“LAPA y Cromañón son crímenes sociales”. Entrevista a Enrique Piñeyro, director de Whisky Romeo Zulú y Fuerza Aérea Sociedad Anónima

en El Aromo n° 32

Por Gonzalo Sanz Cerbino

Grupo de Investigación de Crímenes Sociales – CEICS

 

La nueva película que estrenaste, Fuerza Aérea Sociedad Anónima, tiene un trabajo de investigación muy minucioso. Me gustaría saber cómo se hizo.

 

Yo tenía una vieja costumbre: para evitar las calumnias e injurias, siempre hablaba de cosas de las que tenía pruebas. Hace algo más de diez años, empecé a darme cuenta que esto iba a llevar a un accidente. Empecé sistemáticamente a buscar prueba de cuanta cosa decía. Para mí fue una especie de modus operandi. Lo hice cuando escribí esa carta a LAPA diciendo que se les iba a caer un avión, y de ahí en más lo seguí haciendo siempre. Siempre me dije que la denuncia, si no va apoyada con pruebas, no sirve. Sobre todo porque éste es un país en el que la justicia no investiga. Donde (contrariamente a lo que debería pasar) la mayoría de las veces, es uno el que aporta las pruebas. Uno, no la justicia o la policía. Porque nadie investiga, no hay investigación… no hay periodismo de investigación, no hay un poder judicial que investigue. Mi primera sorpresa al respecto fue cuando fui a denunciar la violación de una chica que había trabajado en la casa de mis padres, y en la comisaría me dijeron: “Bueno, habrá que tenderle una trampa a este señor”. Porque esto no es como en las películas, que lo salimos a buscar. Acá fueron a buscarlo al trabajo, al domicilio y no estaba. Y punto, esa fue toda la investigación: tocar el timbre en un lugar y en otro. Claro, yo tenía 18 años… y de ahí me quedo esa cosa. Mucho del material lo tenía acumulado. Una parte la obtuvimos, otra la fi lmamos con cá- maras ocultas y el resto lo reconstruimos con animaciones. Pero siempre tuve esos refl ejos de no dar un paso sin pruebas. De hecho, con Whisky Romeo Zulú (WRZ), al primero que le mostré el guión fue a un abogado penalista. Lo primero que me dijo el tipo fue: “Acá hay 63 juicios penales posibles”. Y yo dije: “Bueno, tenés dos años de ventaja, aprovechá, ahora que esto está en la pantalla”. Y no me cayó ni una carta documento diciendo ratifique o rectifique nada. Imagínate la conciencia sucia que deben tener. Igual, siempre es bueno tener las pruebas.

 

¿Y por qué volvés a hacer una película denunciando la situación de la aviación civil después de haber hecho WRZ?

 

Porque no pasó nada con WRZ. Se instaló la discusión y nada más. Y yo lo que quiero es que las cosas cambien. Puede sonar arrogante desde una posición de cineasta decir “Yo quiero que mi película ayude a cambiar cosas”. Pero, desde una posición de piloto y viendo todo lo que yo vi, creeme que es necesario que las cosas cambien. Lo siento por los críticos de cine, que van a discutir si esto es o no es cine y si el cine periodístico es un género legítimo. A mí me importa nada más que sea un instrumento de cambio. En este caso puntual, no quita que el día de mañana quiera hacer una película estéticamente concebida y me preocupe porque no se discuta si es o no es cine.

 

En ese punto tu cine puede ser considerado cine militante, desde el punto de vista de que busca cambiar algo. ¿Alguna vez pensó esa relación?

 

Sí, a mí de chico me impactó mucho Estado de sitio de Costa-Gavras. No se cuanto tenía yo, 14 años, creo… Ahí me di cuenta de la potencia del cine como herramienta de reflexión. Me parece que en mi historia hay muchas películas que hicieron de mí algo mejor de lo que era antes de verlas, porque me aportaron cosas. Y de la misma manera creo que el cine puede ser una herramienta de cambio social.

 

¿Qué ventajas ofrece el cine frente a otros medios, pensando en la intervención política?

 

Bueno, mi primer reflejo fue decir “esto se va a la televisión”. Y después pensé que un punto de rating son 100.000 espectadores. Entonces, supongamos que tenga 5 puntos de rating, van a ser 500.000. Eso son más de los que lo puedan ver en el cine nunca jamás en la vida. Después empecé a acordarme de lo que pasa con la televisión: “Ah, el escándalo del miércoles a la noche”, “¿viste la cámara oculta del miércoles a la noche?”. Jueves a la mañana, efectivamente, están esas 500.000 personas más un millón más que está escuchando lo que se habla del tema. El viernes ya estás un poco más preocupado de con que mina vas a salir. El sábado ya estás decididamente ocupado del cochinillo que vas a cocinar en el horno de barro, y si te fue bien con la mina con la que saliste el viernes. Entonces ya, directamente, lo que pasó el miércoles a la noche en la tele se borró de tu disco duro en forma permanente. Y el miércoles que viene va a haber otro escándalo de cámara oculta en la tele. Entonces, me dije que esto no debía ser una cuestión numérica, es una cuestión de peso específico. El cine, en cambio, es algo distinto. Primero, que el tipo va y paga su entrada. Entonces, se encierra en un cuarto oscuro con los cinco sentidos a tu disposición para escuchar lo que tenés para decirle. Y eso, de alguna manera genera un peso específico muy distinto, tiene mayor permanencia. Ahora la película está en quinta semana. Hace cinco semanas que está en las salas de cine. Todo el impacto de prensa y político que tuvo no lo hubiera tenido en la tele. La tele es fútil, nadie se acuerda al otro día de lo que salió ayer. En cambio el cine queda. No sólo por lo que te dije recién, sino porque además tiene una vida prolongada, en donde, después de eso se va al video y al dvd, y después de eso se va a la tele. El impacto que tiene una película no lo tiene ni remotamente la tele. Y ahí es donde me parece que es donde genera reflexión, genera cambios, genera impacto, genera cosas. La televisión no genera nada, genera propaganda, para vender cosas.

 

En la película, vos te encargas de desenmascarar a los responsables detrás de los accidentes aéreos. En ese sentido a mí me remitió a una discusión en torno a Cromañón y la caracterización de “tragedia”, una caracterización que borra a los culpables…

 

Más vale. Eso es clarísimo. Es más, el concepto de “error del piloto” o de “accidente”, como cosa fortuita del destino, no existen. No existe error del piloto porque el error es una parte indivisible de la conducta humana. Como tal, tenemos que aceptarla como una constante y no como una variable. Por lo tanto, si decimos que un avión se cae porque un piloto se equivocó, es que no tuvimos en cuenta una constante, no una variable. Y eso tiene defensas muy lógicas. Los mecanismos de defensa son los procedimientos que los detectan en fase temprana y minimicen sus consecuencias. Es igual: lo de Cromañón no fue ninguna tragedia, ningún accidente, ningún error de nadie. Fue una falla gigantesca del sistema, en todos los niveles. Porque desde Chabán y Callejeros que no se ocuparon de la seguridad, hasta la municipalidad que no elaboró políticas de prevención, pasando por la cultura de sociedad de tragedia recurrente que tenemos. Kheyvis, por ejemplo, podría haber evitado Cromañón. Lo que pasó en Austral podría haber evitado LAPA y lo de Flecha, lo de El Litoral. Así el aliscafo que se quemó en medio del Río de la Plata podría haber evitado las quemaduras de La Cachola llena de jubilados. Pero nada de eso pasó. Eso es lo que se llama “fallas del sistema”. Se van generando ventanas de oportunidad en los distintos niveles que hacen que, finalmente, cuando se llegue a la última instancia digan “ah, mirá, el piloto se equivocó”. Lo que desenmascaró el error del piloto, que es totalmente previsible, es todas esas fallas del sistema, todas esas ventanas de oportunidad que se fueron abriendo que hacen que la trayectoria de “accidente” pase hasta el fondo.

 

En ese sentido, los familiares de Cromañón suelen oponer a la tragedia el término masacre. ¿A vos te parece que estos mal llamados “accidentes” podrían ser considerados masacres?

 

Bueno, si uno la equipara a Tiannanmen, por ejemplo, no. Porque en Tiannanmen había tanques con objetivos precisos de matar a la gente. Si lo comparamos con los 30.000 desaparecidos (30.001 desaparecidos ahora), tampoco, porque hay un plan criminal. Lo que no quita lo doloso del asunto, porque dejar puertas de emergencias cerradas con un candado, en definitiva va a llevar a una masacre, sin plan para matar gente. Pero es un plan por omisión para matar gente. Es un plan por lucro a costa de la seguridad de las vidas. Entonces, en ese sentido, tiene que haber una diferencia con quien empuña un arma y le pega un tiro en la cabeza a alguien. Pero no hay ninguna diferencia en cuanto al dolo. Me parece que tanto Chabán como los directivos de LAPA merecen la fi gura de estrago doloso. Los de LAPA tienen la fi gura de estrago culposo, y yo no veo ninguna diferencia. Sí veo alguna, la veo a favor de Chabán, en el sentido de que a Chabán nadie le puso por escrito que iba a quemar viva a mucha gente y a los de LAPA sí. Chabán, cuando empiezan a tirar bengalas, dice “paren”, y los de LAPA cuando empezaron a tirar bengalas dijeron “sigan porque sino pierden el trabajo”. Con esto, no quiero que se entienda que estoy defendiendo la posición de Chabán, ni mucho menos. Estoy absolutamente convencido de que tiene que ser procesado por estrago doloso, porque una conducta así es criminal. No asegurar las mínimas condiciones de salida y escape ante casos de incendio y sobrevender para tener más rentabilidad sin importar la seguridad de la gente que está ahí adentro, son conductas criminales. Del mismo modo que poner arriba de un avión a gente, en un avión que no tiene las luces de emergencia para proteger la salida, o que tiene un piloto que está bochado en el simulador, o que no tiene sus vacaciones al día son conductas criminales. Y yo creo que estos juicios, sea el de Cromañón o el de LAPA, van a fi jar eso: la frontera entre el dolo y la negligencia. No me cabe la menor duda de que son conductas dolosas porque en definitiva son conductas que importan desprecio por la vida.

 

Volviendo a la película, a Fuerza Aérea, por momentos parece estar sosteniendo que el problema de las fallas de seguridad en la aviación civil y de la falta de control es un problema exclusivamente argentino, ¿esto es así?

 

Sí, como lo tenemos acá, sí. El deterioro de la seguridad en el mundo a expensas de la rentabilidad, es un fenómeno general, pero me parece que el deterioro del resto del mundo está partiendo de un punto alto y una pendiente suave. Nosotros partimos de un punto bajo y una pendiente pronunciada.

 

Yo he rastreado, muy por encima, muchos accidentes, incluso en empresas de primera línea, por ejemplo el del Concorde en el 2000, el de TWA. Estos hechos, ¿tienen las mismas causas que los ocurridos en la Argentina?

 

No, son por problemas muy distintos. Ahí podemos hablar de negligencia, de burocracia o de imprevisión. Acá tenemos que hablar de corrupción. Es totalmente distinto.

 

Yendo a los cambios que se han producido en el control de la aviación civil a partir de la película, ¿consideras que, con la remoción de la Fuerza Aérea, la película cumplió su objetivo?

 

No, con la remoción sola no hacemos nada. Tiene que ir a una autoridad profesional, descentralizada, que no dependa de la administración pública central, que no dependa de Jaime (el secretario de transporte), porque si va a controlar los aviones como controla los micros…estamos listos. El organismo de control tiene que estar integrado por profesionales. Los puestos técnicos deben cubrirlo técnicos, y no políticos. La sociedad debe ser del Estado y no privada. Ésta debe brindar control del tráfico aéreo y equiparar los sueldos de los controladores a los de los pilotos, porque la responsabilidad es prácticamente la misma. Hay muchísimas cosas que hacer. En definitiva, es necesaria una junta investigadora de accidentes que dependa de los más altos niveles del poder ejecutivo, judicial o legislativo. Esta junta tiene que estar a salvo de las represalias políticas y tiene que gozar de la inamovilidad en los puestos técnicos. El investigador a cargo tiene que estar protegido por lo menos por 5 años durante la investigación. Hay que poner mucho dinero, hay que radarizar, hay que reponer todo lo que se robaron. Es necesaria la intervención de todas las torres del país, ya. Hay que traer gente capacitada y un supervisor de torre por cada aeropuerto. Hay 34 aeropuertos internacionales. Entonces, ya mismo tiene que controlarse esa situación, porque están volando en las mismas condiciones que estaban volando en la película. O peor, porque ahora la persecución, la paranoia y las represalias de la Fuerza Aérea son descontroladas.

 

¿Y qué opinión le merece el tratamiento que ha hecho el gobierno sobre el tema?

 

Bueno, que se yo, fue un cartuchazo. En concreto no hay nada.

 

Pero habiendo denuncias sobre el tema, que tienen varios años, ¿por qué te parece que el Poder Ejecutivo recién ahora, 24 horas después del estreno de Fuerza Aérea, toma estas medidas?

 

No lo sé. Se perdió un tiempo importante. Después de WRZ se pidió formalmente una auditoria de Oasis. Yo hablé con Kirchner. Le dije a la gente en Canadá, a los argentinos que están trabajando en Oasis, que podrían hacerla. Lo trajeron y se firmó el pedido de auditoria. Después no sé que pasó, pero se paró todo. No sé… está todo muy vidrioso, muy entre internas. No hay un plan estratégico claro, no sé si hay una decisión clara de entregárselo a la gente que tienen que manejar esto.

 

Pareciera que esa medida trata de frenar el impacto que iba a tener la película…

 

Sí. Por otro lado intentan despegarse de la responsabilidad penal. Porque si se te cae un avión con esa película en los cines… , ¿qué haces? ¿Cómo la dibujas?

 

Y bueno, frente a esto que se repite, frente a este Estado que funciona así en todos los niveles, ¿uno puede esperar que de este Estado pueda salir una solución al problema del control de la aviación civil?

 

Esa es pregunta con trampa, es inductiva. La respuesta es no. Tiene que cambiar todo eso, todo. Tiene que cambiar la actitud, realmente. Y nosotros como sociedad tenemos que cambiar, tenemos que parar en las rayas peatonales. No puede ser que la gente no pueda cruzar la calle.

 

En cuanto a las muertes en los talleres textiles, ¿a vos te parece que se pueden unifi car con lo que pasó en LAPA y Austral? ¿Podrían entrar dentro de este concepto de Crimen social, en donde es el funcionamiento del sistema el que causa las muertes?

 

Sí, igual yo trazaría una línea. Porque hay una diferencia entre Cromañón o LAPA y los talleres. En un caso la gente acude y paga una entrada o un billete, es decir, acude voluntariamente pensando que se le dan ciertas garantías de seguridad. El taller textil la gente está trabajando, está ganándose la vida, casi al revés. Ahí tiene una vuelta de tuerca. Eso lo acerca más a la masacre en cuanto hay una actitud, claramente, de explotación, que apunta, a quitarle la vida en cuotas a la gente que está ahí. Lo de LAPA y Cromañón, es el armado de un sistema en donde la rentabilidad hace que toda esta gente se muera y que a nadie le importe nada. Pero me parece que lo de los talleres…Bah, en realidad se equipara bastante a los que tenían que volar en los aviones de LAPA o a los que tenían que trabajar en Cromañón, porque los tipos sabían que iban a morir… Ya no sé si hay diferencias, la verdad, lo estoy pensando en voz alta, pero que son crímenes sociales, no me cabe la menor duda.

 

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