Mito y realidad ¿Hay vacunación masiva en Buenos Aires?

en Conti-Santoro/Novedades

En medio del rechazo que el comienzo de clases genera en el contexto de la pandemia, en los primeros días del mes de marzo, el gobierno provincial está enviando turnos para empezar a vacunar a los docentes bonaerenses. Esta noticia fue festejada como un triunfo por la celeste, y por muchos compañeros que ven allí el comienzo de una decidida política de vacunación por parte del Estado. A este festejo también se sumó parte de la izquierda, que sostiene que la presión social llevó a un “giro” en las políticas del gobernador de comenzar el ciclo lectivo sólo con protocolos.

Vayamos por partes. El año pasado, el propio Trotta había dicho que no se iba a poder retornar a las clases hasta tanto no se encuentre una vacuna. Sin embargo, no alcanza con “encontrar” una vacuna, ni con “planificar un cronograma de vacunación”. La vacunación es un proceso, y por lo tanto finaliza cuando se alcanza la inmunidad definitiva. En el caso de la mayoría de las vacunas contra el COVID-19, la inmunización se alcanza luego de la segunda dosis. Por lo tanto, recién cuando estemos avanzando en el proceso de inoculación de la segunda dosis, podremos decir que estamos camino a una inmunización generalizada de la población si, como además, se establece se inmuniza a, por lo menos, el 70-80% de la población.  Sabiendo que no iba a poder cumplir sus dichos, el gobierno nacional comenzó a volver sobre sus pasos, avanzando en una presencialidad sin vacunas. Incluso, como ya analizamos en notas anteriores, desde el mes de octubre se fueron modificando las pautas de retorno establecidas inicialmente, con el objetivo de ir abriendo gradualmente las escuelas.

Para comprender la política que lleva adelante el gobierno, hay que tener en cuenta dos tendencias de fondo que llevan a la liquidación de la cuarentena sin tener disponible la solución; es decir, la vacuna en las cantidades suficientes y aplicadas de manera masiva a la población. En primer lugar, frente a la clara necesidad de aislamiento, sólo se otorgó el IFE, dejando a la clase obrera, incluso a una parte de la pequeña burguesía, a su suerte. A esto hay que sumar a distintas fracciones de la burguesía, que desde el primer momento se opusieron al confinamiento. De allí que, con el correr de los meses, aumentó la presión para la apertura de la economía y, por su función de contención social, de la escuela. Esto, sin tener como premisa un criterio epidemiológico o pedagógico sino un criterio puramente utilitarista: si los padres van a trabajar, los chicos en algún lado deben estar. De ahí que ya a fines del año pasado, Larreta y Kicillof ya comenzaron con algún tipo de presencialidad a través de burbujas o con el plan ATR. En segundo término, el reciente descubrimiento de la vacuna da lugar a una creciente disputa por las dosis disponibles. Dado que la burguesía argentina ocupa una posición marginal en el capitalismo mundial, es de esperar que tenga grandes dificultades para obtener un lugar de privilegio en dicho reparto. Con este panorama, el festejo por la vacunación parece, como mínimo, apresurado. Veamos que dicen los números.

Pocas vacunas para mucha gente

Mientras el viceministro de salud bonaerense declara que la Provincia atraviesa por un sector de la curva donde los contagios ya no caen, a la hora de escribir esta nota (8/3), la Provincia de Buenos Aires cuenta con 673.514 vacunas para una población de 17.541.141 personas, según datos del 2020. De ese total, 592.609 personas fueron inyectadas con, al menos una dosis, es decir un 3,37%.  Si tenemos en cuenta que para una inmunización total se requieren dos aplicaciones, el lector ya se puede trazar una idea del panorama. Apenas un 0,76% de los habitantes de la provincia están protegidos completamente contra el virus. En resumen, se advierte rápidamente que hay pocas vacunas para mucha gente.

La cuestión se torna más compleja cuando evaluamos la situación de la comunidad educativa frente a la apertura de las escuelas, ya que esta actividad genera una movilización de 7 millones de personas en Buenos Aires.  Además, hay que tener en cuenta que el comienzo del año escolar coincide con la proximidad del otoño y, si bien el virus parece no ser estacional, las bajas temperaturas favorecen su circulación. A esto, debe sumarse que, con la baja de las temperaturas, hay una menor ventilación en los ambientes cerrados, como el transporte público.

Si vamos a ver la vacunación específica de la comunidad educativa bonaerense, hasta el momento, con excepción de personas de riesgo, ni en el 3,37% que recibió una dosis, ni en el 0,76% que recibió las dos dosis, hay estudiantes o sus familiares que forman parte de la comunidad educativa. Para el primer caso, estamos hablando de casi 4 millones de alumnos según el censo de 2018. Con la cepa británica en ciernes, que afecta de gravedad también a los jóvenes, el número no es menor. En cuanto a los docentes, la provincia cuenta con algo más de 350 mil docentes y 150 mil auxiliares, de los cuales 320 mil se inscribieron para recibir la vacuna. A este sector se destinaron 91.355 dosis, con lo que sólo podrán ser vacunados cerca del 20 % de los maestros y profesores con una sola dosis, y 1.800 recibirán la segunda (0,6%).

Para cerrar, un dato más que pone de relieve que este año nos mandan al matadero. El día de mayor aplicación fue el 5 de marzo, donde se inyectaron 40.664 primeras dosis. Suponiendo una situación favorable, donde se pueda seguir con este ritmo, y en la cual solo se vacunen a miembros de la comunidad educativa, se tardaría dos meses y medio para que los 4 millones de bonaerenses que conforman la comunidad educativa reciban una vacuna.

Ni hablar de la inmunidad total. El día de mayor aplicación de segunda dosis fue el 4 de marzo, con 8.543. Teniendo en cuenta que para recibir la segunda dosis hay que esperar 21 días aproximadamente desde recibida la primera, y que se finaliza la inmunización luego de entre 1 y 2 semanas de recibir la segunda dosis, hay que calcular que se demorará entre 4 y 5 para alcanzar la inmunización total solo de los 4 millones de bonaerense que se movilizan por la educación. Es decir, estaríamos promediando el mes de agosto. Esto siempre y cuando las vacunas lleguen y se mantenga a este, irrisorio, ritmo de vacunación.

En conjunto, lo que estos números expresan es la necesidad del gobierno de cerrar un problema político, vendiendo una vacunación masiva que no existe, pero que tampoco existe para el sector docente y la comunidad educativa. ¿Por qué hace esto el gobierno? En primer lugar, para defender la presencialidad mientras los casos de contagios en escuelas no paran de prosperar, contabilizando ya 3 compañeras docentes muertas, 2 en Jujuy y una en la Provincia de Buenos Aires. En segundo lugar, porque el gobierno quedó herido por el “vacunagate”, mostrando su desinterés por la salud de la clase obrera, y necesita enarbolar una falsa bandera a favor de la vacunación. En tercer lugar, porque los docentes son el sector más movilizado con la consigna de vacunación masiva. De allí, la repentina convocatoria para este sector.

Lo mencionado se pone de relieve cuando se observa la alteración del plan estratégico, que implicaba inyectar primero al personal de salud y a la población de riesgo. En otras palabras, se sacaron vacunas a un grupo para asignárselo a otro. Dado que la exigencia de vacunación masiva no es un reclamo corporativo, es necesario llamar la atención de que la llegada de dosis a cuentagotas va a ser la regla en los próximos meses. Esto se desprende, no sólo de la incapacidad del capitalismo argentino para desarrollar una fórmula propia, sino incluso para producirla. Se espera recién para dentro de un año la elaboración en una planta local de las primeras dosis.

En síntesis, lejos de estar en presencia de un proceso generalizado de vacunación, como quiere el mito peronista, los números nos dan la cara contra una realidad en la que hay poco para festejar.  Es necesario poner en pie un plan de lucha bajo la consigna: sin vacunación masiva, la presencialidad es criminal.

Como Corriente Nacional Docente Conti Santoro, venimos impulsando radios abiertas, reuniones virtuales, relevamiento de casos a nivel nacional, y acciones callejeras, planteando a la vacunación masiva como el eje central para la lucha. En ese sentido, intervenimos en todos los gremios docentes en que estamos presentes. Pero también, planteamos que hasta tanto esa vacunación masiva se produzca, decimos que el Estado debe brindar todos los recursos para una virtualidad de calidad:

-Expansión urgente del Plan Conectar Igualdad: dotación de una notebook para que cada uno de los alumnos y docentes del país pueda contar con las herramientas técnicas necesarias para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje.

-Wifi y conectividad a internet gratuita y de calidad para toda la población.

-Contratación de personal docente para realizar seguimiento del proceso educativo a distancia y cuando se retome la cursada en condiciones seguras.

-Contratación del personal técnico necesario para cada escuela a los fines de asistir y colaborar en la diagramación de las clases a distancia y en el diseño de las plataformas escolares.

-Contratación y dotación de personal para gabinetes escolares, EOES, DOES para acompañar y apuntalar el proceso pedagógico de cada uno de los alumnos de nuestro país y sus familias.

-Por un bono extra mensual y retroactivo para cubrir los gastos en insumos tecnológicos, internet de calidad y mayores costos de los servicios utilizados durante la pandemia.

-Recomposición histórica del salario. Cargo testigo inicial equivalente a dos canastas básicas totales.

Corriente Nacional Docente Conti Santoro

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