Esta semana el Jefe de Gobierno Rodríguez Larreta y la Ministra Soledad Acuña realizaron una serie de anuncios vinculados a las novedades que tendremos el año próximo respecto al funcionamiento del sistema escolar porteño.
Lo primero que manifestaron fue su preocupación por la pérdida de la calidad educativa en los últimos dos años. En teoría, para resolver esos problemas adoptaron una serie de medidas. La primera de ellas, una más que simple que ata linealmente calidad con tiempo de clases. Así, agregaron dos semanas más de clases al ciclo lectivo 2022. En los cráneos de estos funcionarios, la profundización de la degradación educativa del 2020 y el 2021 (porque este es un problema que preexiste a la pandemia) se resolvería ampliando el calendario escolar. Dicen que así se recuperarán los días perdidos a causa de la pandemia. Lo cierto es que la medida es contradictoria hasta con sus mismos balances y no se condicen para nada con la profundidad de un problema de arrastre y preexistente a la pandemia. La misma idea de que en escasos 15 días se resuelve un problema de fondo es un delirio completo. Más aún sí, según el gobierno de la Ciudad, durante el 2020, entre 6.500 y 9.500 alumnos no tuvieron relación alguna con la escuela. Y a esa cuenta hay que agregar a los que quizás tuvieron alguna comunicación, pero luego desertaron o a las escolaridades de “baja intensidad”. Hay algunos relevamientos que muestran este problema. La Torcuato Di Tella realizó un estudio sobre una muestra de escuelas de CABA y PBA en el cual se llegó a la conclusión de que al menos el 20% de los estudiantes no sostuvieron la educación remota. Si proyectamos estos al total de alumnos del sistema educativo porteño nos aproximaríamos a la cifra de 140.000 alumnos de la Ciudad cuya trayectoria educativa quedó suspendida. Reforzando esta idea, el mismo informe menciona que el 96% de los directores de las escuelas públicas consultados afirmaron que la continuidad pedagógica se vio interrumpido o complicada por el escaso o nulo acceso a la tecnología. Eso no significa que los que sí mantuvieron el contacto con el colegio recibieron una educación de calidad. Según un informe confeccionado por Barrios de Pie, el 54,2% de los niños y niñas de los “barrios populares” de la ciudad tuvo clases únicamente por WhatsApp. Este informe aporta otros datos tales como que en el 58,8 % de los hogares sólo el 25,4 % de las personas en edad escolar cuenta con un dispositivo propio para realizar las tareas o que el 14,6 % directamente no tuvo acceso a internet.
Para el 2021 el panorama no fue más alentador. La bimodalidad de este año fue peor que la virtualidad. Primero, porque la bimodalidad se hizo sobre las bases que ya teníamos: falta de acceso a la conectividad y de dispositivos. Al no tener garantizadas las herramientas para la educación remota, las semanas en las que a las burbujas les tocaba clases virtuales, en realidad eran semanas sin contacto con el aula. A ello tenemos que sumar que la propia dinámica de la bimodalidad estuvo marcada por los aislamientos intermitentes de los cursos. Para muestra basta un botón: solo en el mes previo al receso escolar (con la bimodalidad vigente) se aislaron a 2.679 burbujas mientras que en agosto (con la presencialidad plena) el número subió a 5.267. Esto se podría haber evitado con una solución sencilla: proveer a alumnos y docentes con dispositivos y conectividad para sostener el proceso educativo.
Por lo tanto, esto no es producto de los avatares de la pandemia sino de la decisión política del gobierno de la Ciudad de dejar “tirados” a los chicos.
Lo cierto es que dentro del “marketing” educativo también podemos incluir el anuncio según el cual las escuelas secundarias se abrirán los sábados de forma obligatoria para los alumnos que estén bajo el régimen de promoción acompañada. Porque, va de suyo, que se tratará de personal contratado de forma precaria y que, además, no conoce ni un ápice la trayectoria previa del estudiante en cuestión. Una medida que no tiene nada que envidiarle al Más ATR de Axel Kicillof.
En cuanto al anuncio de la extensión de la jornada para los alumnos de 6° y 7° grado de primaria, nos preguntamos ¿Con qué personal? ¿Van a contratar más docentes? (algo que debieron hacer este año, pero no lo hicieron) ¿Bajo qué condiciones contractuales? Por otro lado ¿Cómo van a compatibilizar con los alumnos del contraturno? ¿En qué aulas? ¿Cómo se entrecruzarían alumnos que mantienen la jornada simple (de 1° a 5°) con los que tendrán jornada extendida? Todas estas preguntas no tienen respuesta y, hoy por hoy, cómo va a resolver estos problemas el gobierno de la Ciudad es un gran misterio. Algo similar ocurre con las capacitaciones a preceptores para que “oficien” de psicólogos y de psicopedagogos. Todo en el escaso plazo de una semana en febrero. La única certeza es que, con estos anuncios, muestran que no saben nada del funcionamiento real de las escuelas.
Todos estos anuncios hay que contextualizarlos en el marco de un ajuste fenomenal del presupuesto destinado al mantenimiento y ampliación de los edificios escolares, junto a una caída del presupuesto educativo del 29% en los últimos cuatro años, una caída salarial del 31% durante el mismo periodo, compañeros que no cobran hace meses (tutorías EDI), doce años de inestabilidad laboral por ausencia de concursos docentes en el nivel medio. Y ahora tenemos que escuchar cómo se llenan la boca diciendo estar preocupados por la educación. Honestamente, no se nota y sabemos por qué: porque no les interesa.
Por eso, rechazamos las medidas anunciadas cuyos efectos pedagógicos serán nulos, pero sí generarán una recarga laboral sobre los docentes y un desorden en el funcionamiento habitual de las escuelas primarias de jornada simple. Llamamos a los sindicatos a ponerse a la cabeza de un plan de lucha orientado a recomponer nuestras condiciones de trabajo y salariales, pero también para conquistar un sistema educativo que verdaderamente encare el problema pedagógico para sacar a nuestros alumnos de la barbarie a la que los somete el sistema capitalista hoy. Necesitamos un programa para la educación y éste debe ser discutido en un Congreso Educativo de toda la docencia y la comunidad educativa.
Corriente Nacional Docente Conti-Santoro
17/10/2021