Ricardo Maldonado
Grupo de Cultura Proletaria
Denunciar lo mafioso por sobre lo burgués sólo puede servir para embellecer al capital, al delimitar el funcionamiento bueno (legal) del capital de un funcionamiento malo (mafioso). Ambos son expresiones de lo mismo. Y como bien lo sabe Don Vito Corleone, la verdadera esencia del poder y el dinero, está en la estructura de los capitales concentrados y el estado que representa al conjunto de la clase capitalista.
De Alphonse Capone a Vitorio Corleone
El Padrino, de Francis Ford Coppola, se estrenó en 1972 y se mantiene en la consideración general como una de las mejores películas de todos los tiempos Un film de gánsters, de mafiosos, que bien puede considerarse complementaria de las que se hicieron sobre Al Capone. Éste fue un gánster nacido en Nueva York en 1909. Escalando en el interior de la estructura mafiosa finalmente se apoderó de ella a través de guerras internas en las que eliminó a todos sus contrincantes, siendo famosa la Matanza de San Valentín en la que asesinó a 5 jefes rivales de una vez. Poderoso y feroz terminó en la cárcel por evasión de impuestos. Puede que ese desenlace parezca una broma del destino pero, al contrario, demuestra que el destino es bastante serio. Y que la mafia es lo que es, eso que no puede, que no alcanza el piné, para funcionar en la legalidad. No aquello que elige eludirla sino aquello que sólo sobrevive por medios espurios a la legalidad burguesa.
El caso Capone parece exponer que la sociedad capitalista al fin y al cabo se mueve centrada en los medios económicos, repudiando en la medida de lo posible los medios extra económicos de obtener ganancias. La paradoja de un asesino feroz atrapado por no contribuir con una porción de su riqueza al estado burgués lo muestra en un modo casi ridículo. Al Capone contrataba a sus sicarios, pagaba a policías y políticos de su bolsillo, pero cayó preso por no hacerlo de la manera que ordenadamente lo hace el estado burgués: destinando una parte de la plusvalía total al mantenimiento de un aparato de coerción y gobierno al servicio del conjunto de la clase burguesa.
El Padrino aborda la misma cuestión pero con un protagonista más inteligente. Avanzada la filmación, el guión del que hasta cierto punto participó el autor del libro, Mario Puzo, no conformaba a los productores. Minimizadas algunas líneas de la trama y centrada en la relación de Michael y su padre, necesitaba de alguna manera cohesionar la historia de esa relación: ¿qué quería cada uno y porqué llega Michael a suceder a Don Vito?. Convocan al script doctor (médico de guiones) Robert Towne para solucionarlo y esto finalmente se resuelve en la escena en que Michael en el jardín de la casa de su padre, luego de decirle al padre que estaba haciendo lo que él le había pedido, mandar, dirigir la familia, escucha de Don Vito: ““He trabajado toda mi vida por el bienestar de mi familia, y siempre me he negado a ser un muñeco movido por los hilos de los poderosos. Contigo tenía otros proyectos Michael. Pensaba que algún día podrías llegar a mover esos hilos. Senador Corleone, Gobernador Corleone, o más”
Una gran película no es una suma de escenas, sino una composición, un conjunto de relaciones recíprocas en las que algunas poseen un valor preponderante en el sostén de la arquitectura total de la obra. La que acabamos de mencionar, además de eso, ayuda a entender nuestra sociedad.
En todo lo transcurrido hasta ese momento se percibe una lucha entre la decisión del padre (compartida durante parte de la historia por Michael) de no involucrar a su hijo menor en la ilegalidad, y a la vez los acontecimientos que hacen imposible no hacerlo. Lo envía a Sicilia, no lo hace parte de los proyectos, lo mantiene al margen. Pero atentan contra su padre, matan a su esposa, acribillan a un hermano, envuelven al otro hermano, aparece el negocio de las drogas, las guerras entre las familias….. y Michael se va haciendo cargo, mostrando que tiene con qué, pero enterrando a la vez el sueño del padre. El sueño de que la familia deje de ser mafiosa para acceder al status de la respetabilidad burguesa. Lo trágico de la trama es cómo se impone un destino, unas fuerzas que no puede controlar, para llevar a Michael a la escena final, dónde la puerta se cierra, para que él se ocupe de esos negocios que no se pueden mostrar a la luz pública, la Famiglia sigue en buenas manos, pero el proyecto de Don Vito ha fracasado.
El Padrino deja claro que un mafioso no es alguien que está por encima de la ley, sino por afuera. Don Vito sabe que hay una sociedad y que ésta tiene sus reglas, que sin atenerse a ellas, el lugar que se puede conquistar es lateral. Aunque comparado con los pobres diablos sea tremendamente poderoso, él sabe que no lo es tanto. Sin percibir este esfuerzo de asimilación el film pierde mucho de su potencia. Don Corleone entiende que la democracia burguesa es la expresión institucional más acabada y dinámica de la diferencia de clase en la sociedad capitalista. Y que la cima es estar dentro de ella, no afuera.
Si nuestra memoria retrocede llegamos a la primera escena, que transcurre durante el casamiento de la hermana de Michael, en una habitación al margen de la fiesta en la que un funebrero viene a pedir ayuda al Padrino para vengar a su hija abusada. Entonces Vito Corleone le remarca con amargura que antes de recurrir a él haya recurrido a la policía. Un diálogo que parece lateral pero que es complementario con lo que ocurre al final. La habitación sombría en que transcurre, al igual que la puerta que se cierra al final, señala lugares. El de la mafia es marginal, afuera, en la luz del día social, hay un reconocimiento negado a ellos. El lugar subsidiario de la mafia y la corrupción es perfectamente expresado por un agente del FBI en la serie Historia de la mafia: Nosotros tenemos que acertar una vez, él no puede equivocarse nunca.
La mafia es consustancial al capitalismo, pero también es un aspecto subordinado, y entonces no es banal centrar la atención en lo secundario porque se esfuma lo central, las relaciones sociales que la provocan y en la cual los mafiosos ambicionan integrarse.
Embelleciendo al capital
Un ejemplo casi delirante de disimulo de las relaciones capitalistas se dio hace pocos días. Se convocó a una especie de concurso para proponer proyectos ante los emplazamientos y des emplazamientos de los monumentos a Colón y Juana Azurduy, mediante un subsidio estatal: “¿Qué se debería poner en el lugar del Monumento a Juana Azurduy que fue puesto en lugar del Monumento a Colón?” es la pregunta que el Proyecto Monumental (de Sofía Kalauz y Laura Medici) proponía. Ante esta convocatoria resultó ganadora, luego de un debate con 8 finalistas en el Centro Cultural San Martín, la propuesta de Lux Lindner, así se explicaba la elección: “Hay que erigir un Monumento al Contrabandista Desconocido”. En un texto que analiza con lucidez y conocimiento la construcción del “ser nacional”, Lindner llega a la conclusión que ya desde tiempos virreinales el contrabandista es epítome y generatriz de la porteñidad y por extensión, de todo un proyecto hegemónico de nación.”
La conclusión: somos un país de contrabandistas, el ser nacional es eludir la ley, si la respetáramos otro sería el cantar. Extrañamente (en apariencia) esta conclusión es aprobada en un espacio estatal. El estado acepta pensarse como estafa antes como regla. Pero ¿Qué era un contrabandista en una sociedad en la que no se podía comerciar libremente? Es el embrión de un burgués, cuando no un burgués hecho y derecho. ¿Y qué quiere? Legalizar el comercio, es decir cambiar las relaciones sociales por otras en que la circulación de mercancías sea admitida ¿Y cómo se logra eso? Con una revolución como la que se hizo el 25 de mayo y la constitución de una nación burguesa a partir de allí.
El capitalismo es el sistema vigente a nivel planetario, y la vara rectora de ese sistema son los grandes capitales competitivos a nivel global. Ese es el mundo deseado por cada burgués (e incluso por quienes aspiran a serlo, como los mafiosos) la Champion League de la vida social burguesa. La mafia, la corrupción, no es otra cosa que los atajos que intentan utilizar los que no tienen “tarjeta de cartón” cómo escribió González Tuñón, los que no han sido invitados.
Esto no significa que no haya estrechas ligazones, relaciones carnales entre ambos mundos. Desde Oldebrecht a Enron, del Fifagate a las valijas de José López y los aportes de Vidal es innegable la relación profunda entre ambos mundos. No es eso lo que es preciso delimitar sino el tipo de jerarquía que se establece entre ambos. Dicho de otra manera: el mundo de la corrupción impide el desenvolvimiento de la vida institucional y es su opuesto, o, como se ve en las películas, la mafia es un accesorio de una estructura social que la determina, la necesita y también la subordina. Y esto es crucial, un sarpullido y un tumor son enfermedades ambos, pero no es menor la decisión de concurrir al dermatólogo antes que al oncólogo, puede concluir en un cadáver de piel tersa.
Lo que el padrino nos muestra es que centrar la denuncia en la corrupción y no en el carácter de clase es equivocarse en todo. Macri representa en Argentina al capitalismo, la versión más clásica posible del capitalismo. Los flancos corruptos del sistema afloran con mayor prevalencia cuando más crítica es la situación o menos preponderante y competitivo es el capital, pero que los perdedores (en la competencia y la crisis) apelen a métodos y organizaciones ilegales no hace más aceptable a la estructura que los produce.
Denunciar lo mafioso por sobre lo burgués sólo puede servir para embellecer al capital, al delimitar el funcionamiento bueno (legal) del capital de un funcionamiento malo (mafioso). Ambos son expresiones de lo mismo. Y como bien lo sabe Don Vito Corleone, la verdadera esencia del poder y el dinero, está en la estructura de los capitales concentrados y el estado que representa al conjunto de la clase capitalista. Macri o Cristina pueden ser corruptos, pero en la medida que son un burgueses, porque son burgueses y para seguir siéndolo. Corleone tenía claro dónde estaba el poder, la clase obrera también debe entenderlo así.