Durante los últimos meses ha cobrado relevancia la lucha de los trabajadores de CONICET por una recomposición salarial. Como en todos los ámbitos estatales, el ajuste se descargó aquí con fuerza. Con un agravante: el actual gobierno, mientras estaba en campaña electoral, hizo promesas para el sector que no cumplió. Aún hoy sigue jactándose de una política científica que en los hechos no existe. Todo ello fue alimentando la bronca entre los trabajadores que ya venían soportando un ajuste de larga data.
Ianina Harari – Gonzalo Sanz Cerbino TES – CEICS
Desde principios de año, los trabajadores de CONICET vienen desplegando una lucha contra el ajuste que ya dio los primeros frutos: romper el techo paritario de los estatales. En este organismo se produjeron este año las primeras huelgas entre los trabajadores de la administración pública nacional, rechazando la postergación de la paritaria y exigiendo una recomposición salarial. Esta lucha es protagonizada por el movimiento de autoconvocados que comenzó con los investigadores, y al que luego se sumaron el personal de apoyo (CPA), los administrativos, y en las últimas semanas coordinó acciones con las organizaciones de becarios. Luego de varios paros el movimiento conquistó sus primeras victorias: una serie de bonos para administrativos, personal de apoyo (CPA) e investigadores, primero; y un aumento de 10% para investigadores y CPA, que es más del doble de lo que negociaron ATE y UPCN para el conjunto de la administración pública nacional.
Romper la paritaria sin el sindicato
El año pasado la administración pública nacional tuvo una paritaria muy mala: 28% de aumento en cuotas frente a 55% de inflación. Esa paritaria fue la culminación de una década de pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Entre 2009 y 2019, los salarios perdieron un 70% en términos reales. Muchos años de paritarias a la baja firmadas por UPCN, sin que ATE pusiera nunca en pie un plan de lucha para cambiar ese resultado, nos trajeron hasta acá. En CONICET la situación era aún peor que en otros ámbitos del Estado: sistemáticamente nos quedamos afuera de bonos y compensaciones, como el presentismo. Esa paritaria desastrosa preveía dos instancias de revisión, en noviembre de 2019 y marzo de 2020, que tanto el gobierno saliente como el entrante incumplieron. A cambio pretendieron calmar las aguas con tibios aumentos que no alcanzaron a todos: una suma fija a cuenta de la paritaria 2020, de $3300, que solo llegó a los administrativos, y una recomposición salarial para becarios que, aunque absorbía aumentos ya previstos, llegó casi al 50%. La bronca fue creciendo entre los que se quedaron afuera de esos aumentos. Investigadores y personal de apoyo, con salarios al borde o por debajo de la línea de pobreza, fueron excluidos. En mayo de 2020, cuando el gobierno decidió posponer la paritaria estatal sin dar ningún aumento, el conflicto estalló.
El cierre de la paritaria y la inacción de los sindicatos llevaron a los trabajadores a autoorganizarse. El movimiento autoconvocado surgió como una necesidad de los trabajadores de luchar contra el ajuste salarial que llevaba diez años y ya se tornaba insoportable. Salarios por debajo o apenas por encima de la línea pobreza contrastaban con las promesas del gobierno y su constante reivindicación de la actividad científica. Luego de escuchar por cuatro años al kirchnerismo criticar duramente a Macri por las mismas políticas que tenemos ahora, muchos trabajadores mantenían la ilusión de que este gobierno llevaría adelante una política diferente. La dirección sindical de ATE, en especial la agrupación Verde y Blanca y Patria Grande, que hicieron campaña por el Frente de Todos y son de hecho parte del gobierno al que aportaron funcionarios, se negaban a hacer cualquier tipo de reclamo salarial.
Desde fines del año pasado, tanto en la Junta Interna de ATE CONICET Capital, como en la de La Plata y en las pocas instancias de reunión del Plenario de delegados nacionales, los delegados de Razón y Revolución plantearon la necesidad de dar la pelea por el salario. Una vez asumido el nuevo gobierno, insistimos en que había que reclamar por el cumplimiento de los aumentos prometidos. Cuando a principios de año se les dio el aumento a becarios, planteamos reclamar que se hiciera extensivo al resto del organismo. Cuando tocaba la segunda revisión prevista de la paritaria, en marzo, propusimos exigir que se abriera la negociación. Seguimos insistiendo dentro de las instancias gremiales con propuestas de lo más variadas para que el sindicato hiciera algo. Incluso hicimos propuestas en las asambleas en las que intervenimos, en muchas de las cuales se votaba a favor de iniciar una campaña por la recomposición salarial, pero que luego eran desoídas por la dirección del sindicato. Viendo el descontento que existía entre los compañeros y viendo que el sindicato no pensaba mover un dedo, decidimos convocar a una reunión abierta. De allí nació el movimiento autoconvocado. Primero reuniones de investigadores, luego del personal de apoyo, y finalmente asambleas conjuntas que llegaron a reunir a cerca de 200 trabajadores. Se trata de los sectores que no contaban con organizaciones gremiales por fuera de los sindicatos, como sí sucedía con becarios.
El movimiento puso manos a la obra: se elaboraron cartas públicas, se reunieron firmas, se solicitaron reuniones a las autoridades, se hicieron protestas virtuales y se llevó el reclamo a la prensa. La ausencia de respuestas por parte de las autoridades nos llevó a dar un paso más: el 3 de septiembre convocamos al primer paro en el sector (luego vinieron dos más). Ese día movilizamos en 13 ciudades del país, en una verdadera protesta federal. La extensión que alcanzó el reclamo obligó a ATE CONICET a convocar a asambleas en todo el país, a las que se volcaron masivamente los autoconvocados. De esta forma rompimos con el inmovilismo del sindicato, que no tuvo más remedio que convocar al paro en la fecha que habíamos impuesto los autoconvocados.
Tras ese paro llegó la primera conquista del movimiento: un bono de $5.000 por dos meses para CPA e Investigadores, y un bono de $3.000 por cinco meses para administrativos, que se plegaron al reclamo salarial iniciado por los autoconvocados con un paro en la Dirección de Evaluaciones de CONICET al que los sindicatos también dieron la espalda. El movimiento continuó adelante y convocó a nuevos paros, pero ATE CONICET volvió a darles la espalda. Se sumaron otras demandas que el sindicato no tomaba, como el reclamo de un Convenio Colectivo sectorial y la equiparación jubilatoria para los CPA al régimen vigente para los Investigadores. El siguiente paro se convocó para el 22 y 23 de septiembre. Coincidió con la negociación de la paritaria estatal, a cuya reapertura contribuyó la lucha que dimos en CONICET. Esta vez, a pesar de que fue votado en la mayoría de las asambleas de ATE, la Verde y Blanca aparateó el plenario de delegados para evitar que el gremio convocara al paro y cumpliera con el mandato de base. De todas formas, los autoconvocados del CONICET fuimos de los pocos sectores que movilizamos al Ministerio de Trabajo, y una semana después volvíamos a hacerlo, acompañando esta vez la caravana convocada por los estatales combativos. El resultado de la paritaria fue amargo: un 7% hasta diciembre. Sin embargo, la lucha en CONICET tuvo su premio. Conquistamos un 10% de aumento adicional para investigadores y CPA. Aunque claramente resulta insuficiente, constituye un alivio a nuestra precaria situación salarial que conquistamos gracias a esta lucha, que consiguió quebrar la paritaria estatal.
La lucha sigue
Los “aumentos” salariales conseguidos hasta ahora están lejos de recomponer el salario en CONICET. En el organismo no solo se cobran los sueldos más bajos del mundo, sino que incluso están retrasados con respecto al resto del sistema científico y tecnológico nacional. La chatura salarial quedó en evidencia este mes cuando en CONICET se actualizaron las grillas salariales de la docencia universitaria que estaban desactualizadas desde 2019. La relación laboral en el organismo exige exclusividad y solo se admite el cobro de un sueldo docente en universidad con dedicación simple. Por tanto, el CONICET descuenta de los salarios que paga todo lo que supere ese monto. Si alguien tiene una dedicación mayor, se le descuenta la diferencia con una simple, y si tiene más de un cargo docente, también se le deduce los que superen lo permitido. Lo que sucedió con los haberes de octubre es que, dado que se actualizaron los incrementos de principio de año que recibieron los docentes universitarios, los descuentos en CONICET aumentaron a tal punto que muchos trabajadores no percibieron el incremento del 7% y algunos incluso llegaron a cobrar cero pesos, y se quedaron sin la cobertura de la obra social. Esto muestra que en CONICET la exclusividad se paga muy por debajo de una misma dedicación en universidad. También tenemos el problema del impuesto a las ganancias: la no actualización del mínimo no imponible este año hace que salarios que están apenas por encima de la línea de pobreza ya tributen, y otra vez los aumentos conseguidos se diluyen por el incremento de este impuesto que ningún trabajador debería pagar. Por otro lado, los aumentos conseguidos no llegaron a los administrativos del organismo, que son los trabajadores con los salarios más bajos. La mayoría se ubica por debajo de la línea de pobreza. Las becas doctorales, cuyo monto había sido incrementado a principio de año, ya se volvieron a ubicar por debajo de la línea de pobreza.
En octubre se volvieron a organizar dos jornadas de lucha, el 27 y 28 de octubre, con un paro de 48 hs. Esta vez, las actividades surgieron de una asamblea conjunta entre los autoconvocados CIC, CPA y administrativos con las organizaciones de becarios. Al reclamo salarial se sumó el pedido de extensión de los subsidios a los becarios que se quedaban en la calle en noviembre, en medio de la pandemia. Se organizó un twitazo, un festival virtual, una caravana al polo científico en CABA y protestas presenciales en varias ciudades del país (La Plata, Posadas, Tucumán, Jujuy, Mar del Plata, Córdoba, Bahía Blanca). Mientras tanto, ATE volvió a darle la espalda a los trabajadores y esta vez se ahorró el tener que armar maniobras burocráticas para desoír a las bases: directamente evitó llamar a asambleas. Solo en Córdoba se decidió en asamblea convocar al paro y la seccional de esta provincia convocó al mismo. A su vez, varias comisiones evaluadoras se sumaron al reclamo.
El movimiento que se conformó tiene por delante aun el objetivo de una verdadera recomposición salarial, pero además ya se plantea otros problemas. Algunos, asociados al salario, como los descuentos de ganancias o las sumas por fuera del básico. Otros relacionados a las condiciones de trabajo y a la discusión de un Convenio Colectivo que hoy está presente en el organismo. El ministro Salvarezza ya adelantó que no pensaban otorgar más aumentos este año, por lo que nuestra caída salarial seguirá profundizándose.
Este año, los autoconvocados han estado a la vanguardia de la lucha y han dejado en claro que la dirección de ATE no representa los intereses de los trabajadores y que queda completamente paralizada frente a una crisis como la actual, en la que el gobierno que esta dirección apoya descarga el ajuste sobre los trabajadores. Por eso, es necesario plantearse la recuperación del gremio para la defensa de los trabajadores. Un gremio obrero no puede tener en su dirección a elementos de la patronal, y eso es lo que pasa hoy en ATE CONICET, cuya dirección está integrada por agrupaciones partidarias del Frente de Todos, que se sienta de ambos lados de la mesa.
Para eso, es importante aunar fuerzas entre quienes nos oponemos a la política de entrega de la burocracia. Algunas agrupaciones opositoras con delegados en ATE CONICET, dieron la espalda al movimiento autoconvocado hasta que se hizo evidente, con la conquista de los aumentos, que este representaba la vanguardia de la lucha en el organismo, a tal punto que en algunas asambleas con delegados combativos no hubo ni un voto a favor de parar. Luego, pretendieron sumarse al movimiento atacando y maniobrando contra quienes lo habíamos impulsado. No es momento de maniobras y mezquindades, sino de construir y fortalecer la oposición a la burocracia y sus aliados que han claudicado en la lucha por el salario.
La lucha por mejorar nuestros salarios y nuestras condiciones de trabajo depende en gran medida de la recuperación del sindicato, que es quien se sienta en la mesa de negociación paritaria. Con pocos meses de existencia, el movimiento autoconvocado demostró que puede conseguir mucho más que quienes hace años detentan la dirección del sindicato. Por eso, esta fuerza que va tomando cuerpo tiene mucho camino por recorrer y muchas conquistas que alcanzar.