¿Por qué la deuda?

en La Hoja Socialista 24/LHS/Novedades

La deuda es algo normal en el capitalismo, ya sea para impulsar la acumulación (pidiendo dinero a cuenta de ganancias futuras) o para sostenerse en momentos de dificultades y patear la pelota hacia adelante. Prácticamente todos los países tienen deuda e incluso más abultadas que la argentina, en términos absolutos y en relación con sus PBI.

Por eso, el problema no es la “deuda” como algo particular de nuestro país, sino la estructura económica que provoca la necesidad de recurrir a un endeudamiento casi permanente. En nuestro caso, la riqueza que se genera no alcanza a sostener los gastos, por eso periódicamente enfrentamos devaluaciones, déficit, inflación, estrangulamiento externo y defaults. La deuda, como el ajuste, como la emisión, vienen a tapar ese agujero. Pero a pesar de todo esto, el agujero se sigue agrandando. Por eso la burguesía argentina siempre “arregla”, con el Fondo, con los buitres, con el Club de París. Recordemos que en 2014 Axel “el soviético” le pagó el doble de lo que se defaulteó en 2001, aceptando todos los punitorios.

En otras palabras, la Argentina se enfrenta cada dos por tres a distintas dificultades que hoy se agrupan bajo el rótulo de “restricción externa”. Esto se ve en la caída de los dólares disponibles y la aparición de limitaciones para obtener dólares y para importar. De esta forma la industria, el sector con el mayor déficit de divisas (demanda muchos dólares y genera pocos, salvo excepciones), no despega por falta de insumos y recesión del mercado interno, y los gastos del Estado ascienden para contener el crecimiento de la población desocupada. Como los recursos tradicionales no alcanzan, aparece la deuda junto a otros mecanismos de empobrecimiento interno (inflación, devaluación) como forma de compensar el atraso de la productividad.

Como una empresa en quiebra, la deuda viene a cubrir gastos que no pueden ser satisfechas con la operación “normal”. Obviamente, en este proceso varios actores hacen sus propios negocios especulativos, pero no es esto lo que explica el mecanismo, sino la escasa competitividad de la economía argentina y la gran masa de población que se queda en la calle. Esto permite salir del paso momentáneamente, hasta que la deuda se hace insostenible o la situación estalla por otro lado, como venimos experimentando los obreros argentinos desde hace al menos setenta años. Luego, los distintos gobiernos renegocian y pagan porque necesitan volver a pedir. Desde ya, ese pago sale de un mayor ajuste sobre la población trabajadora; pero la raíz del problema no está en la deuda, sino en el motivo que obliga a la burguesía argentina a ir a pedir prestado de forma periódica.

No nos cansamos de explicarlo. La deuda es resultado de la quiebra de una burguesía planera, la argentina. Estos recursos se van en sostener una estructura económica que alimenta a empresarios ineficientes (nativos y extranjeros), con una población cada vez más pobre. Con deuda o sin ella, con Fondo o sin Fondo, con los chinos o con los yanquis, la Argentina capitalista está condenada a seguir hundiéndose. La solución a ello va más allá de la deuda externa: no hay que “reorganizar el país” para afrontar el no pago, como dice la izquierda trotskista. Hay que reorganizarlo porque no funciona. Hay que desplazar del poder a la burguesía argentina, expropiarla y concentrar las fuerzas productivas para desarrollar racionalmente la producción. Solo así, bajo el Socialismo, será posible sanear la economía y elevar las condiciones de vida de la población.

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