanismos que fomentan la reproducción del statu quo se refuerzan en los nuevos proyectos que ya están en marcha para becas. Las Ideas-Proyecto, que es una de las nuevas modalidades de becas que se va a implementar este año, son proyectos de investigación elaborados y evaluados por los institutos, que van a tener prioridad en la asignación de becas. Este año, las becas CONICET van a tener tres modalidades, dos de ellas con prioridad. La primera prioridad son las líneas estratégicas decididas por el Ministerio en la cual los criterios siempre son aquellos relacionados con lo que es útil, no para la sociedad sino para el mercado. Como dijo Ceccatto en alguna reunión reciente, quienes se quieran presentar como becarios ya no tienen que hablar con un director, ya no tienen que llevarle el proyecto a un director, van a ir hablar a un director de un instituto a decir “yo me quiero presentar”. Lo cual refuerza a quienes hoy dominan la producción de ciencia y técnica en Argentina, las camarillas dominantes de los institutos, quienes van a decidir quién entra y quién no entra al sistema de becas. Si esta reforma pasa, lo más probable es que progresivamente se vaya achicando el espacio para quienes vayan por fuera de los institutos CONICET, para los institutos CONICET que tienen menos poder dentro de CONICET mismo, incluso para aquellas líneas de investigación que dentro de los institutos no tienen tanto poder como otros. Ni hablar de aquellos que van con directores que siquiera son parte del CONICET. Los becarios van a dejar de ser investigadores para convertirse en empleados de un director o un instituto.

¿Cuál es la política actual del CONICET frente a la herencia kirchnerista? Lo que ha dicho Ceccatto, el presidente del CONICET, en varias entrevistas es que hay que redimensionar la estructura del CONICET, que CONICET está sobredimensionado. ¿Qué entendemos por esto? Que hay gente que sobra en el CONICET, así como en otras instancias del Estado, hay gente que sobra en el CONICET. No está planteado, por lo menos en el corto plazo, echar gente. ¿Entonces qué es lo que van hacer para redimensionar esa estructura? Lo que ya se venía haciendo. Empezar a cerrar el camino a aquellos becarios que no pueden seguir en el sistema porque se quedaron fuera de la carrera de investigadores del CONICET.

¿Cómo enfrentar esto? Aquí entra el problema de la organización de los trabajadores de CyT, donde creo que hay dos problemas. El primero es que los sindicatos estatales en donde los investigadores están enrolados -no así los becarios-, se han ocupado mal y poco de los problemas específicos de los investigadores. Quienes se han preocupado un poco más fueron algunas organizaciones de becarios, aunque ahí también hay problemas. El principal problema es la dispersión de fuerzas, con el surgimiento de colectivos desarticulados entre sí, lo cual tiene que ver con la estructura laxa que se dan. Hay en alguno de ellos, por ejemplo en JCP, una voluntad de tener un funcionamiento de tipo gremial, pero no se avanza en ese sentido, no se termina nunca de conformar como un sindicato. Lo que tenemos que hacer los investigadores, los becarios, para tomar en nuestras manos este tipo de problemas que fui señalando es avanzar en la conformación de un sindicato nacional de investigadores. Un sindicato que tome a los investigadores, a los becarios de todas las categorías que luchen contra la división en castas que existe, por lo menos en el CONICET, en donde los derechos de un investigador asistente son distintos de los de un investigador principal y ni hablar cuando uno lo compara con los derechos que tiene un becario. Un sindicato que pueda resolver los problemas comunes que tenemos los investigadores. Por ejemplo la inestabilidad, que no se termina cuando uno entra a carrera de investigador, o la necesidad de democratizar los mecanismos de evaluación y promoción. Los trabajadores debemos poder discutir los mecanismos con los que se evalúa nuestra producción científica. ¿Quién decide qué es útil? ¿Quién decide qué es válido? Y eso lo tenemos que decidir los propios investigadores a través de mecanismos democráticos de evaluación, que sean públicos y que se puedan discutir. En los últimos años en la Argentina hubo un crecimiento de los científicos en todos los ámbitos, no solo en el CONICET, institutos, universidades, ministerios, que también están atravesados por la inestabilidad y la precariedad. Entonces tenemos que juntar a todos esos trabajadores y organizarlos y dar una pelea contra estos elementos: la precariedad, la inestabilidad y la escasa transparencia en los mecanismos de evaluación y promoción.

Norberto Manzanos: Para que se entienda desde donde hablo, yo soy trabajador del CONICET desde el año 2002, como programador. Con respecto a la cuestión de las continuidades y rupturas, puedo contar que yo cuando entré en el año 2002 a CONICET, entré como contratado. En esa época no había ingresos, me encontré con un panorama desolador: había un montón de pasantes, prácticamente cobraban un sueldo de miseria. En esa época no había cargos de CPA y mi sueldo en ese momento era de $600 y pagaba de alquiler $900. En este momento mi sueldo puede ser dos o tres veces esos alquileres, no es gran cosa, pero es una gran diferencia. Me parece que ahora esperamos una ruptura grande, una ruptura que ya está porque el poder adquisitivo de los trabajadores ya está siendo afectado y es muy probable que haya reducción de la planta. […] En cuanto a la jubilación seguimos igual de mal que siempre y paritarias nunca hubo, me parece que va a seguir unos cuantos años así. A pesar de que en la etapa anterior, en el gobierno anterior, hubo paritarias en todos los entornos laborales, en el CONICET no. Yo creo que eso significa una continuidad del CONICET más allá de los gobiernos. Creo que hubo alguna presión, de parte del Estado para que haya paritarias y los que siempre se opusieron, en todos los gobiernos, son una élite de investigadores que son los que deciden muchas cosas. Además no podemos olvidar que el directorio del CONICET está integrado también por la Sociedad Rural y por la UIA, es decir que no solamente tenemos que pensar en una élite de investigadores sino en una clase dirigente que es la que decide. Con respecto a los sindicatos, el CONICET se piensa como un sindicato de investigadores donde los CPA somos una cosa que molesta. Una estructura bien corporativa que habría que romper.

Recogí un extracto de una entrevista a Ceccato, que dice: “el CONICET tal cual es hoy es inviable, en doce años el personal prácticamente se cuadruplicó, hoy somos 9 mil investigadores 10 mil becarios y 3 mil más como personal de apoyo y administrativo, es una de las estructuras más complejas y grandes del Estado, pero en la próxima década no vamos a seguir creciendo al mismo ritmo porque superaríamos la 100.000 personas”. Entonces, me parece que la ruptura no se ha producido pero se va a producir.

En relación al tema de la lucha de los trabajadores y volviendo un poco a la experiencia mía y de los compañeros de ATE-Saavedra 15, ese grupo surgió en el Instituto CAICYT, que es una excepción dentro de CONICET, porque un centro de servicios, no hay investigadores, ni siquiera el director tiene que ser un investigador. Éramos todos CPA, administrativos, contratados, precarios, cosas por el estilo. Entonces por eso ahí surgió una movida gremial grande y el problema con el que nos encontrábamos, como siempre, era que los investigadores no participaban. Ahora sí, muy lentamente, pero en ese momento era muy difícil, porque como dijo el compañero, uno de los grandes problemas de la lucha de los trabajadores del sistema científico es la conciencia de los investigadores, conciencia en tanto trabajadores, y CONICET hace todo lo posible para que no se desarrolle esa conciencia.

En cuanto a la cuestión del lugar de las ciencias sociales y los trabajadores en el sistema científico, la idea que tengo para proponer desde mi lugar y desde mis conocimientos es una crítica al modelo científico tecnológico académico. Un aspecto fundamental es la crítica al modelo de evaluación, el mercado de papers del que hablaba el compañero, según el cual quedan fuera las investigaciones de interés local, a su vez en las áreas donde hay disputas disciplinarias, hay una hegemónica y la otra queda afuera. Si uno publica en una publicación que no está en indexada, no es valorada. Muchas veces que una publicación no esté indexada tiene que ver con cuestiones formales y la capacidad financiera de cada revista y no con la calidad de la publicación. También lo que decía el compañero que es fundamental en las ciencias sociales: escribir un libro tiene relativamente poco valor para el sistema científico y en cambio, ustedes saben muy bien que escribir un libro en el ámbito de las ciencias sociales es más importante que escribir un paper.

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