La formación del IPT y el rol de la izquierda en Bolivia
Luego de haber pasado por un reflujo, la clase obrera boliviana se dispone a la ofensiva. Como expresión de ello, se conformó un nuevo partido político a partir de las centrales sindicales, llamado Instrumento Político de los Trabajadores (IPT). A continuación, explicamos el proceso de su formación y desarrollo, sin dejar de examinar el debate que suscitó en la izquierda.
Nicolás Grimaldi
LAP-CEICS
A principios de este año, se conformó en Bolivia el Instrumento Político de los Trabajadores (IPT), como partido opositor al MAS. En 2011, en Huanuni (Oruro), se realizó su congreso fundacional, a petición de los mineros de esa localidad. Estos vienen enfrentando al MAS y, entre sus conquistas, está el haber evitado la formación de cooperativas mineras oficialistas en la región. Se constituyeron, a lo largo de la década, como la fracción obrera que intentó mantener cierta independencia frente a la cooptación bonapartista. Su propuesta de conformación partidaria fue elevada a la COB quien la ratificó en su XV Congreso, en enero del 2012. Sin embargo, el llamado se hacía esperar.
Durante el 2012, dos luchas significativas persuadieron a la COB de cumplir con el mandato. En primer lugar, los trabajadores de la salud protagonizaron una huelga de tres meses, contra la pretensión de aumentarles la jornada laboral de 6 a 8 horas, sin incorporarlos en la Ley General del Trabajo. El proceso terminó con el retroceso de la medida. El segundo conflicto fue la lucha por la nacionalización del 100% de la mina Colquiri, donde los trabajadores lograron que pasase a manos del Estado, sacándosela a la transnacional Sinchi Wayra. Ambos conflictos pusieron en evidencia -junto con el “gasolinazo” entre otros- que se estaba produciendo una ruptura entre la clase obrera y el gobierno de Evo. La COB, dirigida por un personal reformista con relaciones muy conflictivas con el MAS, vio su oportunidad.
Un nuevo comienzo
El primer encuentro de formación partidaria fue en enero de este año. Allí se insistió para la formación de un partido e incluso se aprobó la declaración de principios. El evento contó con la participación de Juan Carlos Trujillo (Secretario Ejecutivo de la COB) y Jaime Solares (vocal del Comité Ejecutivo Nacional de la COB). También asistieron dirigentes de las centrales obreras departamentales de Cochabamba, Oruro, Tarija, La Paz y Santa Cruz, así como Confederaciones y Federaciones de Fabriles (todos los obreros que no son mineros, obreros ruarles, ni del sector servicios), Magisterio, Salud, además de las principales organizaciones de izquierda.
De allí se convocó a un primer congreso inaugural, en marzo de 2013. Participaron en él 62 sindicatos, reunidos alrededor de la COB dirigida por Trujillo (por el sector minero), secundado por Ermo Pérez (de los llamados “fabriles”) y por Simeón Jalliri, del sector “campesino”. En total, del congreso participaron 1.200 delegados y 300 de ellos eran mineros. También tuvo presencia la izquierda con la participación de LOR-CI, LIT-CI, Poder Obrero, Patria Insurgente (una agrupación guevarista, que tiene influencia en la Central Obrera Departamental de Oruro). Asimismo, fueron de la partida la organización Pachakuti, con presencia en el magisterio rural, y Alternativa Revolucionaria del Pueblo (ARP). Es decir, en principio, allí se están agrupando, por un lado, una fracción de la clase obrera dispuesta a romper con el MAS y, por el otro, todos los partidos que aspiran a dirigir a esas masas.
En ese congreso, se aprobó el primer documento del partido, que sus miembros caracterizan como “anticapitalista” y “antimperialista”.[1] En él, se plantea que el capitalismo mundial llegó al límite de su expansión, que hay una crisis general capitalista, que obliga a asumir la necesidad de la revolución social. El programa continúa sosteniendo que los trabajadores bolivianos proclaman como su misión histórica destruir al capitalismo y luchar por el socialismo y que el proletariado es el núcleo revolucionario por excelencia de los trabajadores. Se reivindica la alianza de obreros y campesinos con la “gente pobre” de las ciudades y con “todas las fuerzas antiimperialistas y anticapitalistas” como garantía de la victoria.
Se reconoce allí la necesidad de un partido político de los trabajadores. Consideran que la lucha electoral es un complemento de la acción directa. El partido, según lo votado, debe estar basado en la COB, en los sindicatos y sus asambleas de base, pero también en los “campesinos, naciones originarias y clase media empobrecida” organizados con dirigentes responsables, revocables en cualquier momento por su decisión. Es decir que no le reconoce a los trabajadores rurales y a la sobrepoblación relativa su carácter de obreros. Más allá de eso, sí reconoce un proceso de proletarización de la pequeña burguesía y le ofrece un marco de organización junto a la clase obrera. Por último, declara la libertad de actuación de las tendencias políticas obreras y revolucionarias en el interior de la organización. El máximo órgano de decisión sería el congreso de la COB, donde podrán participar las organizaciones políticas que conforman el PT. Entonces, esa primera reunión tuvo un contenido más bien programático. Allí, la dirección de la COB tuvo que realizar concesiones al ala más radicalizada. Es que todavía quedaba un camino por recorrer.
Para rediscutir los documentos y asegurarse la dirección del partido, la COB llamó a un segundo congreso. En el medio, se produjo una importante huelga en el mes de mayo, en reclamo de que la jubilación no fuese del 60% del promedio de los últimos 24 meses, sino que cubriese el 100% del promedio del sueldo de los últimos 12. La exigencia surgió en asambleas obreras y fue elevada a la central. La COB, entonces, declaró la huelga por tiempo indefinido, que finalmente duró dos semanas, lo que incluyó marchas y bloqueos de calles. La COB terminó aceptando la propuesta del gobierno (el 70% del promedio) y obligando a que se levantasen los bloqueos y se volviera al trabajo. Uno de los factores que debilitó la lucha fue que la dirección sindical no centralizó las acciones de los sindicatos distritales y regionales, por lo que las luchas quedaron aisladas.
En ese marco, se efectuó el segundo congreso. Aquí, la participación disminuyó en relación al primero, ya que sólo participaron 300 delegados. La Comisión Política, a manos de Guido Mitma de la FSTMB (quien aceptó la propuesta jubilatoria del gobierno), se dedicó durante tres meses a la redacción de un nuevo documento que preparaba la negación del documento de Huanuni, con postulados abiertamente reformistas y pro burgueses, que pretendieron aprobar. El documento presentado por la comisión eliminaba las referencias a la lucha de clases, a la estrategia socialista, a toda formulación relacionada con la nacionalización sin pago de las trasnacionales y a su puesta en marcha bajo control obrero colectivo. Como corolario, exigía el respeto por la Constitución Boliviana.[2] Es decir, se pretendía enterrar la experiencia, antes de que comenzara, transformando al IPT en un partido abiertamente burgués.
Sin embargo, los delegados, por unanimidad, decidieron ratificar el documento del primer congreso. Consideraron al documento presentado por la CP como “aportes” y “aditamentos” para tener en cuenta en la “presentación legal” del documento base de Huanuni y no como su reemplazo. En los últimos momentos, los delegados de Huanuni reunidos en asamblea aceptaron la renuncia de Guido Mitma a la Comisión Política y eligieron a Mario Martínez, minero del Huanuni, como nueva dirección.
Ahora bien ¿por qué la dirección de la COB decidió “boicotear” la celebración del segundo congreso de un instrumento que ellos mismos habían impulsado? Porque nunca terminó de romper definitivamente con el MAS y, ante el temor de una alternativa política seria por izquierda, el Gobierno incrementó sus esfuerzos de cooptación. De hecho, cuando Trujillo asumió como dirigente de la COB, debió desmentir que iba a ser candidato del partido gobernante.[3] Trujillo no ha asistido al evento de inscripción del PT en el Tribunal Supremo Electoral, en el contexto de una gran movilización, compuesta en su mayoría por trabajadores mineros. Además, en otras oportunidades, Trujillo y Pérez (otro dirigente de la COB) se manifestaron a favor de que el PT funcione de manera independiente de la central sindical. En realidad, lo que quieren hacer es convertir al partido en un aparato netamente electoralista, que sirva para negociar alianzas, por ejemplo, con el MAS. Esto explica el fuerte apoyo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, leal a Evo, a esta propuesta.[4]
¿Qué hacer?
Lo cierto es que las tendencias más conciliadoras no lograron imponerse, lo que es un síntoma de dos procesos. En primer lugar, la existencia de una corriente radicalizada en el seno de esa organización, ligada con las luchas obreras. En segundo, que esas tendencias tienen una inserción real en el proletariado. De otra manera, no podrían haberse impuesto en un congreso, haber removido a una dirección e instalar una propia. El POR boliviano, en un sectarismo inconducente, sostiene que no se debe participar en el PT, ya que el partido revolucionario de la clase obrera ya existe: son ellos. Si eso es así, no se entiende por qué no dirigen, no ya la COB, sino a los mineros del Huanuni, que evidentemente no se han enterado de que deben ser dirigidos por el POR y quieren formar su partido. La LOR-CI (organización ligada al PTS), en cambio, decidió correctamente participar. Otras organizaciones como la Agrupación Marxista Revolucionaria (AGM), a través de su periódico El Trabajador, llama a la conformación de una “tendencia revolucionaria” hacia el interior del IPT, lo que en principio requiere ser parte de él.
El debate también se instaló en la izquierda Argentina. El PO envió una delegación a participar del primer congreso, pero caracteriza que la formación del PT se trataría de un “reacomodamiento” de la burocracia de la COB y cuestionan a LOR-CI y al PTS por haber celebrado como una victoria lo sucedido en el segundo congreso. Su propuesta fue votar un plan de lucha político inmediato y la cláusula de que los candidatos a elecciones fueran votados por las bases. Es decir, pura acción económica. A su vez, consideró que es primordial la disputa por el control de los sindicatos. Otra vez, se apela al sindicalismo cuando la clase obrera está tratando de dar una discusión política.
La izquierda debería participar en el IPT, como un espacio de disputa. Que el programa tiene falencias (campesinismo, indigenismo, autonomismo), es una verdad. Que Jaime Solares (dirección del PT) no rompió -y difícilmente lo haga- con Trujillo, también. Que Loayza (fundador del MAS) se haya manifestado a favor armar una alianza con el IPT, es algo que no se puede negar. Pero también es cierto que estamos ante el agrupamiento de una masa obrera real. Esa masa obrera representa una fracción del proletariado que ha roto con el MAS. Una fracción que punga por expresar la ruptura en términos políticos. El contenido político de ese quiebre ha tomado un carácter, al menos proclamatoriamente, revolucionario que ha sido defendido por una voluntad que ha tenido la fuerza para impedir los intentos de suprimirlo. No se marcha con las banderas rojas, pero tampoco se viva por Evo. Es decir, no se trata de hacer seguidismo: aquí hay una batalla para dar. Como hay batalla, lógico, la burguesía mete su gente. Ante eso, ¿qué hacer? ¿Nos retiramos? Ningún combate está ganado de antemano. Menos, luego de diez años de bonapartismo. Pero se ha abierto una oportunidad. Para ganar a la clase obrera, primero hay que luchar por ella. Porque no se trata simplemente de denunciar a Evo y a los burócratas. Se trata de vencerlos.
1Documento político y declaración de principios del partido de los trabajadores (IPT) disponible en http://goo.gl/HdFvAY.
2Véase http://goo.gl/mWmyhj.
3Véase http://goo.gl/ujhJqD.
4Véase http://goo.gl/xX5PPP.