Ideas (no tan) de Izquierda. Teorías conspiranoicas

en La Hoja Socialista 19/Novedades

Algunos izquierdistas tienden a creer que lo que mueve el mundo es una enorme conspiración. Al parecer, en algún lugar del mundo se reunió un grupo de masones, neotemplarios o miembros de la Orden Rosacruz para definir los destinos del planeta entero, como un tablero de ajedrez. En la actualidad, esto llevó a los delirios más grandes. Gente que cree que hubo una enorme conspiración para ocultarnos que… la tierra es plana. Idioteces varias que no siempre son simplemente cómicas. A veces resultan muy peligrosas. Por ejemplo, cuando la “conspiración” da a lugar a ideas que ponen en riesgo la vida de todos, como los “antivacunas”.

La pandemia del Coronavirus y la respuesta que dieron buena parte de los gobiernos, la cuarentena, dio lugar a muchas teorías de este tipo. Algunos delirantes hablan, por ejemplo, de una cuarentena “inventada” para hacer ganancias. No importa que los primeros enemigos de la cuarentena hayan sido los burgueses, que quieren seguir produciendo a toda costa.

Otros hablan de un imperialismo que diseña y controla cada detalle del mundo. Así, por ejemplo, dicen que el virus fue creado en un laboratorio o introducido por los yanquis porque se les antojó. Tendrán que explicar los dolores de cabeza que le generaron a los “dueños” de las conspiraciones. Si van a conspirar de forma tan ineficiente, que mejor que se dediquen a otra cosa.

Otro razonamiento irracional apunta que el Estado busca con esta pandemia controlar cada aspecto de nuestras vidas. Una suerte de “Gran Hermano” mundial. Como si a la burguesía eso le saliera barato… Incluso, cuando arrancó la cuarentena, la mayor parte de la izquierda argentina señaló que era un “estado de sitio”. Claro, no les fue muy bien con ese planteo. Los trabajadores, mientras tanto, pedían tener el derecho a resguardarse.

En fin, podríamos seguir todo el día con delirios semejantes, pero no es la idea. Lo que importa acá es señalar que no estamos ante planteos de izquierda. Todas estas ideas son locuras que irradian de personas que no comprenden el funcionamiento del capitalismo. Los amigos de las conspiraciones piensan que el mundo no está movido por las clases, sino por los individuos. Individuos que manipulan a todo el mundo a su conveniencia.

Sin embargo, el capitalismo es un sistema social que involucra a clases sociales. Y cuando decimos que una clase es dominante (la burguesía) no estamos diciendo que el capital controle cada uno y todos los aspectos de la vida humana. La lucha de clases es eso: un escenario donde una clase domina, pero otra, compuesta de sujetos de carne y hueso, responde.

La tesis “conspirativa” del funcionamiento de la sociedad viene de la mano con otra: el Estado es malo y controla y oprime a voluntad. En realidad, estamos ante anarquistas y liberales (algo en común tienen…), no ante marxistas. Para ellos, el Estado es el equivalente a la opresión de la libertad individual. Así, el enemigo es el Estado, pero no el capitalismo ni la burguesía, que en realidad, quedan libres de culpa y cargo.

Si esta gente fuera consecuente tendría que decir que al Estado no habría que exigirle nada, solamente habría que derribarlo. Estaría mal incluso plantear que el Estado se haga cargo de la salud, la educación, la seguridad obrera, entre otros aspectos de la vida social. Por eso, para esta gente “está mal” la cuarentena: porque la coacción es “demasiado” poder concentrado. Un “estado de sitio” contra las libertades de las “personas”.

En realidad, el Estado es un instrumento de dominación de clase, no un elemento de opresión sobre las personas. El Estado garantiza el funcionamiento del sistema capitalista, pero puede dar pie a varios de nuestros reclamos. Sencillamente porque la dominación de clase requiere algún nivel de consenso, alguna capacidad de contener la vida material de millones de personas. Y allí, la vara la podemos poner nosotros, los obreros, si hacemos valer nuestros intereses de clase.

Incluso, el Estado puede asumir alguna dosis de represión que sea funcional a los intereses de la clase obrera: la represión de un acto de robo en un barrio obrero es necesaria, sea cual sea la clase que domina el Estado. La coacción necesaria para garantizar una cuarentena que impida una escalada de contagios es necesaria. De otro modo, estallarían los hospitales y la vida obrera estaría en riesgo. El problema no es la “represión” a secas, sino el interés de clase que hay detrás del acto represivo.

Va de suyo, que en el capitalismo, el Estado y su capacidad represiva apuntan sobre todo a defender la propiedad privada de la burguesía. Pero de allí no se deriva que no haya represiones necesarias si lo que está en juego es el interés obrero. ¿Algo más? Claro. El Estado es necesario -y hay que conquistarlo- si queremos construir otra sociedad. Para entonces, habrá cambiado su contenido: no será un Estado burgués, sino un Estado obrero.

Como se ve, la teoría de la “conspiración” no podría ser más errada y tiene muy poco de marxista. Luchar para derribar una sociedad de clase nada tiene que ver con patalear porque no puedo salir a correr en una cuarentena. 

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3 Comentarios

  1. Perdona tovarich, pero anarquistas y liberales tienen en común lo que tú puedas tener con el Papa de Roma.

    Que haya por ahí unos cuantos yankees derechistas que se autodenominen «libertarianos» o «anarco» capitalistas no tiene nada que ver con lo que el anarquismo siempre fue y será. Libertad y comunismo a partes iguales. Lo que nos separa de los marxistas es la cuestión del Estado, para nafa baladí, pero no una suerte de secreto flirteo con el capitalismo y sus escuelas políticas liberales más radicalizadas.

    El anarquismo fue, es y será siempre anticapitalista, y lo sabes. Utilizar la manipulación que de él hagan unos cuamtos zumbados partidarios del mercado libre sin restricciones para denostar a la acracia es un golpe bajo y un embuste al que os agarráis todos los bolcheviques con demasiada frecuencia. Por algo será.

  2. Los liberales y los anarquistas coinciden en la utopía se eliminar el Estado, pero unos desean un Estado mínimo (con policías y jueces) y otros la ausencia completa del Estado. En lo económico creen en la libertad individual a ultranza, pero los liberales creen en la libertad de explotar a otros hombres, y los anarquistas prohíben explotar hombres por hombres.
    El gran problema del anarquismo, que lo hace pasar de utopía a absurdo, es que toda la vida en la cuarta revolución industrial, de caracteristicas urbanas e ilustradas, exiguen enormes tareas de organización de procesos productivos, educativos y cívicos, entre otros.
    La capacidad de organizar un Estado, y cambiar su contenido a medida que evoluciona su cultura, es lo que separa al humano del animal; gracias a las tareas organizativas de este último pasamos de pinturas rupestres en cavernas a satélites que marean la superficie de la tierra (satélites construidos por Estados comunistas o por Estados capitalistas) y mil progresos mas.

  3. Las teorías conspirativas surge de la imposibilidad de representarse el funcionamiento del capitalismo global. Era más fácil en los tiempos del viejo imperialismo, el enemigo era sustancial, fácilmente identificable. Cuando las empresas globales han logrado cortar el cordón umbilical que las unía a las naciones-madre y flotan en el nuevo mundo de la realidad virtual sobreviene la imposibilidad de su simbolización, de encontrar un “rostro” culpable; el mundo deviene paranoico. El capital ha devenido abstracto (no sus muy materiales consecuencias), la responsabilidad de la hora es identificar a los mecanismos de su dominación y a los responsables-beneficiarios de la explotación. Esa y no otra es la realidad de la lucha de clases

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