Silvina Pascucci
Grupo de Investigación de la Clase Obrera – CEICS
Un grupo de familias en extrema situación de indigencia toma un edificio en construcción para, en su desesperación, asegurarse un techo. El dueño del edificio llama a la policía, hace la denuncia correspondiente y garantiza que, en unas horas, las fuerzas de seguridad liberen la propiedad. Problema resuelto. Si el saldo son dos o tres pobres muertos en el enfrentamiento, no importa demasiado. La “ocupación ilegal” ha sido desarticulada. Y la represión se justifica con afirmaciones como “eran delincuentes armados”, “las familias fueron engañadas por activistas políticos”, etc. Tampoco importa si las familias sin vivienda no se resignaron a volver a la villa o a la calle y se quedaron tomando las tierras aledañas al edificio hasta obtener una respuesta. El edificio está liberado. Este relato podría referirse a la toma de alguna propiedad perteneciente a algún empresario de la construcción. Así actúa la burguesía cuando su propiedad privada se ve amenazada. Pero en este caso, el que hizo la denuncia, el que llamó a la policía para que reprimiera y el que habló de “narcotraficantes criminales” fue Sergio Schocklender, apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
En un sector del Parque Indoamericano, Madres tiene asignado un predio donde está construyendo cerca de 380 casas, como parte de su emprendimiento denominado “Sueños Compartidos”, a partir del cual se desarrollan obras en diferentes zonas del país. Precisamente, el barrio de más de 380 viviendas que Bonafini construye en Los Piletones es el único emprendimiento de Madres que recibe fondos del Instituto de la Vivienda de la Ciudad y de la Corporación Buenos Aires Sur, ambos dependientes de la Jefatura de Gobierno porteña.(1) Es decir, es un emprendimiento entre Madres y “la derecha”.
Pero estas obras no alcanzan y las familias sin vivienda se cansan de esperar que se concreten los anunciados planes que nunca llegan. Ha habido denuncias de que las viviendas de este tipo de proyecto fueron otorgadas a “punteros o amigos” y que “si no estás con ellos no te dan nada”(2) lo cual no sería extraño si pensamos en que el asistencialismo fue una de las principales herramientas de cooptación del kirchnerismo desde el 2003.
El propio Schocklender asegura que en la madrugada del martes 7 de diciembre recibió un llamado avisándole que un grupo de personas estaba tomando el obrador, que la asociación de Bonafini tiene en el Parque Indoamericano. Acto seguido, como ellos mismos aclaran en su página web, “representantes de la Misión Sueños Compartidos radicaron la denuncia en la Comisaría nº 36 contra las autoridades porteñas por permitir la ocupación ilegal de terrenos y solicitaron la inmediata orden de desalojo del predio”.(3) Ello derivó en una orden de desalojo firmada por la jueza María Cristina Nazar, ejecutada por un operativo conjunto de la Policía Federal y la Metropolitana. Antes de que llegara la policía, una combi color gris con personal civil armado amenazó a los que pretendían ocupar el predio. Resulta más que triste, por decirlo suavemente, ver a las Madres de Plaza de Mayo mezcladas, aunque pudiera ser de una manera azarosa o casual, con personajes de la misma calaña que los que secuestraron a sus hijos. Sería incomprensible si esa vinculación resultara no ser casual. El movimiento popular tiene derecho a las aclaraciones y a la demarcación correspondiente.
En sus declaraciones, sin dar ninguna prueba al respecto, y repitiendo un discurso idéntico al de Macri, Schocklender afirmó que los ocupantes del obrador eran “narcotraficantes de las villas más conocidas”. “No los identifico con gente humilde, -dijo- sí lo eran aquellos necesitados a los que unos vivos que se metieron en el predio del Parque Indoamericano les vendían las tierras”.(4) De todos modos, la orden de desalojo no exigía la diferenciación de unos y otros y, al reprimir, se reprimiría a todos juntos, como suele ocurrir en estos casos. El apoderado de Madres de Plaza de Mayo agregó que “la Policía Metropolitana vio los fogonazos, pero no hizo nada para impedir el accionar de ese grupo, que evidentemente responde a algún puntero político que convocó a ocupar viviendas”.(5)
Luego de estas declaraciones iniciales, los referentes de Madres no aclararon la situación ni trascendió ninguna otra información sobre quiénes habían sido los que ocuparon las casas del predio. De más está decir que el conflicto mostró su profunda raíz social y política. Lejos de ser simplemente una operación de algunos oportunistas, es expresión de una realidad que el kirchnerismo no quiere ver: las necesidades más urgentes de la clase obrera no han sido resueltas y, así como ocurría durante el menemismo, las familias se resisten a soportar pasivamente estas condiciones de vida. Se organizan, se levantan y pelean con las únicas herramientas que tienen para transformar su realidad. La realidad que cambió fue el posicionamiento político de Madres, cooptada por el Estado burgués hasta la médula, al punto de adquirir por chaucha y palitos, el lenguaje, la lógica y los intereses no sólo del gobierno K, sino incluso de eso que ellos gustan llamar “la derecha”.
Notas:
(1) La Nación, 9/12/2010.
(2) Ver Hoy en www.diariohoy.net/accion-verNota-id-117260.
(3) Ver www.suenoscompartidos.org.ar/cont_ampliado.php?id_contenido=90.
(4) Ver http://agensur.info/index.php?option=com_content&view=article&id=1842:bestialidad-en-villa-soldati&catid=42:titulares&Itemid=111.
(5) Página12, 8/12/122010.