Ayer se conoció una resolución de la Secretaría de Gestión y Empleo Público que obliga a la vuelta a la presencialidad a quienes hayan sido vacunados con una dosis. Se va a condenar a los trabajadores a recluirse en oficinas en pleno invierno, por lo que no contarán con la ventilación adecuada, sin contar con el esquema de vacunación completo en tareas cuyo cumplimiento no se ve alterado por la virtualidad.
Las tareas que se están realizando de forma virtual no requieren necesariamente de la presencialidad, dado que se trata de tareas administrativas para las que basta una computadora y una conexión a internet. Por lo que el regreso a la presencialidad no tiene que ver con la necesidad de que se retomen tareas que se abandonaron.
La desesperación del gobierno por “normalizar” las actividades y generar la idea de que la pandemia ya se superó con la vacunación choca con la realidad. Las cifras de contagios diarios y de muertes siguen muy altas. Una sola dosis genera una protección baja, en especial en vacunas como la sinopharm que es la que se está aplicando mayormente estos días a la población entre 40 y 50 años. Más aún si ingresa la cepa Delta, que es lo más probable con un gobierno que no pudo evitar el ingreso del covid primero y con la cepa Manaos después. Lo único que generará esta vuelta a la presencialidad de la administración pública nacional será un incremento en los contagios y las muertes.
El desprecio que muestra el gobierno con nuestra salud y nuestra vida al obligar a la vuelta a la presencialidad a quienes tengan una dosis está en consonancia con las condiciones a las que nos somete diariamente, con salarios de hambre y contratos precarios. Quienes nos degradan con salarios de pobreza, ahora nos obligan a arriesgar nuestras vidas inútilmente, porque el trabajo se está cumpliendo de manera virtual. Además de hambreadores, son asesinos.
No al regreso a la presencialidad hasta que no haya vacunación masiva con las dosis necesarias
Estatales de la Corriente clasista Goyo Flores
