La batalla por nuestros niños

en Conti-Santoro/Novedades

Alberto Fernández está atrapado entre sus intereses burgueses (que todo el mundo vuelva al trabajo como si no pasara nada) y las demandas de la población (no queremos volver al trabajo para contagiarnos). Como buen gobierno títere de las fuerzas contradictorias que lo han llevado al poder, se hamaca hacia un lado y hacia otro según el momento, dice una cosa mientras hace otra. Así, llama a mantener y hasta endurecer la cuarentena… en las grandes ciudades. El resto del país va a entrar en “flexibilización”. Se va a mantener la cuarentena y se van a hacer más estrictos los controles pero… los albañiles, plomeros, etc., ya “pueden salir”. Lo mismo ha hecho con todas las amenazas de sanciones a los que despiden, que después de “bancarse” el reto despiden con acuerdo del propio Ministerio de Trabajo.

Con lo que hasta ahora ha mantenido una posición firme es con la educación primaria y secundaria. No hay ningún apuro para volver al aula. Sobre todo, porque podemos resolver todo con la “virtualización”. Ya hemos explicado ampliamente por qué, en estos niveles, tal solución es imposible (véase “De lo efectivo a lo aparente” ). Como allí explicamos, son la falta de inversión en infraestructura básica y las carencias generalizadas de la población las que explican esa “imposibilidad”. No se trata de un problema técnico: nada impide que el gobierno entregue computadoras escolares masivamente. No hay nada que impida una asignación especial equivalente a un salario razonable para la madre o el padre que deba quedarse en la casa, para cumplir la cuarentena y contribuir a la educación de sus hijos. No hay nada que impida la contratación de miles de trabajadores de la educación desocupados o semi-ocupados para colaborar en la realización de tareas virtuales. En cambio, el gobierno prefiere contratarlos con salarios miserables de diez mil pesos para realizar tareas “ininterrumpibles” vinculadas con la asistencia alimentaria demostrando lo mucho que se desprecia el problema pedagógico. No hay nada que impida un plan acelerado de reubicación de población hacinada. Por supuesto, no hay nada que impida tampoco que se extienda la internet gratuita por todos los barrios que la necesiten. Si estamos en una situación excepcional, hacen falta medidas excepcionales. Si se puede emitir para los bancos y las empresas, se puede hacerlo para los trabajadores.

¿Qué es lo que impide colocar a todos nuestros alumnos y docentes en las mejores condiciones posibles para salvar una situación excepcional? Una decisión política, de clase, por supuesto: hay que salvar la acumulación de capital, lo demás, solo importa si explota y pone en peligro el sistema que se identifica con la acumulación de capital. Como es una decisión de clase, es compartida por todos los partidos patronales. “No tenemos apuro en que los alumnos vuelvan a las aulas” y “atendemos virtualmente las necesidades educativas de nuestros niños”, significa: no nos interesa si se pierde un año completo de estudios. Si nuestros niños llegan a fin de año sin pisar las aulas, lo harán el año que viene. “Nadie se muere por eso”, dijo, más o menos, el tío Alberto. Como cuando eso suceda administrativamente, es decir, se decrete que todo el mundo repite el año, seguramente va a producirse un tsunami de rechazos, el tío Alberto, con su muñeca habitual, los hará “pasar a todos” bajo la ficción de que se “recuperarán contenidos” en el próximo ciclo. Todos sabemos que es mentira. Que nuestros niños no pueden perder un año completo de sus vidas porque al gobierno no le interesa su suerte.

Esa decisión política es la que impulsa la conversión de la escuela en un foco de contención social. ¿Qué nos pide el gobierno? Que repartamos bolsones de comida y garanticemos el servicio alimentario de las familias a ultranza. Es decir, que evitemos el estallido social. Lo pedagógico puede esperar. Los sindicatos docentes se pliegan a esa campaña y abandonan así el campo de lucha que le es propio: qué vamos a hacer por la educación de nuestros niños en este contexto excepcional.

Paradójicamente, la izquierda que cae en la trampa “virtualización sí/virtualización no”, llega a la misma conclusión: puesto que la “virtualización” es “imposible” y no deseable (porque sería un plan del FMI y del Banco Mundial), entonces, o docentes y alumnos van a clase a contagiarse, o no van a clase y se quedan en sus casas perdiendo el año completo. Como esa misma izquierda no va a aceptar que todos repitan, entonces, se sumaran al coro del gobierno que dice que se “recuperarán contenidos” en el ciclo siguiente. Se sumarán a la mentira. Esta izquierda, que con perspectivas conspiranoicas no ve en la “virtualización” una respuesta posible que podemos empujar para salvar la coyuntura y evitar que nuestros niños pierdan un año completo, sino el resultado de secretos designios del lado oscuro de la “fuerza”, termina, igual que el gobierno de Fernández, decretando que nuestros niños tienen que perder.

El problema no es la virtualización. El problema es la miseria. Luchando por contener a nuestros niños, a como sea, en aulas virtuales si no se puede otra cosa, estamos luchando contra ese empobrecimiento generalizado que acabamos de describir. Tenemos que luchar porque todos nuestros niños, hasta los más pobres de los pobres, logren conectarse con sus maestros, mantengan el lazo educativo y rescaten todo lo que puedan. Sabemos que este será, por lejos, el peor año de la educación argentina de toda su historia y que será mucho peor todavía para los hijos de los trabajadores, en particular, de los más pobres. Por eso mismo, no podemos abandonar a nuestros alumnos. No podemos permitir que sea aún peor, que es lo que quiere el gobierno y esa izquierda que no se sabe a quién defiende.

Por razones tan importantes como esas, tampoco tenemos que abandonar a los padres de nuestros alumnos, es decir, a nuestros compañeros de clase. No podemos, en nombre de legítimos derechos corporativos (nuestros derechos como trabajadores, violentados por la farsa de una virtualización sin recursos, que viene a sumarse a todas las deficiencias que ya conocemos de nuestra profesión), olvidarnos que no hay huelga docente que triunfe sin su ayuda. No podemos dejar que el gobierno y esa izquierda desquiciada nos coloquen en el lugar de quienes pretenden recibir un salario durante todo un año por no hacer nada. Entre otras cosas, y sobre todo, la más importante, porque queremos a nuestros alumnos, no nos da lo mismo lo que les pase, porque el hijo de un trabajador es hijo de todos los trabajadores. Debemos ofrecer a nuestros niños todo el auxilio que podamos llevarles; debemos exigirle al gobierno todo lo que haga falta. Pero nuestros niños no tienen que ser el pato de la boda de esta farsa.

-Ningún docente, personal auxiliar ni alumnos pueden volver a clases hasta que finalice la amenaza de la Pandemia.

-Expansión urgente del Plan Conectar Igualdad: dotación de una notebook para que cada uno de los alumnos y docentes del país pueda contar con las herramientas técnicas necesarias para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje.

-Wifi y conectividad a internet gratuita y de calidad para toda la población.

-Contratación de personal docente para realizar seguimiento del proceso educativo a distancia y cuando se retome la cursada en condiciones seguras.

-Contratación del personal técnico necesario para cada escuela a los fines de asistir y colaborar en la diagramación de las clases a distancia y las plataformas escolares.

-Contratación y dotación de personal para gabinetes escolares, EOES, DOES para acompañar y apuntalar el proceso pedagógico de cada uno de los alumnos de nuestro país.

Corriente Nacional Docente Conti-Santoro

1 Comentario

  1. El otro dia Sartelli en la radio dijo que habia que aprender a dar por perdido lo que estaba perdido (refiriendose al año escolar) y que la presencia fisica del docente no es reemplazable por ningun medio virtual (en especial en los niveles inicial, primario y secundario).
    Alguien puede aclarar la contradiccion?, si es que el articulo anterior fue escrito por una persona real (porque no tiene firma).
    O la contradiccion es parte de una estrategia politica de la agrupacion?
    En caso afirmativo serian tan amables de contarmela asi soy uno de los enterados?
    Desde ya muchas gracias

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