En el número anterior explicamos lo que fue la Reforma Universitaria. Ahora nos detendremos en ver un punto importante de esa batalla histórica de los estudiantes: la alianza con la clase obrera.
El proceso de la Reforma Universitaria no fue una lucha limitada al ámbito universitario. Fue una acción conjunta de toda la sociedad, dirigida por el movimiento estudiantil, para hacer de la Universidad una institución más progresiva. La clase obrera fue el principal aliado en la lucha contra la camarilla católica que gobernaba la casa de estudios. Esa realidad contrasta con el lema “Alpargatas sí, libros no”, que caracteriza tanto el anti-intelectualismo peronista como a su búsqueda de separar lo que hasta entonces había estado unido.
Años antes de la Reforma, en 1916 un grupo de intelectuales liberales y futuros dirigentes reformistas, crearon la “Asociación Córdoba Libre”. Este era un órgano que pedía entre otras cosas la separación de la Iglesia y el Estado, el divorcio, la laicidad de la enseñanza, la personería de los sindicatos y la creación de talleres, gimnasios y baños públicos para obreros. Esta asociación se había puesto como objetivo mejorar las condiciones de vida del “pueblo”. En 1917 se puso en marcha un proyecto conocido como “Universidad Popular”, donde se daban clases de economía, derecho y filosofía a los obreros de la ciudad. Este antecedente fue la base de la extensión universitaria, que reclamarían los reformistas y que implicaba llevar el conocimiento científico producido por la universidad al conjunto de la población.
Cuando el conflicto estalló en la Universidad de Córdoba, los estudiantes de la Federación Universitaria recurrieron a los vínculos que habían establecidos con los obreros de la ciudad. Pidieron solidaridad a los sindicatos y a los partidos de izquierda, y consiguieron la adhesión de los gremios y de la Federación Obrera de Córdoba (FOC). Los estudiantes trataban públicamente con los obreros en sus propios locales y dictaban diariamente conferencias sobre la “revolución universitaria”. El éxito de esta estrategia se verificó en la masividad de los actos y movilizaciones que organizaron los reformistas de ahí en adelante. Esto explica que los estudiantes hayan podido realizar actos con hasta veinte mil manifestantes cuando la Universidad de Córdoba sólo contaba con alrededor de mil alumnos. A su vez, cuando entre 1918 y 1919, en Córdoba los trabajadores desarrollaron sus propias luchas, contaron con la presencia de la Federación Universitaria.
Estudiantes y obreros compartían los mismos enemigos que recurrían a los mismos métodos. Tanto obreros como estudiantes sufrían la represión de grupos de choque aislados. A fines de 1918, el presidente de la Federación Universitaria de Córdoba, Enrique Barros, fue atacado por un grupo de choque católico mientras estaba de guardia en el hospital de clínicas. Estos matones le pegaron con fierros en la cabeza, dejándole lesiones cerebrales y secuelas de por vida. Ante este suceso, la Federación recibió la solidaridad de muchos gremios de la ciudad de Córdoba.
Durante la Reforma Universitaria los estudiantes no actuaron solos. La clave de su victoria relativa fue su alianza con la clase obrera, vehiculizada a través de los gremios y las organizaciones de izquierda. Esto se verificó no solo en la alianza en las calles sino en el planteo de llevar la universidad al conjunto de la sociedad mediante la “extensión universitaria”. Eso garantizó la masividad y popularidad de la lucha. Estos hechos también muestran que el tipo de universidad que buscaban los reformistas. Una que desarrolle el conocimiento científico al servicio de la transformación social.
El problema de esta nota es que sigue contribuyendo a la fragmentación y el aislamiento del movimiento estudiantil como externo a la clase obrera. Si uno va a cualquier universidad pública se va a encontrar con que la enorme mayoria de sus estudiantes pertenecen a la clase obrera (seguramente habrá muchos de clase media que no se reconoceran como tal, pero eso no es una clase social sino una franja poblacional dentro de la distribución del ingreso). El ser estudiante es una función, no tiene como contenido una relación social distinta. Son tan obreros como el resto en tanto que, estudien arte o ingeniería, se están formando para vender su fuerza de trabajo, y además dependen de un salario.