Los compañeros del Hospital Posadas y del Sutna llevaron adelante sus respectivos encuentros. El sábado 17 de febrero se llevó adelante el Encuentro de trabajadores contra los despidos y el ajuste, en el Hospital Posadas. Además de los compañeros del hospital, participaron los obreros en lucha de Río Turbio, Fanazul, Inti, Ingenio La Esperanza, Ferrobaires y varios más. Curiosamente, aunque el encuentro fue convocado en nombre de los luchadores contra el ajuste, no se les permitió hablar a todos e, incluso, a varios se les negó el acceso al escenario: tal fue el caso de un compañero de Stockl, que solo logró subir tras cierta presión, del Centro Gallegos, de Cresta Roja y de AGMER (Entre Ríos). Mientras tanto, el representante de Moyano y el de la CTA de Yasky tuvieron un lugar preferencial. Es decir, se privilegió darles presencia y voz a sectores de la burocracia antes que a compañeros de lucha.
En cuanto a los partidos presentes se encontraban mayoritariamente los que formaban parte de la dirección del encuentro, hecho obvio por cómo manejaron la lista de oradores y las mociones que ya tenían impresas de antemano. En efecto, MST, NMAS y PTS impusieron la mayoría de los oradores que exponían largas parrafadas para proponer exactamente lo mismo. El PO estuvo presente de forma testimonial. Los compañeros caracterizaban que iba a ser una reunión de aparatos, algo similar a lo que dice el resto de la izquierda de los encuentros que ha organizado el PO, donde también las mociones están pre establecidas y hablan largo y tendido los militantes del PO (recordemos los encuentros en el SUTNA o en AGR).
El SUTNA, no solo estuvo ausente en el Posadas, junto con la mayoría de los gremios y agrupaciones sindicales que dirige el PO, sino que sacó por la tarde una convocatoria para organizar la columna del 21. A ese encuentro concurrieron aquellos que no estuvieron el sábado. El mecanismo de la reunión fue la misma que la de la anterior: hablaron casi exclusivamente el PO e IS, escondidos tras sus representaciones gremiales. La principal definición fue cuestionar la “independencia” política del encuentro del Posadas por la presencia allí del moyanismo y el kirchnerismo. La principal decisión organizativa de “trascendencia” tuvo que ver con la estructura de la columna “independiente”.
El PO pretende que la columna independiente la encabecen los sindicatos clasistas (o sea, básicamente ellos), mientras en el Encuentro se decidió que la encabezaran los sectores en lucha (o sea, quienes convocaron, lo que hace presuponer una nueva exclusión de aquellos a los que se les negó la palabra en el Posadas). Una pelea de cartel adornada con argumentos rimbombantes y “principistas”. El PO, además, plantea que no se debe subir al palco para evitar la foto de apoyo a Moyano. ¿Por qué no se puede hablar en el palco de Moyano para denunciarlo, pero sí en el de Cachorro Godoy sin decir una palabra del inmovilismo de ATE, como hizo Romina del Pla? No queda claro. En el encuentro del Posadas estuvieron también presentes IS y Opinión Socialista. Por la primera, no mucho. A lo sumo el Pollo Sobrero explicó por qué IS había levantado su propia convocatoria, alternativa a la del Posadas. Por su parte, Opinión Socialista, que tiene un lugar en la dirección del conflicto del INTI, planteó que no debía haber columna independiente, sino que cada uno debía marchar con su gremio.
Así las cosas, en los dos encuentros se evidenciaron los dos principales problemas que aquejan a la izquierda revolucionaria argentina: la incapacidad para unificar sus fuerzas, por un lado; la debilidad frente al kirchnerismo/peronismo, por otra. La primera cuestión es muy obvia. A la izquierda le cuesta dejar de lado el sectarismo en nombre de una verdadera unidad de la vanguardia: no van donde no dirigen, no dan lugar a otras fuerzas, aparatean los encuentros con acuerdos previos anulando toda verdadera deliberación, etc. Cada partido está concentrado en hegemonizar el reducido campo de la izquierda antes que en construir una fuerza capaz de disputar el terreno real de la lucha, donde la burguesía y sus burócratas sindicales se pasean campantes.
La segunda cuestión también es clara. En los dos encuentros las propuestas giraron en torno a la necesidad de la unidad y de participar en la marcha de Moyano y el kirchnerismo con una columna independiente. Sin embargo, si bien la tónica general la dieron las expresiones de desconfianza en la burocracia y la necesidad de exigir un paro general, se remarcó la necesidad de juntar fuerzas para golpear al gobierno. Que esa unidad fuera con Moyano y la burocracia K, no parece provocar ninguna reflexión entre los compañeros de ambos encuentros. Les alcanza con ir a la marcha con banderita propia y callados la boca.
El problema que nadie señaló, excepto nosotros, es que Moyano y el Kirchnerismo no buscan golpear al gobierno para frenar el ajuste, sino para frenar las causas judiciales que ponen al descubierto cómo le han robado a los trabajadores. Ese es el contenido de esta marcha: una muestra de fuerza al gobierno de parte de los sectores que Macri eligió como blancos de la supuesta cruzada anti corrupción, como forma de hacer pasar el ajuste en marcha dejando a los que luchan en su contra como simples interesados en zafar de la justicia. Que a Moyano no le importa el ajuste lo muestra que pactó la reforma laboral mediante su triunviro en la CGT (Schmid) y que el abogado de la central obrera (uno de sus hijos) fue el redactor del acuerdo con el gobierno. Solo rompió su alianza con Macri cuando éste no pudo (o no quiso) garantizarle su impunidad. Que a Cristina no le importa el ajuste lo muestra que los gobernadores que le responden son tan ajustadores y represores como Macri, que sus legisladores votan las leyes de ajuste y sus sindicalistas están ausentes de prácticamente toda lucha. A Cristina y varios de los suyos les importa lo mismo: evadir la cárcel. Para ello están dispuestos a deponer sus antiguos enconos y unirse a los movimientos sociales que responden a Francisco (en especial, Grabois, de la CTEP) en su intención de reconstruir el peronismo bajo la señal de la cruz. La marcha del 21 es la presentación de esta alianza en sociedad.
Nosotros señalamos en los dos encuentros que era necesario que el palco fuera ocupado por los representantes de los sectores en lucha (incluyendo al SUTNA, a Sobrero y a todas las conducciones clasistas que, por su propia naturaleza, siempre están en lucha contra una burocracia que los amenaza permanentemente y una patronal que solo espera el momento adecuado para sacárselos de encima) y que fueran ellos los que se dirigieran a la multitud. Es decir, disputar la dirección del acto a Moyano. Y que si tal cosa no se podía realizar, que la izquierda hiciera un acto aparte: que quede claro que en un lado hablan los ladrones y en otro, los luchadores.
En ambos encuentros se rechazó este planteo al que se tildó de “divisionista”. Curiosamente, el FIT ya hizo esto en una ocasión reciente. En la famosa marcha de la CGT en la que el triunvirato no pudo hablar por la presión de la multitud que exigía la definición de una fecha para el paro general, la izquierda hizo un acto aparte. Es decir, cuando la convocatoria tenía un carácter político menos definido, era más bien el resultado de la debilidad de la burocracia, debilidad que había que explotar, la izquierda no estuvo. Cuando el sentido político del acto está más que claro, la izquierda quiere estar a cualquier precio. ¿Se entiende por qué hablamos de debilidad?
Es cierto que esta debilidad es más acusada en el encuentro del Posadas, donde no solo se invitó a la burocracia y se excluyó a los luchadores que no eran “del palo”, sino el intento de silenciar toda crítica al moyanismo. Esto quedó claro cuando nuestro compañero señaló el contenido de la convocatoria de Moyano y la moderadora del encuentro lo apuró para que dijera las mociones y terminara, algo que no se hizo con ningún orador. Pero el hecho de que el FIT se dividiera (el PTS estuvo en el Posadas junto con IS, que estuvo en los dos lados) y que los otros miembros de la alianza se nieguen a poner condiciones a la participación en la marcha, muestra que esta debilidad que señalamos afecta, en mayor o menor medida, a toda la izquierda.
Los dos problemas se suman y potencian: porque la izquierda no es capaz de unificarse, se siente impotente para dirigir. Porque se siente impotente, no dirige y, sabiéndose incapaz de participar en esa batalla mayor, se libera a sí misma a enfrentamientos ridículos en espacios en los que no se disputa nada.
La marcha de Moyano plantea a la izquierda un problema. La burocracia convoca “a la lucha”, aunque esta convocatoria sea falsa. Es cierto que muchos compañeros están todavía dominados por una conciencia anti-Macri e identifican a todo el que haga una objeción a un frente “anti-macrista” como “divisionista”. Por esta razón, la izquierda se siente obligada a estar. No nos parece mal. Muchas veces hemos estado y muchas veces estaremos en situaciones que no podemos elegir. Pero hay formas y formas de estar. Disputar el palco y la palabra es la clave. Con Moyano en el palco o sin él. En el palco de Moyano o en el propio.
Razón y Revolución va a participar de la marcha en la columna de la izquierda, si es que ésta, después de otra muestra de impotencia política colectiva, termina por organizarse. Sin embargo, creemos que todavía estamos a tiempo. No construyamos a los próximos verdugos de la clase obrera: