En 1989, frente al brutal ataque a sus condiciones de vida, la clase obrera no pudo oponer más que un conjunto de acciones descoordinadas y desesperadas. La izquierda que tenía algún peso, muy preocupada por los escaños parlamentarios, no tuvo nada que hacer. Con este panorama, no hubo alternativa frente al derrumbe.
En 2001, en cambio, la izquierda logró articular una respuesta, pero tuvo poco tiempo, en el que no supo enfrentar el virus autonomista ni plantear un programa de gobierno propio más que en forma negativa. El resultado fue que una de las fracciones de la burguesía logró hacerse con el poder, reorganizar el sistema político y quitarle a la clase obrera casi todo lo que había logrado construir.
Estamos ahora ante una tercera oportunidad. La crisis económica, traducida en la quiebra del Estado llegó al punto de hacer insostenible al elenco gobernante. Podemos discutir su dinámica, pero en este momento importa solo que estamos ante un gobierno que no puede sostenerse, que no reúne el consenso activo ni pasivo de la población ni el de su propia clase. Es, también, el fin de la experiencia kirchnerista. Pero también, estamos llegando al punto más alto del ataque a las condiciones obreras. Ya sea que lo haga la propia crisis, que lo haga este gobierno en un acto de “patriotismo” o el que viene, el ajuste va llevarse hasta el final, hasta el punto que permita un nuevo comienzo (como en los ’90 y en la “década ganada”). Mientras tanto, asistimos a una crisis insoportable y un descontento indisimulable. Como dijimos, una oportunidad de intervenir, pero también una obligación. Los revolucionarios nos preparamos para esto.
El primer elemento que debemos tener en cuenta es que estamos ante una crisis capitalista, es decir, de la forma en que la sociedad funciona. No se trata de una crisis “dependiente”, por la cual la economía funciona bien y es muy eficiente, pero algún ente extranjero se lleva recursos a los que solo hay que recuperar rompiendo con una relación colonial. La Argentina no le está pagando al FMI ni está cumpliendo con un acuerdo cuyos firmantes sabían que no iba a tener ningún valor. La idea de que el Estado no tiene el control del comercio exterior no puede explicar por qué la soja se acumula en silobolsas. Las retenciones y una brecha de 140% en el dólar para los exportadores lo dice todo. Es el Estado el que decide, en forma indirecta pero de hecho, las condiciones de exportación e importación. Algo similar se puede decir del sistema bancario: en un contexto en que el Estado llena a los bancos de Leliqs y bonos que ajustan a tasa negativa, avanzando sobre los depósitos de la población, quien nacionalice el sistema bancario se va a encontrar básicamente con papelitos con su nombre.
Al margen de esto, necesitamos abandonar las consignas negativas (“NO a esto, NO a lo otro”) y las meramente sindicaleras (“aumento del salario”) que no nos permiten posicionarnos como una alternativa de poder. Hace falta lanzar un plan de gobierno por la positiva, que responda a la histórica pregunta que nos hace cualquier obrero/a: “¿Y ustedes qué harían?”. La primera pregunta es si podemos responder eso. La segunda, si podemos hacerlo de forma colectiva. Eso quiere decir, juntarnos, debatir, tomar una serie de decisiones y defenderlas unitariamente (sin dejar de discutir). En términos concretos, una gran Asamblea Nacional de Trabajadores.
Esa gran asamblea debe reunir a todos los compañeros revolucionarios y sus direcciones. Las alianzas con sectores kirchneristas de cualquier tipo y factor son extremadamente perjudiciales y conspiran en favor del enemigo. Le dan aire a una dirigencia gastada, en crisis y dispuesta a atacar al movimiento obrero y alimentan a una de las fracciones burguesas interesada en el recambio. Hay una gran diferencia entre la alianza con la FTV y la CCC a fines de los ’90 y ésta con el Movimiento Evita y Grabois. En ese entonces, se trataba de organizaciones reformistas, pero que expresaban una genuina creación de la clase obrera contra sus direcciones históricas. Ahora, esas organizaciones son parte del Estado, incluso sus direcciones ocupan los más altos estratos de la administración. Lo mismo vale para las organizaciones que juegan en la interna del FdT y especulan con un ataque a Alberto y sus ministros/as de Economía, resguardando a Cristina. Si no podemos separarnos de la debacle kirchnerista, esta nos va a arrastrar. Si no construimos un gran polo que ostente una independencia de clase, vamos al fracaso.
El peronismo está por perder un invicto que ostentaba desde 1983: cumplir todos sus mandatos. Entre la lucha mezquina, la descomposición y la resignación, nos lleva al abismo. JxC parece no salir de su estupor y simplemente espera. Pero nada nos va a caer en las manos sin el instrumento adecuado: un programa y una dirección.
Varias organizaciones propusieron instancias de organización común. IS propone darle volumen político a un espacio que se limita a organizar marchas. La Tendencia propone un congreso obrero de tipo sindical. Una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados que discuta una salida política concreta puede organizar marchas e incorporar cuestiones sindicales, sin problemas.
Llamamos entonces a todas las organizaciones de izquierda a un encuentro para delinear una ANT, que discuta y vote un programa concreto de salida de la crisis, con medidas positivas y un plan de lucha para llevarlo a la calle y hacerlo cumplir. Hoy está en marcha un consenso liberal para descargar la crisis sobre las espaldas de la clase obrera. De ese consenso participan ya todas las fuerzas burguesas incluyendo el kirchnerismo. Ese consenso incluso comienza a dotarse de una fuerza paramilitar, como lo pone sobre la mesa la irrupción reciente de Aldo Rico y su llamado a la movilización militar. Tenemos que poner en pie una alternativa POLÍTICA SOCIALISTA contra el consenso liberal y el resurgimiento del militarismo anti-obrero y filo-fascistoide.
No hay tiempo que perder; el tiempo es ahora.
Razón y Revolución
bueno avisen, si firme para udes,udes dan las pautas ….no hay mas nada que decir
Es la única respuesta con alguna posibilidad de solución a esta crisis.
Creo que estamos hartos de entendimientos o disturbios «por arriba» sin atender a las voces del camino socialista. Una gran asamblea merece todo el apoyo. Ahora.
por su puesto que estoy de acuerdo… con la posicion tomada.. pero no es momento de explicar lo que esta a la vista …. es asi…la derecha siempre es igual, el populismo esta dividido y se quieren resguardar entre ellos, la clase trabajadora, no cuenta , por eso no hay mas nada que decir, la clase trabajadora se debe expresar en conjunto, siempre sostenia esa idea pensando en el 23, pero esta crisis cambio todo , ese es mi criterio, pero udes manejan informacion mas voluminosa que la de un componente….
Vamos por un congreso obrero, por el gobierno y la huelga general activa para ganarlo. Pero la izquierda que se dice revolucionaria, la mayoría en el «fititu», está en otra, dispuesta a la colaboración de clases, sobradas muestras dio en las legislaturas y en la calle. Otra cosa, no es tendencia, es Partido Obrero Tendencia o Política Obrera.