Por Nicolás Grimaldi
Habiéndose comenzado a dejar atrás la segunda ola de pandemia y el retorno a la “normalidad” de buena parte de las actividades, desde el mes de agosto se habilitó a los sindicatos a elegir nuevas autoridades. El gobierno nacional, a través del Ministerio de Trabajo, venía prorrogando los mandatos vencidos, tal como ocurre con ATE los mandatos ya llevaba prorrogados casi dos años. Pero ya desde el 1 de septiembre finalizó la extensión de los mandatos por lo que los diferentes gremios debieron empezar a organizar los actos electivos. Hace poco fue el turno de los docentes de Neuquén y luego de Chubut, ya que ATEN y ATECh renovaron sus conducciones hace semanas. Cuando esté leyendo esta nota, habrán transcurridos las elecciones en AGMER, el gremio de los docentes entrerrianos. Más tarde, a mediados de diciembre, será el turno de ADEP y del SUTE, en Jujuy y Mendoza, respectivamente, y, antes, a mediados de noviembre será el turno de ADOSAC, en Santa Cruz. Todo parece indicar que el sindicato provincial más grande -el SUTEBA- esperará a 2022. Ante este cuadro, es común que los docentes comencemos a conversar en nuestras escuelas sobre cuestiones que hacen a los sindicatos, y rápidamente aparece cierto descreimiento y desconfianza por parte de los compañeros para con los gremios.
En efecto, muchas compañeras y compañeros se encuentran desafiliados del gremio o bien permanecen afiliados, pero no participan de las elecciones. Es decir, están en el gremio, no apoyan a las conducciones, pero tienen más bien un rol pasivo frente al tema. La respuesta muchas veces viene por motivos que están relacionados. Uno es por el sentimiento de que el gremio dejó, por así decirlo, de representar y defender nuestros intereses. A esto se suma un segundo elemento: muchos docentes no pueden afrontar el costo de la cuota sindical. Conviene tomar el problema y ver cómo salimos del atolladero.
Patrones en nuestros gremios
Empecemos por lo básico: ¿qué es y para qué sirve un sindicato? Un sindicato por definición es una organización en la cual participan trabajadores de una misma rama o sector, en este caso de los docentes, para defender sus intereses. La organización sindical no significa per se que los trabajadores adquieran autonomía respecto de la patronal. De hecho, la inmensa mayoría de los gremios docentes y de los sindicatos en general están en manos de personajes aliados a los patrones. Pensemos sino en Roberto Baradel o Hugo Yasky, este último incluso siendo diputado por el Frente de Todos. Ellos se juntaron post PASO con el gobierno, ¿para plantear reclamos de la situación de la educación en el país? No, para balancear la performance electoral del frente burgués.
Esto sucede porque los Yasky, los Baradel, al igual que Moyano, Pignatelli, y demás personajes conocidos, conforman lo que se conoce como “burocracia sindical”. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de burocracia sindical? ¿Nos referimos acaso a los sindicalistas multimillonarios que viven en mansiones? No necesariamente aunque en muchos casos es efectivamente así. Moyano o Pignatelli son socios de empresas que explotan a sus propios trabajadores, incluso de su propio sindicato, y ganan fortuna todos los meses. Son lo que se conoce como “burguesía sindical”, aquellos que directamente constituyen materialmente parte de la burguesía como cualquier otro empresario. Los Baradel, los Yasky, por ahora no están a ese nivel, aunque sí disfrutan de las mieles de codearse con los gobiernos burgueses, gozando de sueldos de diputados, acomodo de familiares en la función pública y viajes “all inclusive”, es decir, con todo pago. Baradel y Yasky son entonces lo más parecido a lo que tradicionalmente se conoce como burocracia sindical.
¿Qué es en concreto la burocracia sindical? Es la representación de los intereses generales de la burguesía en el seno de la clase obrera y de los intereses secundarios de la clase obrera en el campo burgués. Encarna entonces un programa reformista, el mismo que el peronismo antes o el kirchnerismo ahora. El objetivo de la burocracia sindical, no es enfrentar al capitalismo y abolir la explotación de clase, sino regularla. De allí que cuando vemos los últimos años que nuestros salarios se derrumbaban, encontramos que las direcciones sindicales, de todos los gremios, no hicieron más que contener nuestra lucha. Lo hicieron, porque ante la profundidad de la crisis cualquier atisbo de contienda puede avanzar en una crítica al sistema social en general y al gobierno en particular. Su rol, entonces, no es conducir la lucha sino garantizar la conciliación entre las clases, es decir, con nuestros patrones. Si la situación económica lo permite puede sostener la conciliación y conseguir mejoras materiales, puede hacer ambas cosas, aunque de ser esto imposible siempre elegirá preservar la primera. Cuando escuchamos a compañeros y compañeras decir que “el gremio no los representa” lo que en realidad quiere decir (y deberían comprender) es que esta burocracia sindical, aliada con la patronal y con el gobierno, no nos representa.
“Cosecharas lo sembrado”
Mostrar la existencia de la alianza entre burocracia sindical y gobierno, es fundamental para poder comprender cuál es la situación actual y cómo intervenir en nuestros sindicatos y en la vida política en general. El punto central que es transversal a la vida social es que el 12 de septiembre, en las elecciones PASO a nivel nacional, el Frente de Todos recibió un verdadero mazazo: perdió 4,8 millones de votos respecto al 2019. La oposición de Juntos, si bien hizo una buena elección, también perdió algo más de un millón de votos entre ambos comicios. Quien creció y se constituyó en la tercera fuerza a nivel nacional, fue el voto bronca, el “que se vayan todos”, que entre votos nulos, blancos y una abstención de 10% por encima del promedio histórico de las PASO, alcanzó los 15 puntos en todo el país.
Ahora bien, si las urnas mostraron que algo se rompió entre el kirchnerismo y la clase obrera, es lógico que suceda lo mismo en nuestros sindicatos. ¿Por qué vamos a confiarle la dirección de los gremios a aquellos que repudiamos en las urnas? Es sintomático que, en dos provincias que estuvieron cruzadas por importantes luchas en los últimos años, la dirección sindical Celeste, la lista que a nivel nacional está alineada con el Frente de Todos y conduce la CTERA, perdió terreno.
En Neuquén, la burocracia celeste de ATEN representada por el Secretario General Marcelo Guagliardo, de la agrupación TEP, entregó dos veces la lucha. La primera en marzo, en el marco de un conflicto que llevó semanas, cuando acordó un salario inicial equivalente a la mitad de la canasta de consumos mínimos medida por ATE-INDEC para esa fecha. Luego, en junio, cuando se discutió la actualización de la paritaria, volvieron a acordar por un salario inicial testigo de 50 mil pesos cuando la canasta superaba los 97 mil. En el medio, la burocracia permaneció atónita cuando la provincia estaba estallada por un conflicto de trabajadores de salud, a los que se fueron sumando también autoconvocados estatales y docentes. Por este motivo, en las elecciones celebradas en septiembre, el TEP consiguió retener la conducción a nivel provincial por poco más de 1.000 votos, pero perdió frente a la Multicolor en distritos claves como la Capital, Plottier, Chañar, Picún Leufú, y debió apelar al fraude para triunfar en Zapala por solo un voto “impugnando” un voto observado que se sabía era de uno de los candidatos de la lista Multicolor.
En Chubut, la situación fue peor. La burocracia, la de la lista Celeste encabezada por Santiago Goodman, entregó todo el legado de lucha que los compañeros docentes de Chubut consiguieron con más de 100 días de acampe en el Ministerio de Educación en 2018, seguido por las 17 semanas de lucha del 2019, en la que se incluyó una brutal represión del gobierno de Arcioni, hoy aliado de Alberto y Cristina. Para el 2020 la conducción Celeste sostuvo, hasta donde pudo, que no haya paritarias durante todo ese año, sin llamar a ningún plan de lucha serio. Para el 2021, el gobierno recompuso lo perdido en 2020, el pago de los montos adeudados desde el 2019 y una serie de bonos de 6 mil pesos que hacen que el salario solo cubra el 33% de la canastas de consumos mínimos. Ante este contexto, la burocracia de ATECh apenas realizó medidas de fuerzas aisladas, mayoritariamente impuestas por las bases, sin estructurar un plan de lucha concreto. Ante esta actitud de entregas y titubeos, no se podía esperar otra cosa en las urnas que el voto bronca contra la Celeste. Eso abrió terreno al triunfo en la provincia de la lista Lila, donde participan el PCR y el MST y de la lista Bordó en la regional Noroeste y una buena elección en Esquel, al igual que la Multicolor, Lista Negra, en la regional Noreste, donde perdió por solo 30 votos.
El calendario electoral docente, continuará con las elecciones en AGMER, en Entre Ríos el 4 de noviembre, en el SUTE, de Mendoza, y ADEP, Jujuy, ambas el próximo 14 de diciembre. En AGMER, compiten a nivel provincial dos listas. El oficialismo celeste por un lado, y la lista Multicolor, integrada por nuestra Corriente Nacional Docente Conti Santoro, Plataforma Obrera y Popular, Colectivo por la Ventana, Lista Cimarrón, Alternativa Docente, y la agrupación Fuentealba (Tribuna Docente). Nuestro Corriente, a su vez, disputará la dirección de seccional Departamental de Colón, donde hoy somos minoría opositora en el gremio. En Mendoza, por su parte, se cree que competirán tres listas. El FURS, que hoy conduce el sindicato, espacio que integró anteriormente la lista Verde, que evalúa una alianza con la Celeste. La tercera es la Azul-Naranja de La Cámpora a la que podría sumarse también la Lista Violeta, del Partido Comunista. Finalmente, en ADEP competirán tres listas. La Violeta N° 15 (ex Bordó) que responde al oficialismo de Abán; la Verde-Celeste N° 7 apoyada por Oscar Tapia, ex Secretario del gremio; y la lista N° 21 Unidad Rojo y Negro, integrada por agrupaciones independientes de la burocracia. De esta última lista, formamos parte también como Corriente Nacional Docente Conti Santoro a través de la Secretaría Previsional. De darse en todas estas elecciones una situación similar a lo que vimos en ATEN y en ATECh estaremos ante la confirmación de que en el seno de la docencia está gestándose un giro hacia posiciones más a la izquierda y antiburocráticas, al menos en el plano sindical.
Sacar la basura
El desarrollo de una crisis política, social y económica en el país aparece en el horizonte. Los distintos gobiernos y candidatos burgueses solo atinan a pasarse la culpa los unos a los otros. Sin embargo, todos son responsables de la situación actual. En el caso de la educación, son responsables de la degradación educativa durante todas estas décadas, de la caída salarial hasta ubicarnos por debajo de la línea de pobreza, por las escuelas que se caen a pedazos, y muchas otras cosas más. Por eso es lógico el hartazgo, pero debemos organizar la bronca para darle una salida positiva. En los sindicatos, el camino no es la desafiliación o el abandono, sino la organización para elegir direcciones clasistas, que respondan a los intereses de los docentes y estén al frente de la lucha. En los gremios también decimos: que se vayan todos.