El Gobierno, por intermedio del Ministro Kulfas, anunció un programa de “reactivación industrial” contemplando medidas de fomento para distintos sectores de la producción. Detrás de esperanzadoras expresiones, se esconde una receta que la burguesía argentina intenta desde los años ’60 (si no antes) con escaso o nulo éxito. Subsidios a los capitalistas mediante combinación de exenciones fiscales (reducción de impuestos) y/o políticas de promoción de exportaciones (en otras palabras, más reducción de impuestos para esas patronales) a cambio de inversiones que, cuando se hacen, son ínfimas para lograr competitividad en el mercado mundial. Va de suyo que estas transferencias se terminan pagando con el incremento de la deuda pública o bien con una mayor presión sobre los trabajadores (más impuestos sobre la clase obrera ante las dificultades crónicas de caja).
En este caso, nuevamente la automotriz aparece como una de las actividades a atender. A partir de “del consenso con los sectores empresarios (nucleados en ADEFA y AFAC) y sindicales (SMATA y UOM) en las mesas del acuerdo económico y social implementadas durante 2020 a partir del trabajo conjunto de los Ministerios de Desarrollo Productivo, Economía y Trabajo (…) Generará incentivos fiscales y acuerdos institucionales para el desarrollo del sector que permitirán movilizar inversiones por US$ 5.000 millones en los próximos meses, con más integración nacional y mayor orientación exportadora”. Es decir, prácticamente los mismos lineamientos con los que Macri anunció en 2016 el “Plan 1 Millón” para relanzar al sector. Plan que a luces vista resultó un fracaso. No podía ser de otra manera: incapaz de competir por la vía de aumentar la escala y la productividad, esta burguesía sobrevive por medio de transferencias de riqueza pública, incluso en los sectores industriales a priori más “desarrollados” del país. Cuando esto no le alcanza, profundiza el ataque sobre las condiciones de la clase obrera.
La burguesía y sus distintos gobiernos no tienen otra cosa que ofrecernos: dilapidación de riqueza, empeoramiento de los estándares de vida y crisis recurrentes. La única forma de romper con los límites históricos de la economía argentina es sacarse de encima a estos parásitos, concentrar los medios productivos bajo el control de un Estado obrero y direccionar esos recursos de forma planificada hacia producciones de alto contenido tecnológico que permitan elevar drásticamente las condiciones de vida de la población.
Para profundizar sobre el tema:
Bil, D. y Sartelli, E.: “Continuidades en la industria argentina a partir del caso automotriz: de los Kirchner a Macri”, en Estado & Comunes, n° 7, 2018.
“Sobre la burguesía planera. Las transferencias estatales al capital, de Cristina a Mauricio”. El Aromo, n° 102, 2018.
“El acuerdo para el sector automotriz. ¿Qué nos están prometiendo?” (2017)
“Lloren chicos, lloren… La estrategia de la burguesía automotriz argentina en los ’80”. El Aromo, n° 94, 2017
“En el nombre del padre. Sevel y la burguesía nacional en los ’80”. El Aromo, n° 93, 2016
“De rotas cadenas. Los límites históricos de la trama automotriz en Argentina”. El Aromo, n° 86.
“Fábrica de miseria. Efectos de la crisis y perspectivas en la industria argentina”. El Aromo, n° 79, 2014.
“Desenganchados. La fabricación de autopartes durante la década kirchnerista”. El Aromo, n° 78, 2014.
“Poco rodaje. Condiciones y límites de la industria automotriz en la Argentina”. El Aromo, n° 74, 2013.
“Los autitos chocadores. La industria automotriz en el Mercosur”. El Aromo, n° 61, 2011
Para conocer el desarrollo y los límites de la industria automotriz argentina en sus inicios, recomendamos este libro indispensable de Ianina Harari: https://razonyrevolucion.org/a-media-maquina-de-ianina…/
