La 41 en pie de lucha

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linea41La línea 41 de colectivos es una de las tantas empresas en donde los trabajadores enfrentan con la lucha los despidos. Este caso forma parte de una lucha más global contra la estrategia patronal de avanzar sobre los convenios colectivos de trabajo, flexibilizar las tareas y de ese modo, reducir los costos laborales. Se trata de una tendencia que busca hacerle pagar el precio de la crisis a los trabajadores. Para eso, fueron muy selectivos: apuntaron primero a activistas combativos, aprovechando para dar un mensaje general a toda la planta de bajar la cabeza. Pero lo único cierto es que la patronal busca avanzar sobre las condiciones de trabajo de todos.

Frente a eso, la organización y lucha de Sergio Gómez por su reincorporación se vuelve fundamental. El compañero organizó un acampe y una huelga de hambre que aún continúa, con la compañía de la Agrupación 41 y el apoyo de los partidos de izquierda. El caso es testimonio de que la burocracia cómplice no va a mover un dedo y que la organización independiente de los trabajadores es la única salida. Para eso, es preciso desarrollar una instancia de coordinación general entre todas las fuerzas sindicales y políticas combativas para organizar un plan de lucha conjunto. 

Razón y Revolución exige la inmediata reincorporación de Sergio Gómez
Por un Congreso de fuerzas sindicales y políticas de la izquierda

 A continuación, una entrevista a Sergio:

Sergio, ¿cuál es la situación particular con la Línea 41, en lo que refiere a tu despido?

Esto comenzó el 17 de enero, cuando me comunican que al día siguiente me tengo que presentar en la administración. Me hago presente el día 18. El jefe de personal me comunica que la empresa tomó la decisión de desvincularme. Me explica que no era una decisión suya, sino que simplemente había recibido la orden. Sin embargo, tampoco había pedido las explicaciones correspondientes. Lo cierto es que me dijo que no se trataba de una cuestión de desempeño. Y eso lo avala la libreta de trabajo.

En realidad, esto responde a un capricho revanchista. Nosotros en diciembre tuvimos elecciones para delegados. Yo formo parte de la Agrupación 41, que es la que presentó una lista, que perdió por una pequeña diferencia de votos. En consecuencia, tuvimos este despido. No es el primer despido del año, porque después de cada elección, la empresa tiene la modalidad de hacer recambios despidiendo un promedio de tres trabajadores por mes, todos apuntando a la oposición. Tres días antes había ocurrido lo mismo con uno de los compañeros de Técnica. En mi caso, la empresa ni siquiera se molestó en argumentar el despido. Quedó enmarcado en el artículo 245 de la Ley de Contrato de Trabajo. Ese artículo fija las pautas de la indemnización en caso de despidos sin causa. Pero, como dije, en realidad responde al hecho de haber reclamado por mejores condiciones laborales.

Una vez que el jefe de personal me comunicó que se iba a hacer efectivo el despido, me acerqué al cuerpo de delegados y les comuniqué lo que en realidad ya sabían. Me dijeron que no iban a tomar ningún tipo de acción gremial, y que sólo iban a cumplir con los pasos legales obligatorios correspondientes. Es decir, me estaban dejando solo.

¿Qué irregularidades se ven en el manejo de la empresa con respecto a la contratación de trabajadores?

En principio, se obliga a los choferes a trabajar los feriados o los días de franco en negro. Pero, principalmente, lo que hace la empresa en conjunto con el Cuerpo de Delegados, además de los recambios habituales después de cada elección, es instalar una política de amedrentamiento a los compañeros para que no intenten organizarse. Esto responde claramente a un momento en el que la patronal se está empezando a envalentonar para ir sobre los convenios colectivos de trabajo, para intentar flexibilizar el máximo posible y precarizar el trabajo.

¿Qué métodos empezaste entonces a implementar? 

En un principio, cumplieron con la formalidad de rechazar el telegrama de despido e hicieron una reunión del sindicato con los directivos de la empresa, en la cual, de una manera casi tímida, le pedían que revean la sanción. Eso no le importó mucho a la empresa. Pasaron unos diez días, hasta que llegó la última respuesta: no iba a revertir el despido. Entonces, agotada esa instancia de diálogo, me vi en la obligación de montar un acampe y encadenamiento en la puerta para intentar que la empresa revea la situación. De esta manera, también podía dar el mensaje a los compañeros de que unidos, podíamos ponerle un freno.

Apenas inicié el acampe, se acercaron los delegados a pedirme que lo levantaran, porque la empresa decía que no iba a negociar “bajo presión”. Y también vinieron los representantes de UTA. Ese mismo día, a las 9 de la noche, vinieron cuatro personas del sindicato a pedirme también que lo levantara. Después ya no vinieron más. Se reunían durante la primera semana, dos veces por día, junto a los delegados, y los directivos de la empresa. Pero por el acampe no volvieron a pasar, ni siquiera a ver si estaba vivo. Es decir, es el abandono total de la persona por parte del sindicato. Lamentablemente, también ocurrió que los primeros días hubo toda una patota organizada por parte del cuerpo de delegados que amenazaba y apretaba para que los compañeros de base no se acercaran. Por supuesto, esto trajo mucho malestar. Cuando ellos estuvieron apostados en la puerta de la empresa, los compañeros no se acercaban. Una vez que eso se desconcentró, los compañeros empezaron a acercarse de manera más abierta.

Hice también una huelga de hambre que duró hasta el pasado viernes 17 de febrero, cuando fue levantada por pedidos de dirigentes y referentes. Lo que no levanté fue la lucha. Sigo con el acampe.

¿Conseguiste solidaridad por fuera de la empresa?

Se acercaron cuerpos de delegados de otros lugares, activistas de partidos políticos, de movimientos sociales, vecinos, trabajadores en general, estudiantes. La clase tiene eso: es muy solidaria. Hicimos un festival, en el que a pesar de la lluvia, tuvo buena concurrencia. El lunes siguiente tuvimos un acto en el cual comuniqué que iniciaba la huelga de hambre, también con una muy buena concurrencia. Se acercaron incluso concejales del lugar. También se organizaron grupos que fueron a hacer asambleas en los colectivos, repartieron volantes y juntaron firmas de los usuarios. La semana anterior también hubo una presentación legal por parte del cuerpo de abogados que me está asesorando, sobre la que ya van a haber novedades. Mis compañeros de la Agrupación estuvieron en los cortes y marchas de AGR, con quienes nos brindamos la solidaridad. También prometimos unir fuerzas para conseguir los objetivos que queremos, que es mantener los puestos de trabajo de todos.

Pero la empresa nunca intentó arreglar la situación. El que sí se acercó después de un tiempo y de manera extraoficial fue el jefe de personal. Me ofreció más dinero para que me fuera. Incluso vino un delegado con el mismo mensaje y la promesa de ayudarme a ingresar en otra Línea de colectivos. Por supuesto, rechacé estas ofertas. Yo no busco plata. Quiero que me devuelvan el puesto de trabajo.

La visibilidad es clave, considerando el cerco mediático que tienen las luchas obreras.

 El Diario Crónica sacó una nota en la edición impresa del miércoles 15. Y eso fue el máximo logro que pudimos conseguir de medios masivos. Por supuesto, también vinieron medios locales y la prensa de izquierda. La izquierda estuvo desde el primer momento dando una mano, no sólo con difusión, sino también en lo referido a la logística y el apoyo moral que hacía falta para continuar con la lucha.

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