Luego de que dos integrantes de la fuerza policiales, que prestaron servicios en la comitiva del Gobernador durante una visita a La Quiaca contrajeran covid-19, y se iniciara una extensa ola de contagios entre los uniformados y sus contactos estrechos, Morales decidió el retorno a Fase 1 de la cuarentena. Lo planteó como una forma de cortar el contagio, pero lo cierto es que 10 días después debió reconocer que había circulación local del virus.
Estos sucesos no son producto de la casualidad. El gobierno provincial se comportó de manera completamente irresponsable. Pruebas sobran. Por caso, activó el turismo interno, lo que facilitó la circulación del virus a lo largo y ancho de la provincia. Tampoco proveyó de elementos de protección de calidad y en cantidad a trabajadores de la salud y a las fuerzas de seguridad, que están en primera línea y los más afectados por los contagios.
La propagación del Covid-19 en la provincia no es producto simplemente de su fácil contagio. El virus vino a revelarnos que nuestras vidas estuvieron en peligro siempre, por la precariedad del sistema de salud. Bastaron una sucesión de contagios para que los Hospitales de Campaña terminaran demostrando que funciona en una situación de fragilidad, no ofreciendo las condiciones suficientes de salubridad y monitoreo de salud a los aislados. Por ejemplo, en el día de ayer, un policía aislado en el Hospital de Perico denunció que no tienen agua ni luz, y que deben esperar hasta el día siguiente para ser controlados por un médico.
No solo se ven afectados los infectados o los aislados por prevención. El propio Ministro de Salud, Gustavo Bouhid, pidió a la gente que se dirija siempre en primer lugar a los Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de sus barrios, antes que a las guardias de los hospitales. Esto trajo consecuencias de las más diversas, mientras se “combatía” el coronavirus se dejaban a la suerte demás enfermedades o asistencias de rutina. Basta recordar el reclamo de los vecinos del Barrio San Cayetano que no solamente no podían asistir a la guardia de los hospitales, sino que también el Centro de Salud del barrio funcionaba con jornadas acotadas. Si nos vamos un poco más lejos, San Pedro fue el epicentro de miles de casos de dengue, al punto tal que más de 30 trabajadores del Hospital Paterson contrajeron la enfermedad por no tener las condiciones mínimas de seguridad para las tareas de prevención. Como podemos ver, el sistema de salud traslada los insuficientes recursos humanos y materiales de un lado a otro, y en cualquiera de los casos, los trabajadores somos los que lo sufrimos.
El personal de salud hoy cuenta con 12 trabajadores contagiados. Antes de los sucesivos contagios, los trabajadores del sector venían haciendo distintos reclamos: desde la necesidad de contar con equipamiento de seguridad acorde para no ser víctimas del contagio, hasta la urgencia de mejorar sus condiciones como trabajadores. Recordemos que una buena parte de ellos se encuentran precarizados, con contratos basuras y cobrando salarios de miserias.
Como se puede ver, nos encontramos en una situación de precariedad general. El Coronavirus no creó esa situación, pero la muestra tal cual es y la agrava. Morales y todos los que gobernaron la provincia son responsables, porque defienden una forma de sociedad, el capitalismo, que privilegia la ganancia y no la vida. Ello lleva a la degradación constante y cada vez más grave de las condiciones de vida de los trabajadores.
La Argentina, como Jujuy, solo podrá detener la decadencia bajo una organización socialista: modificando de raíz las relaciones sociales, centralizando los medios y asignando de forma racional los esfuerzos, con el objeto de relanzar las fuerzas productivas y elevar el bienestar de la población.
Mientras tanto debemos dar la batalla por un sistema único y centralizado de salud que nos permita resolver nuestros problemas de salud con urgencia. El sistema va a colapsar no solo por falta de camas, si no es que ya colapso, sino de personal. No puede ser que se dependa de la caridad, pidiendo donaciones de barbijos caseros. El Estado debe garantizar que todos los trabajadores de la salud cuenten con los insumos necesarios de forma suficiente, e intervenir los establecimientos (las clínicas y sanatorios) privados.
La crisis sanitaria muestra lo que los patrones y sus gobiernos tienen para ofrecernos a los trabajadores. Un sistema degradado, desfinanciado y con trabajadores superexplotados. Necesitamos tomar el asunto en nuestras manos: un sistema sanitario centralizado bajo control de la clase obrera, para atender a nuestros propios intereses.
*Gráfico de elsubmarinojujuy.com.ar