La salud del Imperio. El sistema sanitario estadounidense y las reformas anunciadas por George W. Bush

en El Aromo n° 35

Por Belén Ceballos – En medio de la crisis política y económica que sufre el gobierno republicano, reapareció en Estados Unidos la discusión acerca del sistema de salud. Su deterioro ha llegado a niveles que plantean la necesidad de una solución inmediata. Ante tal escenario, el pasado 23 de enero, Bush, en el contexto de una crisis política, anunció una propuesta para introducir algunos retoques en el sistema sanitario. En un primer momento se creyó que había hecho un giro en su política y que iba a introducir cambios importantes, avanzando hacia una universalización de la atención. Sin embargo, como era de esperar, las modificaciones que propuso siguen beneficiando y perjudicando a los mismos de siempre.

La salud del “primer mundo”

A diferencia de lo que prevalece en el sentido común, el sistema de salud en Estados Unidos deja mucho que desear. Comencemos por ver cómo funciona. En primer lugar, el empleador no tiene la obligación de ofrecerle protección al trabajador. En segundo lugar, el Estado solo brinda protección a los indigentes, los discapacitados y los ancianos a través de los sistemas Medicare y Medicaid. El resto de la población queda en manos de las aseguradoras privadas.1 De esta forma, el sistema de salud yanqui es, como norma, privado. Quien tiene plata tiene salud y quien no, no.

Uno de los argumentos con que se intenta justificar este sistema es que la gestión privada en materia de salud es más eficiente que el estatal. Sin embargo, las grandes aseguradoras y las multinacionales farmacéuticas han creado un sistema sumamente costoso e intricado, muy lejos de la eficiencia referida. La mayor parte de los costos se debe al gran número de papeleo que se necesita para conseguir desde un medicamento hasta una operación específica. Los números lo demuestran: mientras 300 millones de americanos consumen U$S 140.000 millones en medicamentos, en África y Asia 4.300 millones de habitantes consumen U$S 25.000 millones.2 Aunque seguramente la mayoría de africanos y asiáticos carece de atención médica adecuada, semejante diferencia no se explica tan fácilmente: un rasgo de la sociedad americana es la medicación excesiva, estimulada por los grandes laboratorios. Asimismo, los altísimos costos en materia de salud hacen que el hecho de que una familia americana quiebre por una internación sea bastante común.3

Frente al poder de los grandes monstruos de la salud americana -los laboratorios y las aseguradoras- la población americana está totalmente indefensa. Las aseguradoras se manejan con empresas financieras que las administran. Éstas son las que deben elegir quién puede o no ingresar al sistema. Ello se hace midiendo el riesgo de enfermedad que tiene cada quien según su edad y sexo, pero también teniendo en cuenta otros factores altamente discriminatorios. La salud, como cualquier negocio capitalista, lógicamente está dominada por la búsqueda de ganancia, igual que en cualquier país capitalista, pero la ausencia de un plan nacional de salud y de un sistema de prestaciones estatales (como sucede en general en Europa) agravan la situación hasta límites insostenibles, en particular, para los más pobres.

En caso de que no sea posible acceder a un plan de salud, está la opción de ingresar a Medicaid, la cobertura que proporciona el Estado para los indigentes. Este sistema funciona según el presupuesto de cada estado, con algunos lineamientos generales del Gobierno Federal. De esta forma, la calidad sanitaria varía según los diferentes presupuestos y prioridades. Desde el primer mandato de Bush, se han reducido notablemente los subsidios federales a los estados para la mejora de este sistema.4 Por otra parte, dicho sistema no es totalmente gratuito ya que hay determinados medicamentos y tratamientos que deben ser pagados por el usuario.

Existe, además, un segundo plan de salud brindado por el estado norteamericano, Medicare. El mismo es para todos los residentes mayores de 65 años o menores discapacitados. El único beneficio que otorga este sistema es un descuento con relación a los planes privados. Sin embargo dicho descuento es relativo, en tanto no cubre todos los gastos en salud como internaciones y medicamentos, entre las necesidades más importantes.5

Obviamente, la clase obrera es la primera perjudicada. Está comprobado que el 26% de quienes no tienen seguro de salud son trabajadores de grandes empresas. De estos, el 50% está por debajo del umbral de pobreza. En peor situación están quienes tienen trabajos de medio tiempo. Con el agravante de que, si la empresa que los contrata no ofrece un seguro de salud para sus empleados, aquellos de menor categoría (y por ende, de menor salario) seguramente serán catalogados como “no elegibles” para las administradoras de las aseguradoras, debido a su menor capacidad de pago.6 La fracción más afectada de la clase obrera es aquella compuesta por la población hispana y negra. El 62% de los adultos hispanos entre los 19 y los 64 años no tuvo cobertura médica durante el 2006. Esta cifra abarca a 15 millones de hispanos, esto es un índice tres veces mayor que el de la población blanca. En el caso de la población negra, la cifra es de 6 millones.7 Así funciona la salud en el país más grande del mundo…

Las patrañas de Bush

Queda claro que el sistema de salud americano no llega a satisfacer las necesidades de la población. En este sentido, Bush realizó una nueva propuesta para el sistema de salud, con el supuesto propósito de disminuir las falencias del actual. Una de las medidas establecidas al efecto consiste en una reforma de los impuestos, que busca orientar a la población a “elegir de manera más inteligente” sus planes de salud. El plan consiste en una deducción del costo de aquellos planes menores o iguales a U$S 15.000 para una familia y $7.000 para individuos. Quienes elijan planes más caros, por el contrario, no obtendrán una deducción sino una mayor carga impositiva. El objetivo principal entonces es que los individuos sepan “elegir mejor sus planes” y que no paguen costos excesivos por ellos. Supone con ello una inexistente libertad para elegir: la clase obrera no “opta” entre planes de salud, de suerte si puede acceder a alguno de ellos. En realidad, el propósito de George W. es frenar el espiral ascendente de los precios de los insumos de salud.8

La segunda propuesta republicana es la de otorgar fondos estatales a aquellos estados que se ocupen de extender los sistemas de salud hacia los actuales desprotegidos.9 Sin embargo, el pasado 4 de febrero Bush anunció una reducción de U$S 101 billones durante cinco años a los programas Medicare y Medicaid, que protegen a 93 millones de personas.10 A raíz de este último anuncio se puede ver claramente que si hay algo que no tiene prioridad para el presidente de EE.UU. es la protección de la salud de su población.

Las propuestas de Bush no sólo están lejos de la universalización, sino también de poder paliar las numerosas falencias del plan actual. En primer lugar, los “incentivos” son totalmente falsos, ya que las deducciones son ínfimas al lado de lo que son los costos de los planes de salud. Por otra parte, no llegan a cubrir el dinero que se gasta por fuera del plan de salud: en general, además del plan, se paga por cada consulta, medicamento o tratamiento que se realice, a pesar de estar asegurado. Además, después del excesivo presupuesto anunciado para este año, y del conocido déficit fiscal estadounidense, no sería sorprendente que los impuestos a aquellos que utilizan sistemas de salud de más de U$S 15.000 sean utilizados para seguir financiando la caja estatal para las cruzadas de Bush en Irak y Medio Oriente. En este sentido, la segunda propuesta es totalmente contradictoria con la actual imposibilidad del estado americano de otorgar fondos.

En segundo lugar, el plan no consigue solucionar el principal problema del sistema americano: los 47 millones que no tienen seguro de salud. Se estima que este plan solo podría llegar a cubrir entre 3 y 5 millones de los 47 que están desprotegidos.11 La mentada universalización es otra mentira de Bush. Por último, muchos advierten que, al tener incentivos para quienes compran planes de salud individualmente, muchos empleadores se van a ver tentados de dejar de otorgar planes por su cuenta.12

La salud universal

Está claro que el plan de Bush sigue apostando al sistema privado, lo dice claramente en sus discursos: “cuando se trata de la salud, el gobierno tiene la obligación de cuidar a los ancianos, los discapacitados y los niños pobres. Vamos a hacerlo. Para el resto de los americanos, el seguro privado de salud es la mejor manera de cuidar sus necesidades.”13

En California, uno de los estados que tiene mayores deficiencias, el gobernador Schwarzenegger propuso un plan de univerzalización de la salud, a través del cual obliga a todos los empleadores a ofrecer protección a sus obreros y, además, subsidia a aquellos que no son aceptados por las aseguradoras para que puedan ingresar al sistema.14 ¿Terminator socialista? Ni por asomo. El plan de Míster Músculo no deja de canalizar sus reformas por medio del sistema privado. Un sistema nacional y estatal gratuito de salud no sería tampoco el socialismo mismo, apenas acercaría el sistema americano al europeo. Sin embargo, significaría para las masas norteamericanas un salto cualitativo en sus condiciones de existencia.


Notas

1“El sistema de salud en los Estados Unidos”, Raquel Torres Carvajal, Texas Christian University, USA, 5 de Octubre de 2002; “Perfil de Sistemas y Servicios de Salud Estados Unidos de América”, Febrero de 2002, Programa de Organización y Gestión de Sistemas y Servicios de Salud, División de Sistemas y Servicios de Salud, Organización Panamericana de la Salud
2Véase Sartelli, Eduardo: La cajita infeliz, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2da. edición, 2006, p. 329.
3Para más datos, véase http://www.yesmagazine.com/article. asp?id=1546, 17/02/07
4http://insurance.lawyers.com/Medicare-FAQs.html#one,14/02/07; http://www.kff.org/mfs/, 14/02/07
5http://insurance.lawyers.com/Medicare-FAQs.html#one
6Glied, Shery, Jeanne Lambrew y Sarah Little “The growing share of uninsured workers employed by large firms”, en The Commonwealth Fund, Octubre, 2003.
7http://www.healthfinder.gov/news/newsstory.asp?docID=534153, 17/02/07
8“What Bush’s health plan means to you”, Jeanne Sahadi, CNNMoney.com, 23 de enero de 2007.
9The New York Times, 21/01/07=
10San Francisco Chronicle, 4/02/07; Las Vegas Review – Journal, 13/02/07.
11Las Vegas Review – Journal, 13/02/07.
12 “What Bush’s health plan means to you”, op. cit.
13Idem
14The Washington Times, 10/01/07

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