Durante 2017, el macrismo redobló el avance contra los trabajadores y sus condiciones de vida. La universidad no fue la excepción. Las condiciones de trabajo docentes no mejoraron ni un ápice. En cuanto al salario, luego de la derrota de la lucha docente del primer cuatrimestre (que algunos trasnochados quisieron leer como una “victoria política contra el gobierno”), se profundizó la pérdida del poder adquisitivo. Pero no solo en estos aspectos se expresó el ajuste. En particular en la carrera de Historia, el mismo avanzó unos cuantos casilleros a partir de la consolidación de nuevas/viejas camarillas. La que hoy gobierna el Departamento es producto de la fusión de los “hijos” de los Modernos y de los que en los ’90 se encontraban en la oposición política. Un grupo que volvió al ruedo luego de la conmoción social de 2001 y que, en las últimas décadas avanzó sobre nuevos espacios de poder. Esta camarilla oscila entre el kirchnerismo y el PRO. Con el discurso de la “normalización” del Departamento busca clausurar las conquistas del proceso que se abrió en 2001. Entre ellas, obviamente, las cátedras paralelas. Esto implica la expulsión de los planteles docentes y la regimentación ideológica de la carrera. Además de cajonear discusiones como la reforma del Plan de Estudios (vigente con escasas modificaciones desde 1985) y la lucha por más presupuesto para otorgar renta a los ad honorem, adecuar incompatibilidades o efectivizar a los docentes interinos (como plantea el Convenio Colectivo de Trabajo de Universidades Naciones). La Gestión también atacó a las cátedras paralelas al decir que “no existen ya que son desdoblamientos”. De esta forma, en 2016 se justificó el llamado a concurso de un solo cargo de la misma categoría por materia donde existe más de una cátedra. Asimismo, redujo la oferta de seminarios argumentando la supuesta falta de méritos académicos de equipos docentes que, en muchos casos, venían dictando clase en esa modalidad.
En este 2017 continuó la avanzada sobre los seminarios, objetando contenidos (caso del seminario Lavergne) o la composición de equipos docentes de cursos que se venían dictando durante años consecutivos sin inconvenientes (como el seminario de la profesora Marcia Ras donde se rechazó la designación de dos estudiantes avanzadas). Este año también presenciamos el armado de jurados afines para concursos regulares; la discrecionalidad en la selección de interinos o en casos de promociones, (caso Mario Petrone). Finalmente se creó la Maestría en Historia Argentina y Latinoamericana a espaldas de la comunidad de la carrera, pese a los pedidos de apertura.
Detrás del argumento de la “normalización” y la “excelencia”, se están imponiendo las condiciones de un embudo. Reducción de cargos, expulsión de graduados, límites al inicio de las prácticas docentes de estudiantes, entre otras. Una reducida casta es beneficiada con asignación de programas, cargos docentes y también espacios fuera de las cátedras. Así como el kirchnerismo vota el presupuesto de Macri y lleva adelante el ajuste allí donde gobierna, en la Carrera de Historia opera como el canal de transmisión de las peticiones de una gestión cómplice con el Gobierno. Son aliados porque representan lo mismo.
Así las cosas, en Profesores todos van con la lista de quienes gobiernan la carrera. Esto vale también para los que se dicen marxistas o de izquierda, quienes en las elecciones del año pasado apoyaron con su voto positivo a la Gestión.
En Graduados, otra vez, buscarán consolidarse en el poder y recrudecer el ataque a las conquistas del 2001. Intentarán, nuevamente, “normalizar” la currícula retomando el proyecto de regularizar un solo cargo en materias donde existen varias cátedras. Y otra vez, quienes enfrentamos el ajuste, nos paramos en defensa de las cátedras paralelas, la estabilidad docente, la regularización de todos los interinos con la antigüedad necesaria como paso indispensable para reconocer y jerarquizar una carrera docente que garantice el nivel de formación académica, el vínculo de la práctica docente con la investigación y la lucha por mayor presupuesto para mejorar las condiciones de trabajo cotidianas y continuar con la producción de conocimiento de alto impacto propia de la UBA, planteamos en Graduados la necesidad de convocar a todos los que acuerden con estas reivindicaciones a presentar una oposición unificada frente al ajuste. Una lista no alineada con las opciones patronales que digitan la vida a nivel nacional y en la Universidad, que se plantee la defensa irrestricta de las cátedras paralelas, la pluralidad ideológica en la carrera y la estabilidad docente. Negarse a confluir sin motivos serios y presentar listas separadas – como hizo la Lista de izquierda (PO) en 2016, solo dispersa fuerzas y allana el camino a los ajustadores. Convocamos a todas las organizaciones de izquierda que no tengan acuerdos con la gestión y a las que comparten estos puntos, a sumarse al frente:
-Por la defensa de todos los espacios que se proponen construir una Carrera con pluralidad de enfoques historiográficos.
-Aumento de presupuesto que permita otorgar renta a todos los docentes ad honorem, adecuar situaciones irregulares y solucionar el grave déficit edilicio de la Facultad.
-Aplicación YA del artículo 73 del CCT de Universidades Nacionales para regularizar a todos los docentes interinos con una antigüedad de cinco años, apertura de la Carrera Docente.
-Defensa de nuestro título y profesión en todos los ámbitos de nuestro quehacer.
-Abolición del sistema de claustros y democratización completa del gobierno de la Carrera.
-Reforma del Plan de Estudios a través de una discusión abierta con todos los claustros, que permita ampliar las especializaciones, la planta docente y la producción de conocimiento científico.