Del 13 y el 17 de octubre se desarrolló en Santiago del Estero el noveno Encuentro de Jóvenes Investigadores. El viernes 16 tuvo lugar la mesa Tierras, coordinada por Pablo Alvarez y Claudia Ríos, donde expuse mi ponencia “Para una historia del MOCASE”. Además de mi ponencia, se presentaron 5 más y la mesa estuvo bastante concurrida, entre quienes asistió María Farías, tesorera del MOCASE. Mi trabajo fue comentado en primer lugar por Claudia Rios y luego por Lucrecia Gil, comunicadora social y vinculada en algún momento a la organización “campesina”.
El cuestionamiento más grande a mi trabajo fue el haber desconocido la voz del propio sujeto bajo estudio. Es decir, el haber ignorado la adscripción identitaria que los propios campesinos se darían, supuestamente, a sí mismos. Ahora bien, si he puesto en tela de juicio la identidad campesina ha sido, precisamente, porque el campesinado santiagueño no existe. Es decir, objetivamente, por sus propias condiciones de existencia, los llamados campesinos son, en realidad, obreros rurales: peones del desflore de maíz, trabajadores del carbón, desocupados que perciben planes sociales. Nicolás Deambrosi, quien expuso en la misma mesa que yo, aportó también argumentos en este sentido. A partir de un estudio de caso en el paraje santiagueño de Pozo Herrera, observa que sus pobladores viven, mayoritariamente, de vender su fuerza de trabajo a los grandes semilleros. Ríos nos planteó, a Deambrosi y a mí, que sostener que se trata de obreros porque realizan trabajo estacional implica preguntarse que son en los momentos en que no lo hacen. Sin embargo, un obrero temporario no deja de ser tal cuando se encuentra desocupado, al igual que un cartonero no deja de ser obrero porque no tenga más cartón que juntar. En todo caso, ambos son ejemplos de lo que Marx ha conceptualizado como sobrepoblación relativa.
Ríos comete, entonces, dos graves errores: desconoce la realidad material del sujeto en cuestión y supone que el sujeto es lo que dice ser. Cabe destacar, sin embargo, que tanto en mi propio trabajo de campo como en el presentado por Deambrosi se constata que los llamados campesinos, en las localidades por nosotros estudiadas, no se designan a sí mismos como tales y no se organizan en torno al MOCASE. En efecto, lo primero que uno constata al recorrer los parajes santiagueños es que la pretensión del MOCASE de hablar en nombre de toda la población rural de Santiago, es justamente eso, una pretensión. Se constata también que los trabajadores rurales no adoctrinados por el MOCASE asumen la identidad obrera y no la campesina.
En efecto, son los dirigentes e intelectuales del MOCASE (junto a la Iglesia y organizaciones estatales) los que buscan inculcar una identidad inexistente, bajo el pretexto de que la “aculturación” ha hecho que se perdieran las tradiciones y culturas campesinas que ellos ahora deben reenseñar a los “campesinos”. Es decir, pretenden instalar una identidad que no se corresponde con lo que esos sujetos son objetivamente. Lo paradójico, en este caso, es que se nos cuestione a nosotros por llamarlos obreros y por desconocer la supuesta identidad campesina, cuando es el MOCASE quien intenta imponer una identidad sin raigambre. Promueven, de esta manera, una falsa conciencia, que en este caso, como en cualquier otro, no es más que ideología.
Gente que se “ofende” rápido, María Farías se mostró indignada porque yo denominaba a la fracción de la cual ella forma parte MOCASE PSA (Programa Social Agropecuario), cuando ellos prefieren denominarse MOCASE Histórico. Ahora bien, tal denominación es rechazada por una tendencia rival, el MOCASE Vía Campesina. La razón por la cual preferí aludir a la tendencia de Farías como “PSA” obedece a una razón concreta: esa fracción del movimiento cuenta con la asistencia de los funcionarios gubernamentales del ex Programa Social Agropecuario, actual Secretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar, manteniendo al día de hoy dicha Secretaría como su propia sede. Esta agrupación es, además, la que mantiene relaciones más estrechas con la Iglesia. Más que una cuestión nominal, lo que parece haber ofendido sus dirigentes es que resaltara en mi ponencia tales vinculaciones.